Tras la visita cruzamos el foso y fuimos andando hasta el centro para así ver desde el exterior algunos edificios significativos como la plaza de toros, el gobierno de Aragón con su cúpula dorada, la escuela Joaquín costa como palacio, el museo Pablo serrano: una combinación de monstruosidad moderna verde y negra y un pequeño edificio de ladrillo con farolas muy estilo años 20. Tras el museo, llegamos a la puerta del Carmen, que muestra los agujeros de balas durante la invasión francesa y el golpe de un autobús urbano, pero sigue en pie la única de las doce puertas que tenía Zaragoza. De ahí pasamos por el paraninfo, antigua universidad de medicina, decorada por el mismo arquitecto que hizo el mercado central y que tiene pequeños y bonitos detalles que hay que pararse a descubrir, aunque solo por fuera pues no llegamos a entrar. De ahí nos acercamos al patio de la infanta.
Tras el patio nos acercamos la basílica de santa Engracia pero la cripta de los mártires estaba cerrada así que entramos en el edificio de correos que tanto por dentro como por fuera conserva los detalles de lo que fue en su tiempo. Luego nos acercamos a la plaza de Los Sitios para comer. Tras la comida marchamos hacia la Seo, como llegamos antes de la hora de apertura dimos una vuelta alrededor de la catedral. Este rodeo es muy recomendable porque deja ver el lado mozárabe de la seo, el lado medieval, los signos del papa luna, el lado gótico, el arco del Dean con sus balcones adornados, el palacio de la real maestranza de caballería, y así tras callejear a su alrededor dieron las cuatro y pudimos entrar a ver la catedral por dentro. No se puede hacer fotografías, al principio sí que dejaban pero ya hace unos años que no dejan, una pena, pero aun así el precio de la entrada compensa la visita, con toda tranquilidad nos pusimos a pasearse y paramos en cada una de las capillas, admiramos los techos y los arcos, las puertas, y sobre todo el retablo mayor, que mis amigas estuvieron desgranando sentadas frente a él cerca de una hora. Principalmente llamativo el nacimiento, que es la escena principal del retablo.
Tras ver el interior de la catedral al que dedicamos casi el mismo tiempo que a La aljaferia entramos al museo de los tapices, se accede desde dentro de la catedral y está incluido en el precio de la entrada. Hay tres salas con hermosos tapices, y hay que fijarse en ciertos detalles, tuvimos suerte de tener a un guía cerca y poder escuchar que detalles considerar. Tras la Seo (la catedral), y como ya se hacía de noche (en estas fechas y con el cambio de hora se hace de noche antes y cierran todo antes- horario de invierno-) volvimos a la basílica de santa Engracia, para ver la cripta de los innumerables mártires llamada así porque aunque por toda Roma se persiguió el cristianismo Zaragoza se hizo famosa en la Hispania romana por la cantidad de mártires que tuvo, no innumerables pero si muchos más que lo habitual. De ahí volvimos a la plaza de los sitios para visitar el museo provincial, que es gratuito, permiten hacer fotos sin flash, es un antiguo palacio así que tiene de aliciente no solo ver las obras de arte sino también el propio palacio. No quedan apenas obras de Goya que yo recordaba de la última vez, lo que deja las salas de Goya un poco más vacías que las del resto.
Tras visitar el museo hasta el cierre nos dirigimos hacia el centro para cenar de tapeo por el tubo, aunque al final cambiamos un poco los planes, bajamos por la calle Alfonso para ver el pasadizo del siglo pasado y a vista del Pilar de frente, y cruzamos el puente de piedra para dirigirnos a la noria y ver la ciudad desde as alturas antes de dar por terminado el primer día de visita. Esperaba que las vistas desde la noria Princess de noche fueran más impresionantes, aun así no está mal, el problema es que Zaragoza no está excesivamente iluminada para verla desde las altura, y el ángulo de la noria no permite ver bien algunos de los monumentos que sí están iluminados, sin contar con que las luces de la noria reflejan en los cristales de las cabinas (que son cerradas) lo que no permite hacer tampoco unas buenas fotos de las vistas, porque te refleja por todos los lados como un espejo.
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