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Diario 2021: España - The Silent Route - Pasarelas de Valloré y Bosque de las Hadas de Montoro de Mezquita (Aragón)

Salimos de Zaragoza dirección al Maestrazgo, y cuando entramos en The Silent Route (hay un gran cartel indicando “Bienvenido. Rutas Aragon Slow Driving. The Silent Route”) yo ya estoy mareada y empiezan las curvas, menos mal que llegamos pronto a Montoro de Mezquita, el pueblo donde comenzar el recorrido a las pasarelas, porque estoy a punto de vomitar como cuando era pequeña. Que mal me sienta la carretera por las mañanas. Afortunadamente por el camino no había coches y aunque no se pueden evitar las curvas, sin caravana se va mejor.

 

Como decía, llegamos a Montoro de Mezquita, para llegar al pueblo hemos tenido que dejar la carretera principal y meternos por una carretera más estrechas donde no caben dos coches. En el pueblo hay una gran explanada indicada como Parking donde aparcamos nosotros solos. Como no hemos hecho ninguna parada desde que hemos salido nos ponemos a recorrer el pueblo en busca de un bar donde tomar un café, pasamos por la playa Mayor del pueblo, las casas están muy cuidadas y los escudos reformados, pero no hay nadie en la calle.

 
 

Y así llegamos hasta la iglesia donde encontramos a gente sentada en el patio de acceso, al parecer pronto toca misa. Le preguntamos por el bar y nos dicen que lo abrirán cuando acabe la misa, así que nada, castigados sin café pre andada. Tocan las campanas y cuando entran los feligreses a la iglesia la mayoría aprovecha a entrar a ver la iglesia (según un cartel del siglo dieciocho). Yo entro hacia el final y veo como los del pueblo dejan que todos saquen fotografías del altar pintado, yo hago una foto y salgo, y el resto del grupo sale cuando aparece el sacerdote para oficiar la misa y “discretamente” los echa.

 

Volvemos al coche para coger las mochilas y empezar la ruta, y mientras estamos en ello llegan dos coches más, ya va llegando más gente. Hay que tener en cuenta que desde aquí salen más de una ruta. Seguimos los carteles que nos llevan a cruzar de nuevo el pueblo hasta la iglesia, que pasamos de larga hasta llegar a una zona de merendero con columpios y un photocall para los turistas. Desde aquí comenzamos el recorrido a las pasarelas de Valloré. Al inicio del camino toca subir un poco y desde aquí arriba tenemos unas vistas impresionantes de las montañas rocosas, y abajo el río y los campos.

 
 

Mientras se sube con esa vista del campo verde y amarillo, el río medio escondido entre los árboles, y las impresionantes formaciones rocosas nos encontramos con un cartel, uno indica hacia los Estrechos de Valloré (pasarelas) y el otro hacia el mirador de Valloré. He visto en internet las fotografías del mirador y cuando fui a Groenlandia lo podría haber hecho, actualmente no estoy en la misma forma (maldita pandemia) y no es algo seguro (no por dureza sino por habilidad). En cualquier caso el grupo sigue hacia la ruta de las pasarelas.

 
 

Desde el cruce de senderos comenzamos a descender hacia el río por un senderito con escalones, aquí solo tenemos tierra arenosa con formas marcadas por las aguas torrenciales pero a medida de bajamos comenzamos a entrar en el cañón y por tanto entre la vegetación y la sombra (que después de la ruta del día anterior, sin apenas sombra, es muy bienvenida). En cuanto entramos entre los árboles se empieza a vislumbrar el río que pasa paralelo al camino, aunque entre la vegetación se oye mucho más que se ve, pero entonces encontramos un hueco desde donde se ven unas cascadas naturales del río, aunque esta lleno de vegetación pro lo que el acceso es complicado las vistas son muy bonitas.
 
 

Siguiendo más adelante tenemos otra cascada, con menos vegetación, por lo que tenemos una perfecta vista del agua verde del río. Seguimos y un poco más adelante tenemos las primeras pasarelas de madera sobre el río. Está a poco altura, aunque son estrechas por lo que son de una dirección, lo que hace que a lo largo del día tengamos que ir parando o corriendo para poder dejar pasar al resto de personas. En este rincón el agua cristalina del río deja perfectos reflejos de los árboles, como postales. Tras la primera tanda de pasarelas llegamos a otra zona de camino donde podemos ver unas formaciones rocosas rectas, como murallas de piedra paralelas junto al río.

 
 

Seguimos el camino hacia las siguientes pasarelas donde el río es más ancho y el agua baja con más fuerza y crea varias cascadas, que son la imagen más bonita del recorrido. Estas pasarelas tienen en la pared de roca sirgas que permiten avanzar en las zonas más estrechas (y eso, que como decía, solo vamos una persona ya que no caben dos). Tras este tramo (al final del mismo había un grupo que vuelve esperando a poder pasar) hay una pequeña explanada de tierra con acceso al río y un tramo de escaleras que hay que subir para seguir las pasarelas que ahora va pegado a la pared pero tan cerca del río que tenemos las cascadas muy cerca de nosotros.


Tras esta parte caminamos entre las rocas hasta seguir el camino entre montañas con otro poste con dos rutas, el final de las pasarelas o el camino al mirador. Seguimos hasta el final de las pasarelas que acaba en una poza de agua del río. Al final del camino encontraba a gente disfrutando de un baño ene al agua del río, la primera zona el agua está clara, se ven las piedras y hay acceso fácil a las frías y refrescantes aguas una vez terminado el camino, pero si entras un poco más tienen una poza de agua helada de color verde claro donde cubre lo suficiente par no hacer pie, así que tienes donde elegir. O si era como yo que no me gusta el río, te quedas esperando a la sombra (que mejor que tentar a la suerte como en la poza de El venado en el parque natural en Cuba). Una vez finalizado el camino el baño regresamos por el mismo lugar hasta la zona de recreación, donde aprovecharemos el vientecillo que se ha levantado para sentarnos en el merendero a comer.

 

Tras visitar las Pasarelas de Valloré cruzamos de nuevo el pueblo de Montoro de Mezquita para llegar al lavadero del pueblo y la marquesina de la parada del autobús para buscar el Bosque de las Hadas. Una vez pasado el lavadero hay un poste con varios carteles, otras rutas que hay por el pueblo, como una hacia una ermita, pero también otra menso natural como es el Bosque de las Hadas. Camino al bosque de las hadas tenemos unas magníficas vistas del pueblo de Montoro rodeado por la montaña, así que ya solo el paseo vale la pena. El recorrido de este bosque está formado por 34 puntos donde aparecen hadas, duendes y los lugares donde habitan.

 
 

Como somos así el grupo entra por la salida en vez de por la entrada así que empezamos a contar a las hadas y duendes por el número 34. Cuando entras en el boque tienes que estar atento porque a veces los objetos son visibles, pero otras están más ocultos entre la naturaleza. El recorrido consiste en ver las hadas y duendes que se han ido nombrando con nombres de la naturaleza y sus casas, algunas son creadas manualmente por los niños de un colegio otras son creadas usando los troncos, las rocas, las piñas y demás plantas. También hay una hoja fosilizada en piedra y te ponen un cartel invitándote a descubrirla. Sin duda es un camino para hacer con niños que disfrutan más de estos recorridos.

 
 

Y hay que estar atentos, porque también hay pájaros creados manualmente colocados en las ramas de los árboles que pueden pasar desapercibidos, así como farolillos y varias casetas de pájaros multicolores, un reloj solar y toda una variedad de cosas con la que entretener a los más pequeños. Al inicio de la ruta (que yo vi al final) hay un escrito que da la bienvenida a los visitantes que lleva por título ‘La leyenda de las hadas y los duendes’.

 

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