Tras la comida y la visita al Palacio Real fui a descansar y refugiarme del calor porque el día anterior, aunque caluroso habíamos tenido la suerte que estuviera nublado, pero en el siguiente día el sol brillaba en un cielo despejado y a la hora de la siesta era infernal estar en la calle, con razón desde quien me recogió en el aeropuerto como la del B&B se quejaban de lo caluroso del día, no están acostumbrados a esos calores. Tras dejar que el sol bajara un poco salí para seguir mi visita de la ciudad, me acerqué esta vez a la Puerta Palatina que era una de las puertas de acceso de la antigua ciudad romana y que se encuentra bien conservada y rodeada de un jardincillo, de ahí me acerque a la catedral de Turín y entre para verla por dentro, aquí es donde se guarda la Sabana Santa y se nota el número de feligreses que entran para rezar delante de los cristales que protegen donde se guarda.
La catedral está unida al palacio real, pero como esta zona ya estaba vista me dirigí hacia la Via Po con sus soportales, a estas horas había venta de libros de segunda mano, lastima que fueran en italiano. Siguiendo la Via Po puedes desviarte y llegar hasta La Mole Antonelliana, que actualmente es el museo del cine, no entré a verlo, pero es uno de los lugares que más turistas tenía alrededor. Y tras la parada obligatoria a este monumento tocaba volver a acercarse al puente de Vitorio Emmanuele y cruzar el río Po para ver la iglesia de la Gran Madre de Dios y después desde ahí subir hasta el Mirador Monte dei Cappucini.
El camino no tiene perdida ya que una vez visitada la iglesia a la derecha ya tienes una pendiente rodeada de vegetación, ese es el punto más positivo, y es que la zona que iba a visitar estaba rodeada de arboles que daban sombra y protegían del intenso calor. Puede parecer que va a ser una subida dura, pero nada más lejos de la realidad al final la iglesia de Cappucini está muy cerca y durante la subida se puede disfrutar entre los arboles de la vista de las montañas que rodean Turín. Una vez llegas al mirador está la postal típica de la ciudad de Turing y La mole, cuando subía había una pareja de novios y unas andaluzas que tardaron siglos haciéndose fotos, ninguna les gustaba. De aquí marche andando por la ribera del Po hacia el Parque Valentino, que para no variar también estaba en obras (la ciudad esta toda reformándose, así que sugiero que esperes a que terminen la obras para disfrutar aun más de la ciudad).
En el parque valentino primero me dirigí a ver el castillo valentino, que, aunque estaba rodeado de zanjas y verjas de obras se podía ver la magnificencia de su fachada, de aquí me adentré en el parque para ver la escultura de las farolas enamoradas, y por el camino vi a los topos del parque. Tras encontrar y ver las farolas enamoradas me desplace hacia la fuente de los doce meses, que en marcha refrescaba el ambiente, y la verdad, por todo mi paseo por el parque el lugar estaba lleno de turinenses descansando en el césped a la sombra y alejándose del calor del asfalto.
Y viendo que un banco se quedó libre frente al burgo medieval (que es una réplica de una ciudad medieval que, en la línea de la ciudad, está cerrado por reformas), me cogí un refresco fresquito del quiosco del parque y me senté a la sombra a descansar un rato y aunque a estas horas podría estar en el palacio de Stupinigi en un baile de 1800 lo cierto que decidí no ir y lo peor, no lo lamento en absoluto. De inicio este viaje lo reserve en enero por la recreación pero cuando por fin salieron muy tarde ya era muy tarde y no me llegaba para hacer todo el programa, y la cosa es que supongo que he ido a muchos bailes de este tipo y ya no me compensan tanto, recuerdo el de Nápoles, que si que lo disfrute viendo todo, y la cena, y todo lo que quieras, pero al final depende del precio no em compensa porque también paso muchos ratos aburrida, no lo había dicho antes pero la realidad es que cada vez me aburro más.
En el próximo baile voy acompañada así que supongo que será diferente, ya os contaré. Tras un rato descanso cruce el puente Isabell para tomar la Viale Stefano Turr que me daba una vista del atardecer sobre el burgo medieval. Y seguí hasta llegar de nuevo al puente Vittorio Emmanuele donde tomé la vía Po para disfrutar del anochecer sobre el centro de la ciudad como despedida ya que al día siguiente salía de regreso por la mañana. Y dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo, como sé que viajar en verano es infernal (y no solo por los calores) como el tren de regreso a las seis de la tarde, si todo iba bien iba a estar mucho tiempo en Barcelona pero como es verano, el vuelo, junto con otros, se retraso horas, así que estuve bastantes horas en el pequeño aeropuerto de Turín.
Finalmente salimos y aquí es donde hay que darle la razón a quien me dijo que ahora viajaba todo el mundo, lo que le costo (y ya empezaba tener poca paciencia) a la azafata convencer al viajero que el equipaje en el despegue y aterrizaje debía ir arriba o bajo el asiento, que además el equipaje no era nada pequeño porque, afortunadamente había un asiento libre detrás, finalmente consiguió que el viajero entendiera que si lo llevaba encima y pasaba algo golpearía a otro viajero, cuando lo fue a meter bajo el asiente le fue imposible, pedazo de mochilón lleva, y lo quería llevar sobre las piernas. La cosa no acaba aquí, antes de aterrizan dijeron, la salida será ordenada por filas que se irán nombrando, manténganse en sus asientos hasta que les toque, pues nada, todos de pie corriendo a colocarse para salir, pues cuatro veces dijo la azafata que se sentaran, y ni caso, tuvo que ir otra azafata de refuerzo para decir, a ver, os ha dicho ya cuatro veces que os sentéis, id a vuestros asientos y el equipaje fuera del camino de paso si hay que hacer una evacuación de emergencia.
Finalmente la marabunta volvió a sus sitios, se sentó y ya pudimos salir ordenadamente según nombraban. Luego toco el caos de la cinta, como salimos con tantísimo retraso nuestro vuelo no salía en pantalla sino que salían los posteriores, y aunque no lo parezca yo me fijo en mi alrededor y después de un buen rato en el que un grupo de personas del vuelo (los había visto algunos en el vuelo otros en la fila de facturación) vi que había dos chicas que facturaron a la vez que yo que escaneaban el QR y tras un rato largo mirando vi que se fueron a una cinta, como vi que no se movían de la cinta me acerqué y vi que en la cinta ponía que era el equipaje del vuelo de Turín. Así que en cuanto cogí mi equipaje me acerque a las pantallas donde todavía había gente del vuelo esperando encontrar su cinta y avise que la cinta 6 era el equipaje de Turín (buena acción hecha) y me fui corriendo a la salida, todavía tenia que llegar a la estación de tren y con mucho estrés pero llegue con tiempo para estar diez minutos antes de que saliera, muy justo pero por eso lo cogí con mucha separación, así que un recorrido tan corto me supuso casi un día entero de viaje.
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