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Oslo - Noruega

Oslo

Llegamos a Oslo de noche y muy cansadas de un viaje por carretera tan largo, pero como era la única noche que íbamos a estar en Oslo, pues al día siguiente salíamos hacia Suecia decidimos salir para ver la ciudad de noche. El hotel estaba a unos cuarenta y cinco minutos andando que no es mucho pero que de noche no nos recomendaron hacerlo, pero nos dijeron como coger el autobús al centro. El problema es que estábamos muy cansadas. Nos dijeron que siguiéramos hasta encontrar un semáforo, y después de andar un rato no veíamos el semáforo, al fin vimos uno a la derecha y un puente y debajo una parada de autobús. Nos dijeron que la parada de autobús estaba debajo de un puente así que cruzamos la carretera para ir a la parada. Como estábamos tan cansadas no vimos la parada de autobús delante nuestro, y no tuvimos en cuenta que no nos dijeron nada de cruzar la carretera, es decir, cogimos el autobús en dirección contraria al ayuntamiento. Si el conductor hubiera hablado un mínimo de inglés lo hubiéramos sabido antes de coger el billete, pero los conductores de autobús de Oslo con los que topamos eran todos inmigrantes y no sabían nada de inglés y nuestro noruego para decir ayuntamiento no era muy bueno, así que entre uno y otros, cogimos el bus erróneo. Después de un rato y ver que en vez subir más gente para ir un sábado al centro, cada vez eso estaba más vacio y menos iluminada la ciudad (aunque los noruegos en general iluminan muy poco todo) decidí acercarme al conductor de nuevo (no había más que un par de pasajeros) y al fin cayó que habíamos tomado el bus en dirección contraria. El conductor muy majo nos dijo en inglés que nos sentáramos, y cuando se encontró con el bus en la otra dirección paró, hablo por ventanilla con su compañero, nos abrió las puertas, nos hizo bajar y subir al otro autobús, sin cobrarnos ningún billete. No sé qué pensarían los pasajeros del autobús al que subimos pero cuando intenté confirmar de nuevo con el nuevo conductor si iba al ayuntamiento no lo conseguí, pero un chico muy amable nos lo confirmo en inglés y nos dio mucho información en inglés, lo acompañaban dos chicas vestidas con el traje tradicional. Nos comentó el guía que ahí el traje tradicional lo usan para ocasiones especiales: bodas, bautizos, y todo tipo de celebraciones. Así que siendo sábado o era un fin de curso o una boda o cualquier otra cosa de esa e iban al centro de fiesta. Lo más sorpréndete de Oslo fue la cantidad de gente en la calle y en las terrazas comiendo y bebiendo pasadas las diez de la noche, era como en España. Eso no fue nada habitual por el resto del país y nos contaron que los fines de semana se aprovechaba el buen tiempo y al ser sábado noches pues más. el autobús nos paró frente al ayuntamiento, un poco feo a nuestro gusto pero mucho más interesante de noche que de día, enfrente estaba el puerto con la fortaleza iluminada y varios restaurantes llenos de gente en el muelle y al otro lado de la plaza un mural con los premios nobel de la paz. Esto es porque en Oslo se entrega el premio nobel de la paz, ye l resto se dan en Estocolmo, siguiendo el testamento del inventor de la dinamita. Recorrimos la calle principal durante un tiempo por lo que pasamos del teatro nacional, el museo donde está el cuadro del grito de Munch, el parlamento y la catedral. El parlamento estaba iluminado por dentro y había una sala muy bonita. Casadas regresamos al hotel, esta vez sin problema con el autobús (una vez dominas una dirección ya no ha problema) y al día siguiente descubrimos que fuimos las únicas del grupo que salieron (normal tras el día de carretera). Empezamos con una excursión con el guía al parque de Vigeland que es un parque lleno de esculturas del mismo artista sobre el ciclo de la vida, el día empezó nublado y fresco pero luego quedó un día soleado con apenas unas nubles blancas. Con este día tras dejar el parque de Vigeland fuimos a visitar el museo donde se encuentra el barco y otros objetos de la reina vikinga Osa. Como cuando estuve en Copenhague no llegué a visitar el museo esta vez fue la primera que vi objetos vikingos. La madera está muy bien labrada y los barcos son impresionantes, sobre todo teniendo en cuenta hasta donde llegaron: Groenlandia o Canadá. Y muy bien conservadas para ser de madera. Lo más curioso es la explicación de la guía local que nos dice que en cuanto pasan a convertirse en cristianos el vikingo deja de ser vikingo y es ya edad media europea. No en todos los sitios lo dicen así, esta es la primera vez que lo escucho, tengo que investigar más sobre eso, porque en Groenlandia los llaman vikingos aunque ya estaban la mayoría cristianizados. Si uno está en Oslo debe visitar este museo, en mi opinión es lo que más valía de toda la ciudad. Tras visitar el museo vikingo nos marchamos a ver el museo folclórico, en Corea del Sur, en la Laponia finlandesa, y en Estonia también visité otro museo de este tipo y son muy interesantes, porque es una forma de viajar al pasado de varias zonas del país en una sola. Este museo es muy parecido al de Finlandia y Estonia, lo que tiene sentido porque su cultura estuvo unida durante muchos años. Aquí podemos ver una casa de madera antigua pro dentro, y una skarvike por dentro donde el día anterior hubo un bautizo. Tras dejar el museo folclórico vamos al centro de la ciudad donde tenemos dos horas para comer y ver la ciudad de Oslo de día, por lo que al final no comemos hasta las cuatro de la tarde y ya en el aeropuerto y nos dedicamos a recorrer la ciudad, empezamos por el Palacio Real y llegamos hasta la Opera en el puerto, pasando por los lugares que recorrimos pro la noche, aunque añadiendo la Opera (en fotografías me gusto mucho más que cuando estuve ahí) y el Palacio Real. Y entramos al Ayuntamiento de Oslo, que es gratis visitar y tiene bonitas salas decoradas con pinturas, además de ser donde dan los premios nobel de la paz.

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Lom - Noruega

Lom

De camino a Oslo tuvimos otra parada más, esta ya la última antes de coger la autopista. La parada fue en Lom, para ver la starvirke, que es un iglesia de madera de estilo medieval. Es una de las starvirkes más grandes y ha tenido varias reconstrucciones, hay que tener en cuenta el problema de que sea toda de madera la parte de atrás de la iglesia es la que más me gusto por el detalle de sus puestas y tejados, aunque era en la que peor estado estaba la madera, toda ennegrecida. Alrededor de la iglesia y dejando poco espacio para caminar estaba el cementerio, los noruegos suelen dejar os cementerios cerca de la ciudad como zona de paseo, para estar por la zona. En este caso no es ese el motivo pues el cementerio está todo vallado formando parte del perímetro de la iglesia. Esto hace que sea un poco agobiante con tanta tumba rodeando todo el césped libre. Por dentro había que pagar y no entramos porque en Oslo íbamos a visitar el museo folclórico al aire libre (como en Estonia y en Corea) y ahí ya veríamos por dentro una iglesia de madera. Tras la parda de aseos obligatorio continuamos camino hacia el final del viaje por Noruega. Esta fue la etapa, sin duda, más pesada del viaje por la cantidad de carretera que toca hacer. Sin contar con que en mi opinión lo más bonito ya estaba visto, ni Lom me dijo nada, ni tampoco Oslo, que fue una ciudad muy fea en comparación con el resto del país.

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Lillehammer - Noruega

Lillehammer

La parada en Lillehammer es obligatoria para que el conductor de autobús cumpla con su media hora de descanso reglamentario. El guía nos propone que en vez de ir al centro de la ciudad que a las cinco y media de la tarde ya está todo cerrado y no hay nadie en la calle, vayamos a las instalaciones de salto de esquí de cuando en esta ciudad de celebraron los juegos olímpicos de invierno. Con todo el grupo de acuerdo vamos hacia la zona del salto de esquí donde el guía nos comenta que al estar en lo alto tiene unas vistas del lago y de los valles y las montañas preciosa, y que ya solo el mirador vale la pena. Por si acaso, como estamos en septiembre y la temporada de turismo ya está fuera de fecha el guía llama a un hotel de ahí donde lo conocen para confirmar que las instalaciones están abiertas para que no vayamos hasta ahí y luego no haya ni baños, y nos da la sorpresa de que no solo está abierto sino que hay una competición de salto de esquí. El guía nos comenta que alguna vez ha coincidido con prácticas de salto de esquí ahí y que es impresionante verlos saltar y cuando nos acercamos hacia las instalaciones ya vemos los coches y los carteles de la Copa Continental sub18. Nada más bajar del autobús entramos directos en el recinto y, como la suerte nos acompaña, por haber competición los baños son gratis, no hay que pagar nada. Antes de empezar la competición varios del grupo hacen fila para hacerse la foto en el fotomatón que hay junto a la pista de salto, y que tiene un par de esquís en posición de salto y solo hay que colocarse y hacer la fotografía como si estuvieras saltando. Mientras algunos del grupo hacen fila nosotras damos una vuelta por el lugar y preferimos hacer la fotografía en las escaleras que llevan al peletero olímpico. El guía nos comenta que la competición empieza a las seis, así que en vez de irnos a las seis (justo media hora de descanso) nos iremos a las seis y cuarto para poder ver algo de la competición porque merece la pena ver los saltos de esquí. Aunque todavía no ha nevado la zona está preparada para que sin nieve se puedan hacer los saltos en una pista verde. Empezamos a ve la competición, somos casi todos novatos, jamás hemos visto esto de los saltos de esquí, y menos en directo y nos deja a todos alucinados. Es increíble cómo se quedan tanto tiempo en el aire y con qué velocidad y flexibilidad se mueven. Fue una visita espectacular. Aunque se notaba que éramos españoles porque había más "ohh" cuando no salía muy bien y más aplausos cuando saltaban altísimo, y seguro lo notaron cuando nos fuimos porque los noruegos muy efusivos no eran. En esto que llega la hora de marcharnos y de regreso al autobús todos caemos en que no hemos visto las vistas, así que nos asomamos para ve los increíbles paisajes que se obtienen desde lo alto de Lillehammer. Al subir al autobús el guía, que se ha dado cuenta, nos comenta con deje de broma si nos han gustado las vistas ¡estábamos todos tan entusiasmados con los saltos que ni miramos las vistas!. Al marcharnos pasamos por el centro del pueblo que parece un lugar abandonado, no hay ni una persona pro la calle (cosa muy curiosa, tienen una estatua de Gandhi). Solo por las vistas la subida a la zona olímpica valía la pena, pero los saltos de esquí de la copa continental fueron el broche final para hacer de esta parada un momento imborrable del viaje.

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De Geiranger a Lillehammer - Noruega

Camino de Geiranger a Lillehammer

Cuando llegamos a Geiranger, pueblo situado al final del fiordo, subimos en el autobús a uno de los miradores se puede apreciar el fiordo de Geiranger visto desde arriba, que casi impresiona más que desde abajo y cuya vista, con los cruceros (pequeñitos comparativamente con las montañas) navegando por sus agua son la fotografía típica de todas las revisas de cruceros por los fiordos. También pudimos ver la carretera del Águila, que es la carretera que te lleva a Eidsdal desde Geiranger que te llevan a 620 metros de altura sobre el nivel del mar. Aquí seguimos nuestro viaje haciendo una parada en Djupvasshytta, a 1.030 metros de altura. Aquí hay un lago que es una plancha de tranquilidad y agua cristalina que se alimenta de la nieve de las montañas que nos rodean. Al estar tan alto, podemos ver con más detalle las cumbres nevadas de las montañas. A partir de aquí el camino empieza a cambiar de paisaje y dejamos atrás las verdes montañas y continuas cascadas para comenzar con el paisaje de tundra que nos llevará hasta Lillehammer. Antes de llegar a Lillehammer pararemos en un pequeño pueblo (de apenas una docena de casas) para comer, porque hoy va a ser un largo día de viaje. Empezamos el día en Loen y lo acabaremos en Oslo. Este es el día más pesado del viaje porque hay muchos kilómetros que recorrer y el autobús cansa, pero también veremos cómo va cambiando el paisaje de los fiordos a la zona interior.

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Fiordo de Geiranger - Noruega

Fiordo de Geiranger


Si algún tiene alguna duda sobre hacer un crucero por el fiordos, tal vez este sea el recorrido que le quite todas las dudas. Nosotros cogimos un ferry con explicaciones en español e inglés que nos llevó a través del fiordo de Geiranger. Un crucero por este fiordo proporciona una forma espectacular de disfrutar de este paisaje rodeado por altas montañas, cuyas laderas están salpicadas de granjas abandonadas y cascadas que está incluido en la lista de la UNESCO. No soy muy amiga de los cruceros pero hay que reconocer que un viaje por los fiordos tiene que ser espectacular. Aunque yo me aburriría de ver montañas y cascadas, y más cascadas, y otra cascada, es cierto que Noruega, aparte de fiordos, tiene más paisajes; bonitos y diferentes. Lo que es indudable es que Noruega tiene mucha agua, con tanta cascada y glaciar era casi seguro, pero nunca había visto tanta cascada. No es de extrañar que el guía comente con tanta seguridad que cuando se acabe el negocio del petróleo el próximo negocio de los noruegos va a ser el agua (porque tienen para dar y regalar – o cobrar si se ponen en plan comercial-). Pero volviendo al fiordo que nos ocupa, como decía cogimos el ferry de Hellesylt, donde acaba una de las cascadas europea que dan directamente al mar (como la cascada de Ézaro en Galicia), y fuimos hasta Geiranger. El clima aunque nublado fue bueno y se podía estar en cubierta durante todo el trayecto para ver mejor el paisaje. Al principio hay bastantes pequeñas granjas abandonadas en las laderas de las montañas, aunque tan aisladas que es normal que hoy en día estén abandonadas. Y durante prácticamente todo el recorrido hubo cascadas y altas montañas. Las más famosas son la del velo de novia, la de las siete hermana sy el pretendiente. La cascada de las siete hermanas nos pilló en un momento de poco agua y solo pudimos ver cinco hermanas, por las otras dos cascadas no caía agua. En frente de las cinco hermanas activas, donde la altitud de caída del agua es impresionante, está otra cascada con mucha más cantidad de agua, pero cuya caída no es tan vertical sino que sigue más las curvas de la montaña y como está enfrente de las siete hermanas la llaman el pretendiente. Las explicaciones en español del ferry decían que al ser rechazado se había dado a la botella pero aunque lo intenté no conseguí distinguir qué formación es la que tenía forma de botella junto o dentro de la cascada. Tras estas dos famosas cascadas el viaje continua entre altas montañas, con vista de los picos nevados al fondo, ya empezamos a ver valles con casitas, y puntos blanco que se mueven entre el verde de la montaña que gracias al zoom de la cámara podemos confirmar que son ovejas. Finalmente llegamos al pueblo de Geiranger, donde desembarcamos.

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Loen - Noruega

Loen

Dejando atrás la zona del helicóptero regresamos hacia el fiordo al lado de donde está Loen, el pueblecito donde vamos a dormir. La noche anterior dormimos en lo alto de la montaña rodeados de nada más que naturaleza, esta vez al menos vamos a un pueblo con alguna casita (unas 150 según internet), dos hoteles y una iglesia, no es mucho pero es algo. Por el camino aparece el arco iris, y esta vez forma un arco entero de inicio y fin en el agua del lago, creando la imagen perfecta de los cuentos. El guía nos avisa que no hay mucho que hacer en el pueblo pero que podemos subir hasta la iglesia, para los que lo hagamos tenemos deberes: averiguar que son las dos piedras al lado de la iglesia. Tras cenar a las ocho de la tarde (en Noruega, si no son ciudades, cenar más tarde es imposible), y tras ver que lo único que hay en el hotel es gente mayor bailando con sus mejores ropas y gente mayor frente a la chimenea del hotel con el fuego encendido, decidimos ir caminando del hotel hasta la iglesia y hacer los deberes. Una de las cosas que más nos llamaron la atención en Noruega es lo poco que gastan el luz, cuando es de noche apenas tienes luces en las calles, y Loen, un pueblo tan tranquilo y silencioso no iba a ser menos. Teniendo en cuenta que ya era de noche el camino hacia la iglesia, que está en lo alto de una elevación, era como sacado de una película de miedo, en cualquier momento aparecía alguien de las sombras y nos daba un ataque. Pero siendo un pueblo tan tranquilo no pasaban ni gente ni coches, los más escandalosos éramos nosotros, un grupo de veinte españoles no son silenciosos. En el camino hasta la iglesia pudimos ver a un lado ovejas durmiendo plácidamente, al otro lado campos de Manzanos, y alguna casa con las luces encendidas. Eso era otra de las peculiaridades que vimos pro Noruega, eso de que no se vea gente por ningún lado pero las casas tienen todas las luces encendidas y nadie dentro (como no tienen ni cortinas ni persianas se ve perfectamente el interior de la casa y no vimos ni una sombra humana en ellas). Lo más iluminado del pueblo era la iglesia de madera, que casi deslumbraba en comparación con el resto del pueblo. Como el guía solo había dicho dos piedras junto a la iglesia nosotras empezamos a buscar ene l muro de piedra de la iglesia y una mujer del grupo decidió mirar alrededor de la iglesia (y lo que había alrededor era el cementerio), así que nos veis a las tres y la otra mujer del grupo alrededor de la iglesia, andando por el cementerio con la linterna del móvil buscando unas piedras que dijeran algo (de película de terror, alguien saca una mano de debajo de la tierra y se nos oye en la otra punta del país del grito que pegamos). Tras recorrer de noche y a oscuras el cementerio vemos que frente a la iglesia hay dos enormes piedras verticales. Más grandes y no las vemos. Nos acercamos el grupo a intentar leer lo que pone pero está en noruega y solo entendemos las fechas, nombres de personas y la edad de esas personas. Está claro que son las personas fallecidas pro algún motivo, pero los deberes son averiguar que fue. Así que como una de las parejas tiene internet en el móvil empieza a buscar, aquí empezamos a reírnos mucho, porque la pareja es muy graciosa y el móvil muy poco útil. Finalmente, cuando ya regresamos hacia el hotel encuentran una traducción del móvil del noruego al español sobre las catástrofes de Loen. Por supuesto las traducciones de los móviles dejan mucho que desear y entre la traducción y la gracia de quién la leía todo el grupo nos partimos de risa, lo que nos pudimos reír. Lógicamente ahora estará fuera de contexto pero la traducción decía así: “15 de enero 1905 rasa se selecciona un gran trozo de roca a partir de los 1500 metros de altura Ramnefjell, y 61 personas murieron. Superó Losna 500 metros por la ladera de la montaña, y la sopa con él un gran reloj de abajo. pedazo de montaña estaba a unos 100 metros en voz alta, 50m Breidt y 10 metros de espesor. Esto significa que Hammaren piedra era aproximadamente 50.000 metros cúbicos, un peso equivalente de 125.000 toneladas. Además llegó el acarreo y la grava, por lo ein calcula que las emisoras de 870.000 toneladas de celulosa rasa en Loenvatnet.Una parte de la gente hablaba de pasar del valle después de accidente de tráfico. Sin embargo durado todo el corral construido att. Husa duró construido más lejos de la costa.” Eso del accidente de trafico, como no golpeara un coche la roca que cae, como que no tenía mucho sentido, pero ¿en 1905?, y luego lo del reloj y la sopa, ahí ya no veíamos manera de encontrarle sentido. Al llegar al hotel, tras muchos reírnos, nos conectamos al wifi del hotel y descubrimos que las piedras conmemoras dos tsunamis que arrasaron el pueblo. Tanto en 1905 como en 1936 hubo grandes derrumbes de roca de la montaña que cayeron directamente al fiordo provocando enormes y destructivas olas gigantes (tsunamis) y además de madrugada cuando todos dormían. La fuerza de las olas provocadas por el derrumbe de rocas acabaron con casas y personas. La zona en la que se cayeron las rocas hoy en día es tierra ganada al mar y si volviera a ocurrir ya no crearían tsunamis. Habría sus destrozos pero no olas gigantes que arrasaran todo.


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Glaciar Briksdal - Noruega

Glaciar Briksdal

Tras la parada en el glaciar Boya retomamos el camino sin parar hasta llegar al mismísimo Briksdal. Desde el centro de visitantes, da comienzo el parque natural de Jostedalbreen, aquí paramos a comer y nosotras que llevamos el bocadillo preparado empezamos la ascensión para llegar hasta la lengua del glaciar. Para quien tenga problemas andando, pagando hay coches que te llevan hasta prácticamente la base, en nuestro caso, y tras haber pasado el Preikestolen, la subida hasta el glaciar no es nada. Por el camino nos mojamos con las cascadas de agua azul y blanca, increíblemente limpia, y quedamos fascinadas por la belleza del entorno: las innumerables cascadas, el río, las montañas que nos rodean, la nieve y el hielo de los glaciares de blanco y azul glaciar brillando por la luz del sol, etc… de camino a la base del glaciar hay un merendero con las casitas típicas de madera con techo cubierto de hierba, así que paramos y nos resguardamos bajo una de ellas (no llueve pero hemos descubierto que no te puedes fiar de las nubes) y comemos nuestros bocadillos con vistas al río y el glaciar en lo alto de la montaña, iluminado por los rayos del sol. Tras terminar de comer continuamos nuestro camino, en ello vamos viendo los ríos, las cabras, y el glaciar al fondo, cada vez más cerca. Aquí empezamos a leer los carteles que avisan hasta donde llegaba el glaciar en determinado año, y de puede ver perfectamente como en los últimos veinte años ha menguado muchísimo. Finalmente llegamos a la base del glaciar, donde hay un lago creado por los trozos de hielo que caen del glaciar y las fuertes corrientes que genera el río que nos ha acompañado durante todo el camino. Hay unas cadenas que marcan la zona por donde no se puede pasar, pero vimos que no todo el mundo hace caso y sobrepasa la zona de cadenas, lo que es un peligro si se cae un trozo de hielo. El glaciar es impresionante, el hielo es azul, como consecuencia de que es el único color del sol que deja que lo traspase y que da nombre a su propio color: azul glaciar, y el río que se genera a continuación toma esta tonalidad. Mientras estábamos ahí han comenzado unos pequeños desprendimientos de hielo en la parte alta del glaciar, acompañados de un atronador sonido, y he visto como caían enormes trozos de hielo. Se ve muy bien como el glaciar va desapareciendo cada vez más rápido. Como no hay mucho más que hacer tras contemplar el glaciar retomamos el camino de regreso y mis amigas meten las manos en el río generado por el glaciar para comprobar lo gélida que está el agua (en mi caso con la de Groenlandia, como comprobación me basta). Una vez nos juntamos todo el grupo nos dirigimos hacia el campo donde tomaremos el helicóptero para sobrevolar el lago y el parque nacional. Este helicóptero es más ancho que los he montado y caben cuatro personas en cada línea, a mí me toca en medio y al lado del piloto por lo que aunque veo todo no tengo buen angulo para las fotografías. El piloto es sueco y es muy soso, el vuelo en helicóptero nos resulta a las tres de lo más soso, nada de adrenalina, ni siquiera con el pequeño caballito que hace a la vuelta. Al menos las vistas si compensan el vuelo en helicóptero. Pasamos por el lago y vamos subiendo para estar paralelos a las montañas que muestran el glaciar Jostedal en su esplendor. El Jostedalsbreen tiene muchos brazos accesorios como el Nigardsbreen y Tunsbergdalsbreen, en Jostedal; el Briksdalsbreen, en Olden; el Bøyabreen, en Fjærland; el Kjenndalsbreen, en Loen; y el Austerdalsbreen. Desde el helicoptero vemos varios de estos brazos y no solo el Briksdal y cómo caen las lenguas de hielo a los largo de la montaña hasta el lago, y cómo brillan de blanco y azul la parte superior de los glaciares (que vistos desde abajo no se ven igual).

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Glaciar Boya - Noruega

Glaciar Boya

Una vez bajamos del paseo por el fiordo Sogna nos dirigimos hacia el área de Jostedal para hacer una parada de descanso en el mirador al galciar boya. El glaciar Boya es uno de los brazos del glaciar Jostedalsbreen, el mayor glaciar de la Europa continental. El lugar no tiene nada más que una casita de madera que es tienda restaurante y el paseo hasta la base del río donde desembocan los trozos de hielo derretido del glaciar boya. el un lateral de la montaña se pueden ver los ríos de agua cayendo en cascada y en el otro el glaciar Boya de blanco y azul glacial, que me recordó a los glaciares de Groenlandia (dado que en Suiza no llegué a ver ese azul glacial). El lago que forma el agua del glaciar estaba tranquila y clara y formaba un espejo del glaciar en lo alto de la montaña. Después de este descanso regresamos por el camino de tierra hasta la tienda donde tenemos el autobús y proseguimos nuestra ruta a través del verde y plano valle de Fjærland, parcialmente rodeado por imponentes montañas, para llegar al glaciar Briksdal, nuestra próxima parada, para comer y disfrutar del paseo y las vistas.

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Sogne Fjord - Noruega

Fiordo de los sueños

Al día siguiente fuimos del hotel hasta el fiordo para coger un crucero por el fiordo de Sogne, que según nos dijo el guía está mal llamado como “fiordo de los sueños” dado que Sogne no significa sueño. De camino al fiordo para coger el barco paramos en una cafetería con una réplica de un drakar vikingo y esplendidas vistas al fiordo. Esta parada fotografía fue posible porque madrugamos un poco más de lo habitual, dado que no sabíamos que nos encontraríamos al bajar del hotel por la carretera vieja. Junto a nuestro pequeño barquito, solo para nosotros (Rafael el conductor iba por carretera) se encontraba uno de los mega cruceros lleno de chinos que por ahora habíamos conseguido esquivar. El crucero por el (mal llamado) fiordo de los sueños nos llevaría hasta Leikanger y tardaría dos horas. Tal vez porque el día amaneció nublado y lleno de oscuros nubarrones que quitaban toda la luz del sol pero el primer tramo del crucero fue un poco aburrido, montañas, valles, cascadas, montañas, valles, cascadas, … lo más emocionante fue ver algo que salta en el agua, no sabemos si era un delfín, una trucha o un salmón porque a esa distancia a saber que era, pero si que iba moviéndose saltando fuera y dentro del agua. Pero luego salió el sol entre las nubes, no mucho, lo suficiente para que se filtraran los rayos de luz y las montañas y los valles adquirieran diversas tonalidades de verdes, y poder distinguir las cumbres nevadas de las montañas. Un paisaje fabuloso para contemplar y en este caso no hay mucho más que decir sino perderse en el paisaje. Tras bajar del barco retomamos el camino hacia el glaciar boya, haciendo una parada en uno de los miradores que hay del fiordo, donde explican cómo se crearon los fiordos, y mientras el guía explicaba la formación de los fiordos el arco iris hizo presencia entre las montañas cercanas al fiordo y todos dejamos de hacerle caso un rato. Alguna cosa buena tenía que tener el haber tenido unos nubarrones negros encima buena parte de la mañana.

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Stalheim - Noruega

Stalheim

Tras bajarnos del tren en Flam nos dirigimos en autobús a Stalheim, donde nuestro hotel se encuentra en lo alto de la montaña. Es anoche teníamos la cena incluida porque alrededor del hotel no hay más que montaña y nada más. el problema es que el día anterior había habido un corrimiento de tierras y la carretera de acceso al hotel estaba cortada (de ahí el cambio de horarios del tren), afortunadamente todavía existía la vieja carretera que subía al hotel, de un solo carril, de asfaltado viejo, y con ángulos muy cerrados por donde solo cabe un coche, pero que el guía Pablo y el conductor Rafael habían probado bajar en un viaje ellos solos con el autobús, por lo que sabíamos el autobús podía usarse en esa carretera. Así que nos encaminamos hacia la vieja carretera de acceso al hotel, tuvimos que esperar un rato porque al ser estrecha solo cabía un coche por lo que se iba controlado las subidas y bajadas. Tras esperar un rato parado finalmente tocó subir y como teníamos huecos en el autobús nos pidieron que si podíamos subir con nosotros a gente al hotel. La maestra se sentó a mi lado y me comentó que eran noruegos de viaje escolar, y que el autobús era demasiado largo para poder girar en las curvas, por lo que solo tenían la opción de que alguien los subiera o bien subir andando (y no era una montañita pequeña). La chica me comentó que era una carretera muy vieja pero las vistas eran espectaculares; ahora un valle, ahora una cascada. Además teníamos entretenimiento, mientras subíamos nos encontramos con un coche que se saltó las indicaciones y bajaba por lo que al vernos tuvo que subir marcha atrás, en uno de los momentos el autobús parecía que se fue hacia atrás (los de delante de mí comentaron que eso ni en broma, que no estaba la cosa como para experimentos) y así poco a poco fuimos subiendo hasta el hotel. La chica me dijo que el autobús de chicos de delante era finlandés (estábamos nosotros y todo adolescente de campamento en el hotel, no veas que juega se montaron por la noche) y que esperaba que al día siguiente la carretera estuviera arreglada porque llevaban trabajando en ella desde las tres. Al llegar al hotel lo mejor que tenía eran las vistas: impresionante. Desde el balcón de nuestra habitación vimos un helicóptero recoger agua, pensamos que sería pro algún incendio pero nos dijo el guía al día siguiente que era para la carretera, que ahí echan agua sobre la tierra para que caiga todo lo que tiene qué caer y se limpie. Tras cenar poco más pudimos hacer porque al estar en plena montaña tras la ventana solo había oscuridad completa, ni una luz. Al irnos del hotel el guía nos contó que el hotel donde nos alojamos era un hotel con historia. Cuando los nazis invadieron Noruega los noruegos les parecieron el sumun de la raza aria, con esa piel blanca, altos, rubios y ojos azules. Así que, aprovechándose de la pobreza de la región (en aquel entonces todavía no se había descubierto el petróleo), hicieron un experimento: ofrecieron trabajo y comida a las mujeres de la zona a cambio de que tuvieran hijos con los oficiales nazis para así obtener la raza aria más pura. Creo que el guía comentó que solo ocho mil mujeres se presentaron y que una de esas mujeres resultó ser la madre de la cantante morena del grupo ABBA, cuando los alemanes perdieron la guerra todos los que “colaboraron” con ellos fueron exiliados a la Laponia, la cantante morena de ABBA era hija de un oficial nazi y una de las mujeres del experimento, y estuvo exiliada con su abuela en Laponia y cuando se hizo famosa con la industria de la música escribió un libro al respecto. Y resulta que el lugar donde las mujeres que aceptaban el “experimento” tenían que presentarse en el hotel donde dormimos. Nunca había escuchado sobre ellos, pero conociendo la historia es más que factible que ocurriera.

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Tren Flam (De Myrdal a Flam) - Noruega

Tren Flam

Llegamos a Myrdal, situado a 866 metros, aquí teníamos que esperar a coger el tren Flam. Usualmente los circuitos lo hacen al revés, en Flam cogen el tren que va subiendo hasta llegar a Myrdal, el tope del tren cremallera. Nosotros como hemos empezado el viaje de los más fuerte a lo más suave lo hacemos al revés, pero al final da lo mismo porque las vistas son las mimas ya se suba o se baje. En Myrdal, la estación está rodeada de montañas, es un pequeño reducto plano con laderas a varios lados, y huecos en las montañas donde aparecen llegar e irse los trenes. En este rincón aprovechamos hasta que llegó el tren para hacer muchas fotografías y disfrutar del paisaje. En cada rincón de la estación hacia donde miraras veías un valle de verdes tonos, con algún caminito, alguna cascada, alguna casa suelta e impresionantes montañas. Creo que ya había comentado lo que me parecía esta parte a Suiza, pero no el país en general, Noruega es un país con un gran cambio de paisajes; una zona difiere de la otra, pero teniendo todas ellas hermosos paisajes. El tren de Flam de color verde llegó y subimos a nuestro vagón, al final del tren. Al lado teníamos a un grupo de chinos y en un momento dado resultó muy divertido (estuve a punto de hacer foto) porque estábamos todo el grupo de españoles de pie amontonados a los grandes ventanales que tiene el tren haciendo fotos (es un tren panorámico con ventanales grandes para que todo el mundo pueda disfrutar del paisaje), y los chinos estaban todos sentados en sus asientos. Fue un momento en el que se demostró que éramos un grupo peor que los chinos a la hora de hacer fotografías, pero es que cada rincón que se veía en el camino era precioso, con esos valles, y esas altas montañas, y las cascadas de agua blanca cayendo desde lo alto, los ríos llenos de agua…¿quién iba a perderse cada detalle del paisaje? Lástima que el tren pasa muy rápido por los rincones, cuando quieres abstraerte con el paisaje ya has cambiado a otro. El tren hace una serie de paradas, el guía nos iba avisando donde nos bajábamos y donde no, igualmente para la parada en la cascada nos indicó que fuéramos al final del todo, donde pudimos tener una vista completa de la cascada y de a “ninfa” que sale en entre las rocas “cantando”. Lo de la ninfa cantando no avisó el guía, decía que había cosas que teníamos que descubrir durante el viaje, que no tenía gracia si lo contaba todo él. Pero yo lo sabía porque lo había leído en el blog de “El mundo a tus pies”, un blog de viajes que me gusta leer. El saberlo no me quitó la gracia, solo me hizo estar más atenta, mis amigas tardaron en darse cuenta de la “ninfa”, yo la vi enseguida porque la esperaba. Tras las paradas el tren seguía su camino hasta que llegamos a Flam donde montamos en autobús para la parte con más adrenalina del viaje: llegar hasta el hotel (pero eso ya en la próxima entrada).

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Voss - Noruega

Voss

Salimos de Bergen dirección Voss, en el camino por carretera se pasan montañas y lagos (o fiordos, no se me fijé si había algas o no) y el aspecto de ese camino me recordó mucho a Suiza, cuando íbamos hacia el lago Thun, con todos montañas y lagos. En Voss paramos a comer antes de coger el tren que nos llevaría a Myrdal, donde tomaríamos el tren de Flam. Aquí me separé de mis amigas para ir a la calle comercial del pueblo en busca de tarjetas fotográficas, al parecer mi cámara había decidido morir en plan suicida y me estropeaba cada tarjeta de memoria que metía. Conseguí pronto las tarjetas de memoria porque en Noruega no cierran para comer, una de las cosas curiosas en que me fijé es que en todos los establecimientos ponen la hora de apertura y cierre (y diréis como mis amigas “y en España también”) pero en Noruega lo hacen de forma diferente a España, lo ponen en números bien grandes en las paredes de la tienda. Desde la carretera y sin gafas puedo ver la hora de apertura y cierre de la tienda. Además te poner los dos horarios de cierre (dependiendo el día o la temporada) con paréntesis. Una vez conseguido lo necesario e imprescindible en mis viajes retorne mi camino hacia la iglesia donde había dejado a mis amigas comiendo en los merenderos que había alrededor del cementerio. Esa es otra cosa noruega, el poner los cementerios como si fueran parque para pasear, jugar con el perro o merendar. Al menos este cementerio estaba junto a una iglesia. Al regresar describí que se había marchado hacia el lago para aprovechar el día de esplendido sol que hacía. Así que pasamos el resto del tiempo sentadas en una piedra junto al lago, viendo las montañas verdes, con nieve en los picos, el agua cristalina del lago, la gente pasando en canoas, gente jugando al futbol en el césped, etc. Terminada la hora de comida tomamos el camino a la estación de tren para coger el tren de Voss a Myrdal. El tren tenía la calefacción puesta al máximo y en un día tan caluroso el viaje se hizo largo y pesado, las ventanillas estaban todas empañadas por el calor, pero aun así pude ver el paisaje, muy parecido al del Pirineo; con sus montañas, sus ríos de aguas claras, cristalinas y aparentemente muy frías, y así hasta llegar a Myrdal.

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Bergen - Noruega

Bergen

Llegamos a Bergen y antes de ir al hotel (que no estaba lejos del centro) paramos en el centro para comer. Como el guía nos comentó muchísimas cosas para ver por Bergen y en teoría al día siguiente salíamos pronto en dirección Voss, decidimos aprovechar el tiempo y comprarnos unos bocadillos y comerlos en el puerto (hacia un día de sol agradable para comer al aire libre) y aprovechar el resto del tiempo de comida en ver el puerto, el mercado del pescado y el barrio Bryggen. Desde el muelle del puerto, y dado el día claro que hacía,, había una vista perfecta de las casitas de madera pintada de varios colores que componen el barrio de Bryggen. Además tuvimos la suerte de que ese día no había ni un solo crucero, que suelen tapar las vistas y llenar de gente las poblaciones. En el mercado del pescado trabajan sobre todo españoles, muchísimos, que se dedican a vender pescado para comerlo ahí; ballena, patas de cangrejo real, etc. Sabiamente preferí no arruinarme por un mini trozo de pescado y deje el marisco para cuando llegue a casa (o en Corea o en EE.UU. donde tampoco es tan caro y sabe igual) y pasamos a ver el barrio de Bryggen. La primera casa de color rojo es el museo hanseático (un poco caro para nuestra opinión) y que da a descubrir lo que era la liga hanseática, la razón por la que se crearon todas esas casitas de madera, inclinadas hacia el mar y de colores que son de cuando esa zona era mercado principal de salmón y bacalao para el resto de Europa. Ahí tuvieron su gran éxito comercial hasta que la zona del norte pasó de católica a protestante y por tanto en vez de comer pescado en cuaresma se dedicaron a comer carne. Adiós al negocio del bacalao. El barrio de calles estrechas, balcones y ventanales grandes y muros inclinados se conservan en buen estado porque son patrimonio de la humanidad, tuvimos la suerte que callejeando por el barrio vimos el entramado de una casa que estaba reparando y toda la madera y gasto que conlleva. Las casitas son, hoy en día, tiendas para turistas pero vale la pena adentrarse en sus calles estrechas y perderse en el entramado para ver cada de talle de lo que en su día era el barrio del puerto con más vida de la ciudad, cuando la liga hanseática gobernaba el mercado del pescado. Llegamos hasta la torre de Rosekrantz y regresamos para coger el autobús que nos llevaría al hotel. Una vez dejamos el hotel pasamos junto al lago y su fuente a los pies de la montaña, en lo alto está el mirador, el guía nos aconsejó que miráramos hacia arriba y que si había nubes y no veíamos la casita y la bandera que ni subiéramos, pero que si la veíamos subiéramos porque estaba despejado. Las nubes se nos echaban encima pero todavía se vía la casita y la bandera así que decidimos subir en funicular a Floyfjellet. Otro de los consejos del guía fue no coger el funicular si había grupos de cruceros, por la cantidad de gente, pero en vez de eso tuvimos la “suerte” de que nos tocaron lugareños que volvían a casa con sus compras del día así que a la subida hicimos un montón de paradas intermedias. El funicular es acristalado por el techo y las paredes para disfrutar de la vista mientras se sube pero con la cantidad de gente que había fue bastante difícil (más sencillo a la vuelta), y después de tardar siglos en subir cuando llegamos arriba se puso a llover (lo que ya parece una tradición en nuestros viajes). Las nubes comenzaron a cubrir la ciudad y ya no se veían ni las montañas del fondo ni las casas del puerto. Decidimos dar una vuelta y descubrimos a las cabras comiendo las cortezas de los árboles por el otro lado del monte, y al regresar dejó de llover y apareció un claro donde ya pudimos ver las casas, las montañas al fondo, el museo que tiene forma de piano de cola (visto desde arriba), y la forma de “W” que tiene la ciudad. La “W” la consigue gracias al lago con la fuente en medio y el resto es por la forma de la costa. Una vista que merece la pena la subida (siempre y cuando no haya nubes, claro). Bajamos con el funicular y nos fuimos al otro lado del puerto a visitar las murallas y el barrio portugués. Lo más interesante del barrio portugués es callejear y descubrir cada rincón, cada casita es diferente, una de madera blanca, otra azul, otra de puerta roja con farolillo, otra con flores en las ventanas, etc. Algún que otro callejón sin salida encontramos pero es una zona recomendable para pasear sin mirar plano (y eso que cuando llegamos al barrio se puso a llover de nuevo), según el guía esa zona es la que sale en todos los folletos de Bergen. Ahí cerca hay un paseo natural rodeando la costa que el guía nos recomendó por no ser muy turística y tener bonitas vistas. Como estaba lloviendo solo vimos a los noruegos pero el guía tenía razón, un rincón precioso para pasear. Ya de noche (la ciudad de noche no nos dijo nada, al contrario de Stavanger) pasamos por la plaza que hay junto al lago y en ella había varios coches antiguos restaurados (de todo tipo de coches, hasta policiales). El guía ya nos había comentado que a los noruegos les encanta la restauración de coches, barcos, motos, etc. Y lo pudimos comprobar “in situ”. Al día siguiente en teoría salíamos pronto para coger el tren de Flam pero debido a un corrimiento de tierras había una carretera cortada y al final salimos más tarde. Así que tuvimos hasta las doce del mediodía para volver a recorrer la ciudad, esta vez fuimos a ver la iglesia de Santa María y la parte de atrás de ese barrio, y volvimos a retomar el paseo que recomendó nuestro guía (Pablo) y esta vez disfrutamos de las vistas con sol, y solo nos encontramos con la gente de nuestro grupo, y eso que ese día si vimos varios cruceros atracados en Bergen.

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De Stavanger a Bergen - Noruega

Camino de Stavanger a Bergen

Al día siguiente amaneció soleado, cumpliendo las previsiones meteorológicas que daban sol y nublado, el nublado lo tendríamos por la tarde. Lo cierto es que todos los días se cumplieron las previsiones, y pese a las nubes tuvimos muy buen tiempo, con una temperatura fabulosa. Comenzamos la mañana de autobús, dado que recorreríamos el camino de Stavanger a Bergen, donde llegaríamos a la hora de comer. Para no hacerlo tan pesado el camino de Stavanger a Bergen fue salteado con varias paradas y dos ferrys que tuvimos que coger para poder pasar de costa a costa. Cuando fuimos a coger el primer ferry llegamos justo para verlo marchar así que tuvimos que esperar una media hora para coger el siguiente y cruzar el fiordo de Bonka. El día era soleado y alrededores estaban las praderas de color verde y las ovejas blancas pastando. En los ferry teníamos que descender del autobús por obligación, por lo que pese a que tienen cabina interior siempre salíamos al exterior para disfrutar de las vistas el mar de los fiordos que cruzamos estaba super tranquilo y el agua de un color azul igual al cielo. Es curioso cómo viven los países ricos, aunque hay que pagar billete nos dijo el guía que si nos preguntaba el revisor dijéramos que ya habíamos pagado y si había algún problema que le señaláramos a él y lo cierto es que casi nunca nos preguntaron y cuando lo hicieron con solo decir “ya pagado” fue suficiente, ni siquiera tuvimos que enseñar el billete. Además de cruzar dos veces por barcos, también fuimos atravesando varios túneles submarinos, escavados bajo el mar para no estropear el paisaje (según el guía los noruegos son muy dados a cuidar la naturaleza tal y como está). En estos túneles no se ve nada más que la roca escavada, pero excepto uno la mayoría no eran muy largos. A parte del camino en ferry el trayecto por carretera nos brindó una serie de paisajes hermosos, con verdes colinas y praderas, tranquilas vacas y ovejas, pintorescas casitas y granjas de colores, todas perfectamente ordenadas y en su lugar, como si de una postal se tratara, y espectaculares lagos y fiordos con agua cristalina que parecían espejos reflectantes. Lo cierto es que el paisaje de esta zona me recordó mucho al de Escocia, con esos verdes, azules y grises. Un camino para disfrutar de las vistas.

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Preikestolen - Noruega

Preikestolen

Stavanger se puede llegar a ver en medio día el resto del día se puede ocupar o bien haciendo una excursión al Preikestolen sobre el fiordo de Lyse o bien hacer un crucero por el propio fiordo de Lysse, cualquier de las dos opciones son válidas y recomendables. Para viajar a Noruega pude encontrar tres opciones: circuito, crucero o coche propio. Como no conduzco la opción del coche no era válida, pero por lo que pudimos comprobar a menos que estés acostumbrado a desvíos y buscarte la vida en carretera la del coche propio si no conoces Noruega, tampoco es recomendable, dado que nos encontramos en más de dos ocasiones con carreteras cortadas por desprendimientos de tierra y desvíos interminables. La opción del crucero es bastante buena, vimos algunos (aunque dicen que en verano son muchos) y los fiordos tienen unas vistas increíbles, pero lo cierto es que para mí me resultan muy aburrido así que prefiero el viaje en circuito con autobús, y fue un acierto, no solo por los paisajes que disfrutamos sino porque tuvimos la suerte de tener un buen guía, el problema o la ventaja de un circuito es el guía, y esta vez tuvimos un gran guía. Avisó al grupo de que la subida al Preikestolen no es para que la haga cualquiera, antiguas lesiones, no hacer ejercicio diario, etc, pueden pasar factura porque tiene picos de subida intensos y las piedras, aunque están bien colocadas, es fácil poner mal un pie y acabar mal, no todo el mundo le escuchó lo que teniendo en cuenta el día era una mala decisión. Para todo el día pronosticaban lluvias y ciertamente llovió con ganas. Conociéndonos ni mis amigas ni yo somos de cruceros, así que elegimos subir el Preikestolen. Salimos de Stavanger en ferry para cruzar el fiordo al otro lado de la costa, donde nos dirigimos a la base del Preikestolen. El trayecto en ferry fue corto pero con bonitas vistas. La subida debería costar una hora aunque a mí me costó dos horas, aunque el guía nos dio cinco horas (y avisó que no corriéramos, que el autobús no se iba sin nadie). Me costó mucho más de lo habitual porque aun con niebla y lluvia fui disfrutando del paisaje y haciendo muchas fotografías. Con tanta gente subiendo es muy difícil perderse, pero el camino está marcado con una "T" de color rojo. Tuvimos mucha suerte porque cuando llegamos arriba del todo se veía todo el fiordo, los cruceros que iban por él, las montañas, los valles y las casitas. La altura y el corte de la roca del Preikestolen (llamado el púlpito por su forma) es impresionante (la subida vale la pena), aunque la gente no tiene ningún cuidado y se pone a saltar en la misma orilla, aunque la caída es tremenda. Tras las fotografías de rigor nos sentamos a comer disfrutando de las vistas pero los nubarrones que nos habían estado planeando decidieron empezar a descargar, así que terminamos de comer y comenzamos la bajada. Toda la hora de bajada la pasamos bajo la lluvia, me recordó al camino de Santiago o a la bajada del Waynapichu en Perú, donde también nos pasó lo mismo, fue llegar arriba, ver las vistas y ponerse a llover. El guía nos había avisado el día anterior que daban lluvias y que los que fuéramos al Preikestolen lleváramos una muda de ropa para cambiarnos. Así que aunque llegamos a la base empapados de agua nos pudimos cambiar y poner ropa seca en los baños que había ahí. Los que hicieron el crucero vinieron contentos de ver cascadas y dar de beber a cabras. 

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Stavanger - Noruega

Stavanger

Empezamos el viaje con retraso. Aunque a mis amigas les pilla más lejos decidimos salir de Barcelona, no solo por el precio, sino porque de ahí salían vuelos directos a Stavanger, y si hay que evitar una escala, vale la pena cambiar el lugar de salida. Por desgracia hubo un retraso de cuatro horas. En el aeropuerto la gente preguntaba si el vuelo iba a salir o se cancelaría, a lo que el chico de información no podía decir nada, yo pregunté el motivo del retraso, porque no es lo mismo que se retrase porque hay un fallo mecánico que porque ha salido con retraso de su destino. En nuestro caso salió con retraso, por lo que llegó a Barcelona con retraso. Debido a eso en vez de llegar por la tarde a Stavanger y tener toda la tarde, llegamos a eso de las ocho de la tarde, y teniendo en cuenta que nuestro hotel estaba en las afueras llegamos para ver la ciudad de noche, por fortuna para nosotras porque nos gustó mucho más Stavanger de noche que de día. Y aún fuimos más afortunadas porque los que hacían escala en Londres llegaron pasadas las doce de la noche. Aunque el guía nos indicó perfectamente como coger el autobús para llegar del hotel al centro de la ciudad estuvimos a punto de coger el bus en dirección contraria, afortunadamente preguntamos a una chica que estaba en la parada y nos dijo que la parada correcta era la de enfrente. Así que volvimos a cruzar la carretera y a comprar el billete de autobús. En la parada había una máquina para comprar los billetes con tarjeta de crédito, en Noruega casi todo se paga con tarjeta de crédito, aunque sea solo un chicle en un kiosko (en España no sería viable, pero alguna ventaja tiene ser un país rico como lo es Noruega). El guía nos comentó que era más barato comprar el billete de autobús con tarjeta que con dinero, y lo pudimos comprobar porque a la vuelta no había máquina, por lo que tuvimos que pagar al conductor, y vimos que era casi cinco euros más caro. Nos bajamos del autobús frente al lago que bordea la catedral, caminamos alrededor del lago Breiavatnet disfrutando de las casitas de madera que hay a su alrededor, hasta llegar a la catedral, tenuemente iluminada. La ciudad no estaba excesivamente iluminada, pero si lo suficiente para llenar de colores la noche. Además la plaza frente a la catedral y el puerto tenía farolas con luces en forma de hojas de árboles, una idea muy original que daba un tono otoñal al lugar. Paseamos alrededor del puerto, tanto a un lado como al otro había bonitas casas de madera de colores y de tono blanco, con amplias ventanas de estilo portuario donde encontramos bares llenos de gente y el museo marítimo. En el muelle también pudimos ver un barco de la cruz roja antiguo (según nos comentó el guía los noruegos tiene afición a la restauración). El día había sido soleado por lo que el cielo había quedado de un azul claro salpicado de nubes, lo que nos dejó imágenes preciosas del lugar, al día siguiente, cuando realizamos la visita de la ciudad de día, esta nos defraudó un poco, tal vez porque el día era de un gris plomizo cubierto de nubes. Ya de día subimos a la Torre Valbergtarnet para disfrutar de las vista desde arriba y luego bajamos a los antiguos almacenes portuarios. En Stavanger, aparte del museo marítimo y de callejear viendo las casitas de madera, también se puede visitar el museo del petróleo. Noruega fue la provincia pobre de Suecia y un país pobre con gran emigración hasta que descubrieron petróleo en el mar del Norte, y ahora son los suecos los que emigran a Noruega.

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Presentación

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