De Chivay al día siguiente salimos de camino a la cruz del cóndor, y disfrutamos de varias paradas por el valle del Colca, los caminos son de tierra y hay túneles en la montaña sin ninguna visibilidad pero el recorrido merece la pena, de cada mirador se pueden obtener diferentes vistas del valle. Por un lado se pueden ver las terrazas de diversas tonalidades verdes que cubren los pies del cañón, por otro lado se comienza a ver el río que surca el cañón del Colca, de una tonalidad azul blanquecina por el agua de las nevadas, y curiosamente a su alrededor montaña seca y marrón. También hay otra vista de lagos de diversos colores entre los campos verdes de cultivo. A los lagos se les considera mágicos por sus cambiantes tonalidades de color. Cada rincón del paisaje durante el recorrido del cañón de Chivay a la Cruz del Cóndor merecía la pena.
Después fuimos caminando un trecho hasta la Cruz. La subida no es tan dura si se sabe tomar los atajos convenientes, durante el camino a pie por la montaña había varios miradores, todos llenos de turistas, y el mirador más alto, donde hay una Cruz es el llamado la Cruz del Cóndor, en teoría es desde donde mejor vista se obtiene. Nosotras disfrutamos de ver la altura del cañón, el río lejísimos al fondo y la montaña rugosa de enfrente que casi parecía que se podía tocar con las manos de lo grande que era, pero solo era una ilusión óptica. De camino a la Cruz vimos pasar un cóndor, fue el cóndor que más cerca vimos, son realmente enormes, un animales impresionante de color negro y blanco. La lástima es que nos pilló tan de sorpresa que para cuando encendimos las cámaras ya se habría alejado, y pasó tan cerca que se veían sus enormes alas desplegadas sin necesidad de zoom de ninguna cámara.
Nos habían dicho que en noviembre es la época de anidación de los cóndores y que igual no veíamos ningunos, por eso nos pilló con la guardia baja. Después, una vez arriba de la Cruz nos fuimos un poquito más hacia la izquierda, nos sentamos en la tierra y pasamos una hora esperando ver algún otro cóndor pasar. Y vimos tres más, uno de los cóndores que vimos era un cóndor joven, que se diferenciaba de los adultos porque era de color marrón, mientras que los adultos eran negros y blancos. Pero en la montaña se ve mejor el negro que el marrón. En todo caso desde ese mirador se veían más lejanos, aunque se vieran bien porque son muy grandes la vista no se pudo comparar al cóndor que nos sorprendió en el camino.
Después de ver a los condors volvimos a hacer el recorrido de tierra y cruzar las grutas oscura de la montaña de camino hacia Chivay. Pero antes de regresar paramos en uno de los pueblos del valle, no recuerdo el nombre pero visitamos la iglesia y poco más dado que solo eran cuatro casas y una calle.
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