Anakena
En Anakena puedes encontrar vestidores para cambiarte para disfrutar de un baño en la playa, de baños y de restaurante y bar donde tomar algo. El guía nos aconseja que si no hemos traído comida primero pidamos comida y luego vayamos a sentarnos o bañarnos dado que son lentos en la preparación. Nosotras tenemos comida y bebida así que pasamos de largo el restaurante y vamos en búsqueda de un lugar donde comer. Nada más pasar el bar restaurante tienes la vista de un grupo de altas palmeras sobre el césped verde característico de la isla, con gente sentada, con caballos pastando, y también bancos con vistas al océano, siguiendo el camino de tablas de madera puedes desviarte a la izquierda hacia la arena blanca de la playa o hacia la derecha donde hay un camino que te lleva hasta el ahu Nau Nau. Aquí nos encontramos con siete moais erguidos sobre el ahu tras su reconstrucción. Estos son los moais mejor conservados que veremos en la isla, esto se debe a que cuando fueron derribados también, por el viento, fueron cubiertos por la arena y protegidos de la erosión y los líquenes. Aquí se encontró un moai femenino y unos ojos de coral. Hasta ahora los moais que hemos visto solo tienen las cuencas de los ojos, eso es porque los ojos se hacían de otro material. Nosotras no pudimos ver un ojo real porque el que encontraron se encuentra en el museo de Hang Roa que dos meses antes de nuestro viaje cerró sin fecha de nueva apertura. Y aunque no conservan los ojos si la mayoría conserva sus pukaos (el tocado sobre sus cabezas) y se pueden ver bastante cerca los detalles de la cara y figura; las orejas, los labios, la nariz, los brazos, las manos sobre la panza. Alrededor de la zona también se pueden encontrar caras de moais más desgastadas, y tocados, casas-barco, y demás resto que demuestran que había otra aldea en esta zona. Un poco más allá nos encontramos con el Ahu Ature Huki, un moai solitario en lo alto del cerro y que fue el primero en volver a ponerse en pie. Tras visitar la zona encontramos bajo unos arboles un merendero para poder comer viendo los moais. Tras la comida bajamos a la playa de Anakena a maravillarnos con su arena blanca y su agua cristalina. No hay ni un día que pasáramos en la isla sin sorprendernos para lo increíblemente cristalino que es el océano en la isla, aunque no se libraba de algas el agua es tan limpia que puedes ver donde están. Tras disfrutar un poquito de la playa, no demasiado dado que a nosotras nos cansa llegó la hora de regresar con el tour a nuestro hotel.
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