Cudillero
Después de Cadavedo os dirigimos a Cullidero. El autobús no puede entrar al pueblo, pero hay un aparcamiento en un puerto donde ya vemos varios coches. El lugar ya es bonito sin haber llegado al pueblo, vas caminando junto a la orilla del mar y al final de la costa tras una montaña te encuentras con el pueblo de Cudillero, este pueblo tiene sus casas encaramadas en una ladera entre dos colinas que están metidas en la montaña por lo que lo hace invisible a las miradas desde tierra y desde el mar, protegido de piratas y por su entrada directa al mar pueblo de pescadores. De camino al pueblo, aunque como digo, no se ve el pueblo, tienes enfrente el faro y en el lado por donde caminar pequeños tenderetes, y luego un puente que nos lleva hasta el pueblo mismo. Tras cruzar el puente llegamos a una plaza que baja en cuesta hacia el mar, a un lado está la pescadería, con pescado y marisco fresco y redes colgadas al sol, y al otro lado varios restaurantes, hay un par que le guía recomienda para comer. Se come bien, pero nada barato, como creo que ya dije en alguna otra entrada. Desde aquí hay una de las casas escalonadas de fachadas de colores que forman un perfecto anfiteatro natural. Tras comer y ya dentro de este anfiteatro natural salgo de la Plaza de la Marina subiendo por unas escaleras hasta el Mirador el Baluarte, situado justo detrás de la Iglesia de San Pedro. Desde este mirador tendrás unas fantásticas vistas a la Plaza de la Marina y gran parte del anfiteatro, que estamos seguros. Después de disfrutar de las vistas desde este mirador me acerco a la Iglesia de San Pedro que está abierta y vacía, construida de mediados del siglo XVI. Al lado de la Iglesia de San Pedro se encuentra el Ayuntamiento, y aunque el guía ha dicho que hay un plano con los miradores no encuentro nada así alrededor, pero si hay una calle con un cartel que lleva a la ruta de los miradores. Pero recuerdo que el guía ha comentado que para subir a uno de los miradores hay que seguir las barandillas azules así que vuelvo a la plaza de la marina para subir por el otro lado hacia uno de los miradores, durante la subida y bajada de escaleras y cuestas, irás encontrando rincones donde uno se pregunta cómo pueden vivir ahí donde el acceso a las casas es el mismo rincón de paso, todas encaramadas en la montaña. Al primer mirador que me dirijo es a La Atalaya, está situado a mayor altura y ofrece una perspectiva más amplia y vistas al Faro, subiendo por las escaleras de la estrecha calle Cuesta y que llega hasta el mirador de la Garita. La atalaya, aunque es fea, por ser una torre de cemento y hierro ofrece unas vistas increíbles del pueblo, el faro, el mar, la montaña y todo lo que alcance tu vista. Tras visitar la atalaya sigo el camino de barandillas azules para ir hacia el otro mirador, el camino de los miradores está marcado con símbolos en el suelo o las paredes, es difícil perderse, y durante el camino se puede disfrutar de los recovecos de las casas, las vistas de un lado del pueblo, y rincones curiosos como las Caracolas de Teixera, una casa cubierta de conchas, y cosas curiosas como curadillos colgados en los portales de las casas, que es un pescado cecial. Con esta ruta llego al otro lado del pueblo, recorriendo el anfiteatro de punta a punta por la calle Cimadevilla, y busco las cuestas y escaleras que llevan al mirador del Pico desde el que se pueden ver las casas de una de las laderas. Después desciendo hasta la plaza de la marina para andar hasta el faro, bordeando un saliente de roca. Y desde el faro regreso al puerto donde nos ha dejado el autobús. El pueblo merece el esfuerzo de ir de mirador en mirador, y disfrutar de todos los rincones y paisajes que ofrece
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