Kuala Lumpur
Al pasar el control del aeropuerto de Langkawi (primero se pasa el escáner de las maletas, luego puedes ir a los mostradores de facturación) vi que las mujeres con burka pasaban el control tal cual con el burka puesto y si no pitaba, pues no pasaba nada. Está claro que eso lo pueden hacer en Malasia que es un país musulmán, que intenten ir a algún sitio de Europa o Estados Unidos así y ya veras, que hasta las chaquetas hay que quitarse. Llegue con retraso, para no variar, a Kuala Lumpur. Desde el vuelo desde Barcelona (ese incluido) ningún vuelo había llegado a su hora, el único vuelo puntal fue el de Zurich-Barcelona, lógico siendo suizos. En Kuala Lumpur me alojé en el mismo hotel que el día de mi llegada, así que dejé los bártulos y salí a acercarme andando hasta las Torres Petronas, que todavía no había podido visitar (el tour se lo saltaba). Como hacía mucho calor después de ver la entrada, entré a las torres dado que parte de ellas son un gran centro comercial, donde se estaba fresquito, así atravesé las torres y llegué a la parte trasera, no tan bonita en cuanto a las torres pero que daba a un parque con un lago muy agradable. Había mucha gente disfrutando del sitio. Me dispuse a recorrer el parque, tiene todo tipo de arboles, puentes y figuras muy modernas, edificios de arquitectura curios y una fuente que parecía una piscina pro la cantidad de niños en bañador jugando en ella, a la vuelta el lago principal que da a las torres tenia las fuentes en movimiento haciendo diferentes formas y dibujos, después me dirigí de nuevo hacia el hotel para ver si podía ver la torre Menara. No me molesté en mirar si se podía subir, aparte de que hay que pagar por subir a un lugar menos alto que la torre Menara, hay que hacer fila a primer hora porque las entrada están muy restringidas y a eso de las 11 de la mañana ya se han agotado las de todo el día. Saliendo por la puerta contraria a la que daba a las Petronas el hotel estaba a pocos pasos de la colina donde está la torre menara. Lo primero fue cruzar, en Malasia no hay semáforos en verde para los peatones y si quieres cruzar, es un peligro para los viandantes, hay que hacerlo a la aventura, miras si viene alguna coche por esas grandes avenidas y cruzas corriendo, la primera vez cuesta, el resto de veces ya cruzas por cualquier lado, porque de nada sirve un semáforo de paso de cebra si hay que cruzar en función de si hay coche cerca o no, así que al final cruzaba con comodidad, luego cuando cambié de país en Tokyo después de cruzar así una vez me di cuenta que tenía que cambiar el chip, ya estaba en un país civilizado. Volviendo al monte, el paso hacia el monorail me confundió un poco, así que me fui en dirección contraria y cuando vi la cantidad de arboles gigantes caídos sobre la carretera empecé a sospechar que ese no era el camino, así que di media vuelta. Lo bueno es que con ese giro encontré la estación de metro, que es muy útil para llegar a chinatown, central market, y las cuevas batu, pero eso sería el ultimo día. Dando la vuelta regresé pro donde había ido y di la vuelta al monte, que no terminaba nunc ala montañita, al final encontré la torre menara, tiene subida gratis en autobús, así te ahorras el subir andando hasta allá arriba, yo buscaba haber subido por un camino por el bosque que rodea la torre y que había leído en internet pero no lo encontré. A la bajada de la torre Menara, que haría andando (subir puedo subir en furgoneta pero bajar puedo hacerlo andando, no necesito coger la furgoneta, aunque la hay para los que quieran bajar la montaña en coche), encontré el motivo del por qué no lo había visto, había un cartel indicando que estaba cerrado debido a que por las lluvias el camino estaba cortado pro las caídas de los arboles. No es un parquecito sino toda una selva en la montaña en la que se sitúa la torre, andando se pueden ver los altos y frondosos árboles y el sonido de los animales, es curioso ver tanta naturaleza en estado puro rodeada de rascacielos. En la torre Menara hay un museo tradicional pero cuando llegué ya era muy tarde y estaba todo cerrado y vacio así que solo me quedó comprar las entradas para subir hasta lo alto de la torre, desde ahí las vistas son mayores que desde las petronas dado que tiene más altura que esta. Además del aliciente de que desde aquí puedes ver las petronas desde otro punto de vista, no sobre el suelo. Se ve la mezcla de verde salvaje con los rascacielos y grises de los edificios y la polución, con luces resulta también un contraste extraño. Ya de noche salí de la torre menara y me acerqué a las torres Petronas, por un lado para hacer lo que cientos de turistas hacían a mi lado, fotografiarlas iluminadas aprovechando que no llovía como los primeros días en Kuala Lumpur (que eso no eran simples lluvias sino cortinas de agua que no dejan ver más allá de un palmo) y para entrar al centro comercial a cenar algo. Las torres son bonitas por el día pero por la noche se iluminan como si fueran de plata.
Al día siguiente me fui a Taman Negara pero al otro tenía toda la mañana libre y un poquito de tarde libre en Kuala Lumpur antes de marchar al aeropuerto para coger el vuelo a Tokyo. Así que lo primero fue marchar hacia las cuevas batu. Llegar por tu cuenta utilizando el trasporte público es muy fácil así que no hizo falta gastar en un taxi. Cogí el metro y me dirigí hasta la estación Sentral. Aquí hay metro y tren y la estación es grande pero es muy fácil encontrar el tren que va a las Cuevas Batu, la taquilla está al lado de la entrada las vías, y sobre la entrada hay un gran cartel con las horas a las que sale el tren destino Cuevas Batu, la parada de la cuevas es la ultima del tren, a decir verdad la estación acaba justo en las mismas cuevas, no hay que cruzar ni andar nada para llegar a ellas. El billete costó 1 ringing la ida, a la vuelta me costó 1.5 rinings. Ya había leído en internet que la vuelta, aunque el trayecto es el mismo, era un poco más cara, pero el precio en realidad era irrisorio al cambio. El trayecto hasta las Cuevas dura bastante pero es entretenido ver la ciudad desde el tren, o los carteles de prohibición de los vagones (hay un cartel con un hombre y una mujer junto y escrito prohibido comportamiento indecente, ¿qué considerarán ellos indecente?), y vagones “only woman” con dibujitos de lo que está permitido en el vagón de mujeres (mujer con mujer, mujer sola, mujer con niño, mujer con niña). Las cuevas meren una visita, hay una serie de templos alrededor de las cuevas con muchos monos correteando en busca de comida, tiendas que venden cocos para las ofrendas hindús, y unas cuevas museo (a estas hay que pagar, a los templos y las cuevas batu no) donde se ven animales varios (como sabréis no me van mucho los animales así que pasé de pagar por ver bichos en la cueva). Así me acerqué a la entrada de las cuevas que está precedida por una altísima estatua dorada de Muruga. El conductor que me llevó del aeropuerto a mi hotel de Kuala Lumpur al llegar de Langkawi (a la ida era con el tour) me dijo que esta es la estatus del dios Muruga más grande del mundo, y me quiso vender el ir hasta ahí con él, que me esperaba y eso, pero como ya sabía que me iba a costar menos ir en trasporte público y que además era sencillísimo moverse en el tren pasé de su ofrecimiento. Junto a la estatua comienzan las doscientos y pico escaleras hasta la entrada a la Cueva Batu. Subí con tranquilidad observando cómo los monos iban al acecho de algún turista desprevenido y le roban sus botellas de plástico. La entrada a la cueva, como decía, es gratis y vale mucho la pena, la gruta con sus formas es interesante y además a su alrededor hay varias figuras, como haciendo un belén por las grutas, y varios templos hindús donde poder disfrutar de sus ceremonia. Pro la cueva puedes pasear con calzado pero si entras al templo que sea hay que descalzarse. Me pareció muy curioso como daban la vuelta completa alrededor del templo rezando, como si fuera una especie de trámite (dar tres vueltas a la pata coja o algo así). También había varios gallos sueltos por ahí (sí, gallos, no me preguntéis que hacen los gallos ahí…). Al salir vi a varios monos rompiendo las botellas de plástico de agua y de naranja que había robado a algún turista desprevenido y bebiendo el líquido que el agujero que hacían en el plástico iba dejando en el suelo. Hasta se peleaban por la botella, y por la forma de golpearla para hacer el agujero más grande, pase con cuidado y lo más alejada posible de ellos, porque no tenían pinta de ser nada majos. Frente a la estatua vi a un grupo de musulmanas pidiendo hacerse una foto junto a unos turistas australianos muy blanquitos ellos, mientras me reía del espectáculo me preguntaron otros a mí que si me podían hace una foto, bueno, lo mismo me paso en Japón, Corea y China, así que no me importó posar para la foto. Las chicas musulmanas miraban mi piel blanquita, y eso que ya me había puesto roja como un tomate por el sol abrasador del país. Después de pasar unas cuantas horas por ahí compre el billete de vuelta y aproveche para acercarme a la torre menara, a ver si tenía suerte y veía el lugar tradicional abierto. Si que estaba abierto, con los diferentes tipos de casa malaya según zona del país para visitar, tenderetes con comida típica, souvenir, lo que me faltó es poder ver algún baile tradicional que a veces hacen, no hubo suerte. Comí ahí y ya agotada me acerqué al hotel para recoger la maleta y descansar un rato antes de salir hacia el aeropuerto destino Tokyo.
Al día siguiente me fui a Taman Negara pero al otro tenía toda la mañana libre y un poquito de tarde libre en Kuala Lumpur antes de marchar al aeropuerto para coger el vuelo a Tokyo. Así que lo primero fue marchar hacia las cuevas batu. Llegar por tu cuenta utilizando el trasporte público es muy fácil así que no hizo falta gastar en un taxi. Cogí el metro y me dirigí hasta la estación Sentral. Aquí hay metro y tren y la estación es grande pero es muy fácil encontrar el tren que va a las Cuevas Batu, la taquilla está al lado de la entrada las vías, y sobre la entrada hay un gran cartel con las horas a las que sale el tren destino Cuevas Batu, la parada de la cuevas es la ultima del tren, a decir verdad la estación acaba justo en las mismas cuevas, no hay que cruzar ni andar nada para llegar a ellas. El billete costó 1 ringing la ida, a la vuelta me costó 1.5 rinings. Ya había leído en internet que la vuelta, aunque el trayecto es el mismo, era un poco más cara, pero el precio en realidad era irrisorio al cambio. El trayecto hasta las Cuevas dura bastante pero es entretenido ver la ciudad desde el tren, o los carteles de prohibición de los vagones (hay un cartel con un hombre y una mujer junto y escrito prohibido comportamiento indecente, ¿qué considerarán ellos indecente?), y vagones “only woman” con dibujitos de lo que está permitido en el vagón de mujeres (mujer con mujer, mujer sola, mujer con niño, mujer con niña). Las cuevas meren una visita, hay una serie de templos alrededor de las cuevas con muchos monos correteando en busca de comida, tiendas que venden cocos para las ofrendas hindús, y unas cuevas museo (a estas hay que pagar, a los templos y las cuevas batu no) donde se ven animales varios (como sabréis no me van mucho los animales así que pasé de pagar por ver bichos en la cueva). Así me acerqué a la entrada de las cuevas que está precedida por una altísima estatua dorada de Muruga. El conductor que me llevó del aeropuerto a mi hotel de Kuala Lumpur al llegar de Langkawi (a la ida era con el tour) me dijo que esta es la estatus del dios Muruga más grande del mundo, y me quiso vender el ir hasta ahí con él, que me esperaba y eso, pero como ya sabía que me iba a costar menos ir en trasporte público y que además era sencillísimo moverse en el tren pasé de su ofrecimiento. Junto a la estatua comienzan las doscientos y pico escaleras hasta la entrada a la Cueva Batu. Subí con tranquilidad observando cómo los monos iban al acecho de algún turista desprevenido y le roban sus botellas de plástico. La entrada a la cueva, como decía, es gratis y vale mucho la pena, la gruta con sus formas es interesante y además a su alrededor hay varias figuras, como haciendo un belén por las grutas, y varios templos hindús donde poder disfrutar de sus ceremonia. Pro la cueva puedes pasear con calzado pero si entras al templo que sea hay que descalzarse. Me pareció muy curioso como daban la vuelta completa alrededor del templo rezando, como si fuera una especie de trámite (dar tres vueltas a la pata coja o algo así). También había varios gallos sueltos por ahí (sí, gallos, no me preguntéis que hacen los gallos ahí…). Al salir vi a varios monos rompiendo las botellas de plástico de agua y de naranja que había robado a algún turista desprevenido y bebiendo el líquido que el agujero que hacían en el plástico iba dejando en el suelo. Hasta se peleaban por la botella, y por la forma de golpearla para hacer el agujero más grande, pase con cuidado y lo más alejada posible de ellos, porque no tenían pinta de ser nada majos. Frente a la estatua vi a un grupo de musulmanas pidiendo hacerse una foto junto a unos turistas australianos muy blanquitos ellos, mientras me reía del espectáculo me preguntaron otros a mí que si me podían hace una foto, bueno, lo mismo me paso en Japón, Corea y China, así que no me importó posar para la foto. Las chicas musulmanas miraban mi piel blanquita, y eso que ya me había puesto roja como un tomate por el sol abrasador del país. Después de pasar unas cuantas horas por ahí compre el billete de vuelta y aproveche para acercarme a la torre menara, a ver si tenía suerte y veía el lugar tradicional abierto. Si que estaba abierto, con los diferentes tipos de casa malaya según zona del país para visitar, tenderetes con comida típica, souvenir, lo que me faltó es poder ver algún baile tradicional que a veces hacen, no hubo suerte. Comí ahí y ya agotada me acerqué al hotel para recoger la maleta y descansar un rato antes de salir hacia el aeropuerto destino Tokyo.
Visita: Mayo 2013
Mis imagenes: Album Facebook Malasia
Información para viajar: *Malasia
Que comprar: *Recuerdo de Malasia
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