Tarrasa
Visita: Mayo 2019
Mis imágenes: España
Información para viajar: Pendiente
Aprovechando que había estado el fin de semana anterior, ya tenía mirados los horarios de los lugares que visitar en Tarrasa. Como era el día de los museos no había que pagar entradas pero eso implicaba que había más gente de lo habitual, aunque nada comparable a las inmensas filas de visitantes del fin de semana anterior durante la Feria Modernista, en esta ocasión se podían visitar los sitios sin tanto agobio y agradecí el poder aprovechar el día al máximo. Salí temprano de Zaragoza (los dos trenes a Barcelona estaban llenos, para que luego se quejen de que no venden) y en Sants cogí el cercanías a Terrassa Nord. Que yo viera, hay dos paradas de tren en Tarrasa pero yo cogí la Nord porque era el camino más recto hacia mi hotel y necesitaba una referencia, dado que al día siguiente me tocaba coger el tren de vuelta de madrugada y la otra parada implicaba callejear más, y no conozco la ciudad como para hacerlo a ciertas horas de la madrugada, en este caso prefiero un camino recto. De la estación norte bajé andando todo recto hasta llegar al teatro de Tarrasa, de estilo modernista en su exterior, y continuando por aquí se pueden ver casas antigua con la fecha de cuando son en las paredes, y así llegué hasta la Casa Alegre. Aquí me preguntaron de donde venía, y si entendía el catalán o no para darme explicaciones en otro idioma, muy amable y de agradecer por su parte (algunos pensaran que es un museo y por tanto no debería ser algo resaltable, pero por desgracia últimamente he visitados sitios en Cataluña donde ignoran el darte información en otro idioma que no sea el catalán, que aunque yo entiendo el catalán no deja de parecerme un poco mal para el turismo de fuera de Cataluña – incluidos países de América de habla hispana-), le comenté que podía leer los carteles sin problema y entré en la primera sala, ahí escuche que hablaba en catalán con una familia que había entrado y le ofrecía dejar sus mochilas en la entrada, así que salí de la sala y le pedí que si yo también podía (para no perder tiempo de visitas no me acerqué al hotel hasta la hora de la comida) y no tuvo problemas en ello (puedo no saber hablar catalán pero es muy útil entenderlo, así me quité un peso de encima mientras visitaba la casa). La diferencia entre visitar la casa Alegre el día de los museos a visitar en la Feria Modernista es el volumen de gente, el otro día había muchísima gente como para andar y visitar todos los rincones de la casa y hacía un calor que mareaba, esta vez en cambio eran dos familias y yo las únicas personas y no hacia ese calor bochornoso del otro día. La casa Alegre por fuera puede pasar desapercibida, a decir verdad yo pasé de largo y tuve que volver atrás para poder visitarla, pero por dentro es una visita imprescindible de la ciudad. Nada más entrar hay dos pasillos, el de la izquierda te lleva a dos salas despacho con muebles originales, no hay continuación por lo que de esas salas vuelves a la entrada, donde hay otro pasillo a la derecha con una sala llena de libros. De ahí regresas de nuevo a la entrada y accedes al salón de la casa. Este espacio está lleno de detalles interesantes que ver, está el salón con columnas, pinturas en la pared y piano, está el baño con vidrieras y los sofás que da acceso al comedor con más impresionantes vidrieras y la chimenea. De aquí puedes volver a la galería que da paso al patio de la casa y al jardín privado de la misma. Una vez de nuevo dentro de la casa el salón da paso a una escalera que te hace mirar hacia arriba, con sus pinturas, detalles en la pared, y vidrieras en el techo y ventanales. Subiendo a la planta de arriba descubres que la casa es bastante grande, llena de salas y baños, es como un pequeño palacete. El precio de la entrada lo vale. Es una visita en la que no te importa pagar porque lo vale. Al final salí de la Casa para seguir con mi visita de la ciudad. La mujer que estaba en la entrada era muy agradable, y cuando me fui aún me regaló un punto de lectura de Tarrasa. Lo cierto es que en todos los museos de Tarrasa me trataron bien, y estoy bastante contenta con escribir una entrada donde puedo recomendar todo el turismo por la ciudad sin ninguna pega o descontento. Es una ciudad donde hay varios sitios que visitar por dentro y por fuera, muchos museos, y gente agradable y amable. De aquí me fui hasta la plaza Vella donde se encuentra la catedral del Santo Espíritu y la Torre del Palau, por más vueltas que di no encontré la base de la torre, solo conseguía ver la parte de arriba de la torre, así que busqué la catedral, que casi pasa desapercibida por encontrarse en un lateral que hace esquina. Podría parecer que es una catedral muy nueva y sin ninguna decoración pero si uno se fija bien tiene varias esculturas y gárgolas interesantes de ver. De aquí me metí por una callejuela (con una historia divertida en cerámica en la pared) y que daba al Ayuntamiento, el ayuntamiento por fuera tiene un estilo que me recuerda los ayuntamientos de Bélgica, lo vi de pasada durante la Feria modernista pero en esa zona había tenderetes y mucha gente, por lo que no se podía disfrutar de los detalles, por lo que también lo tenía en mi lista de pendientes. De aquí seguí el paseo hasta el mercado de la independencia, pasando junto a una antigua farmacia modernista, y de aquí continué hasta el museo de la ciencia y la tecnología que se encuentra junto a una antigua fábrica textil que hoy es parte del museo. Busqué la entrada y pregunté para poder visitarlo, lo cierto es que con eso de que era gratis me dijeron que podía entrar y pasaron de mí, por lo que a la hora de visitar el museo di algún rodeo y tomé caminos laberínticos al revés del recorrido recomendado, pero en fin, yo intenté seguir las flechas y verlo como mejor pude. Tampoco vi ningún cartel de si se podían hacer fotografías, no me dijeron nada en la entrada, y vi a una pareja haciendo fotos así que supongo que no había problema para hacerlas sin flash. El museo es enorme y si te interesan las maquinas, coches u aviones antiguos, o bien la ciencia, este es tu museo. Recuerdo que el museo no tenía fin, y es que tiene varias exposiciones de máquinas y están dentro de lo que era la antigua fábrica, que al ser de estilo modernista conserva su tejado que representa las formas de las olas, por fuera no llegué a verlo (a veces hay visitas a la parte superior del tejado pero en la página web no está claro y como era el día de los museos tampoco dan información en la entrada a menos que específicamente preguntes) pero por dentro la arquitectura del techo también vale la pena verla. Por las dimensiones que tiene la planta debía ser una gran fábrica textil. Tras recorrerlo dividiría el museo en partes, por un lado la parte tecnológica, la zona hecha para que los niños, y no tan niños, jueguen con la ciencia, la parte dedicada al desarrollo industrial, con las maquinarias antiguas, la parte de los aviones, coches y motocicletas antiguas, y la parte dedicada a la antigua fábrica textil. Esta parte la hice al revés, y me di cuenta cuando descubrí a un grupo con guía que iba al sentido contrario a mí. En esta zona puedes ver las máquinas de las calderas, la parte del carbón y la chimenea, la zona del laboratorio químico, las máquinas de tejes de la época, el antiguo despacho, y la zona de los trabajadores. Me encantó esta zona y estoy segura que preguntando en la entrada dan visitas guiadas. Una vez terminada esta visita regresé por otro camino, uno que da a la plaza nueva donde hay una pequeña chimenea y unos edificios que tienen forma de antiguas linternas. Este rincón, donde creo que hay un museo o sala de exposiciones, no recuerdo bien, lo descubrí en la Feria modernista gracias a nuestro guía Paco, de la asociación retrofuturista Nautilus, que quiso mostrarnos pequeños detalles de Tarrasa durante la feria. Fue por ello que sabía que tenía rincones pendientes que visitar con tranquilidad en esta ciudad llena de sorpresas. De aquí me marché al hotel para dejar la mochila y luego irme a comer, dado que durante las horas de la comida todo estaba cerrado. Tras comer volví de nuevo a recorrer la ciudad, esta vez di un paseo por el parque y pasé junto a la escuela industrial, edificio de estilo modernista, y de aquí llegué al Castillo de Vallparadis, lo había descubierto cuando el fin de semana anterior nos acercamos al museo textil (dado que están uno junto al otro), el castillo actual conserva pocos restos del original, rodeado de un foso y con una gran torre central, es de planta rectangular, de muros con almenas y con cuatro torres cuadradas en los ángulos y tres medias torres en el centro de los lados norte, sur y este. Las transformaciones arquitectónicas para adecuarlo a su función de cartuja aún se conservan. Destaca el claustro, de dos pisos -el inferior de aberturas bastante irregulares y el superior de arcos apuntados y capiteles sin decorar-, así como la sala capitular, cubierta con una bóveda de crucería. Cuando entré e indiqué de donde venía escuche al hombre de la entrada decirle a la mujer de al lado que por la mañana había ido otros dos de Zaragoza, supongo que lo habitual es tener turismo interior. Al entrar a las salas había un cartel de prohibido comer, beber, fumar y hacer fotografías, pero en los patios no vi ningún cartel así que hice fotos, luego me quedó la duda de si aunque estaba fuera de las salas de exposición se podía o no hacer fotografías, no vi ningún cartel ni nadie me dijo nada, pero tampoco vi a nadie haciendo fotos. Si no se podía mi sugerencia es que pongan algún aviso general y no solo en las salas de exposiciones (no soy de esas personas que hacen fotografías cuando se les ha dicho que no se puede). El museo es muy pequeñito y me lo vi antes de lo esperado, aunque lo que más me gustó fue el exterior, que con la tarde soleada que hacía los colores que creaba la luz del sol acompañaban al del castillo, un rincón pequeñito y muy bonito para visitar, aunque claro, no tuve que pagar entrada y todo depende del precio que suponga el acceso. De aquí me fui a ver por fuera la Maxia Fraixa, durante la Feria Modernista habíamos visitado su interior por lo que deje la visita a su exterior (con tanta gente durante la Feria fue imposible) para por la tarde (aunque por la tarde no se puede visitar por dentro). Al rededores de la Maxia hay un parque donde había varías parejas y familias, hacía un día para estar en la calle y la Maxia relucía con su impoluto color blanco y sus formas redondeadas. de aquí regrese sobre mis pasos para parar en un bar a tomar algo y descansar un ratito hasta la hora en la que habíamos quedado en el Museo Textil para prepararnos para la noche de los museos, pero eso, es otra historia. Muy recomendable la visita a Tarrasa, tiene muchos sitios interesantes que visitar por dentro y por fuera, y la gente con la que tratar es muy amable. Eso sí, en un día es imposible verlo todo, afortunadamente yo ya había visto algún sitio durante la Feria del fin de semana anterior.
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