La invitación al baile había llegado varios meses atrás, pero con el paso del tiempo cada vez me apetecía menos ir, hasta legué a plantearme seriamente no asistir, principalmente porque aunque no tengo problema en viajar sola, la idea de ir a un baile sola no me atraía nada, suponiendo que sería muy aburrido y la noche se haría muy larga hasta terminar. Pero en realidad nada más lejos de la realidad. Antes de ir al baile conocí a una mujer que estaba en el mismo alojamiento y que también iba sola al baile, así que entre las dos nos ayudamos a prepararnos. Hay que tener en cuenta que es muy difícil vestirse por uno mismo y ya que no tenemos doncellas que nos ayuden nos tuvimos que ayudar mutuamente a terminar de abrochar los vestidos y complementos, así como retocarnos los rizos del peinado. Habíamos quedado con el mariscal Suchet y su esposa para ir apropiadamente acompañadas. El palacio de Fernan Nuñez por fuera no dice mucho, dado que tiene una puerta y un muro sin gran ornamentación, pero cuando entras al patio y subes la escalera a las habitaciones superiores te encuentras con una deliciosa residencia con salas para bailar, comer, charlar e incluso jugar. La recepción de los invitados se realizó en la tarde, el amplio pasillo del palacio tenía cómodos sillones que permitían pasear o sentarse para poder entablar una entretenida charla. En varias de las salitas podemos encontrar más rincones donde sentarse y entablar una conversación, dejando una “soirée” perfecta para encontrarse con viejos conocidos y ser presentado a nuevas personas. En una de las salitas hay una vista perfecta del salón de baile, lo que nos permite estar de pie y observar a la gente bailar y descubrir nuevas personas a las que conocer y conversar tras el abanico. Antes del baile disfrutamos de un concierto de música antigua en uno de los saloncitos, dando el toque exótico al evento del año. Cuando uno ve a los músicos preparándose para tocar y observa sus vestimentas es como haber traído ese exotismo árabe al salón, por lo que no hubiera sido nada extraño encontrarse con la guardia turca del emperador o con un caballero hindú de Inglaterra. Tras la velada musical comenzó el baile en el salón dorado, decorado con hermosos detalles dorados del suelo al techo, con espejos y lámparas que brillaban sobre los bailarines. Los músicos, un fabuloso cuarteto de cuerda, nos deleitaron con deliciosos bailes. Como es costumbre solo baile una vez, se está volviendo una mala costumbre en no encontrar pareja de baile, lo que más lamento es no haber podido bailar el “salamanca castañet” es un baile fácil (o en mi opinión hay menos complicados giros de parejas) y bonito. Pero lejos de que la noche se mi hiciera larga durante el baile en realidad la noche pasó volando, durante el baile pude conversar con viejos conocidos unos instantes y conocer a nuevas personas. Durante el baile pude descubrir que los caballeros militares en su mayoría prefieren no bailar y que en Rusia pasa exactamente lo mismo (me refiero a recreadores). Tuvimos también una interesantísima demostración de esgrima antigua, así como boxeo o lucha con bastón. Descubrimos cómo el arte del combate se convirtió en deporte y con el tiempo se perdieron las técnicas que se usaban cuando los duelos eran a muerte y no un deporte para pasar el rato. Así como en la época combinar las artes marciales con el manejo de las armas era algo común. Una interesante demostración tras la cual pasee a disfrutar de la sala de juegos, observando a los cabellos jugar y aprendiendo de la habilidad de algunas mujeres con las cartas. Y así llegó la cena, deliciosa comida servida por el servicio goyesco del palacio. Por su puesto pese a lo rara que soy comiendo aquí es cuando mejor comí, no hay nada como el hogar cuando se trata de comida, y qué decir de ese jamón serrano cortado directamente. Entre el fluir de la gente por el palacio se podían ver a las parejas y a los bebes dormidos por el cansancio. Y cuando la noche seguía y seguía, con su música, sus bailes y sus charlas, sin que apenas me diera cuenta llegó la hora del chocolate con churros y las despedidas. Había sido una tarde-noche tan deliciosa y fantástica que lamenté el que terminará. Sin duda hubiera sido un gran error perderse semejante evento, y si la anfitriona vuelve a organizar un evento así sin duda he de encontrar un hueco en las invitaciones para no perdérmelo. Uno no se puede perder uno de los mejores bailes de la temporada.
Mis imágenes: Album de Facebook - España Recreación Regencia
Información para viajar: Maria de Melo Collection
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