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Ruta de Villanua a Canfranc - España

Ruta de Villanua a Canfranc

Salimos otro día más a hacer una ruta con Aragon Xperience, esta vez vamos camino a Villanua. En el trayecto, aparte de la parada de descanso de rigor, paramos a un lado de la carretera donde hay una panadería, que debe ser conocida porque está a un lado de la carretera y hay varios coches con excursionistas parados haciendo fila para comprar. Una vez terminada esta parada alimenticia nos dirigimos hacia Villanua. Frente a la oficina de turismo y junto a un puente que da al río hay un cartel indicando que este es un punto del Camino de Santiago. Efectivamente al lado de la oficina de turismo hay un camino empedrado por donde se identifica la GR65.3, y que es parte del original Camino francés, y el actual Camino de Santiago. Nosotros subimos lo vamos a hacer al revés y dirigirnos de Villanua hasta Canfranc, donde esta la entrada a la península por Somport. Comenzamos subiendo la calzada empedrada y el guía nos avisa que este tramo del camino lo subiremos dos veces, ya que pro la tarde visitaremos las cuevas de Guixas y para llegar a ellas desde Villanua hay que pasar por este camino. Al poco de subir nos encontramos con unos carteles sobre las cuevas y sobre el camino, aunque está roto y no se lee por completo. Siguiendo un poco más hay un cruce de caminos con varios carteles, uno hacia las cuevas, y otro sigue el camino de Santiago. El camino discurre paralelo al río y al inicio podemos ver la central hidroeléctrica, con una vista de las aguas azules del río y las montañas de fondo. Sigue el camino de piedras junto a trozos de vegetación que nos alivian a ratos del calor, y vistas de las montañas al fondo. Vamos subiendo el camino por un tramo de roca natural con vistas a las montañas al fondo y vistazos al río, momento en el que captamos a un pescador. El camino pasa por debajo de dos puentes modernos, entre puente y puente podemos encontrar un merendero desde donde ver variedad de flores, una antigua locomotora al fondo, y un bunker de la Guerra Civil Española. Seguimos el camino entre el verdor del valle y los paisajes de postal, de vez en cuando alguna flecha amarilla marca que este sendero es el camino de Santiago, y nos cruzamos con algún peregrino, con su identificativa concha colgando de su mochila. Y así acabamos llegando al puente nuevo, un puente de piedra de 1599 según la piedra que puso su constructor, según un cartel informativo el puente es llamado actualmente como el puente de los peregrinos por el uso del mismo de los peregrinos del camino de Santiago. A cada lado del puente tenemos sendas vistas de postal, por un lado el valle por el que discurre el río de agua cristalina, y por otro un antiguo cementerio, muy cuidado. Siguiendo paralelo al cementerio llegamos a la antigua iglesia de la Trinidad, en ruinas, y al lado comienza el antiguo pueblo de Canfranc. La calle principal nos lleva hasta la plaza de la Iglesia donde nos encontramos con la iglesia de la Ascensión, y enfrente el edificio de las antiguas escuelas nacionales. En un lateral tenemos un antiguo vagón de tren, más concretamente un coche salón, y al otro lado un bar con la bandera republicana. Bajando por unas escaleras que empiezan en la fuente que hay junto a la iglesia, acabamos en un camino que discurre paralelo al río, con preciosas vistas.

Visita: Junio 2021  

Cuaderno con imágenes: Ruta Villanua -  Canfranc - Coll de Ladrones - Cuevas de las Guixas

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Camino de Santiago VI: De Pedrouzo a Santiago - España

Camino de Santiago VI: De Pedrouzo a Santiago

Los levantamos con ganas de terminar la última etapa, la de la llegada a Santiago. Tal y como nos había dicho el peregrino del día anterior llueve a cantaros. No son ni las ocho y lleva ya varias horas lloviendo. Como ya tuvimos la experiencia del camino bajo una lluvia torrencial que duró más de diez horas intentamos prevenir lo máximo posible. Metemos los pies en bolsas de basura, para que cubran el calcetín dentro de la bota, luego cubrimos la parte del tobillo de la bota con el pantalón impermeable, cubrimos esa parte con más bolsas de basura, y luego lo vuelvo a cubrir con el resto del pantalón de la nieve. Nos ponemos los chubasqueros y las capas de agua, además de los gorros para el agua. Al final acabaríamos mojándonos los pies, pero no tanto como la primera vez (no tengo charcos de agua dentro de las botas y al parecer hasta llegar al monte de Gozo los pies se han mantenido secos) y el resto del cuerpo permanece seco. Así que al final tanto plástico ha valido la pena. Salimos a nuestra hora habitual a desayunar y comenzamos el camino bajo la lluvia. Noto la diferencia con respecto al día anterior en cuanto a que cuando comenzamos a andar todavía es de noche. Realmente no es que hayamos empezado antes, es que está tan nublado que no se ve nada de luz natural, y las farolas alumbran nuestro camino hasta que salimos del pueblo y entramos en un camino natural cubierto de árboles. Aquí no queda otra que comenzar a sacar las linternas, que hasta ahora no habíamos tenido que usar. Avanzamos bajo la lluvia y los árboles durante un rato hasta que algo de claridad permite guardar las linternas. El camino sigue igual, una larga fila de peregrinos caminando bajo la intensa lluvia cubiertos por árboles en nuestro camino. El agua cae con tanta fuerza que no levanto la mirada del suelo porque sino cae el agua como cascada sobre mi cara. Así seguimos andando hasta comenzar uno de los ascensos indicados en la guía. La noche anterior en el albergue estuvimos leyendo lo que nos deparaba esta etapa y oír tanta subida deprimía. Empezamos las subidas, constante y pronunciada a ratos. El agua cae con ganas y paso por una ermita y un bar, donde varios peregrinos han parado para resguardarse del agua, más que para descansar. Yo he perdido de vista a mis compañeras, sé que tengo algunas por delante y otras por detrás. Siempre hemos ido a nuestro ritmo pero hemos quedado en algún punto del camino para juntarnos. En esta etapa, no sé si pro las ganas que tiene la gente por llegar y dejar a tras tanta agua, o por llegar a Santiago cuanto antes, pero es la única etapa en la que no nos juntamos y cada una llega a su ritmo y cuando quiere. Vergonzoso pero llegamos a Santiago separadas, y la verdad es que hasta me enfadé, no por esto, sino porque una vez llegamos cada una quería hacer una cosa diferente, ni siquiera recogimos la compostelana juntas. Si no uno quiere hacer el camino en solitario y a su ritmo, se va sola como suelo hacer yo. Pero si se va en grupo, se va en grupo para lo bueno y lo malo. E ir en grupo significa claudicar en algunas ocasiones y ser menos egoísta. Y luego me preguntan porque suelo viajar más sola que acompañada. Si lo dice el dicho: Siempre mejor solo. Tras dejar atrás el bar comienza una pendiente constante por un camino rodeado de arbustos que no cubren nada. Aquí sigo viendo mucho peregrino. Cuando empiezo a oír (que no ver) a los aviones despegar y aterrizar me doy cuenta de que estoy ya cerca de Santiago. Finalmente la ascensión termina y se puede bajar para ver a un avión despegar en el aeropuerto de Santiago, sigue lloviendo con fuerza y el camino continúa. Aquí dejo atrás un monolito con bordón, calabaza y vieira, los símbolos del peregrino, que anuncia la llegada a Santiago. Bordeando la zona del aeropuerto (con sus verjas) se sigue el camino con varios altibajos y un sendero de tierra embarrado, y lo que es peor, con tanto altibajo y tanta agua se crean autentico ríos. Hay momentos en que resulta imposible caminar y acabo metiendo los pies en el agua y ya no sé si llegaré a Santiago andando o a nado. Llega el camino hasta otro pueblo y una ermita, pero sigo el camino hasta Lavacolla, donde hemos quedado el grupo en parar en un bar. Cuando llego aquí miro en los dos bares del pueblo junto al camino y no veo a nadie, llamo y mando wasap al grupo pero nadie contesta. Me da la impresión que han seguido andando y han pasado de parar. Continuo el camino que gira a la izquierda y se aproxima a unas escaleras que dan a la iglesia del lugar, rodeada por el cementerio, como tantas otras iglesias que hemos visto por aquí, donde al parecer es normal que el cementerio se encuentre rodeando la iglesia, en el medio del pueblo. Aquí cruza la carretera hasta pasar un riachuelo que con la lluvia que cae está desbordado, aquí la guía ponía que era tradicional que los peregrinos se lavaran antes de llegar a Santiago. Consigo hablar por el móvil con las liebres mientras sigo el camino bajo la lluvia constante y fuerte. Quedamos en el próximo bar, solo que su próximo bar no es el mío dado que llevan muchos más kilómetros de ventaja. Tras pasar otro pueblo comenzamos otra subida hasta pasar la televisión gallega. No sé qué me está matando más de esta etapa: las subidas, la lluvia o la poca gracia del camino. Afortunadamente esta etapa del camino es, en mi opinión, la más fea, por lo que no pasa nada que por culpa de la fortísima lluvia n levante la mirada del suelo. Finalmente paso el hipódromo y veo la cuesta del Monte de Gozo con varios peregrinos subiendo. Comienzo la cuesta y antes de llegar al monumento del monte de Gozo hay un bar donde me acerco para ver si el resto están ahí. Efectivamente están ahí pero se han cansado de esperar y se largan. Visto el panorama aviso a las que van por detrás mío que quedamos todas en Santiago para comer, porque está claro que hoy no vamos a ir juntas ni al baño. Dos compañeras del grupo me esperan y tras ir al baño salimos dirección el monumento (muy feo en mi opinión) del monte de Gozo. Las tres comenzamos por fin la bajada al monte, ya empiezo a sentir humedad en la punta de los pies, hasta aquí duró el invento de las bolsas de basura. De aquí hasta Santiago el camino circula por las ciudades y las calles bajo la lluvia, nada resaltable en esta etapa. No sé si porque sé que ya queda poco pero la llegada a la plaza del Obradoiro se me hace eterna, y cuando llego no siento esa sensación que todos los peregrinos que ya habían hecho el camino antes han vivido. No hay casi nadie en la plaza, aunque con la que está cayendo es normal. De aquí nos acercamos al albergue que está muy cerca y que desde la habitación que nos dan podemos ver una de las torres de la catedral. Tras dejar las mochilas y cambiarme de calcetines y botas (por fin uso las botas de repuesto) salimos a recoger la compostelana, esperar al resto del grupo, comer, y entrar a la catedral de Santiago. Por fuera está cubierta de andamios, pero no es la primera vez que estoy ahí. Por dentro en cambio solo tiene unos pocos donde el pórtico de la gloria. Cuando fui a Santiago el pórtico de la gloria estaba todo cubierto por restauración y no pude ver más que una fotografía. Ahora es la primera vez que puedo verlo completo y es precioso. La entrada principal, pro las obras, está cerrada así que entramos por un lateral, desde la bomba en el Pilar está prohibido entrar con mochilas, por lo que hicimos bien en dejar todo el equipaje en el albergue. Aquí cumplimos con pasar por la cripta del apóstol y darle el abrazo de rigor. De aquí pasamos a ver el hostal de los reyes católicos y nos acercamos a la iglesia de San Francisco de Asís para recoger la cotolaya, que hasta dentro de cien años no la vuelven a dar. Delante nuestro hay un montón de coreanos. Según la oficina del peregrino los peregrinos extranjeros que más hacen el camino son alemanes, como el señor mayor con parkinson, y los segundos son los coreanos. El día que nosotras llegamos se registraron 276 peregrinos llegados a Santiago. A las siete estamos en la catedral para la misa del peregrino, en la recogida de la compostelana hemos pedido (no nos lo han ofrecido pero sabíamos que se puede hacer) que digan en la misa de siete (lógicamente a la de doce no llegábamos) de dónde venimos. Así en la misa dicen desde donde han empezado el camino los peregrinos que han llegado y de donde son estos peregrinos. Si no lo sabes puede ser que no te lo digan, pero hace ilusión. Luego también vimos el botafumeiro en acción, y estaba sentada en el tercer banco del frente al altar, así que mejor vista imposible (la vez que estuve en Santiago también lo vi porque había una misa especial y había pagado por usarlo y estaba en un lateral rodeada de gente). En este caso, yo pensaba que era normal al ser la misa del peregrino, luego nos dijeron que en sábado no es normal ver el botafumeiro en acción. Debió ser porque estaban varios franciscanos celebrando el 800 aniversario de que San Francisco hiciera el camino. Asi que tuvimos un día completo. Al salir de la catedral la entrada lateral da a una administración de lotería así que compramos lotería de navidad porque tal y como nos dijo un párroco durante el camino: “peregrino mojado, peregrino afortunado”, y más mojadas que nosotras pocas.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago V: De Arzua a Pedrouzo - España

Camino de Santiago V: De Arzua a Pedrouzo

Salimos de Arzua camino a Pedrouzo y como es costumbre nada más salir y empezar el camino nos colocamos las capas de agua, que son como nuestra segunda piel desde que comenzamos el camino. Al poco de comenzar, y tras pasar un par de caminos embarrados y alguna cuesta, me percato que el día está muy soleado así que no solo me quito la capa de agua sino que me paro, justo antes de comenzar otra cuesta, para cambiarme de ropa. La temperatura que nos ha acompañado durante el camino ha sido muy agradable, con la lluvia no lo hemos notado pero se podría decir que hacía calor para ser noviembre y estar en el norte de España. Así que me cambio los pantalones que llevo por otros de treking que uso en verano, más la camiseta de manga corta. Por una vez hago uso de la mochila que llevo a cuestas todo el camino. Alguna vez tiene que haber alguna ventaja de llevar tanta cosa a cuestas, como un caracol, y esta vez hago provecho de ello. Tras dejar toda la ropa de invierno en la mochila continuo el camino (y la cuesta) y durante todo el día el sol nos acompañaría así que hoy luciríamos más que nunca la manga corta. Tal vez porque hace mejor día nos encontramos con muchos más peregrinos que en las etapas anteriores. Aunque ningún día han faltado los coreanos (no sabía que había tantos peregrinos coreanos en el Camino). El camino discurre por caminos cubiertos de castaños y eucaliptos, de vez en cuando los árboles dejan paso a las vistas, que son solo de prados verdes y cruzamos varios pueblos que parecen deshabitados (algunos tienen los bares y terrazas cerrados, por lo que entiendo que en época estival eso está abierto y lleno de peregrinos). Encontramos muchas setas, de todo tipo, forma y color. Alguna pequeña cuesta y asi hasta que casi ya estamos desesperados por encontrar un pueblo con gente, para poder descansar, ir al baño y comer algo. No es que no podamos hacerlo en el campo pero mejor si tenemos un bar. Tras pasar el pueblo abandonado por fin encontramos el primer bar del camino, aquí nos vamos encontrado el grupo, que hoy ha salido más separado que nunca, y que mañana seguirá así, cualquier diría que nos hemos enfadado dado que cada una va sola y a su ritmo, aquí por menos esperamos a todas en este bar, donde no hay ni un rincón en la pared sin escribir y donde cuelgan camisetas de todo tipo con las firmas de los peregrinos que han pasado por ahí y las han dejado de recuerdo. La adjunta al grupo en el camino saca su camiseta de Venezuela y todas firmamos en ella. Aquí nos regala una pulserita con la concha de Santiago de forma que las siete llevamos una igual. Así seguimos la carretera hasta entrar otra vez en caminos cubiertos por lo árboles y pasamos una placa en homenaje al peregrino Guillermo Watt que murió haciendo el camino. Salimos de los caminos de árboles para llegar a la carretera donde, después de pasar un molino de viento al estilo del viejo oeste, se alcanza la figura gigante de la mascota del Xacoveo: Peregrin (que ha ido apareciendo en alguna ocasión durante el camino). Aquí es donde se llega al cruce más peligroso de todas las etapas que hemos tenido. Seguimos el camino de nuevo bajo árboles hasta llegar a pasar por debajo de un túnel que deja a nuestra izquierda un arco donde en el centro, debió estar la figura de Santa Irene pero que ahora tienen una bota abandonada y rota. Un poco más adelante está la fuente y la ermita (que es privada). La fuente de Santa Irene tiene varias leyendas a su alrededor y la zona que rodea la ermita es donde cuenta la historia que en el 1808 las tropas napoleónicas, en su camino a Santiago, entraron y robaron en el lugar antes de ir a dormir al atrio de la iglesia parroquial de Arca, por desgracia la fuente como el resto están a manos del vandalismo. De aquí el camino sigue hasta Arca y de aquí no tarda en llegar hasta el pueblo de O Predouzo. En vez de cruzar la carretera y seguir el camino de Santiago (y llegar al centro del pueblo) sigo la indicación de la carretera a mis pies que me indica que tengo que desviarme a la izquierda y entrar al pueblo desde la carretera para poder llegar al albergue donde tengo planeado ir, este desvío permite llegar antes al destinos final dado que las liebres que estaban por delante mío llegan al albergue después de que yo ya haya llegado y elegido literas (en este albergue se elige el número de literas y te registran). Llegué a la vez que un grupo de brasileños, pero todavía no había llegado mucha gente por lo que había suficientes literas para elegir un bonito rincón donde estar las siete recogidas. El albergue tiene en su entrada donde están las mesas unos murales con varias imágenes con frases interesantes. Como de costumbre nos fuimos a comer tras descargar todo el equipaje. Hay muchos bares y restaurante en la calle del pueblo donde estaba el albergue así que solo tuvimos el problema de decidir cuál de todos. Al final comimos muy bien y nos reímos mucho con el camarero, que nos gastó alguna que otra broma. Tras comer fue el proceso de siempre, aproveché para preguntar al del albergue sobre la hora en la que la iglesia abría, hasta ahora todas las misas eran a las siete perro esperaba no tener que repetir lo de Arzúa. Fue una suerte que volviera a preguntar porque aquí la misa la hacían antes: a las seis de la tarde. Por lo que es cercana a esa hora cuando estaría la iglesia abierta. Así nos acercamos hacia la iglesia, bien señalizada con carteles y un cruceiro de camino, y mientras u hombre tocaba la campana hice fotos al lugar. No estaba haciendo fotos al hombre, no es la primera vez que veo tocar una campana para llamar a misa pero me resultó curioso que me diera la espalda, y cuando los brasileños o yo preguntamos por cuando abría la iglesia nos respondió de muy malos modos y nos dejó como estábamos; con la duda. Una pena pero desde Arzúa hasta el final del camino ya no encontré a la gente agradable y simpática que había estado viendo durante el resto del camino. Lo comenté con el grupo y no soy la única que se dio cuenta de esto. Esas cosas se sienten. La iglesia de Pedrouzo es muy bonita, es pequeña y poco decorada por fuera, parece hasta una ermita nueva, pero por dentro el altar es toda una enorme concha de Santiago dorada. Y el sello, el más grande que tuve del camino, estaba en una mesa justo al entrar a la iglesia. Cuando salimos de la iglesia un peregrino que llevaba mejor ritmo que nosotras (por los horarios de salida y llegada que llevaba), nos comentó que para el día siguiente daban más lluvias que el lunes. El lunes fue el día en el que empezamos el camino, ese en que llegamos con los pies formando charcos de agua dentro de las botas de goretex. También nos comentó que ese año, aparte de la compostelana también se podía recoger la cotolaya que es el diploma que te dan porque este año era el 800 aniversario de que San Francisco de Asís hiciera el camino de Santiago. Por nuestra parte le informé que no teníamos que madrugar más de lo habitual porque aunque no llegáramos a las doce cuando es la misa del peregrino, porque había otra misa de peregrino por la tarde (más exactamente a las siete de la tarde). Lo cierto es que me hizo dudar porque decía que no, pero al final yo tuve razón, lo que pasa es que esa misa no la anuncian en internet, aunque existe.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago IV: De Melide a Arzua - España

Camino de Santiago IV: De Melide a Arzua
El camino de Melide a Arzua fue el más duro que nos había tocado hasta ahora. Y agradecí haber dividido la etapa, porque una cosa es hacer más o menos kilómetros y otra hacerlos con cuestas. Aun así llegamos más o menos como en el resto de etapas por lo que tras comer hicimos la parte de turismo que habíamos estado mirando el día de antes en Melide. Salimos de Melide y llegamos hasta un pueblo con cruceiro y una iglesia grande y con pinta de ser románica, aquí nos hacemos una foto grupal y seguimos caminando. Pasamos por un par de casas, una con un bonito pozo de piedra y rodeada de verdes prados, muy idílica. Mientras voy quitándome ropa (salí demasiado abrigada) el camino sigue por los prados y los bosques de eucaliptos y poco a poco nos vamos alejando unas de otras. Pasamos junto a otro pueblo donde se encuentra un curioso tenderete sin vigilancia. Aquí hay frutas, agua, .. todo con un precio, unas horas y boli y una hucha donde dejar el dinero a cambio del alimento que cojas. Durante el camino y antes de llegar a otro puente y un bonito río, las liebres (que es como llamamos a las que van siempre primeras) se han pasado y han seguido caminando por un camino que no es el de Santiago (es por ir con prisas, si uno va andando tan deprisa es como si fuera a una competición de velocidad y no a disfrutar del camino). Afortunadamente una persona les avisa y regresan rápido al camino. Pero siguiendo en su ritmo pasamos junto a otro pueblo, donde hay una iglesia donde se puede sellar la credencial porque está abierta (increíble). Hay un cartel muy grande que pone stamps y credencial, para que se vea que ahí se puede sellar la credencial, pero las liebres pasan de largo, asi que las llamo por el movil para que regresen si quieren tener el sello de la iglesia (como el resto del grupo). Lo bueno es que la etapa era corta asi que los kilometros de más que hacen las liebres no lo notarán. En el Camino se siguen intercalando pronunciados descensos con violentos ascensos, y así seguimos subiendo y bajando. Tras pasar por un arroyo vuelven otra vez las pendientes, las subidas de esta etapa son matadoras. Hay un cartel que indica que el camino ha sido desviado por obras, y por el resto del camino, en subida, no se preocupan de dejar ninguna indicación que indique al peregrino que no se ha perdido y que va bien. Finalmente llegamos al punto donde las obras acaban y volvemos a tener nuestros mojones y nuestras flechas amarillas indicándonos si vamos bien o mal. Seguimos subiendo y bajando bajo la lluvia mientras pasamos otro puente y su río hasta arriba de agua, rodeado por verdes prados. Así, subiendo y bajando, llegamos a Ribadiso: un lugar muy bonito, con preciosas casas, flores, y vistas, solo que tiene unas horribles cuestas. En la guía pone algo de que la despedida a este pueblo es doblemente dolorosa, una por la belleza del lugar que se abandona y otra por las cuestas. Afortunadamente estas serían ya las últimas cuestas, aunque corta había sido una etapa matadora con tanta cuesta empinada. Y dejando atrás la cuesta pasamos una gasolinera, y según la guía ya queda poco para llegar a Arzúa, aquí me llamó mi amiga Leyre porque al sacar el móvil no debí de bloquearlo correctamente y según ella yo le había llamado. Aquí recibí malas noticias del trabajo pero se me olvidó todo hasta que regresé a casa. Es lo que tiene el camino, que te olvidas de otras preocupaciones. Y así entramos en Arzúa. Dejamos las cosas en el albergue, que se encontraba al inicio del pueblo, y comimos frente al albergue. Quedamos con el taxista para después de comer visitar las cascadas. Según la guía hay tres cosas interesantes que ver en los alrededores (fábrica de miel, presa con transbordador y cascadas), y como somos varias al final decidimos entre todas ver solo una: las cascadas. A la vuelta de ver las cascadas nos quedamos en el centro del pueblo donde anduvimos hasta un supermercado para procurarnos la cena y esperar hasta que la iglesia abriera para misa. Me cayeron muy mal los feligreses de Arzua porque nos “obligaron” a quedarnos toda la media hora del rosario, y luego la misa, para después decir, riéndose, que el sello lo sacan a la entrada cuando termina la misa. No fuimos las únicas que se quejaron del “engaño”, había otros peregrinos que comentaron que hasta ahí todas las iglesias del camino les daban mejor acogida que esta. En fin, todos podríamos habernos ido a sellar la credencial a un bar (te dan la compostelana igual) así que tampoco es que tuvieras que quedarte sino el que te engañen de esa forma y se te rían en la cara, eso es lo que a mí me cayó mal, por eso no guardo un buen recuerdo de Arzúa.
Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago III: De Palas de Rei a Melide - España

Camino de Santiago III: De Palas de Rei a Melide

Después de ver el Castillo de Pambre regresamos a Palas de Rei donde retomamos el camino de Santiago. Usualmente la etapa es de Palas de Rei a Arzua pero como eran 30 kilómetros decidimos dividirla más o menos en dos, y nuestra nueva amiga se nos unió dado que por el tema de su rodilla no quería explotarla demasiado, el señor alemán con parkinson también la debió dividir ya que lo vimos terminar a la vez que nosotras. Así que la etapa de este día era Palas de Rei – Melide. Para no variar el tiempo fue sol y lluvia. Es decir, no dejábamos la capa de agua ni un momento, pero al final salió el sol y se mantuvo toda la tarde, y hasta pudimos lucir camisetas de manga corta en el mismo mes de noviembre. El camino deja Palas de Rei adentrándose por jardines y flechas hechas con flores. Aquí se pasa por varias corredeiras, que es como llaman en Galicia a los caminos rodeados de castaños. Durante un largo trecho del camino todo lo que vemos es hórreos y castaños. Aquí el camino está lleno de charcos y barro. Es lo que ocurre cuando el camino es de tierra y no ha dejado de llover en días. Pero pese a la lluvia y al barro andar por los caminos bajo los castaños es precioso si te gustan los paisajes naturales, sobre todo en otoño. La lluvia que caía nos daba cierto descanso y aunque no teníamos sol, el verde y marrón de los castaños hacía muy bonita la etapa. Hasta los charcos con barro reflejan los árboles una vez calmada la lluvia. Seguimos pasando hórreos y castaños (y mucho barro). Y a medida que andamos vemos que hemos cambiado de provincia porque en el nombre que tienen los mojones que indican el camino de Santiago aparece A Coruña: dejamos atrás Lugo y entramos en La Coruña. Así seguimos hasta Leboreiro, en este pueblo nos detenemos a disfrutar de las vistas del lugar dado que aparte de bonitas casitas de piedra tan típicas de ahí está su iglesia románica (que no podemos ver por dentro porque está cerrada) y enfrente hay un cabazo. Un cabazo es como una cesta con tapa de tienda de campaña hecha de madera que sirve para lo mismo que los hórreos y que es típica de esa zona de Galicia. Yo nunca había visto ninguna pero en este pueblo hay varias, aquí, mientras vemos la iglesia por fuera, nos encontramos con una mujer del lugar que no está nada contenta con los peregrinos. Seguimos andando, ahora ha vuelto a llover (había parado cuando estábamos viendo el pueblo). Como es costumbre cada una lleva su ritmo y al final nos encontramos todas en el puente de Furelos. El sol ha salido y la vista del puente de piedra de arcos sobre el río se llena de color: verde árboles, azul oscuro agua del río y azul el color del cielo. Tras disfrutar de varias fotos de este lugar de postal seguimos avanzando, parece que hemos llegado a la meta pero el pueblo es muy pequeño, con casitas de piedra y cruceiros, y Melide tiene pinta de ser un pueblo más grande (luego vería en la guía que es Furelos). Y así avanzamos algo más y por fin vemos varias casas más modernas y nos adentramos en un polígono industrial que es el comienzo de Melide por el camino de Santiago. Dejamos las cosas en el albergue y salimos para comer, no hay mucho peregrino así que tenemos donde elegir, pasamos por la famosa pulpería Ezequiel pero no hace falta parar ahí para comer pulpo. Todo el mundo me había dicho que había que comer pulp aquí, y como me gusta mucho el pulpo a la gallega cumplí con la tradición con mucho gusto. A la vuelta todo el mundo que me preguntaba qué tal mis vacaciones y oía lo del camino de Santiago me hacia la misma pregunta “¿comiste pulpo en Melide?. Así que cumplí gratamente con la tradición y no defraude a todos los peregrinos que me preguntaron, no puedo decir lo mismo del resto de mis compañeras. En Melide vimos por fuera la ermita, junto al cruceiro, y visitamos, a la hora de misa, la iglesia. Una mujer mayor muy maja (he de decir que hasta Arzua todo el mundo que nos encontramos en el camino fue majísimos, todos amabilísimos, muy buena gente) nos acompañó hasta la iglesia porque iba a misa y comprobó si podíamos pasar para sellar nuestra credencial. La iglesia de Melide por dentro es muy bonita, tiene una serie de arcos que no se pueden adivinar por su exterior, y también tiene unas increíbles pinturas en el techo de vivos colores. La mujer nos recomendó visitar el museo que hay junto a la iglesia (en la misma plaza del ayuntamiento) que es gratis. Así que tras sellar al credencial visitamos el museo, que tiene un poco de todo: ropas, objetos, pinturas… de todo un poco y de todas épocas sobre Galicia. Muy interesante. Cuando salimos ya era de noche y la luna brillaba entre las nubes, recuerdo que hice un foto que parecía sacada de una película de miedo (le faltaba el hombre lobo). Tras esto regresamos al albergue, el peor albergue de todos. De todos los sitios donde nos alojamos todos son recomendados excepto este, que fue realmente horroroso (¡y sin calefacción!), menos mal que ese día había salido el sol y teníamos los sacos de dormir y varias mantas. Lo único positivo es que tenía un ordenador con acceso a internet gratis que usamos para mirar qué visitar al día siguiente. Teniendo en cuenta el tiempo en el que hacíamos los kilómetros nos iba a sobrar tiempo para hacer turismo así que tomando tres lugares que no perderse recomendados en la guía (fábrica de miel, presa y transbordador, y cascadas) buscamos en internet cómo ir.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago II: De PortoMarin a Palas de Rei - España

Camino de Santiago II: De Portomarin a Palas de Rei

Nos levantamos a las seis de la mañana porque entre que las seis nos preparábamos, comíamos, arreglábamos las mochilas, en fin, que nos lo tomamos con paciencia y hasta las ocho no salíamos para empezar el camino. Afortunadamente en este día también nos llovió pero no tanto como el día anterior, así que salimos con la capa de agua (nuestra prenda más usada en lo que sería todo el camino) pero ya no hizo falta el chubasquero. Dentro de lo que cabe fuimos afortunadas con el tiempo porque para ser noviembre hacia muy buen día, el agua que nos cayó con frio hubiera sido un gran inconveniente pero tuvimos unos 15 grados todos los días, uno que salió el sol tuvimos hasta más temperatura. Y como hacíamos ejercicio lo usual es que fuera en manga corta y cubierta con la capa de agua para protegerme de la lluvia. El día de nuestra partida empezó el frio y lo cierto es que dejé esa mañana para ver Santiago pero con el frio que hacía nos pasamos como un montón de horas calentitas y secas dentro de la catedral de Santiago, que era casi como nuestra segunda casa, pero no voy a adelantarme, estábamos saliendo de Portomarin camino a Palas de Rei, la despedida del pueblo es con el espectacular paisaje del río con el verde intenso (tanta lluvia tenía que servir para algo). Tras despedirnos del pueblo el camino comienza una dura subida de la que ya nos avisaba la guía. Menos mal que iba de manga corta porque las subidas no son mi fuerte. La subida, eso sí, tiene un paisaje muy bonito de árboles y colores otoñales. Una vez dejamos la cuesta atrás comienza el camino monótono, donde muchos peregrinos extranjeros me adelantaron (alemanes, coreanos, canadienses) , y es que durante un buen tramo el camino circula paralelo a la carretera, teniendo que cruzar en varias ocasiones, dado que a veces va pro el margen derecho y otras por el izquierdo. Para no faltar a la costumbre llueve, y cuando más llueve pasamos cerca de un camino, algo más metido que junto a la carretera, donde hay unos círculos hechos de piedra que algunas se entretienen en seguir hasta completarlo y pedir un deseo. Otras, como yo, prefieren seguir y evitar mojarse. El camino retoma la carretera y esta ruta tiene poco paisaje que admirar con tanta carretera, pero el sol ha salido y los verdes prados y el azul del cielo invitan a parar. De nuevo regresa la lluvia y paso junto al cruceiro de Os Lameiros , por un lado está cristo crucificado y en el otro la virgen, en la Bse está a un lado una calavera y unos huesos y al otro lado una escalera, unas tenaza y unos clavos. Es un punto remarcado en la guía pero por desgracia está rodeado de basura. Hacemos la parada para comer en el bar de Airexe y justo sale el sol, aquí pregunto por la iglesia dado que según la guía tiene un sepulcro semiantropoide medieval, pero me dicen que solo abren una vez a la semana y que en verano suele estar cerrado por lo que en esta época aún más cerrado. Así que tenemos que pasar de largo sin verla, otra iglesia más del camino que no se puede visitar. Como si la lluvia nos persiguiera, mientras comíamos hacía sol pero nada más comenzar a andar vuelve a llover. Llegamos a Paso de Hormiga donde hay unas esculturas gigantes de hormigas. Aquí nos refugiamos en la entrada de un bar para llamar al párroco de Vilar de Donas, en la guía pone su número de teléfono fijo y móvil (982 153 833 y 669 544 009) para contactar y ver la iglesia de Vilar de Donas (por fin una iglesia que te abren para que la veas). Pero el caso es que hay poca cobertura y la llamada se corta así que toca salir a la lluvia y colocarse en una extraña posición para poder quedar con el párroco. El caso es que seguimos andando y cuando llegamos al siguiente pueblo me paro porque según la guía ya tendría que haber salido el desvío. Preguntamos a un conductor y nos dice que el desvío está donde nos habíamos parado a llamar. Así que toca volver sobre nuestros pasos y cuando nos acercamos ya vemos el letrero. Aquí ha habido un par de inconvenientes. Primero no mirábamos en esa dirección, por otro lado el cartel está orientado a los coches que van en dirección contraria a los peregrinos por lo que siempre quedará a la espalda del peregrino, y para rematar tienen un recogedor verde de botellas justo al lado. Así que, entre unas cosas y otras es fácil pasarse el desvío. Tomamos el camino y aunque la guía no lo pone son unos cuantos kilómetros, cada vez que pensamos que hemos llegado vemos un cartel que anuncia un kilómetro hasta Vilar de Donas, pero entre un kilómetro y un kilómetro la cosa aumenta (aunque siempre queda un kilómetro). Finalmente llegamos y el párroco lo tenemos esperándonos y preguntándose por qué tardamos tanto. La iglesia de Vilar de Donas es muy recomendable y aún con lluvia y kilómetros por delante el desvío merece mucho la pena porque es una obra de arte, y además el párroco te cuenta toda la historia al detalle, que es una maravilla toda la información que nos da, mejor que cualquier guía. Al terminar de ver la iglesia también nos comenta que no hace falta que regresemos todo el camino, que podemos seguir hasta la carretera y en la carreta girar a la derecha y seguir andando hasta el bar A Brea, donde ya enlazamos con el camino original hasta llegar a nuestro destino. Confunde que una serie de albergues tienen el nombre de Palas de Rei antes de llegar al pueblo pero Palas de Rei es más grande por lo que no paramos y seguimos un poco más hasta que finalmente llegamos a Palas de Rei. El albergue está en el mismo camino de Santiago, sus instalaciones estaban muy bien y nos dejaron una habitación para las seis. Enfrente teníamos la iglesia románica de Palas de Rei así que fuimos a sellar la credencial y luego al supermercado a por la cena. Por la noche mandé unos cuantos wasap al número que había encontrado por internet (675625112) para pedir presupuesto para ir al día siguiente en taxi a visitar el castillo de Pambre, lugar y vivencia que merece una entrada a parte.

Visita: Noviembre 2014

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Camino de Santiago I: De Sarria a PortoMarin - España

Camino de Santiago I: De Sarria a Portomarin
 
Tras salir de Estambul por la mañana aterrizamos en Madrid donde esperamos a que llegarán desde Mallorca en otro vuelo dos más a unirse al grupo para hacer parte del Camino de Santiago. Una vez llegaron nos movimos con todo el equipaje en metro del aeropuerto hasta la estación de tren. Cuando llegamos llovía con mucha fuerza, como comenté en la entrada sobre Estambul donde también me llovió. La lluvia fue una constante en mis últimos días de vacaciones. En la estación de tren recogimos a la última del grupo: ya estábamos las seis, ahora solo faltaba el equipaje. En Madrid hicimos cambio de equipaje: en medio de la estación cambiamos las maletas de Turquía por las mochilas del Camino, y cenamos un bocadillo apurando el tiempo hasta el último minuto dado que cambiar de un equipaje a otro implicaba sacar algunas coas de la maleta y cambiarlas a la mochila. Finalmente cogimos el tren que desde Madrid nos dejaría en Sarria. Yo suelo dormir en cualquier lugar pero en las camas del tren dormí fatal, pase muy mala noche, al menos nuestra compañera de cubículo (eso era claustrofóbico con tanta mochila y nosotras) era muy simpática. Antes de las siete de la mañana llamó el revisor para despertarnos pero no fue necesario ya estábamos preparadas para salir, no tuvimos muy buena noche y con el cansancio de tanto movernos de un lado a otro el día anterior no fue el día que más en forma estuve. Nada más salir del tren hubo un par de peregrinos que empezaron el camino y nosotras nos paramos en el primer bar a sellar la credencial y desayunar apropiadamente antes de comenzar a andar. Aquí dejamos algunas mochilas para que fueran hasta nuestro albergue del día aunque en la mochila diaria llevaba más peso que en la otra, tantas cosas de por si acaso (ropa, medicamentos, comida, agua, linternas, batería…) y al final lo mismo hubiera dado visto que al final me apañé y use todo lo que llevaba. Había mochilas de otras compañeras de viaje que pesaban horrores, andar con eso me hubiera matado (o a ellas). Yo creo que aprendí de Groenlandia a meter de todo pero no pasarme con el peso. Una vez bien desayunadas y habiendo dejado las mochilas “pesadas” comenzamos el camino, para ello tuvimos que ir cruzando Sarria y nos sentimos un poco perdidas hasta que nos metimos en el propio Camino de Santiago, muy bien localizado por flejas amarillas. La cosa tuvo su gracia porque cuando llegamos a Sarria no llovía pero fue salir del bar y decirnos la mujer del bar “ir preparadas porque va a llover”, y andar dos pasos y empezar a llover, de forma que tuvimos que retroceder y bajo el toldo del bar ponernos los chubasqueros y las capas de agua. Al comenzar el camino en Santiago nos encontramos con bastante gente, pero normalmente me adelantaban. No soy de las que anda rápido, siempre he sido más de resistencia que de velocidad. En el grupo había de todo, así que siempre había algunas más por delante y otras más por detrás. Aunque recuerdo que en esta etapa íbamos más juntas, luego la gente empezó a hacer el camino a su ritmo, por eso es mejor o ir solo o ir con alguien que lleve tu misma forma de caminar. Al inicio del camino, cuando estábamos saliendo de Sarria, tras pasar nuestro primer cruceiro y la vista del pueblo desde lo alto un par de peregrinas me pidió una foto y luego, al verme hacer tantas otros me preguntaron cómo no se me estropeaba la cámara con el agua. Lo cierto es que el año pasado ya s eme rompió una cámara con el agua y ya le he cogido el truco a esconderla en el bolsillo del impermeable y solo sacarla para la foto. La chica se marchó comentando como se le había estropeado al suya por la lluvia y es cierto que en el grupo hubo alguna cámara y móvil tocado por el agua y es que salimos a las ocho de la mañana del bar, cuando comenzó a llover, y hasta las seis de la tarde que llegamos a nuestro destinos final nos pasamos todo ese tiempo bajo el agua, no dejó de llover en ningún minuto, y además no llovía chirimiri sino que caía agua con ganas, de la que se ve en las fotos y deja inundadas las calles. El recorrido de esta etapa de Sarria a Portomarin fue de los más bonitos que tuvimos, pese al agua que caía los paisajes eran preciosos, ya fuera andando al lado de la vía del tren, o atravesando los campos de maíz sobre el monte, o los pueblos con sus hórreos y casitas de piedra. Todo el camino tenía mucho encanto. Aquí las guías ponían lugares para conseguir servicios y bebidas sin dificultad pero en realidad muchos estaban cerrados en esta temporada, supongo que en verano deben estar en uso pero en estas fechas nos pasó que había muchísimos cerrados y, o ibas preparado, o podías pasarte muchos kilómetros sin encontrar ningún lugar donde abastecerte, o incluso guarecerte del agua. Llovía tanto que cuando saque los papeles de la guía para ver cuánto quedaba se mojó tanto que la tinta quedó toda borrosa, me sentí hasta mal porque un hombre mayor, alemán, que tenía parkinson me preguntó por cuanto quedaba cuando estaba intentado encontrarlo en la guía y no le pude responder porque no había forma de leer nada bajo la lluvia (y ya he comentado que no había rincones en los pueblos donde resguardarse). Sé que el hombre era alemán y demás porque nos lo encontraos varias veces en el camino y asistimos a la misma misa del peregrino en Santiago. Aquí también conocimos a la que sería la séptima mujer del grupo. Esta hacia el camino en solitario y como andaba a un ritmo parecido a lagunas del grupo, a veces más rápido otras más lento al final fue una más del grupo. Durante el camino me adelantaron varios coreanos y me sorprendió ver tanto coreano haciendo el camino, eso sí, iban mucho más deprisa que yo, aunque por muy preparados que estuvieran al final se mojaban igual que el resto porque al llegar a Portomarin el hombre del albergue nos comentó que por muy preparados que fueran los coreanos se mojaban igual bajo la lluvia de Galicia. Además ese día la mujer del albergue comentó que la lluvia que había caído ese día no era normal, que estaban en alerta porque por ahí suele llover pero no de esa forma. Pero estábamos con la parada para ver cuánto quedaba hasta el final y todavía no habíamos encontrado ni un bar o lugar donde conseguir agua o refugio. Aquí aproveche bajo el agua llamar para reservar el albergue del día siguiente, en vez de ir a los públicos fuimos a privados, son diez euros pero valen la pena porque la añadida al grupo la primera noche con el hombre mayor de Alemania lo pasó en un público tan mal que el resto ambos lo hicieron en privados, que por la diferencia de precio les compensaba más. La pena de los albergues privados es llamar el día antes para reservar, porque siempre nos pillaba andando en algún lugar, y usualmente bajo el agua. Pero la otra opción es andar rápido y llegar de los primeros, y eso no iba a pasar conmigo. El caso es que todavía quedaba aún un trecho dado que todavía no habíamos llegado al kilómetro 100. En la guía ponía que había dos kilómetros 100 pero el verdadero que marca 100 km hasta Santiago es uno lleno de pintadas y piedrecitas, y aquí la guía sí que acertó. Pasé dos km 100 hasta que llegué al que tenía las pintadas. De aquí llegamos a un pueblo con un merendero cubierto (por fin) pero había un bar y decidí acercarme a ver si este estaba abierto. Como lo estaba entramos para poder ir al baño, comer, beber, y acercarnos a la estufa caliente para secarnos un poco, porque estábamos empapados, aquí coincidimos las siete y el señor de Alemania, que iba con su parkinson y su mochila, olé por el hombre. Aquí todos sellamos la credencial, en los últimos 110 kilómetros del camino de Santiago hay que sellarla por lo menos dos veces al día para que sea válida. Tras un descanso no muy largo continuamos el camino hasta Portomarin, el camino igual es bonito pero no me fijé mucho porque de aquí hasta que llegamos empezó a llover mucho más fuerte. Mientras andaba solo veía agua y más agua, estaba con la cara empapada, la cámara y el móvil ni se me ocurría sacarlas, y solo queríamos llegar o que dejara de llover. Durante este tiempo dejamos de ver peregrinos y estuvimos solas el camino, aunque con la que caía era más que normal. Los últimos kilómetros los caminos se habían convertido en ríos, para poder pasar teníamos que meternos de lleno dentro de los charcos de agua porque esta caía como ríos y en cascadas del campo al camino. En este momento mis pies cuando andaba hacían plof plof dela gua que llevaba entre la bota y el pie. La llegada a Portomarin mereció la pena porque estaba todo de un color verde irreal, y las piedras grises del antiguo pueblo (sumergido por la construcción de un pantano) estaban cubiertas por el agua de color lechoso, debido a la cantidad de agua que llevaba el rio. El paisaje era precioso, pese a la lluvia y lo mojadas que estábamos me paré para hacer fotos y disfrutar de las vistas. Tras una subida hecha a idea para rematar la llegada al pueblo preguntamos por el albergue dado que llegar al pueblo era fácil, pero luego encontrar los albergues costaba un poco más. El albergue estaba muy cerca de la plaza del pueblo (donde está el ayuntamiento y la iglesia que está orientada inadecuadamente porque al trasladarla desde el viejo pueblo el alcalde decidí ponerle otra orientación para que cuadrara con sus planes de arquitectura. O eso no contó el párroco de Vilas de Donas, y lo cierto es conociendo España es más que creíble. En el albergue se desvivieron por nosotras que llegamos como otros peregrinos (todo extranjeros) chorreando agua. Nos dieron mucho papel de periódico para secar las botas (dio igual porque por dentro al día siguiente seguían mojadas), y estuvieron atento de nuestras ropas cuando las dejamos en la secadora (hicimos varios turnos porque todos usaron la secadora – normal dada el agua que había caído y que seguía cayendo-). Tras una ducha caliente nos cambiamos de ropa y fuimos a comprar al supermercado nuestra cena y desayuno del día siguiente y nos acercaos a la iglesia de Portomarin para sellar la credencial (ya teníamos dos sellos pero teníamos al intención de tener sellos de iglesias y no de bares como mucha gente hacía). El cura estaba preparándose para la misa pero muy majo nos selló la credencial a las seis. Y también pudimos ver la iglesia mucho más bonita por dentro que por fuera. Aquí aprendimos que a las siete es la misa y que las iglesias abren un poco antes, y que si queríamos ver alguna iglesia por dentro había que acercarse a esa hora (excepto en Pedrouzo que la misa nos dijo el del albergue era a las seis de la tarde).

Visita: Noviembre 2014

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