Ahu Akivi se encuentra bastante cerca de la cueva, aquí encontramos siete moais que, contrarios a los que hemos estado viendo hasta ahora, son todos muy parecidos entre sí en tamaño y facciones. Además de ser tan parecidos estos parece que miran hacia el océano en vez de hacia el interior, pero en realidad miraban hacia una aldea como el resto de Ahu. Lo que si es diferente es que estos moais están en una posición astronómica y los rostros de los moai miran hacia el punto donde el sol se pone durante el equinoccio de la primavera. El guía también nos cuenta le leyenda de que estos moais fueron erigidos en honor de los siete exploradores que por encargo del rey se lanzaron al océano a explorar, pero es solo una leyenda que no se avala con los restos encontrados, pero le da un toque más simbólico al lugar, eso sin duda. Aunque solo por lo diferente que son con respecto al resto de moais (dada su ubicación y su similitud) merecen la pena la parada. Como los visitamos de día el sol les daba de frente por lo que pare ver sus rasgos es mejor hacer la visita por la tarde.
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Ana Te Pahu - Isla de Pascua - Chile
Ana Te Pahu
El día amaneció con lluvia y otro tour de día completo. Empezamos yendo a Ana Te Pahu lo que fue un acierto por parte del guía ya que en el camino a la cueva comenzó a llover, pero en la cueva estuvimos resguardados. Esta cueva es conocida como la cueva de los plátanos debido a la gran cantidad de estos árboles que hay en la entrada situada a unos metros bajo la superficie. Junto a ellos crecen parras, paltos y tubérculos como el taro o el ñame. En la entrada de Ana Te Pahu también se pueden observar huellas petrificadas de la palma endémica de Rapa Nui, y de una colmena de las abejas endémicas de la isla. En esta primera visita no veríamos mucho más que el agujero donde entrar poder entrar y ver lo arboles que crecen en su interior así como los paneles de abejas endémicas pero el penúltimo día en la isla tomamos un tour exclusivo de cuevas donde se visitaba este lugar, la chica de la taquilla le dijo al guía “ya han estado aquí” pero como nosotras le especificamos no llegamos a entrar dentro de la cueva, que es mucho más extensa de lo que vimos el primer día.Y cuando volvimos a ir a visitar la cueva de Ana Te Pahu la chica de la entrada al parque le dijo al quia que ya habíamos estado (como ya había contado guardan registro de todo el que entra). Le aclaramos al guía que nos habían llevado, pero solo habíamos visto la entrada y que no habíamos entrado en la cueva. Así que el guía nos lleva por diferentes lugares que no habíamos visto antes ya que esta cueva es una de las más grandes de la isla pues es una conexión de tubos de lava volcánica. Primero El guía nos enseña desde fuera diferentes rincones, como una serie de ramas que cuando te acercas puedes ver que son las ramas de un árbol sale del agujero de la cueva y del que no se ve el tronco ya que está en el interior de la cueva. Y tras ver el exterior seguimos al guía hasta el interior por la zona que vimos la primera vez, por una zona donde hay que bajar unos grandes escalones de piedra, y se puede continuar por la izquierda a través de un pasillo rodeado de vegetación que te lleva a un lugar donde hay un árbol que se eleva hasta al exterior por una abertura en el techo. Regresando por el mismo camino se alcanza de nuevo la entrada. A la derecha de la escalera se abre una gran boca en forma de arco que conduce a un ancho túnel protegido por unas barreras de piedra. Estos pequeños muros obligaban a los posibles intrusos a entrar uno por uno, facilitando las labores de defensa de la cueva. En el interior es necesario el uso de la linterna para ir explorando diferentes lugares de la cueva. Después de un rato de oscuridad se llega a una zona de claridad causada por un gran tragaluz en el techo. El sol y la lluvia que entran por el agujero han hecho crecer otro macizo de vegetación. A partir de aquí la caverna se estrecha y se oscurece por lo que hay que encender la linterna y agachar la cabeza y en el camino hay profunda oscuridad hasta encontrar huecos de luz entre los muros. Como el guía era muy espiritual nos hizo a todos tomarnos de las manos mientras “oraba”, luego le seguimos y acabamos saliendo por un rincón más alejado de por donde habíamos entrado. Sin duda sorprende la amplitud y ramificaciones que tiene esta cueva y que desde fuera no es posible apreciar.
Visita: Noviembre 2024
Mis imágenes: Instagram
Información para viajar: Pendiente
Anakena y sus ahus - Isla de Pascua - Chile
Anakena
En Anakena puedes encontrar vestidores para cambiarte para disfrutar de un baño en la playa, de baños y de restaurante y bar donde tomar algo. El guía nos aconseja que si no hemos traído comida primero pidamos comida y luego vayamos a sentarnos o bañarnos dado que son lentos en la preparación. Nosotras tenemos comida y bebida así que pasamos de largo el restaurante y vamos en búsqueda de un lugar donde comer. Nada más pasar el bar restaurante tienes la vista de un grupo de altas palmeras sobre el césped verde característico de la isla, con gente sentada, con caballos pastando, y también bancos con vistas al océano, siguiendo el camino de tablas de madera puedes desviarte a la izquierda hacia la arena blanca de la playa o hacia la derecha donde hay un camino que te lleva hasta el ahu Nau Nau. Aquí nos encontramos con siete moais erguidos sobre el ahu tras su reconstrucción. Estos son los moais mejor conservados que veremos en la isla, esto se debe a que cuando fueron derribados también, por el viento, fueron cubiertos por la arena y protegidos de la erosión y los líquenes. Aquí se encontró un moai femenino y unos ojos de coral. Hasta ahora los moais que hemos visto solo tienen las cuencas de los ojos, eso es porque los ojos se hacían de otro material. Nosotras no pudimos ver un ojo real porque el que encontraron se encuentra en el museo de Hang Roa que dos meses antes de nuestro viaje cerró sin fecha de nueva apertura. Y aunque no conservan los ojos si la mayoría conserva sus pukaos (el tocado sobre sus cabezas) y se pueden ver bastante cerca los detalles de la cara y figura; las orejas, los labios, la nariz, los brazos, las manos sobre la panza. Alrededor de la zona también se pueden encontrar caras de moais más desgastadas, y tocados, casas-barco, y demás resto que demuestran que había otra aldea en esta zona. Un poco más allá nos encontramos con el Ahu Ature Huki, un moai solitario en lo alto del cerro y que fue el primero en volver a ponerse en pie. Tras visitar la zona encontramos bajo unos arboles un merendero para poder comer viendo los moais. Tras la comida bajamos a la playa de Anakena a maravillarnos con su arena blanca y su agua cristalina. No hay ni un día que pasáramos en la isla sin sorprendernos para lo increíblemente cristalino que es el océano en la isla, aunque no se libraba de algas el agua es tan limpia que puedes ver donde están. Tras disfrutar un poquito de la playa, no demasiado dado que a nosotras nos cansa llegó la hora de regresar con el tour a nuestro hotel.
Te Pito Kura - Isla de Pascua - Chile
Te Pito Kura
El siguiente lugar que visitamos es Te Pito Kura, llamado también el ombligo del mundo, en este lugar se encuentra el Ahu o Paro, según el guía es el moai más grande transportado desde la cantera del volcán Rano Raraku y erigido sobre un ahu, y aunque está caído del ahu sobre el suelo y no se distingue sus fracciones si se puede ver que llevaba un tocado, caído un poco más adelante, y que tiene un gran tamaño, por lo que alzado debía ser espectacular. Cerca del ahu se encuentra la piedra de Te Pito Kura, es una piedra ovalada y de aspecto pulido que por su alto contenido en hierro se calienta más que las demás piedras y ocasiona que las brújulas se comporten de forma extraña. El guía nos comenta que las mujeres de la realeza cortaban su cordón umbilical en esta piedra y que las piedras alrededor eran piedras normales para sentarse, antes se podía acercar a la piedra y colocando una brújula cerca veías como esta cambiaba de dirección dejando de marcar el norte (lo vimos en un video del móvil del guía), pero debido al vandalismo de un turista se procedió a acotar el paso construyendo un muero de piedras que la rodea. Los antiguos creían en el efecto espiritual de la piedra, y por eso era usada por la realeza.
Ahu Tongariki - Isla de Pascua - Chile
Ahu Tongariki
Tras la pequeña parada en Rano Raraku para proveerse para la comida continuamos el recorrido hacia Ahu Tongariki. Nada más entrar nos dirigimos hacia la plataforma sobre la que se encuentran 15 moais alzados sobre el ahu dando la espalda al mar. El guía nos comenta que los moais suelen estar dando la espalda al mar porque son figuras de ancestros, por tanto, deben mirar a sus descendientes, hacia las personas, por eso dan la espalda al océano. Ni una sola de las figuras son iguales, ni en anchura, ni altura ni en rasgos, algunos consiguieron ser reconstruidas con su tocado en la cabeza. El lugar donde se encuentran es precioso, a su izquierda está el volcán Poike con sus acantilados agrestes sobre el océano, al fondo se levanta el islote conocido como Motu Maratiri, motu es islote, y frente a los moais se encuentra el volcán de Rano Raruko. Así que uno no, por muchas fotografías que haya visto, no puede evitar verse impactado por la majestuosidad del ahu tongariki. Esta gran construcción representa lo grande que debía ser la aldea que se colocaba aquí, luego tras la época de decadencia como de lucha entre tribus los moai fueron derribados del ahu, pero el mayor desastre al que se enfrentaron fue durante 1960 ya que el terremoto de 9.5 en Santiago de chile provoco que llegará un tsunami a la isla de pascua (que está a cinco horas y pico en avión), y la gran ola impacto directamente en esta zona. Toda la zona estaba cubierta de cantos rodados de la costa, piedras procedentes del ahu y restos de estatuas, mezclados con huesos y cráneos humanos de las tumbas que habían estado bajo la plataforma (como ya había comentado los ahu son plataformas de tumbas) y animales muertos. Y en los años de 1990 se empezó la reconstrucción de la zona, colocando en pie 15 de los moais sobre el ahu reconstruido. Cerca de la entrada se puede ver el llamado moai viajero, es un moai que se envió en un buque hasta Japón, para que fuese exhibido en la feria industrial de Osaka y Tokio y cuando el moái volvió a Isla de Pascua recibió ese nombre (lo que tiene sentido ya que en Zaragoza también llamamos patio viajero al patio de la infanta porque fue trasladado piedra a piedra a Paris y luego regreso de vuelta). Dimos toda la vuelta al ahu y nos marchamos, aunque hay más cosas por ver ahí nosotras íbamos a repetir la visita y aprovecharíamos para ver esas zonas ese otro día, la ventaja de que en este lugar si se pueda volver a entrar más de una vez. La siguiente vez que visitamos este ahu fue para ver el amanecer. El último día en la isla cogimos un tour para ver el amanecer en Tongariki, ya que todos decían que era algo imprescindible. A las cinco de la mañana nos recogieron para por un camino de piedra y de noche ir hasta Tongariki. Hay mucha gente que indica que no vale la pena pagar la entrada cuando se puede ver desde fuera, pero teniendo en cuenta que la entrada vale para diez días y puedes entrar a este lugar las veces que quieras, es un sin sentido no aprovechar a entrar todas las veces que se pueda. Al llegar nos encontramos que había ya una pequeña fila porque no habían abierto la entrada del parque, la guía hablaba con la de la taquilla y la de la taquilla decía; “si me dejaran abriría ya, cuanto antes entren antes se irán”. En cuanto entramos nos sentamos en unas piedras para esperar ver el amanecer, el día estaba nublado, pero eso no impidió que se viera como poco a poco la luz iba surgiendo del cielo iluminando los moais marcando su silueta. Cuando ya el sol estaba coloreando el cielo, aunque todavía no se había alzado del todo, nos acercamos al moai grande tumbado que se encuentra en esta zona y que permite ver como las sombras de los moais se deslizan alargadas sobre el césped a medida que el sol va subiendo, y que desde este lugar llegaremos a ver los diferentes petroglifos de Papa Takaku Poki que también están en esa zona. La guía en el coche nos comentó que si bien antes se podían ver muy bien sobre todo antes de que el sol diera demasiada luz de lleno para distinguirlos ahora se podían ver perfectamente a cualquier hora porque alguien había echado harina con algo más sobre ellos, lo que no saben cómo se les pudo escapar ese vandalismo a los guardias del parque y la verdad es que, aunque así se ven muy bien definidos tal y como decía la guía cuando lo echaron era un blanco nuclear que impactaba, porque si algo no pega ahí es el blanco. Según la guía la intención era buena pero no era el material más correcto, ellos habían heredado de sus antepasados como reforzar las figuras y aunque esta prohibido si ella veía a un nativo hacerlo, que sabía que conocía la técnica y forma para hacerlo miraba hacia otro lado, pero el de la harina no siguió la práctica tradicional, aparte de que está prohibido. Vimos muchos petroglifos por la isla pero estos al amanecer son los que mejor se veían, ya que otros por el intenso sol se veían pero costaba apreciar todos los detalles de las figuras marinas o de los dioses dibujados en las piedras. Después recorrimos de nuevo el ahu de los 15 moais por delante y por detrás, y al salir aún nos ofreció parar para ver el amanecer desde otro lado.
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