Diario 2019: Cuba - Trinidad - dia 4

De Cienfuegos nos dirigimos a Trinidad, una ciudad que a mí me gustó mucho. No hacía más que salirme el nombre de Trujillo pero es que mi inconsciente relacionaba Trinidad con Trujillo de Perú por sus casas de estilo colonial, con el enrejado en sus ventanas y sus paredes de colores, y con sus calles empedradas. Por supuesto Trinidad está mejor conservada que La Habana que es muy grande, por eso las casas de alquiler que vimos por aquí parecía que estaban bastante bien, hasta nuestro hotel fue una maravilla de lujo estilo colonial (no tenía ni wifi ni ascensor pero estaba limpio y con el encanto que tienen las casas coloniales de Trinidad). Aquí es donde el guía nos identificó que significaban esos carteles con una especie de ancla, a veces rojos y otras veces azul. Son los símbolos para identificar las casas y lugares con habitaciones de alquiler, símbolo rojo para nacionales y azul para extranjeros. Trinidad sería nuestra sede para pasar dos días por el parque nacional Tope de Collantes, lo que no esperaba era llegar tan pronto en la tarde (como el circuito resulto ser nosotras dos, el conductor y el guía, pues llegamos mucho antes que un circuito de varias personas), pero eso nos permitió ver la ciudad por libre y disfrutar de su anochecer. Y ya sabéis que nos gusta combinar visitas con guía con visitar por libre. 

 
 

Trinidad es Patrimonio Mundial por la Unesco desde 1988, entre sus laberintos de calles con casas de colores la vida pasa con calma y las guitarras suenan en un compás lento. Sí, Trinidad no deja atrás el amor de los cubanos por la música, aunque aquí son menos pesados, te hacen disfrutar mucho más del viaje, aquí han entendido que no por acosar al turista van a conseguir ganar más. En la recepción del hotel pedimos un plano, ya que nuestro alojamiento no estaba en pleno centro histórico, pero la fotocopia casi sin tinta que nos dieron no fue muy útil ni necesaria, afortunadamente. Dejamos el hotel que estaba junto a una de las plazas de la ciudad que tiene conexión wifi, y nos dirigimos hacia el casco histórico de la ciudad. Para ello pasamos por sus calles, donde es muy fácil no perderse dado que tienen una estructura organizada de calles perpendicular y paralelas. Uno puede acabar girando en la calle que no es, pero no se puede perder por otro motivo más que ese (y que de noche hay muy poca luz y toca usar la linterna del móvil). Aparte de a Trujillo (Perú) también me recordó, con sus casas, calles y restaurantes, a San Cristóbal de las Casas en México. Y por fin empecé a disfrutar de Cuba. Como decía dejamos a tras el parque Céspedes; la plaza donde podías conseguir wifi y donde se encontraba la iglesia de Paula (y es que esta fue la ciudad donde más iglesias católicas encontramos) y nos dirigimos hacia la plaza mayor. Pasear por las calles empedradas de Trinidad, subir sus cuestas y ver sus casas con ventanales enrejados y jaulas colgadas de sus fachadas es algo muy recomendable y que uno no debe dejar de hacer cuando esté en esta ciudad. Escuchar a los coches de caballos (para turistas) pasar es viajar en el tiempo. La de veces que le dije a mi amiga que ahí me veía yo con mis trajes de recreación. Lo de las jaula con aves en las fachadas de las casas viene de antiguo, el guía nos lo explico pero la verdad es que no lo retuve (nuestro guía chino-cubano hablaba muy bajito), así que no so puedo contar el porqué de esta tradición de adornar las fachadas de las casas con pájaros en jaulas de madera o hierro. 

 
 
 

En la plaza Mayor nos encontramos con la Iglesia de la Santísima Trinidad, en teoría la visitábamos por dentro con el guía pero al final resultó que estaba cerrada y solo abrían el domingo, así que no pudimos verla. Aquí subimos unas escaleras de piedra que dan a la plaza (como si fuera la plaza de España de Roma) donde estratégicamente habían puesto mesas y sillas y los turistas se sentaban a beber algo disfrutando de las vistas de la ciudad desde más altura. Al terminar de subir las escaleras te encuentras con la casa de la Música, tendrás música en vivo y ve instrumentos musicales de otras épocas, o nos interesó pagar para entrar así que bajamos las escaleras para ir caminando hasta el antiguo convento de San Francisco de Asís que hoy se ha convertido en el Museo de la Lucha contra Bandidos, creo que los aficionados a las armas de otras épocas estarán encantados con todos los museos que hay por Cuba donde guardan las armas de la revolución como si fueran de hace siglos. No es que fuera lo que más nos llamó la atención pero el precio vale la pena solo por subir a la torre del convento, con unas increíbles vistas del mar, las montañas de la Sierra de Escambray y la ciudad de Trinidad. Después de maravillarnos con las vistas volvimos a la plaza mayor con sus palmeras y sus galgos (figuras que dan acceso a la plaza ajardinada y vallada) en busca de algunos de los museos que ahí se ubican. 

 
 
 
 

Resulta que las casas de Trinidad están reconvertidas en “museos” o en casas/habitaciones de alquiler u hoteles. El problema en Cuba es que no ponen letreros a los edificios por lo que ya estábamos decididas a desistir de encontrar alguno de los dos supuestos museos que estaban en la plaza cuando un hombre sentado frente a una casa nos dijo “el museo de Arquitectura Colonial, ¿quieren verlo?”. Y nosotras justamente diciendo “Pues ese estábamos buscando”. El precio es barato, pero teniendo en cuenta que los museos de ahí son solo casas donde han almacenado lo antiguo, pues tampoco pueden pedir más por entrar. Según dijo el hombre que la enseñaba (a otros turistas sudamericanos que entraron tras nosotras, que a nosotras españolas no), esta era la casa de un negrero catalán. Es una casa de planta baja que mantienen abierta y con muebles de la época. Se conservaba tal cual, incluso con las dependencias de aseo, ducha y wáter en el jardín, donde la ducha era de lo más moderno en la época en la que se puso, así como el wáter de porcelana, la cocina, apenas mantenida, y el jardín donde se mostraba un rudo cepo en el que se inmovilizaba a los negros como castigo. El hombre les dijo a los otros que los agarraban de las manos y los pies, pero en Matanzas otra guía dijo que de la cabeza. Igual a los esclavistas les daba igual como retenerlos. Una vez salimos decidimos volver a subir las escaleras que hay junto a la casa de los conspiradores (una preciosa casa con su fachada bien conservada y rodeada de preciosas flores y enredaderas) y tomarnos una piña colada (yo casi no la probé porque descubrí que no me gusta nada). Y desde ahí estuvimos, como el resto de turistas, disfrutando del anochecer sobre la ciudad. Luego tuvimos que volver corriendo y con la linterna del móvil hasta nuestro hotel. 

 
 
 
 

Diario 2019: Cuba - Cienfuegos - dia 4

Marchamos en los que la agencia cubana que lleva este circuito llama “historia y Naturaleza”, nuestro guía es chino y mayor, el conductor es cubano joven pero ambos saben de historia por igual porque en el coche de camino a Cienfuegos el guía nos va contando sobre la historia de Cuba desde que los españoles arrasaron con la tribu indígena que vivía en la isla (al parecer es la única tribu indígena que arrasamos, el resto se mezcló pero estos al parecer los abatimos hasta no dejar ni un vestigio de su cultura -o eso dicen todos los guías cubanos que tuvimos-) hasta nuestros días. En muchos puntos el conductor añade cosas. El guía de Natural Cuba Travel nos comentó que en Cuba es obligatorio estudiar historia aunque hagas ciencias y quieras ser metafísico, la historia es la signatura principal del país (su historia, claro). El recorrido se hace mucho más ameno escuchando toda la historia de Cuba, pero como es muy largo paramos en una gasolinera cubana para descansar algo. Los baños son de pago, en el cestillo, pero no tiene un precio establecido. Se da la “voluntad”. Aquí vimos un taxi limusina muy rara y es que fue construido durante la época en la que la URSS cayó y Cuba lo pasó bastante mal, por lo que nos contó el guía, cuando china les regaló bicicletas porque no había petróleo para poder moverse por el país. A decir verdad esta una de las cosas que más nos sorprendió a mi amiga y a mí, y es que vimos mucho caballo en activo. Y no me refiero a usar al caballo como paseo turístico o puntual en la granja, sino usarlo como método de transporte habitual, personal, en carretas, en taxis compartidos de carretas de caballo, etc. 

 
 

Finalmente llegamos a Cienfuegos, a mi amiga le encantó al ciudad, que nada más entrar te da un aspecto completamente diferente al que habíamos vivido en La Habana. La ciudad de Cienfuegos mezcla en sus calles un aire de antigüedad que parece que sus elegantes edificios y calles se hubieran quedado atrás en el tiempo. Recorriendo en coche sus calles llegado a la plaza central, donde su casco antiguo es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y su arquitectura colonial de estilo francés son un reflejo de su pasado. Aquí los edificios que rodean la plaza están todos pintados de colores y muy bien cuidados, nada que ver con La Habana. El guía nos contó la historia de la ciudad y que ahora vive del turismo, aunque por esa zona no vimos a penas turistas y fue el sitio donde más barato compramos souvenirs. El gran teatro Tomás Terry, la catedral y el ayuntamiento, el colegio (que conserva las puertas separadas por donde entraban los chicos y las chicas por separado), sus casas palaciegas y sus monumentos. Uno de los edificios que más nos llamó la atención fue el palacio Ferrer, de un acaudalado catalán radicado en Cienfuegos. Y por supuesto la moda de entonces era el modernismo catalán, construido en dos niveles, la planta baja carente de ornamentos destinada a mercancías y una planta superior con ornamentación en mármoles, herrería y azulejos esmaltados. Y lo más resaltable es su azotea con un elegantísimo mirador en la esquina sureste. 

 
 
 

No teníamos tiempo suficiente para entrar y subir hasta ahí, o igual si lo teníamos si hubiéramos preguntado. El guía contaba cosas pero no era muy explícito en las organización del tour, así que normalmente acabamos el día sin saber muy bien si eso era todo o no. Tras pasear por la zona fuimos en coche por la famosa Avenida Prado hasta su Malecón, donde comeríamos en un “paladar”. Lamentablemente el restaurante ciertamente se nutre de los turistas con lo que no habíamos coincidido (ninguno de habla hispana) y tal vez por ello la comida no fue nada especial, no tuve arroz y pollo pero fue el lugar donde peor comí (dejando de lado que nuevamente nos hablaron en inglés, que así no nos entendemos…) . Tras comer bajamos en coche hasta Punta Gorda para hacer una parada en el palacio del Valle. El Palacio del Valle tiene una variedad de estilos, aunque predomina el mudéjar. El edificio cuenta de tres torres. La primera tiene la influencia gótico-románica y representa la fuerza. La segunda recuerda el monumento del Taj Mahal y simboliza el amor. Y la tercera es de estilo árabe y representa la religión. En el techo también hay una glorieta que mira hacia la bahía. En los años 50 quería convertirlo en Casino pero con la Revolución cubana se interrumpió el proyecto y ahora se realizan varias actividades en su interior. Ciertamente Cienfuegos es una ciudad muy cuidada y bonita. Junto al Palacio del Valle se encuentra la bahía de Cienfuegos, así paramos en la esquina del mismo para disfrutar del mar y las montañas, y es que hay que tener en cuenta que Cienfuegos es también llamada la Perla del Sur cubana. Y a mí lo que me gustó es que se encuentra en torno a su bahía bellísima, y su paseo junto a las pequeñas casas de elegancia francesa resultan un paraíso de paz.

 
 

Diario 2019: Cuba - La Habana - dia 3

Tras el tour por Las terrazas tuvimos tarde libre inesperada en La Habana así que decidimos acercarnos a la bahía para disfrutar de las vistas de la fortaleza de los tres Reyes del Morro, la de San Carlos de la Cabaña, el Cristo y las barquitas del puerto. Intentamos ver el Castillo de San Salvador de la Punta pero es uno de esos sitios que estaba cerrado hasta nuevo aviso por el tema de los 500 años. También vimos el hotel donde se alojaban los reyes de España que habían llegado ese día a La Habana y que se encontraba muy cerca del nuestro (nos topamos al lado de nuestro hotel con TVE grabando en ese momento). 

 
 
 
 
 
 

Luego vimos parte de la muralla, un resto del escudo de España de la época y el museo de la Revolución, que se ubica en el antiguo Palacio Presidencial, el edifico, por supuesto, merece la pena por su arquitectura como pasa con la mayoría de los museos de Cuba. Frente al museo hay un tanque ruso con una placa muy divertida que habla sobre la derrota de la agencia de la inteligencia yanqui (CIA). No entramos porque ya tuvimos bastante de propaganda comunista, es increíble como esta en cada rincón como si la revolución hiciera sido ayer. Al lado está el Memorial Grandma: una serie de vehículos militares usados durante las batallas, incluyendo el yate con que Fidel desembarcó en Cuba iniciando la revolución. Este memorial estaba pegado a nuestro hotel así que acabamos de nuevo ahí y decidimos aprovechar la piscina del hotel, dado que nuestro viaje iba a tener poco de relax y había que aprovechar una tarde. 

 
  
 
 

Tras la piscina nos acercamos al Capitolio para verlo iluminado de colores y es que estaban ensayando el espectáculo de los 500 años, y nos quedamos ahí disfrutando de la música y el espectáculo en primera fila porque no sabíamos si cuando llegáramos a la Habana lo veríamos (al día siguiente nos íbamos al centro de Cuba y regresábamos justo el día de los 500 años, el 16 de noviembre de 2019). Aquí un cubano intento vendernos ir a un sitio de salsa muy barato, luego paso a otra cosa, luego paso a decir que vivía en el edificio enfrente (que se caía a pedazos) y que no tenía ni leche para el bebe, pero como era un tajante no y te ignoro, finalmente nos dejaron en paz aunque su tono cambio radicalmente de dulce y amable a seco y desagradable cuando la cosa no fue en su beneficio. No es habitual ver el Capitolio iluminado de esa forma, con luces de colores. Y es casi imposible conseguir verlo iluminado con luz normal, no hay una hora concreta como pudimos vivir de primera mano, y los propios cubanos a los que preguntamos tampoco sabían cuándo se puede llegar a ver iluminado porque tienen restricciones de luz (además de la ya poca luz con la que viven en las calles). Con un Habana Especial y música en la terraza del hotel (donde luego pasarían el cestillo) dimos por terminado el día.
 
  
  

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