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Diario 2021: España - Ruta Murallas de Finestre (Aragón)

Otra excursión con Aragon Xperience descubriendo rutas. Salimos a las siete y media de la mañana porque tenemos que ir desde Zaragoza hasta Barbastro, que al ser Aragón una de las comunidades más extensas de España (la cuarto me dijeron una vez) hay lugares bastante alejados. De Barbastro seguimos dirección Lérida, y en un desvío nos acercamos a Estupiñán del Castillo (debido a una serie de situaciones tuve bastante atención a los carteles de la carretera, aunque normalmente no fijo). Yendo hacia la izquierda entramos en un camino de tierra con bastantes baches, pasamos (me di cuenta a la vuelta) junto a una antigua estructura abandonada y nos podemos fijar que las rocas que nos rodean ya tienen algunas curiosas formas en pico.

 
 

Desde Estopiñán hay una pista que llega hasta el pueblo, pero no es recomendable para los amantes de sus coches, ya que está más preparada para 4x4 o coches con los bajos altos (y eso que una no entiende de coches). Aún así seguimos por la carretera de piedra y arena hasta llegar al puente de Penavera, sobre el embalse de Canelles. Una vez llegamos al puente vemos varios coches aparcados lo que da una indicación de que es el momento de dejar aparcado el coche y seguir con la ruta. Durante el camino pudimos encontrarnos con coches que subían y bajaban hasta el pueblo de Finestres, pero la mayoría eran coches que podían ir entre esos socavones, agujeros, pedruscos o piedrecillas varias. Yendo despacio todo es posible pero tampoco es cosa de quedarte ahí en medio de la nada (yo al menos no tuve cobertura en todo el camino) así que dejamos aparcado el coche tras el puente e hicimos el camino a pie, unos 7 kilómetros sin mucho desnivel. El único problema: el intenso calor que hacía.

 
  
 

Como decía, aparcamos el coche y comenzamos a caminar, ya había avanzado bastante la mañana ya que antes de empezar siempre hacemos una parada técnica, que luego no es que tengas baños o bares cerca de la ruta, y el sol ya brillaba con fuerza en el cielo. Al poco de iniciar el camino (o eso me pareció) hay una bifurcación, el camino a la izquierda va a Fet L’Estall y Montfalcó y el de la derecha sigue hacia Finestre, vamos tan empeñados en subir que casi nos equivocamos, menos mal que el guía nos avisó que era a la izquierda (bajada) en vez de hacia la derecha (subida). En el camino de ida fuimos disfrutando de las preciosas vistas del agua azul turquesa del embalse, que contrastaba sobre la árida tierra que lo cubría todo alrededor con una vegetación más bien de pinos y bastante seca, con pocas flores. Y hasta vimos a un pescador sobre una barca en el embalse.

 
 
 

Debido al calor, que no porque la pisa sea complicada, nos vamos parando en pequeños rincones de sombra bajo los pinos. No hay demasiados rincones con sombra y, sobre todo, si hace un día caluroso como el nuestro es muy importante llevar mucha agua, porque no hay ningún sitio cercano que tenga agua (por mucho embalse lleno de agua que nos rodee). Así entre parada y parada vemos el puente que hemos cruzado con el coche al fondo a lo lejos, y se ve que ya hemos andado, sin darnos cuenta, bastante. Y así llegamos, girando la derecha, al pueblo abandonado de Finestre. Lo primero que nos encontramos es una cruz (y a una chica sentada en la base de la cruz leyendo, aunque cuando llegamos nos mira más que leer).
 
    

Avanzamos para entrar al pueblo, tenemos delante lo que parece ser la iglesia, en el centro está el lavadero con un cartel informativo sobre Finestre / Finestras y sus alrededores, y se ven también un par de casas. La casa mejor conservada tiene la puerta cerrada y el nombre de Casa Coix, a sus pies que da buena sombra hay otros excursionistas que hay dejado el coche en el puente y han llegado al pueblo andando. Son ellos los que nos confirman la dirección para llegar a la Ermita de San Marcos. En el pueblo hay dos carteles, uno hacia la ermita de San Marcos y otro a la Ermita de San Vicente. Junto a la puerta de la iglesia hay un macetero con flores y una carta plastificada de una antigua vecina de Finestre a los visitantes que hasta ahí llegan, pues la formación natural que se encuentra en esta zona atrae a todo el mundo.

 
 
  
Tomamos el camino hacia la Ermita de San Marco metiéndonos pro un pequeño camino lleno de vegetación que ha crecido a su libre albedrió entre los muros de las casas abandonadas y así salimos del pueblo hasta llegar a un lateral de la montaña que nos comienza a ofrecer vistas de las formaciones rocosas que forman la muralla natural de Finestre. Hay una explanada de tierra como si fuera un mirador desde donde podemos ver la muralla de piedra de punta a punta. En el lateral izquierdo y en el centro hay unas formaciones rocosas de tono rojizo que se asemejan a los torreones que tiene la muralla china (que al contrario que estas, fue creada por la mano del hombre mientras que esta fue creada por la naturaleza). Luego las formaciones rocosas forman una pared vertical lisa que va de punta a punta de la montaña formando una muralla. Es debido a esta característica tan peculiar por la que se considera como una muralla y se le da el nombre no formal de “murallas chinas de Finestre”.

 
 
 

Es curioso cómo, aunque hay dos paredes de piedra, estas discurren de la misma forma, casi completamente idénticas en forma. Estas formaciones rocosas están parte en la montaña y parte en el agua del embalse de manera que vemos a algunos piragüistas a su alrededor. Verlas desde abajo también debe ser impresionante. En el centro de la muralla hay una construcción, creo que es el antiguo castillo o la otra ermita y está construida haciendo uso de las paredes naturales de la muralla, con utilidad, sin duda, defensiva. Seguimos subiendo y nos encontramos con la Ermita de San Marcos en lo alto y junto a ella unos bancos y un mirador. Desde aquí aún se ve mejor la extensa muralla sobre el agua azul turquesa del embalse y también hay un cartel explicativo algo ajado por el sol. La ermita de San Marcos se puede visitar, ya que la puerta no está cerrada con llave, dentro hay unas pinturas asociadas a su nombre.

 
 
 

La ermita de San Vicente está algo más lejos, junto con el antiguo castillo, pero dada la hora (ya eran las dos de la tarde) decidimos volver al pueblo y comer a la sombra mientras reponemos fuerzas. Una vez terminamos de comer nadie tiene intención de ir hasta la ermita y tomamos el camino de regreso, que son los mismo 7 kilómetros de antes pero que como estamos más cansados, es más tarde, y el sol, que ya antes pegaba fuerte, ahora está abrasando, se nos hace mucho más larga (a mí por lo menos). El recorrido de vuelta ofrece la misma vista que a la idea, pero con el intenso calor deja de resultar atractivo y solo resulta una larga pista de arena y tierra. Vamos parando a cada rato en los pequeños rincones de sombra que se pueden encontrar, pero debido a mi situación personal física me adelanto y comienzo a caminar sin parar, aunque me separo del grupo.

 
 
  

Uno se conoce y sabe cómo mantenerse para llegar al final. Suelo quedar con un compañero de trabajo para andar por Zaragoza y nos hacemos unos 17-20 kilómetros (pero es ruta lisa), por lo que 7 kilómetros no son tanto, el problema es el calor (muy importante llevar mucha agua, no exagero, si os toca un día tan caluroso como a nosotros toda el agua que cojáis os parecerá poca). Y si algo he aprendido cuando quedo con mi compañero a andar es que cuando acabo y me siento luego se me hace imposible plantearme el andar dos pasos, así que no paro y continuo el camino. 

 
 
 

Mientras ando a mi ritmo veo pasar corriendo al guía y pienso en qué algo ha pasado, la vez anterior que lo vi correr así fue para ir a buscar la furgoneta porque alguien del grupo no se veía capaz de continuar el camino andando, y esas rutas de Aragon Xperience no son como otras, aquí lo importante es disfrutar por encima de andar. Al rato veo al guía volver en la furgoneta, poco a poco dado que el camino no deja de ser complicado para ir rápido, así que he supuesto bien y hay alguien que necesita una ayuda para regresar. Es realmente bueno tener esa opción, porque como ellos dicen, las excursiones que hacen son para disfrutar, no para sufrir, así que siempre se preocupan para que todos disfrutemos. Finalmente llegamos todos hasta el puente y cogemos los coches para poder ir a un lugar donde podamos hidratarnos, porque como decía, el problema del día fue el calor.

 
 
 

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