Espectáculo nocturno de la bahía de Hong Kong - China



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Souvenir de Taiwan

Souvenirs de Taiwan

Zona: Taiwan

Souvenir:
- Linternas de Shifen
- Sal de colores de Tainan
- Pequeños objetos aborígenes de Beitou
- Libro de té de Taichung
- Té de Olong de Jiufen
- Llavero de maneki-neko  de Monster Viallage (Xitou).

Imagenes de todo:



Hong Kong - China

Hong Kong

Salimos de Singapur a las seis de la mañana, esperábamos dormir algo en el aeropuerto pero por desgracia la temperatura era polar, hacía tanto frío que nadie de los que estábamos ahí podíamos ni dormir ni estar cómodos, yo llevaba manga larga, manga corta, una chaqueta, el polar y el impermeable corta vientos, y un pañuelo y aun así pasé frío. La maleta de una de mis amigas salió la última así que salimos bastante tarde. Llegamos al hotel en Tsim Sha Tsui, dejamos las maletas y fuimos a un centro comercial que hay cerca a desayunar. Después salimos a recorrer este barrio lleno de hoteles y altos edificios y mucho tráfico y vendedores ambulantes de relojes (un poco pesados), me recordó a Nueva York. Aquí muchos de los edificios estaban cubiertos con andamios de bambú, cuando estuve en Shanghái ya los vi y me dijeron que es porque son más resistentes que el acero. También el paseo marítimo estaba cortado. Luego recordamos que hacía poco había habido una tormenta que provocó varios daños en la isla de Hong Kong. En cualquier caso nos acercamos al embarcadero del Star Ferry, aquí comenzando en la Torre del Reloj de la época colonial y seguimos el Paseo Tsim Sha Tsui donde hay unas colas de ballena como adornos del paseo, aunque lo importante de este paseo son las espectaculares vistas de la bahía, luego pasamos por el Hong Kong Cultural Centre y nos encontramos que donde comienza la avenida de las estrellas está cortado por obras, así que regresamos al muelle. . En la parte superior de los muelles hay un paseo mirador hacia la bahía, subimos al mismo para disfrutar de las vistas de día de la inmensa bahía Victoria con sus barcos, barquitas, ferry, sampán (veleros típicos) y los rascacielos imponentes junto a la montaña. Aquí nos preguntaron varios grupos de niños hongkoneses, estaban practicando inglés y eran preguntas en inglés sobre los osos pandas, a un grupillo no los entendimos, a otros sí que los entendimos y nos hizo mucha gracia porque leían a dúo como si estuvieran cantando dado que la daban una entonación musical. Lo cierto es que no éramos las más indicadas para el ejercicio pero no había tantos turistas extranjeros para tantos grupos de niños. Luego caminamos para ver si podíamos ir a la avenida de las Estrellas por algún otro lado pero desgraciadamente está completamente cerrada por reformas. Ciertas obras están en el Jardín de las Estrellas al que nos acercamos siguiendo a un grupo de turistas chinos, pero pudimos ver que la escultura de Bruce Lee estaba cubierta en medio de las obras, imposible acercarse. Conseguimos verla porque para ir al jardín de las estrellas hay que subir unas escaleras mecánicas y tienen una terraza a la bahía, y desde arriba se podían ver las obras de la avenida. En el jardín de las estrellas se pueden ver algunas figuras pero sobre todo las manos de artistas. A mí me sacas de Jackie Chan y no conozco a más. No conseguí encontrar nada de Jackie Chan, con la de películas que me he visto en las que actuaba. Después de la desilusión de la avenida de las estrellas y con muchísimo sueños decidimos irnos al hotel a dormir y recuperarnos de toda la noche despiertas porque por la tarde noche íbamos a hacer un paseo en velero por la bahía, así más valía que consiguiéramos tener los ojos abiertos. Tras recuperar algo de sueño salimos del hotel para ir hasta el muelle, disfrutamos de la bahía iluminada y luego del espectáculo de luz y sonido (Symphony of Lights) que comienza las 8 de la tarde. Lo cierto es que después de Singapur el espectáculo de luz y sonido de la bahía de Hong Kong es poca cosa y como leí en un blog “te deja frío”, lo cierto es que con lo que tiene la bahía podía ser algo mejor: muy decepcionante. Se compone de diferentes partes y según donde estés puedes escuchar la música y la historia. Lo que no nos defraudo, sino que fue una de las cosas que más nos gustaron de Hong Kong, fue el paseo en velero por la bahía. En el mismo muelle desde donde vimos el espectáculo cogimos una excursión en velero por la bahía. Durante una hora estuvimos recorriendo la bahía, y como hacía buen tiempo lo hicimos sentadas en cubierta junto a las velas del sampán, lo que nos dio la oportunidad de disfrutar aún más de las vistas. Primero navegamos de un muelle a otro además para recoger gente y luego navegamos por la bahía mientras veíamos todos los edificios iluminados y coloridos, incluso los que desde el muelle y el paseo no pudimos ver. Hay que tener en cuenta que además ver los rascacielos de Hong Kong, aún sin espectáculo, es algo muy resaltable dado que a los asiáticos les encantan las luces. El recorrido fue tan agradable que se nos hizo corto, de lo mejorcito que hicimos y muy recomendable una de las cosas que yo recomendaría hacer en Hong Kong (si no tienes problemas con navegar o el agua). Tras este recorrido fuimos a cenar (casi no podemos porque a las diez de la noche está todo cerrado, lo que nos pareció muy curioso) y a dormir hasta el día siguiente. Al día siguiente salimos a desayunar y coger el Star Ferry para ir de un lado de la bahía a otro, podemos hacerlo en metro pero lo haremos en el ferry porque los barcos Star Ferry son un clásico que gusta, llevan desde el año 1888 transportando a los pasajeros entre la Isla de Hong Kong y Kowloon. National Geographic ha incluido la travesía en Star Ferry en su lista de los "50 lugares que hay que ver antes de morir" y el caso es que nos gusta tanto el paseo y las vistas que cuando regresamos lo hacemos de nuevo en ferry. El recorrido de la bahía es lo más positivo de Hong Kong. Una vez llegamos al otro lado vamos a seguir los carteles hasta llegar al punto donde coger el tranvía que sube al pico Victoria. Para ellos los carteles, hechos para turistas, te hacen el recorrido lardo que te permite ver todo lo que hay entre el embarcadero y la salida del tranvía. Hay muchos túneles que cruzan las calles entre edificio y edificio, esto lo hacen porque es mucho más sencillo cruzar esas avenidas llenas de tráfico por arriba que por abajo, por este motivo cruzamos muchos edificios en nuestro recorrido, y casi es más cómodo que a pie de calle. Así llegamos a la Torre del Banco de China y al lado los leones del otro edificio famoso por su arquitecto. Por el camino nos encontramos antiguos edificios coloniales entre medio de tanto rascacielos, así como una antigua iglesia protestante. Muy cerca está el inicio del Tranvía, en la mayoría de los blogs de viajes recomiendan subir en taxi porque te ahorras la fila, pero nosotras que estuvimos casi dos horas de fila para subir al tranvía damos fe de que también había fila para los taxis. Es lo que tiene que fuera fin de semana, que daba igual qué transporte usaras para subir, te tocaba hacer fila larga. Mientras haces fila para subir al tranvía puedes entretenerte viendo la antigua maquinaria o los objetos y trajes de la época, hasta fotogramas de las escenas iniciales y finales de la película Cita en Hong Kong de 1955, con Clark Gable como protagonista. Casi hay que hacer un curso de lucha libre para, una vez llega el tranvía, conseguir sitio al lado de las ventanas. Porque, claro, lo interesante de subir en tranvía son las vistas mientras se va subiendo. El tranvía sube al punto más alto de la Isla de Hong Kong y la zona más exclusiva desde la época colonial. Una vez llegas ahí tienes dos opciones, bajar andando y conseguir llegar a un pequeño mirador público o pagar para subir al mirador que han construido en la zona desde donde mejor se ve la bahía. Aquí nos dividimos, y la única que paga soy yo, pero una vez hemos subido hasta aquí no tener esas vista de la bahía y, por qué no decirlo, esa fotografía de postal que sale en todas las guías, sería una pena. Todo el mundo recomiendo subir aquí por las vistas. He de decir que son impresionantes, pero solo si hace un día tan soleado y bueno como tuvimos nosotras, porque sino no hay mucho más atractivo excepto el consumismo puro y duro. Tras pasar un rato sentadas a la sombra decidimos bajar en tranvía en vez de andando, tantos días ya están pasando factura, y a la vuelta la cola no es tan larga y enseguida cogemos el tranvía de bajada. Una vez abajo caminamos hasta la escalera mecánica de central-midi que es el sistema de escaleras mecánicas más largo del mundo, por la mañana funcionan de bajada para que la gente pueda ir a trabajar, y luego ya funcionan de subida, que dadas las montañas que tienen todas las islas que forman Hong Kong tiene bastante sentido. También se puede ir andando pero los hongkoneses están muy avanzados para ello. No hacemos toda la escalera mecánica porque decidimos meternos en Hollywood Road, una de las primeras calles construidas en la época colonial que atraviesa por el medio de tesoros escondidos en el laberinto de calles y callejones. Hay muchísima gente haciendo turismo por aquí por lo que es normal andar más pro la carretera que pro la calle que es muy estrecha. Increíble la afición de los turistas por las paredes pintadas más que por otros rincones más originales y autóctonos. De aquí llegamos al templo de Man Mo, donde nos colocamos con el olor a incienso. Esto es debido a que el techo está cubierto de largas espirales de incienso y al consumirse echan mucho humo que inunda el templo. El incienso para llamar la atención de los dioses o para mostrar respeto a los fallecidos. En este templo encontramos muchas chinas con eso trajecitos chinos bordados, tan monos y que no sirven más que para cierto tipo de cuerpos. Es algo muy curioso ver a tantas chinas así vestidas haciéndose fotos cuando el templo está dedicado a Man Cheong ( dios de las letras y literatura) y Mo ( dios de la Guerra), no pegan rezando ni pegan como turistas. Y una vez salimos de ahí seguimos caminando hasta llegar al embarcadero del Star ferry para coger de nuevo este ferry de paseo corto pero agradable y así disfrutar de las vistas de la bahía y también ver a la tripulación con los trajes de marineritos. Una vez al otro lado cogemos el metro para ir a Chi Lin Nunnery pero cuando llegamos ya está cerrado, no así el jardín de Nan Lian. Los jardines de Nan Lian Garden están diseñados según el estilo de los jardines clásicos chinos. Construídos para seguir una única ruta circular, en la que durante el paseo vas escuchando la relajante música, el sonido del agua, caminando entre los viejos árboles, las colinas, las cascadas, los estanques con peces de colores, los pabellones... todo ello en perfecta armonía. Además como hemos llegado tarde ya se ha hecho de noche y el lugar adquiere un tono misterioso con las luces que reflejan más los colores verdes y azules del jardín. Hacemos el recorrido circular de noche pero que tiene muchísimo encanto con la iluminación que le dan. Es todo un contraste ese rincón de jardines chinos rodeados de rascacielos. Y de aquí íbamos a ir al mercado de Temple Street pero ya sabéis, los mercados no son nuestro fuerte. Al día siguiente cogemos el vuelo de regreso a España pero todavía tenemos tiempo para ver más cosillas. En concreto decidimos coger el metro para ir a la Isla de Lantau y llegar hasta el Monasterio Po Lin y El Gran Buda con el Ngong Ping 360, el transporte que ofrece unas vistas increíbles porque sobrevuelas el paisaje montañoso de Lantau, como siempre queríamos las cabinas transparentes pero después de hacer otra fila monstruosa (es fin de semana y es lo que toca) la chica de la ventanilla nos dijo que teníamos dos horas de espera para las cabinas transparentes así que al final fuimos en una cabina normal y regresamos en una transparente. Durante el trayecto en teleférico hay unas vitas impresionantes y pudimos observar todos los caminos que hay por la montaña y a bastante gente recorriéndolos aunque parece bastante increíble. Cuando sales del teleférico te encuentras en la cima del monte Ngnong Ping y entras de lleno en Ngnogn Ping Villare que es una zona con variedad de tiendas y restaurantes ofrecen una experiencia de compras y comida. Atravesando este poblado se llega a una plaza que a un lado deja el Monasterio de Po Lin y al otro la estatua del Buda Tian Tan. Aquí subimos las escaleras que llevan al buda Gigante, con una mano extendida y la otra en alto. Una vez arribas puedes ver las esculturas de las esculturas de las mujeres que ofrecen regalos a Buda y las vistas desde lo alto de la montaña, a un lado las montañas con el monasterio de Po Lin y al otro lado el mar con las diferentes islas. Lo mejor sin duda son las vistas. Luego bajamos para dirigirnos al monasterio, dentro de las salas no dejan hacer fotografías y la mayoría del monasterio eran salas vacías para comer y rezar, bueno, vacías no porque había mucha gente. Tras recorrer el monasterio nos planteamos hacer le sendero de la Sabiduria pero al final decidimos regresar al teleférico para hace el cambio contrario pero con cabina de cristal.Tras regresar a la isla de Hong Kong nos acercamos al templo de Wong Tai Sin para ver la parte más supersticiosa de Hong Kong. En este templo hay mucha gente y un guarda vigilando que se recorra el templo en un solo sentido. Aquí vimos a la gente hacer fila para arrodillarse y mover la caja con palitos hasta que cae uno, y según el número que le sale en el palito o se levantaban o tiraban las piedras para ver como caían. Todo lo dejaban al azar, y había una fila continua para tomar lugar y mover los palitos. Hay gente que tenía más práctica y enseguida sacaba uno y otros que no tenían mucho arte en eso de sacudir la cajita y hasta que conseguían que cayera uno casi era un milagro. De aquí volvimos a los jardines de Nan lin para entrar a Chi Lin Nunnery, complejo monástico de los jardines, donde hay estanques de lotos y estructuras de madera, de la dinastía Tang. Primero se accede a un precioso jardín con estanques de nenúfares, lotos, al fondo preside el conjunto un hermoso claustro de madera con columnas, en los que no se ha utilizado ni un solo clavo en su construcción. Atravesando el claustro se llega a las dependencias del monasterio, con imágenes de Buda y donde está prohibido el uso de cámaras fotográficas. La guardia del lugar nos avisó que cerraban a las cuatro y media así que nos dimos prisa por verlo todo, dentro las monjas estaban con sus cánticos de oración. Es una zona completamente distinta a la anterior, una es toda paz y tranquilidad, oración y reposo, y la otra es algarabía y movimiento. Tras ver el monasterio volvimos al jardín para hacer el recorrido del mismo pero de día, ya que lo habíamos visto de noche. La verdad es que nos gustó mucho más de noche que de día. Tenía otro par de templos más (el de los 10.000 budas por ejemplo) pero al final pasamos de ir, quizás ya estábamos un poco saturadas de templos y budas.

Visita: Noviembre 2018

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Singapur - Singapur

Singapur

El vuelo de Taipei a Singapur salió con retraso, íbamos a salir a las doce de la noche pero al final fue más tarde por lo que dormimos poco, y menos de lo esperado. Llegamos sobre las nueve de la mañana y lo primero que hicimos fue dejar las maletas en el hotel e ir a buscar un sitio donde desayunar (y meter cafeína al cuerpo) para luego ponernos a ver la ciudad. El primer día había planeado ver lo que no vi cuando estuve hace cinco años en el país pero ninguna nos sentíamos con ganas de ponernos a andar cinco horas (era un recorrido a pie de aproximadamente 4 horas por las colinas del sur), así que cambie los planes y los adapté a unos que nos permitieran volver al hotel sobre las dos de la tarde (hora en la que ya nos dejaban entrar a la habitación) y así cambiarnos de ropa y descansar algo. Lo primero que visitamos fue el barrio árabe, estábamos cerca por lo que podíamos ir a pie, encontré muchos más turistas que hace cinco años, pero al final no solo fue la impresión de este barrio, fue la impresión del lugar. No sé si es que ahora es más turístico, conocido o simplemente es que era un mes de temporada alta de turismo pero hace cinco años había muchísimo menos turismo, lo cierto es que me sentí como cuando hice turismo en Barcelona, allá a donde fuéramos había hordas de turistas. Incluso encontramos mucho turista español, pero mucho, y hasta los buses turísticos tenían guías en español (cosa que hace cinco años no tenían). Vi también otros cambios, pero creo que es porque la ciudad ha evolucionado con el turismo. En cualquier caso, hicimos el recorrido por el barrio árabe, que es una zona bastante pequeña formada por un puñado de calles en torno a la Sultán Mosque (Mezquita del Sultán). Se pueden encontrar tiendas de tejidos, alfombras, saris, batiks, cuero y perfumes. A quien le gusten los países árabes disfrutarán de este pequeño barrio. Un paseo por este barrio es imprescindible, como un viaje al pasado, además hay varios carteles con fotografías antiguas que te cuentan la historia del lugar (no necesitas un guía para ello si sabes inglés). Junto al barrio está el Malay Heritage Centre, que fue durante mucho tiempo la residencia de la familia real malaya que ya habitaba la región antes de la llegada de los ingleses. Luego cogimos el metro para ir al barrio hindú. Debían ser fiestas hindús porque en el metro te deseaban happy (lo que fuera) y cuando salimos a la calle nos encontramos todo decorado con carteles coloridos. Aquí vi otro de los cambios y es que cuando fui a este barrio las aceras y los comercios del mercado no estaban tan reestructurados ni divididos por vallas verdes. A mi tanto comercio y restaurante en parcela me recordó a los bares en las avenidas con sus terrazas, cada uno pegado al otro con su parcela. Aquí vimos la casa china que se conserva y el mercado en sí, con menos cosillas que la vez anterior. De aquí hicimos el recorrido que hice la vez anterior para ver los diversos templos hindús, además así paseábamos por sus, ahora, organizadas calles y veíamos los comercios típicos de la zona. Otro de los cambios es que cuando yo estuve hace cinco años en las mezquitas había código de vestimenta (lo sigue habiendo, hay una en este barrio que por fuera es muy bonita, por dentro al igual que hace cinco años pasamos de ir porque eso de cubrirnos de pies a cabeza nos parece exagerado), pero en los templos hindús y chinos pude entrar con mi ropa de viaje (eso sí, descalzándome). En cambio ahora hay código de vestimenta, tanto en los templos hindús como en los chinos, con sus cárteles bien grandes para que te tapes como corresponde. Y creo que esto puede deberse al aumento de turistas, si alguno entraba con camiseta de tirantes o pantalón corto igual no pasaba nada, pero si entran las hordas de turistas que había por todos los lados vestidos así la cosa cambia. Como llevaba mi ropa de viaje no tuve problema, porque en los vuelos siempre paso frio así que iba decentemente vestida, y además siempre llevo un pañuelo para el cuello, pero es algo que me llamó la atención. Primero entramos al Sri Veeramakaliamman Temple, el templo no ha cambiado mucho y eso que la última vez estaba en obras, lo que vi diferente fue la entrada, ahora han hecho un jardincillo con asientos para dejar los zapatos, antes eran dos baldas de madera y el suelo. Dentro sigue habiendo muchas imágenes, dentro del templo, de la diosa Kali, diosa del poder y consorte de Shiva. Se puede ver cómo pueden adorar a una diosa que aparece con niños muertos y tragando las vísceras de una mujer muerta. De aquí visitamos otros dos templos hindús más, en uno de ellos la vez anterior solo vi por fuera por falta de tiempo, esta vez sique entramos, aun siendo más grande que el anterior, el más lleno de gente e impactante es el primero, tal vez porque fue el primero que construyeron los inmigrantes indios al llegar a Singapur y esa diferencia se nota, dado que los otros, más modernos, eran más parecidos entre sí. Luego visitamos el templo chino con e Buda feliz y el taoísta con su buda gigante y alargado. Es interesante ver las diferencias entre uno y otro, la vez anterior solo los pude ver por fuera. Y por supuesto, las calles están mucho mejor para transitar que hace cinco años. Se nota una reforma sustancial del barrio. De aquí volvimos en metro al hotel y nos aseamos y descansamos una horita antes de seguir moviéndonos por Singapur. Esa noche íbamos a caer muertas, pero así es la vida del turista, muy sacrificada si se quieren ver cosas. Del hotel salimos hacia el barrio chino, y nada más salir del metro comenzó a llover. Y si hubiera sido poco pero el caso es que caía con ganas y duro lo que quedó de tarde, afortunadamente por la noche paró de llover. En el barrio chino recorrimos la Chinatown Food Street y entramos en el templo Sri Mariamman, aquí pagabas por hacer fotografía y sigues teniendo que hacerlo, nosotras entramos pero esta vez no pagué por hacer fotos. Y el caso es que la mayoría del templo estaba con unas cuerdas de metal amarillo que impedían acercarse a ver los detalles de cerca así que entramos pero no hicimos fotografías, porque casi no se veía el templo. Esas cadenas amarillas que cortaban el paso no estaban hace cinco años. Seguimos bajo la lluvia para entrar al templo chino Buddha Tooth Relic, aquí hay código de vestimenta, y tienes al guardia que va a vigilar que cumplas con el mismo. Por dentro hay una gran cantidad de figuras de todos los tamaños y un predominante color oro y rojo inundan el templo, en diferencia a la época en la que lo visite la sala central del templo estaba cerrada y llena de mesas con frutas y alimentos. Yendo por los laterales se puede ver la otra parte del templo y como seguía lloviendo buscamos el ascensor para subir a las plantas superiores del templo, aquí seguimos a los chinos. Se pueden recorrer todas las plantas y esto, por ejemplo, no lo hice hace cinco años. A la primera planta a la que fuimos es donde hay que descalzarse, ir adecuadamente vestido y entrar en silencio porque es donde guardan una reliquia y hay varias personas meditando, es una sala de oración y meditación junto a la reliquia por lo que hay que ir con silencio y respeto. De aquí decidimos coger el ascensor y subir a la última planta: la terraza, que tiene un jardín exterior y pasillos para recorrerlo, así que no nos mojamos, en el centro tiene una rueda de la oración vairocana de buda. Desde el último piso fuimos bajando por las escaleras a las otras plantas, que son como un museo con figuras y demás objetos budistas que tiene el templo. Y la última planta del templo que visitamos fue la que tiene un pasillo exterior que recorre la sala central del templo, desde abajo veíamos a gente caminar por entre las esteras que cubren el pasillo y de ahí descubrimos el ascensor. Por este pasillo tienes a un lado la sala central y al otro una fila de figuras de cera de los distintos lamas. Tras visitar el barrio chino regresamos al metro para ir a los jardines de la bahía y ver el espectáculo de luz y sonido nocturno. Aquí me perdí un poco y dimos vueltas por el hotel Marina Bay Sands, no hacíamos más que rodear el edificio porque no encontrábamos la forma de cruzar la carretera hacia los jardines, al final seguimos a dos turistas extranjeras que estaban perdidas pero preguntaban a todo el mundo, era fácil seguirlas porque una llevaba un chubasquero amarillo como si fuera BOB Esponja. Finalmente encontramos el camino y una vez en los jardines ya recordaba cómo llegar al mirador donde mejor se ve el espectáculo. Y aunque la música era distinta (normal) el espectáculo de los Supertree me siguió encantando igual que la primera vez que lo vi hace cinco años. La cosa es que cuando escribí las primeras entradas sobre Singapur hace 5 años dije que Singapur era un sitio para repetir, y como veis he repetido. Y aún con los cambios y la masificación turística igualmente repetiría, para volver a verlo y ver lo que, por ciertos motivos que ya contaré, se me quedó pendiente. Al día siguiente nos tocaba más relax que el día anterior, pero teniendo en cuenta lo poco que dormimos tampoco es algo malo. Al día siguiente nos dirigimos al hotel Marina Bay Sands donde pasaríamos la noche, aquí como en el resto de la ciudad han cambiado las cosas. Ahora la gente puede comprar entrada y subir a la terraza (pro lo que por la noche no había ni un hueco libre para disfrutar de las vistas y el espectáculo nocturno) y para entrar a la piscina ya no hace falta pulsera, han puesto unos tornos para pasar con la tarjeta de la habitación. Por lo que al hacer el check-in te dan una tarjeta por persona. Nos dieron un piso bajo pero con vista directa a los jardines del Supertree así que nos quedamos contentas con las vistas. Dejamos la habitación y marchamos hacia la noria Singapur Flyer. Antes de subir tienes una sala con algunas cosillas interesantes de ver, es como un museo moderno. Había muy poquita gente así que pudimos entrar solas a una de las cabinas de la noria, la cabinas son muy grandes y para tres íbamos dando vueltas. La subida merece la pena porque puedes ver Singapur desde ahí arriba sin agobios de calor. Se ven los Jardines de la bahía (Gardens by the Bay), el Marina Bay Sands, la bahía de Singapur con el Merlion, y al fondo el resto de edificios. La Singapore Flyer es la noria mirador más alta del mundo (mide 165 metros de altura). En contra a hace cinco años el cielo estaba despejado y brillaba el sol por lo que se veía mucho más en detalle el fondo que la primera vez que subí. Tras bajar me compré un helado, estaba acatarrada pero ya que tenía que viajar congestionada y sufriendo al menos podría darme un capricho. Aquí había un embarcadero para coger uno de los barcos que hacen tours por la bahía, mis amigas no parecían animadas ante la idea así que no lo hicimos, no importa, la próxima vez caerá. De la noria nos acercamos al puente que hay junto al campo de fútbol para cruzar al otro lado, junto al edificio con forma de flor que es un museo, y así dar una vuelta a toda la bahía. En el paseo había varias palmeras plantadas por diversos países, al final encontramos la de España, aquí hay gente paseando pero sobre todo ocultándose del sol, cuando dimos la vuelta el merlion estaba todo lleno de turista haciéndose la foto con el símbolo de la ciudad: el merlion, mitad pez mitad león. Realmente hay dos merlion en esta zona, uno grande y otro pequeñito, los dos iguales que lanzan un chorro de agua por la boca. Aquí hay un puente que no estaba cuando fui hace cinco años y es porque lo construyeron en el aniversario de los 50 años de independencia de Singapur. Sabía que Singapur era moderno pero no sabía que tan pocos años. Cruzamos el puente del jubileo y volvimos a dar la vuelta para ir a los jardines de la bahía, fuimos directas a coger los tickets para subir a los supertree, arriba había ya gente, lo dicho, esto estaba a rebosar de turistas. Desde arriba se puede notar el aire fresco y las vistas son preciosas, sin contar con que el paseo por la pasarela suspendida por los supertree vale la pena la entrada aunque se acaba muy rápido. Creo que no he comentado que los supertree son árboles filogenéticos montados a partir de una combinación de pequeños árboles filogenéticos (y ahora os habréis quedado como yo, sin saber lo que es hasta que lo ves). De aquí regresamos al Marina Bay Sands, para cambiarnos y subir a la Infinity pool, la piscina famosa del hotel, La piscina tiene vistas a la bahía de Singapur, pero la zona de bares y de jacuzzis tiene vistas a los jardines de la bahía, que desde esa altura tienen un aspecto diferente. Hay dos piscinas, una para niños, que está cubierta por un cristal que la protege del borde y la de adultos que no tiene ningún cristal, aunque apenas tiene profundidad. Había muchísima gente, era dificilísimo encontrar un sitio donde dejar el albornoz del hotel o la toalla que te daban ahí mismo los del hotel. Como no nos fiamos (esto no era Taiwán) nos turnamos para entrar a la piscina, entraban dos y la otra se quedaba guardando las pertenencias. La más friolera se salió rápido así que pude disfrutar más tiempo de la piscina, que tiene truco, y es que cuando te acercas al borde, o desde la terraza, se puede ver que el agua cae a un canal que separa el borde de la piscina del borde del edificio, aunque de lejos parece que el agua cae directamente a la ciudad, y estar dentro con los rascacielos de fondo es impresionante. De la piscina nos acercamos al jacuzzi, hay menos gente y ahí yo estoy un rato, con las vistas a la bahía pero mis amigas se quedan más tiempo, en ese rato yo me voy a ver la vista desde la terraza. Después de perderme dando vueltas por los ascensores (esto de que a la terraza haya dos tipos de acceso es un lio) voy a buscar a mis amigas para que vayan a coger sitio a la terraza para ver el espectáculo de luz, agua y sonido de la bahía. La vista desde arriba del espectáculo era diferente al espectáculo visto desde abajo, me gustó más el de hace cinco años, pero igualmente este espectáculo es mucho más completo que el de otros países. Y sobre todo la vista nocturna de la bahía es impresionante. Tras ver el espectáculo de la bahía bajamos a la habitación para ver desde la misma el espectáculo de los Supertree. Al día siguiente, el último, tenía planeado hacer la caminata de cuatro horas por las colinas del sur que el primer día por agotamiento no hicimos. El caso es que este día amaneció lloviendo y se pasó toda la mañana lloviendo sin parar pero como era un lugar donde no había estado igualmente salimos para coger el metro. Había dos opciones de caminos pero visto que una de mis amigas decía que con la lluvia no pensaba salir y que nos esperaba 4 horas ahí decidí cambiar el plan y salir en la estación de metro desde donde se podía hacer el camino largo o el corto. Al final salimos las tres a hacer el camino corto, por lo que hay restos históricos y naturales que se quedaron pendientes de ver. El camino que hicimos empezaba e por aproximadamente la mitad del sendero original, es decir, menos hroas de recorrido, y pasa por los parques de Telok Blangah Hill y Mount Faber. En el camino hasta el puente Alexandra Arch no encontramos a nadie por la calle bajo la lluvia pero cuando comenzamos el camino ya vimos gente que estaba haciendo el camino con paraguas o impermeable. Si es cierto que no había apenas gente pero ya no estábamos solas como cuando andábamos por la calle. El Alexandra Arch es un puente peatonal conecta el Floral Walk de HortPark con el Forest Walk, una vez llegado al puente lo cruzamos y vimos que comienzan unas pasarelas de metal que se adentran en el bosque, son las Forest Walk (paseo por el bosque) del parque Telok Blangah Hill. Son más de un kilómetro de pasarelas elevadas que recorren el parque. Hay carteles a lo largo del camino que informan sobre la avifauna y la flora que puede ser vista durante el paseo así como del Singing Forest(bosque cantante), así llamado por albergar más de 200 especies de árboles que atraen a aves cantoras, pero nosotras no vimos ni los pájaros cantores ni los monos salvajes pero el paseo es bonito, con tanta naturaleza verde combatiendo con la altura de los rascacielos al fondo. El último trecho de pasarelas sube de forma pronunciada hasta la parte alta del parque, donde está el Forest of Giants (bosque de los gigantes), con grandes especies en peligro de extinción. Continuad caminando siguiendo las señales que muestran la dirección de las Henderson Waves. El puente con curvas que desde el camino puedes observarlas antes de entrar, una vez en el puente no puedes ver las ondas que forma su estructura. Las Olas de Henderson es un puente que conecta los parques Telok Blangah Hill y Mount Faber a varios metros de altura (es el puente peatonal más alto de Singapur). La parte final del sendero lleva hasta Mount Faber, el punto donde se encuentra la estación del teleférico de Singapore. Al llegar aquí cogimos el teleférico a la Isla Sentosa. En la taquilla hay un cartel enorme con los puntos de interés, como el balcón de los candados, la campana de la felicidad y el baño con las mejores vistas (es un baño acristalado en una esquina del edificio y se ve el bosque, el teleférico, el mar y la isla de Sentosa. Tras hacernos las fotos de rigor tomamos el teleférico, cogimos el round trip que nos permitía ir a la isla y luego coger el teleférico de la isla por todas las paradas. El recorrido en teleférico es muy recomendable, había parado de llover y se ve toda la isla desde arriba así como los alrededores. Las playas y lo cristalino de sus aguas hacen que se vean los arrecifes desde lo alto, parecen playas de islas paradisiacas del caribe. La isla de sentosa es un resort y un complejo de parque de atracciones variado. Si no quieres gastar dinero en esas cosas, como era nuestro caso, lo mejor es coger el teleférico y ver la isla desde arriba. Aquí nos paramos a comer y a ver desde fuera y sin pagar el otro Merlion que tiene el país. Desde el teleférico se puede ver la cabeza de león de este merlion, al ser el símbolo de Singapur no podía faltar una réplica del mismo en la isla de Sentosa. Aunque para entrar dentro del Merlion hay que pagar como en el resto de atracciones, y no estábamos para gastar dinero. Hay pases para usar en varias atracciones pero no somos de atracciones, lo que si nos gustaron mucho son las vistas desde lo alto y las playas que son increíbles con esa arena blanca y esa vegetación verdosa, y el agua del océano tan limpia. Parece una isla paradisiaca si no te fijas en todos los resorts y atracciones que tiene en el interior, claro. Regresamos en teleférico de la Isla Sentosa al Monte Faber para seguir el camino, que se hace a través del bosque, en un sendero empinado que, afortunadamente, es todo cuesta abajo, ya sea por escaleras de madera o por un sendero de tierra. Hay varios mosquitos porque es como estar andando por la selva. También hay señales de precaución porque con las lluvias se caen las ramas de los árboles, nosotras mientras andábamos escuchamos el ruido de algo romperse y caer y el estruendo se estuvo oyendo bastante, afortunadamente no nos tocó estar dentro del bosque en ese momento sino que todavía íbamos pro la carretera. Es normal que haya señales avisando porque ciertamente, somos testigos, se caen las ramas (llevaba lloviendo toda la mañana) y las ramas de esos árboles son como troncos. Al final del camino acabas saliendo al metro y un centro comercial. Y cogimos el metro para ir al Quarter bay, saliendo del metro y de camino a barrio de la bahía con encontramos con la fachada de un edificio con varias ventanas coloridas, es el MICA building, de aquí hay un puente, el Elgin, nosotras seguimos por este lado del río que nos llevará al muelle Boat Quay, desde este lado del río vemos el muro del Parlamento de Singapur , seguimos camino a la desembocadura del río y al otro lado está la estatua de Sir Stamfor Raffles, donde el este sir, fundador de Singapur puso por primera vez el pie en la isla. Nosotra sya estamos dentro del Boat Quayque era el muelle más importante del antiguo puerto de Singapur y también el más próximo de la desembocadura del río. Como para la colonia china local la región donde se localiza recordaba la barriga de una carpa, lo que era una señal de prosperidad, la zona atrajo también muchas tiendas que ahora han sido reformadas y convertidas en restaurantes y bares que ofrecen marisco y pescado conservado fresco en acuarios. Aquí paramos a tomar algo viendo las focas nadar en el río, los barcos turísticos pasar de un lado a otro, y las tabernas cerveceras inglesas. Cuando dejamos la terraza del bar seguimos bajo las casas bajas de Boat Quay que dan paso a los rascacielos del distrito financiero. El primer rascacielos es el UOB Plaza Tower 1. En su entrada se encuentra el homenaje a Newton de Salvador Dalí y poco después, entre la torre 1 y la 2, se encuentra la estatua Bird (pájaro) del artista colombiano Fernando Botero. Seguimos el curso del río hasta llegar al puente Cavenagh, junto al rascacielos del Banco de China. En el cartel a la entrada del puente se prohíbe la circulación de animales y carretas pesadas. Junto al puente hay unas figuras de una carreta cargada y tirada por un buey y tres tipos de personas negociando, lo que sería al representación de los chinos, ingleses y malayos de la zona. Pasado el puente, en la misma orilla del río, nos encontraremos con la escultura Primera Generación que representa a unos niños saltando al río. Y en un lado está el Hotel Fullerton. De aquí llegamos a la desembocadura del río en la bahía y volvemos a estar junto al Merlion, cruzamos el puente del jubileo y nos dirigimos a los jardines de la bahía para entrar al invernadero tropical. Aquí hay muchísima gente, encontramos de nuevo a las hordas de turistas. El ambiente es muy fresco, justo en la entrada tienen una inmensa cascada de agua artificial y la decoración y las pantas del lugar han cambiado con respecto a la última vez, aunque teniendo en cuenta que es noviembre y no mayo es normal que sea temporada de otro tipo de flora. El jardín está como en una montaña con diferentes pasarelas aéreas. Así que entras en la montaña y tienes un ascensor para subir al último piso y de ahí ir bajando por las escaleras mecánica y las rampas hasta llegar al suelo. Entre más cascadas, flores, y salas interactivas vas disfrutando del lugar, aunque demasiada gente para mi gusto. El invernadero es todo acristalado y desde las pasarelas aéreas se puede ver la noria y los supertree. Cuando salimos del invernadero vamos a ver el espectáculo de luz y sonido de la bahía pero al pie de la bahía, más cerca para ver mejor las figuras que proyectan las luces. Por desgracia se pone a llover cuando queda nada para que empiece el espectáculo, aun así con paraguas y de pie disfrutamos del espectáculo, que es muy recomendable y mucho mejor que el de otras ciudades. De aquí entramos al centro comercial que tiene de todo para entretenernos hasta que nos vayamos al hotel, nos recogen a las dos de la madrugada porque el vuelo sale a las seis de la mañana, de esa forma íbamos a aprovechar más horas de lux en Hong Kong. Luego no fue así pero eso ya lo cuento en la entrada de Hong Kong. Cosa curiosa es que las tiendas, al menos las joyerías, están abiertas hasta las dos de la madrugada en esta parte de Singapur.

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Mis imágenes: Álbum de Facebook dedicado a Singapur

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Beitou - Taiwan

Beitou

Salimos del hotel de Kaohsiung y teníamos la opción de ir con las maletas a la estación y coger el metro hasta la estación de tren de alta velocidad o bien coger un taxi en la misma estación de tren. Visto que los taxis son baratos y lo único de lo que hay que preocuparse es de tener el nombre en chino de a dónde, vas decidimos tomar un taxi. Hoy iremos de Kaohsiung a Taipéi en el tren de alta velocidad. Hasta ahora hemos viajado por Taiwán en el TRA, el tren normal, que es más lento pero mucho más barato. Como el recorrido es largo y ya hicimos todas las paradas intermedias deseadas decidimos gastar un poco más y así aprovechar horas de luz. El tren de alta velocidad tiene sus estaciones normalmente en las afueras de la ciudad por el cambio de vías, en este caso la estación está al lado del Lago de Loto donde ya estuvimos. Aunque el tren normal tuvimos que comprar los billetes con antelación ya estando en Taiwán por lo de los dos días de plazo entre el pago y la recogida. El tren de alta velocidad permite reservarlo y recogerlo con mucha más antelación. Dos meses antes del viaje compramos el billete de tren. Aunque he dicho que el tren de alta velocidad es más caro que el tren normal aun así es más barato que un ave Madrid-Zaragoza (y ni contaros Barcelona-Zaragoza que siempre es más caro). Una vez estuvimos en Taipéi, además de encargarnos de comprar todos los billetes del TRA, también ese día nos encargamos de recoger los billetes del tren de alta velocidad. En la estación central de Taipéi está en una ventanilla distinta a los trenes normales, nos costó un poco localizarlo pero afortunadamente los taiwaneses siempre amables nos corrigieron y nos enviaron a las ventanillas correctas. Con el pasaporte con el que haces la compra es como lo puedes retirar. Así que retiré los tres billetes de tren y así en Kaohsiung no tuvimos que hacer nada más que llegar, buscar la vía y bajar al andén a coger el tren. Como en los trenes normales en el suelo te marca el vagón que va a parar ahí. Cuando llegamos salimos en dirección al hotel del primer día y dejamos las maletas para volver a la estación central y coger el metro hasta Beitou. Habíamos dejado Beitou para el final porque nos gustan las aguas termales y después de ir recorriendo la isla (y teniendo por delante otros dos países más que visitar) nos apetecía un día de relax. Tomamos la línea roja del metro hasta la parada Beitou y aquí la rosa hasta la parada XinBeitou, había bastante gente esperando para coger el metro a XinBeitou, el metro es pequeño, hay solo dos o tres vagones y por dentro tienen adornos relacionados con las aguas termales que dan información interactiva del lugar. Nada más salir del metro hay dos avenidas, nosotras tomamos la que está más a la derecha y andando llegamos a la biblioteca pública. Hay que comentar que salimos de Kaohsiung a veintidós grados a las nueve de la mañana y a Beitou llegamos con lluvia, y no una lluvia suave, por lo que la visita a Beitou nos la tomamos con calma, de forma que dimos un rodeo al estanque y el puente en el jardín que rodea la biblioteca y acabamos en un mirador de madera que tienen y que da cara a la biblioteca y el jardín, lo bueno del sitio es que tiene techo por lo que había bastante gente también parada ahí. Con la lluvia que caía no apetecía mucho caminar pero nos llegó una música cercana, nos daba la impresión que salía de la casa que había junto a la biblioteca por lo que salimos de nuevo a la calle y seguimos subiendo hasta llegar a una fila. Cuando miramos bien descubrimos que esa fila era para entrar al museo de las Aguas Termales de Beitou, y como la casa está a cubierto y de ahí salía la música no dudamos en entrar. Al entrar tienes que quitarte los zapatos y con ellos en las manos te llevan hacia unas taquillas donde te sacan unas zapatillas de tu número (y digo de tu número porque las tres tenemos diferentes tamaños y ninguna tuvo problemas con sus zapatillas), y te dan una llave de un casillero donde guardar tus zapatos hasta que decidas irte. Una vez calzadas con las zapatillas entramos en el museo. El museo es una antigua casa de baños comunal de arquitectura japonesa(fue la casa de baños públicos más grande del noreste de Asia de su época.) y en la planta de arriba, a la que accedimos desde la calle, hay una banda de música de instituto y son los que producían la música que nos llegaba desde el jardín. Hay un tatami y la gente está sentada sobre él escuchando la música. Nos quedamos hasta que terminan su actuación y entonces comenzamos a recorrer la casa. La planta primera se presenta como una casa con columnas de piedras, balcones para asomarse al jardín y ventanas y paredes de madera. La vista desde los porches de la primera planta son agradables, la pena es la lluvia que sigue cayendo. Hay varias salas en la primera planta con información sobre la historia de las aguas termales y de la población aborigen de la zona. Antes de que llegaran los japoneses, Beitou estaba donde residían los aborígenes Ketagalan, y el nombre Beitou se deriva del asentamiento de esta tribu aborigen Beitou. Bajando unas escaleras de madera se llega a la planta baja donde nos encontramos con una piscina y diversas salas con la decoración de los baños termales antiguos y algunos objetos de la época. La idea de las aguas termales se introdujo por primera vez en Taiwán durante la era colonial japonesa y aquí se encuentran objetos de esa época, igualmente las salas de baño tienen sus mosaicos y hay una pequeña sala separada que es, según los paneles explicativos, la sala VIP de los oficiales japoneses cuando iban a las aguas termales. Las ventanas de abajo tienen vidrieras y las dan al jardín, y sigue lloviendo. Al final salimos del lugar para poder seguir viendo cosas, aunque nos mojemos. Seguimos la calle hacía arriba y pasamos junto al río, hay varios carteles donde se indica que está prohibido el baño debido a las altas temperaturas. El paisaje es muy bonito aunque el agua empieza a sacar humo. Siguiendo hacia arriba hay unos carteles que nos orientan hacia la izquierda para entrar el Valle Termal o del Infierno. Aquí se pueden ver los manantiales de agua de azufre, dado que un cráter volcánico lleno agua sulfurosa de color verdoso, el agua está tan caliente que al principio casi no vemos el color debido al intenso vapor que sale del agua. Después de un rato por la zona conseguimos ver el agua de color verdoso y con burbujas debido a la ebullición. Tras ver la zona regresamos por donde hemos venido hasta llegar a los baños termales públicos, que era lo que queríamos hacer hoy,, tomar unas aguas termales y descansar. Cuando llegamos vemos mucha gente de pie delante de la puerta y no entendemos nada, como la calle es muy estrecha y sigue lloviendo con los paraguas nos cuesta conseguir ver las máquinas para sacar el billete de entrada. Junto a la puerta de acceso a la izquierda hay unas máquinas donde hay comprar el billete para acceder a las aguas termales. Después a la izquierda empezamos a hacer fila, al parecer todos están esperando a que las aguas termales se vacíen de gente para que pueda entrar más gente. Aquí hay varios orientales y unos franceses, debido a que solo estaban los franceses nos costó llegar a la deducción de que tocaba hacer fila bajo la lluvia, no lo entendíamos porque salía gente pero no entraba nadie. Junto a la puerta hay varios carteles con la ropa que está prohibida. Cuando por fin entramos la mujer de la puerta nos separó a los franceses y a nosotras del resto, resulta que no se fían y nos pidieron que le enseñáramos los bañadores, hasta que no vieran que cumplíamos las normas no nos dejaban entrar. Tras demostrárselo bajamos la escaleras que dan a las duchas y las taquillas, para guardar las cosas necesitas cambio justo, menos mal que teníamos suficiente. Guardamos todas las cosas y nos fuimos a las duchas, antes de entrar en este tipo de aguas termales hay que lavarse con agua fría primero (no eran nuestras primeras aguas termales) y luego entramos en la primera piscina, estaba caliente pero se podía aguantar. Mis amigas probaron las otras piscinas, hay por niveles y según vas subiendo de nivel el agua está más caliente. Bajo el techo que ponen a las piscinas (y que nos evita la lluvia) hay un marcador con la temperatura del agua. La última estaba prácticamente vacía pero es que era inhumano el calor de esa agua. El vigilante se toma muy en serio su trabajo, a todos los que intentaron hacer fotografías les pegó una pitada y una buena bronca, y a los padres con niños pequeños que hacían lo que querían también. Luego, sin tejado hay otra piscina que es la de agua fría, aunque en vez de fría estaba helada. Cuando nos cansamos de salir y entrar nos duchamos nos vestimos y salimos. Aunque nos duchamos yo aún olía a azufre en la piel, aunque hay que decir que la piel se quedó toda suave, una maravilla. Volviendo pro la misma calle hacia la estación de metro entramos en el Centro Cultural Ketagalan que está dedicado a las distintas tribus aborígenes de Taiwán. En la primera planta encontramos los trajes típicos de cada tribu y aquí vimos a los de Taroko así como el traje de la figura aborigen que vimos en Kenting. Muy interesante tener más información sobre todas esas pinceladas aborígenes que habíamos ido teniendo por nuestro viaje por la isla. De aquí salimos para ir al metro y regresar a Taipéi. El regreso fue bastante duro porque había muchísima gente, tuvimos que ir aplastados de pie con el aire acondicionado muy fuerte y a mí se me había metido agua en los zapatos al meter el pie en un charco y tras una hora con los pies mojados bajo el frío acabé acatarrándome.


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Parque Nacional de Kenting - Taiwan

Parque Nacional de Kenting

De Hengchun salimos hacia el parque nacional de Kenting, por la carretera tenemos a un lado las montañas y al otro la playa de fina arena, en vez de piedra como en Hualien. La entrada del parque está subiendo una montaña, y cuando entramos al parque estábamos prácticamente solos pero cuando salimos el parking estaba ocupado con varios autobuses, y a decir vedad al salir del parque nos encontramos con un grupo grande de estudiantes que se dedicaron a saludarnos al pasar. Aun así me dio la impresión que hay más turismo en el norte que en el sur, y si bien es un paisaje distinto a mí me resulta igual de interesante o más, tal vez porque no estoy tan acostumbrada. Al igual que en otros sitios en el parque hay dos tipos de caminos; la carretera asfaltada y los caminos de tierra entre los árboles. Como en otros parques según la ruta cogimos un camino u otro, sobre todo haciendo caso de las señales de peligro por avispas y serpientes venenosas. Lo primero de los que te das cuenta al entrar al parque es la variedad y diversidad de especies naturales. No se puede concretar en un estilo sino que tiene árboles que serían más tropicales, pero también otros más mediterráneos. Hay tantos paisajes diferentes. En la entrada te dan un folleto con un mapa así que nada más entrar podemos organizar lo que queremos visitar. Debido a que no hacemos noche en Kenting sino que tenemos que volver a Kaohsiung, no tenemos tanto tiempo como quisiéramos así que toca organizarse y decidimos tomar los caminos que nos lleven a las dos grutas que tiene el parque, porque preciosamente las grutas de ese tipo no son habituales en Taiwán. Mientras caminamos por la ruta roja del plano nos encontramos con un paisaje más verde y con árboles llenos de frutos y flores, pero luego entramos en un paisaje completamente diferente, el sol y el cielo azul que nos acompañaba se oculta bajo la frondosidad de los árboles y el camino se torna de un tono más gris y marrón. Esta parte del parque es diferente a la que hemos podido ver en otros parques porque lo que ocupa el camino son rocas porosas de tono grisáceo, estas rocas tan curiosas se deben a que este suelo estaba bajo el mar hace millones de años, y aquí se acumulan fósiles de algas, mariscos y corales que son lo que le dan ese paisaje a este rincón del parque. En ocasiones nos parece que estemos caminando entre enormes piedras pómez, debido a la porosidad de las rocas y del suelo, por otro lado los árboles que pueden vivir en este suelo marino son muy específicos, por eso cambiamos de vegetación y nos encontramos con muchas lianas que estrangulan a los árboles y las raíces que se van moviendo y alargando en busca de lugares de donde alimentarse. A través de este paisaje llegamos a una pequeña explanada donde hay una torre artificial, desde lo alto de la torre se puede disfrutar de la vista del lugar: la costa, el mar, el verdor del parque en su vegetación y un pico que sobresale, y que nos comentó el guía que era el símbolo del parque de Kenting. El solo se refleja en el agua y nos da una vista de postal del lugar. Al lado de la torre hay una de las grutas a las que vamos, esta gruta se llama “cueva del Dragón”, es una cueva de estalactitas de erosión creada por el agua subterránea que tiene este lugar, este tipo de cuevas, aunque para nosotros no son raras, para Taiwán es una rareza. Y es cierto que de todos los lugares naturales es el único donde las hemos encontrado. La cueva del dragón tiene un corto recorrido, es alta y estrecha por lo que es de sentido único, aunque al salir de la cueva hay dos caminos uno para seguir el recorrido, y otro para volver a donde estabas antes. Así que puedes repetir trayecto si quieres. Nosotras continuamos el recorrido entre rocas porosas hasta la siguiente gruta que es mucho más grande. Pero cuando llegamos ahí hay una valla con un cartel que indica que el acceso a la gruta ha sido cortado debido a que está inundada por el agua subterránea. Con mucha pena hicimos fotografías al cartel con las explicaciones sobre la formación de la gruta y las fotografías de la misma y seguimos el camino por el parque. Siguiendo llegamos a un mirador con escaleras desde donde se tiene una vista del parque, el mar y la famosa roca representativa del lugar. Seguimos por este camino y nos encontramos con una figura de piedra de un aborigen, el guía nos indica que este lugar solía ser un pueblo llamado "Sheding", que pertenecía a la gente de Paiwan desde hace cientos de años. Luego se convirtió en un jardín de plantas tropicales en el período de ocupación de Japón y finalmente se estableció el parque para preservar la vida y los paisajes naturales. El camino que tomamos es un jardín tropical llenos de árboles y carteles sobre ellos. Por este camino también llegamos a uno de estos árboles que tienen las raíces por la zona superior y son tan delgadas, los vio bastante por la selva de Malasia pero jamás me quedo con el nombre pero no es el tipo de árbol que te puedes encontrar en España. Mientras nos entretenemos mirando sus curiosas raíces oíamos un ruido a nuestras espaldas, volvemos la vista y sobre las ramas de unos árboles hay unos monos mirándonos en silencio. Cuando se dan cuenta que nos hemos dado cuenta que nos están observando empiezan a correr de rama en rama y van pasando de un árbol a otro hasta alejarse hasta cuatro monos. Afortunadamente son fauna libre que hay pro el parque y no se acercan a los humanos, no me gustan los monos salvajes y prefiero que nos observen de lejos a que se acercaran. El guía nos comenta que aquí se suelen ver monos y águilas. Las águilas no las llegamos a ver. Tras dejar atrás esa parte del parque llegamos a un invernadero con una gran variedad de cactus, donde según me dijo mi amiga hay arañas enormes, pero yo no las vi, creo que ya tuve bastante de arañas gigantes. Al lado del invernadero hay un estanque con su diversa flora, es como están en un jardín botánico dado que pasamos de un tipo de planta a otra. No muy lejos llegamos a un lugar lleno de pequeñas palmeras en el suelo, el guía nos comenta que esa es una planta prehistórica y lo cierto es que me recuerdan a una planta prehistórica que vi en Malasia, aquí no hay cartel explicativo como en Malasia pero sí que tiene la misma forma, y es que no lo he olvidado porque me pareció muy curioso cómo es que se conserva una planta sin evolucionar tantos millones de años después. El camino continúa recorriendo más plantas y árboles distintos y llegamos al centro de visitantes que está completamente vacío. Como decía, me da que no hay mucho turista por la zona. En el centro de visitantes nos regalan, a cada una, una fotografía del parque que venden como postales. Nos tomamos algo y seguimos el camino hasta la salida del parque porque no tenemos más tiempo para seguir. En el camino de regreso es cuando nos encontramos con el grupo de estudiantes que van de visita y a los que les llamamos más la atención que las plantas. El regreso en coche desde Kenting hasta Kaohsiung lo hacemos sin parar, aunque tenemos que pedir al guía que baje el aire acondicionado. Esto no lo he comentado pero es algo muy curioso, cuando llegamos a Taipéi nos parecían raros los taiwaneses, los veíamos vistiendo gorros y jersey de lana y abrigos de inviernos, y en la calle hacia una temperatura minina de 21 grados y máxima de veinticinco par a arriba, pero no era para ir tan abrigado, hasta los niños nos daban pena verlos tan abrigados, pero eso fue antes de descubrir que en todos los lugares con aire acondicionado (tiendas, centros comerciales, hoteles, metro, estación de tren, tren, aeropuerto, etc) ponen el aire acondicionado altísimo. Tan alto que yo tuve que usar el polar solo para los interiores, y una de mis amigas tuvo que sacar el plumas, que por la calle llevarlo encima era una molestia pero es que luego nos congelábamos cuando entrabamos al metro durante mucho tiempo, o incluso una vez en el 7-11 casi salí en el mismo momento que entré porque era como entrar en un congelador. Y debe ser algo típico de ellos porque cuando fuimos en coche con un guía estadounidense el aire acondicionado era normal, de ponerse una chaqueta, cuando nos tocaban guías taiwaneses tocaba sacar la chaqueta, el polar, el pañuelo, y no saque el abrigo porque no me lo llevé. No entendimos esos extremos.

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Hengchun - Taiwan

Hengchun

Si tuviéramos más tiempo una opción a tener en cuenta es bajar en autobús a Kenting (no hay tren) y así disfrutar de sus playas y su parque natural, pero a mis amigas no les va la playa por lo que Kenting hubiera quedado fuera, pero aunque no pudiera ver las que dicen son las fabulosas playas del sur, sí quería ver el parque natural de Kenting. Pero ¿Cómo verlo sin bajar en autobús hasta ahí? Pues la opción la encontré en un tour que recoge en Kaohsiung y te lleva hasta Kenting. El tour, al igual que el autobús de ruta, para en Hengchun. Aquí tenemos nuestra primera visita, el Templo Checheng Fuan, que es el templo que rinde culto a Tu Di Gong (que significa Dios de la Tierra, o Dios con Virtud y Fortuna) más grande de Taiwan. Tiene doscientos años de antigüedad y es un edificio del estilo del templo real del norte de China. Este templo fue construido para aliviar el dolor y actuar como apoyo para los pioneros de China continental. La estatua del dios es del estado de Chuan en China. Por fuera puede parecer igual que otro templo de este estilo pero por dentro me recuerda a una iglesia, nada más entrar te encuentras con un altar con diferentes pisos que cuentan historias o tienen figuras, al igual que los altoares de las iglesias tienen sus apartados con los santos. También dentro del templo encontramos objetos que no hemos visto en otros templos. En la zona superior podemos ver con más detalle la parte superior del “altar”, y resulta curioso porque en los otros templos cuando subes tienes el altar de otro dios o dioses, pero aquí es simplemente un hueco para observar el altar principal desde arriba. Un poco más adentro encontramos una mesa y zona para rezar. Hay que comentar que otra de las cosas que tiene este templo son las vistas que tiene, desde uno de los balcones de la zona superior se puede ver toda la montaña que rodea la ciudad, donde destacan las figuras de varios templos, y por el otro balcón se puede ver la costa y las playas, así como el mercado de frutas que hay en la parte inferior y trasera de templo. Bajando por el ascensor del templo llegamos al mercado. De aquí nos vamos a la ciudad antigua de Hengchun. Cerca del final de la dinastía Qing, el canciller Shen Bao-zhen fue asignado aquí. Construyó la primera ciudad castillo de Taiwán para derrotar a los enemigos que venían del mar. Ahora es uno de los sitios históricos de segundo grado y la única ciudad castillo de Taiwán que conserva todas sus puertas en pie. Algunas partes de la muralla del castillo también se mantienen adecuadamente y se puede caminar sobre ellas. Nosotras nos dirigimos a una de las puertas que permite subir y pasear por las murallas de la ciudad. La muralla así como la puerta está hecha de ladrillo rojo, hay escaleras para subir hasta la parte superior y se ve todo alrededor. Como había dicho ya, cuando más al sur más calor hace y aquí, cercanos a la punta sur de la isla de Taiwán el sol pica con fuerza. Las tres tenemos que taparnos, ya sea con paraguas o con pañuelos sobre los sombreros porque la piel quema bajo el sol. Alrededor de la muralla hay varios árboles por lo que, si no fuera por el calor, sería un paseo agradable. Cuesta imaginar cómo lo hacían en esa época porque debía haber gente en las murallas vigilando ante posibles ataques. De aquí nos dirigimos a otra de las puertas, tanto la oeste, este, norte y sur se pueden ver en pie, pero solo podemos andar por dos de ellas. Por esta otra puerta la parte de la muralla tiene una rampa en vez de escaleras, el guía nos comenta que era para subir ahí con los caballos. Desde aquí nos asomamos a las almenas de la puerta que hoy es acceso de carretera a la ciudad, y de las murallas. Junto a la muralla hay un parque con árboles que dan sombra para protegerse del calor. De cualquier manera somos las únicas personas tanto aquí como en la otra puerta. Es en Hengchun donde nos quedamos a comer, sus casas son todas de una o dos plantas y el guía nos lleva a comer a un sitio de los que veo en las series asiáticas donde cocinan al lado del comedor para que lo puedas ver, y donde hacen un sabroso pulpo a la brasa. De aquí nos acercamos a ver otra de las puertas, la más grande. Al contrario de las otras esta puerta tiene techo y no tiene murallas, y además se encuentra en ¡una rotonda!. Después de casi dos semanas en Taiwán es prácticamente la primera rotonda que vemos. Esta es una de las cosas que más nos sorprendieron en Taiwán, y es que ellos no tienen apenas rotondas sino que se cruzan en las intersecciones sin accidentes ni pitadas. Nosotras nos entreteníamos viendo el tráfico de Taiwán sin las rotondas pero ellos se pueden volver locos si llegan a España (donde parece que no sabemos vivir sin una rotonda).

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Kaohsiung - Taiwan

Kaohsiung

Tomamos el tren normal de Tainan a Kaohsiung y dejamos las maletas en el hotel antes de empezar la vista a la ciudad. El hotel, como todos los demás, estaba cerca de la estación de forma que no nos costó nada volver a la estación y coger el metro hasta la estación de tren de alta velocidad, y desde ahí caminamos unos minutos para llegar al Lago de Loto. Desde el lado más cercano a la estación se encuentra el templo de Confucio. Al entrar te piden que escribas tu nombre, de dónde vienes y cuantas personáis sois. Fuimos las primeras en escribir en nuestro alfabeto y cuando miró de donde éramos el hombre puso cara de sorpresa, ya sabíamos que no hay mucho turismo español por ahí. Dentro del templo había una pareja haciéndose fotografías vestidos con trajes chinos pero aparte de ellos no había mucha más gente, luego irían apareciendo más turistas; occidentales y orientales, pero por ahora teníamos el templo para nosotras solas. El lugar tiene una amplia plaza con un edificio central, que es el más decorado, y visto desde el exterior es mucho más grande que otros templos de Confucio que habíamos visitado. En los edificios que rodean al templo central podemos encontrar una exposición tipo museo como ya pasó con el Templo de Confucio en Tainan, solo que aquí hay menos objetos y mucha más información escrita. Salimos del templo y aunque era pronto el sol ya empezaba a pegar fuerte, caminamos atravesando la puerta donde había una docena de perros tumbados bajo la sombra del arco (lo que dado del calor que iba haciendo tan poco era tan raro) y continuando recto llegamos al puente y el muro con las inscripciones de Confucio. Desde aquí llegamos a ver el templo de Wenchang, que está tapado por los árboles, y luego queríamos dar un rodeo al estanque pero nos encontramos con que había obras. Así que tuvimos que salir del jardín que rodea el lago a una calle que estaba llena de comerciantes, lo que viene siendo el rastro de toda la vida. Pasando a través del mercado conseguimos llegar al pabellón del Ártico que adora al dios Xuanwu. La estatua es de setenta y dos metros de altura y es uno de los edificios más altos del lago. Se llega a través de un puente adornado con pequeñas estatuas, todas decoradas con esos lazos rojos que les ponen y que no conseguimos saber por qué. Al fondo está la estatua gigante de Xuantian, el emperador del cielo oscuro. Arrepentido de sus pecados, se arrancó el estómago y el intestino y los tiró al río. El estómago se convirtió en una tortuga y el intestino en una serpiente que se dedicaron a hacer el mal. Por eso se le representa sentado sobre una gran roca sujetando la espada Qixing de las Siete Estrellas y pisando a la tortuga y a la serpiente. Se puede entrar al interior de Xuantian, aquí tenemos escaleras por las que subir y en un lateral vemos la figura de una tortuga y una serpiente, representando los símbolos del mal de Xuantian. Antes de entrar nos quedamos mirando a unos orientales que estaban jugando a una de las muchas máquinas que hay en todos los templos y que parecen gustarles tanto. En esta se dedicaban a tirar monedas a la cara de unas esculturas y cuando acertaban, éstas se ponían a tocar los tambores que llevaban. No sé si ya lo había comentado antes, pero cuanto más bajamos hacia el sur, más calor hace. De aquí nos fuimos al Pabellón de la Primavera y el Otoño que son Pagodas pertenecientes al Templo Ciming. Son dos torres separadas por la figura de un enorme dragón, sobre el que cabalga Guanyin, la diosa de la Misericordia, vestida de blanco y acompañada de dos niños. Aquí se entra a través de la boca del Dragón, subiendo unas escaleras que simulan ser su lengua, por dentro los pasillos están decorados con la historia y la vida del dios, y acabas saliendo por la cola del Dragón, a la salida se pueden ver las tortugas vivas que tienen en el estanque. A partir de aquí el paseo alrededor del lago está lleno de flores de loto, aves y vistas de postal. Las Pagodas del templo Ciji están situadas dentro del lago. Son uno de los principales atractivos. Para llegar a ellas hay que atravesar un puente sobre el lago en zig-zag. La Pagoda de la izquierda tiene un enorme Dragón y la de la derecha un Tigre. Es muy importante entrar por la boca del Dragón y salir por la del Tigre para tener suerte y librarnos de los malos espíritus, por lo que se aseguran al poner varios carteles que te “obliguen” a entrar correctamente. Dentro del dragón, como el otro, hay que recorrer un pasillo con relieves que te cuentan una historia. Al final del pasillo nos encontramos con una mesa y una señora que nos pide un donativo. Después de pasar por el interior del Dragón se llega a su pagoda que tiene 7 plantas. Para subir hay unas escaleras de caracol. Yo solo subo un par de pisos mientras mis amigas se niegan a seguir subiendo escaleras con el calor que hace. La Pagoda del Dragón se comunica con la Pagoda del Tigre a través de un puente, lo único bueno de subir los pisos de las pagodas es que tienes una mejor vista de las figuras que decoran las susodichas pagodas. Al final del recorrido se sale por la boca del tigre que, como los otros pasajes, está lleno de relieves de colores. Tras la visita a la pagoda del tigre y el dragón hay una panadería cuyo olor nos llegaba desde el templo así que nos acercamos a por dulce para comerlo a la sombra de los arboles junto a lago. Cuando terminamos de comer cogemos un taxi de esos que los turistas que llegaban al lago iban dejando libre y señalándole el nombre en chino del consulado británico nos dirigimos hacia allí. Cuando llegamos el taxista nos dejó en un lado de la montaña que tenía una gran escalera. Empezamos a sospechar que los taxistas tenían gran interés porque subiéramos muchas escaleras porque igual que el de Jiufen, nos señaló las escaleras como si tuviéramos que subirlas. Resulta que la antigua Residencia Consular Británica se encuentra en lo alto del monte Gushan, y aunque ofrece unas buenas vistas de la ciudad como ya íbamos a subir al rascacielos Sky Tower 88 no necesitábamos subir hasta el monte a por vistas. Andamos por el paseo marítimo que hay por esta zona y que tiene vistas a la isla cijin y a su faro de forma que rodeamos el monte Gushan y cuando vimos el precio de la entrada al Consulado decidimos no entrar, no nos valía la pena. Normalmente las entradas a los sitios son muy baratas, pero esta no lo era y tampoco nos iba a compensar. Nos dirigimos a coger el ferry que va a la isla Cijin. El billete del ferry se puede pagar pasando la easy card, que es lo que nosotras hicimos a la ida y a la vuelta. Subimos a la parte superior del ferry, para disfrutar de las vistas y el frescor del aire de mar. El paseo es muy corto pero agradable. Cuando llegamos y salimos del ferry nos dirigimos hacia la derecha para ir hasta el faro de la isla pero mis amigas con el calor que están pasando han decidido ponerse en plan relax y no quieren subir escaleras. Como no me apetece subir y dejarlas tiradas damos la vuelta y acabamos en la calle principal que cruza la isla de un lado a otro, esta calle está llena de tiendas, principalmente de comida: mariscos, ranas, y demás bichos desconocidos, pero también hay otro tipo de tiendas. La calle termina en la playa de fina arena y que estaba curiosamente vacía, aunque el paseo marítimo de la playa estaba lleno de gente paseando y montando en bicicleta. Acabamos en un chiringuito de la playa tomando algo para que mis amigas descansen a la sombra. Por la isla vemos muchos de los turistas montados en bicicletas que alquilan nada más bajar del ferry. Antes de que se haga tarde volvemos sobre nuestros pasos para coger el ferry y luego caminar hasta la parada de metro que nos llevará hasta el Rascacielos Sky Tower 85. Al contrario que con el Taipei 101 esta vez conseguimos subir antes de que anochezca, pero no es algo muy difícil si tenemos en cuenta que éramos las únicas turistas en el mirador. Cuando subimos nos encontramos con que estábamos nosotras y los dependientes de la tienda, así que dimos tranquilamente la vuelta al mirador, y nos sentamos frente al mar para ver el atardecer. Cuando bajamos del mirador volvemos al metro para ir a lo que va a ser nuestra última parada, en Kaohsiung hay más sitios que ver pero por ahora hemos visto suficiente teniendo en cuenta que acabamos de llegar en el mismo día. Nuestra visita final es la parada de metro llamada “The dome of light”, que una cúpula hecha con cristales de colores que cuenta la historia del universo, y desde diferentes ángulos una misma imagen en realidad son dos o tres imágenes diferentes. Estuvimos dando vueltas y vueltas intentado ver todas las imágenes que representa. Tras ello volvimos a la estación central para salir a cenar algo y donde nos encontramos con toda la gente que no habíamos visto haciendo turismo.

Visita: Noviembre 2018


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Alrededores de Beimen - Taiwan

Beimen

Nos marchamos a visitar el templo de Nankunshen y, aunque después de tanto templo ya estamos un poco perdidas, este es el templo más grande que visitamos. Hace más de 300 años el Templo Nankunshen se construyó en Tainan durante la dinastía Ming, pero se trasladó a su ubicación actual en Beimen debido a una inundación. Cuando llegamos al templo estaban recogiendo una especie de carrozas, el guía nos comentó que era para una celebración, pero debían haber terminado porque estaban metiéndolas en los camiones como si fueran pasos de semana santa que se guardan tras las procesiones (por hacer una comparativa con algo con lo que estamos más familiarizadas). Ya había leído que en este tiemplo es normal ver costumbres tradicionales de la religión taiwanesa que ejecutan frente a la puerta del templo, lastima no haber llegado antes. De lo que se puede ver, por ejemplo, es que Qi Ye y Ba Ye (las deidades subordinadas Séptimo Señor y Octavo Señor) aparecen cuando los petardos explotan y hacen enormes sonidos. Los jitongs, que están armados con poderes milagrosos cuando las deidades descienden sobre ellos, se lastiman con armas para probar el poder de las deidades. Las multitudes que llevan a un palanquín (como los que estaban guardando) escoltan a una deidad hacia el templo. Los creyentes se alinean para cruzar sobre un pozo de fuego. Incluso en los intervalos entre estas actividades se visten con trajes brillantes y usan un maquillaje aterrador. Pero ya que no pudimos verlo volvemos al templo. El edificio se puede ver desde el arco antiguo chino de cinco puertas y seis postes. Y en un lateral vemos que hay un mercado y un 7-11 dentro del propio templo, el guía nos dice que es tan grande y vienen tanto fieles que fue necesario tener estas necesidades cerca. También hay baños por lo que te puedes pasar todo el día dentro del templo sin salir. Además alrededor del templo hay un gran jardín, es decir, puedes hacer una excursión de un día al templo. Este templo adora a cinco señores reales. Al entrar nos quedamos observando a unos fieles que están lanzando piedras, aquí nos hacen apartarnos a un lado porque no dejamos ver a los adivinos lo que están diciendo las piedras, y así ellos no pueden descifrar lo que el dios quiere responder a la pregunta que le hace el fiel. Aquí el guía nos explicó que si tienes una pregunta importante que hacer al dios usas unos los palitos que caen al suelo tras un movimiento aleatorio, y que tienen un número escrito para poder leer la respuesta, y que cuando se lanzan las piedras también es para obtener respuesta a la pregunta y que según como caen es si, no, o no hay respuesta (la explicación fue más detallada pero estaba más entretenida viéndolos que prestando atención al guía (que por cierto todos los tours eran en inglés porque en español pocos y los que había eran mega caros). Es el primer templo en el que vemos a los adivinos en acción, y parece que al que pregunta no le gusta la respuesta del dios porque sigue tirando las piedras. Nosotras nos marchamos y le dejamos con sus piedras y seguimos recorriendo el templo que tiene varios edificios. Caminamos por el templo delantero Daitian Fu y llegamos a la última parte del Salón Principal de Lingxiao, aquí se ve a los leones guardianes perfectamente alineados. Cornisas en varios colores y elaborados techos, así como magníficos murales en relieve. Entrando en el pasillo hay una figura que parece un fénix dorado y en el otro lado otra que parce un dragón, y en medio una tabla hecha de oro puro. Para construir la tabla, el templo gastó el fondo que había recaudado en los últimos cien años, más las donaciones de algunos creyentes. A decir verdad toda la sala refulge de dorado que casi hace daño a los ojos. Saliendo por un lateral se encuentra el Jardín de Dakun un jardín paisajístico de estilo Jiangnan que tardó varios años en construirse. Pasando al lado del estanque aparecen más templetes y muros donde se cuentan historias del Templo Nankunshen y una introducción a las vidas de los ciudadanos de Tainan. Si te paras a mirar cada detalle que tiene en los techos o en las paredes el templo puedes pasarte fácilmente todo un día. Como el templo va creciendo en una de las salas podemos ver en los techos a figuras más actuales a lo que estamos acostumbradas (como un deportista de béisbol). Del templo salimos en dirección a nuestra última parada antes de que anochezca: las salinas de Jingzijiao. Los campos de sal ubicados en Beimen fueron fundados hace más de trescientos años antes de que se cerraran debido a los elevados costes laborales, actualmente obtener la sal de la manera manual en la que se trabaja en estos campos es económicamente insostenible, pero decidieron abrir estos campos al público de manera que uno puede experimentar cómo se recogía la sal, así como paneles explicativos del proceso que siguen en la salina. El agua de mar atrapada en los campos de sal se evapora por el sol, y luego los agricultores recolectaban los granos de sal cristalizados. Hay varias particiones para dividir el agua de mar de la sal. En las salinas hay una torre a la que subir y desde donde se pueden ver las particiones de la salina. En la zona en la que te puedes mover es la última fase, cuando se puede recolectar la sal cristalizada. Hay varias zonas donde están trabajando y no se puede entrar, pero hay una zona grande para que niños y mayores entren y rastrillen ellos mismos la sal, o la carguen en las carretillas. No hay mejor manera de comprobar el duro trabajo y manual que implica la recolección de sal de esta forma. En los limpios campos de sal de forma cuadrada se puede ver un montón de sal blanca cristalizada entre una delgada capa de agua de mar, esto hace que los montículos de sal apilada de manera triangular se reflejen formando rombos. Además cerca hay un templo por lo que desde el fondo de los campos se puede ver el reflejo del templo en las salinas, y se llena de fotógrafos cuando se acerca la puesta de sol porque el reflejo toma unos colores más bonitos con el resplandor anaranjado del sol al anochece. Al regreso pudimos ver la cantidad de motos que circulan, y es que según nos comentó el guía, era la hora de salir del trabajo y regresar a casa. Nosotras ya sabíamos que eran muchas porque las habíamos sorteado en cruces y aceras pero lo que vimos en la carretera era un mar de motos y teniendo en cuenta que aquí conducen de una forma especial, tuvimos un entretenimiento en el camino de Beimen a Tainan.

Visita: Noviembre 2018

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Tainan - Taiwan

Tainan

Nos despedimos de Taichung y cogemos un tren dirección Tainan donde nos alojaremos por dos noches. Tainan fue la antigua capital de Taiwán así que tiene muchos rincones históricos que recorrer y a su alrededor hay también lugares interesantes que visitar por lo que al final decido dividir la estancia en un día por libre y otro día con tour. Tainan ciudad en sí tiene muchos lugares que recorrer que si no estuvieran lejos se podrían ver con más rapidez de la que vamos a tener, el problema principal de la ciudad es que el transporte se reduce al automóvil o a pie, y las distancias son considerables. Ya que Tainan era grande, hay que tener en cuenta que fue antigua capital del país, cogimos un hotel cercano a la estación de tren para que no tuviéramos que desplazarnos con maletas, la cosa es que cuando habíamos cruzado (el hotel estaba frente a la estación) de repente empezaron a aparecer coches de bomberos que paraban justo enfrente del hotel, así que nos quedamos en la acera con las maletas mirándolo todo como si estuviéramos viendo una película. Al principio no sabíamos que pasaba ¿justo se había incendiado el hotel donde nos íbamos a alojar? Y mientras seguían llegando camiones de bomberos, junto a nosotras aparcaron dos de donde bajaron unos bomberos que empezaron a ponerse el mono y cargarse con cuerdas, una mujer al lado nuestro nos dijo algo en chino, con lo que nos quedamos igual, pero de ahí no nos movimos, luego vi como uno de ellos iba haciéndoles fotografías así que supusimos que era un simulacro de incendio. Pese a ello nos quedamos ahí hasta que finalmente volvieron, se cambiaron y se marcharon. Menuda primera aventura en Tainan. Tras marcharse los bomberos terminamos de cruzar la calle y entramos al hotel, eran antes de las tres pero solo queríamos dejar las maletas para salir a recorrer la ciudad. El trayecto programado lo haríamos a pie, excepto la última parte, que buscaríamos cómo ir (bus turístico, bus normal, taxi…). De la estación de tren caminamos hacia el templo de Confucio, tuvimos un camino largo y hacía calor, y eso que apenas eran las nueve de la mañana. Es cierto que cuanto más hacia abajo nos movíamos dentro de la isla, más calor húmedo hacía. Lo que era normal teniendo en cuenta que estábamos más cerca del Trópico. Afortunadamente las calles están cubiertas así que nos mantuvimos dentro de las aceras para evitar el intenso calor. Conseguimos descubrir cuál era el templo de Confucio por los turistas, aquí, al ser Tainan la ciudad más antigua del país y tener tanta historia, encontramos muchos turistas, tanto occidentales como orientales. Ya no éramos bichos raros. El templo de Confucio no fue solo un lugar para adorar al maestro más famoso de la historia china, en el pasado, era una escuela para niños. También fue el lugar donde se llevó a cabo el examen imperial, en el que los intelectuales intentaron obtener puestos oficiales. Este es el primer templo y escuela de Confucio en Taiwan. Según una colección de sus dichos, Confucio mantuvo una actitud negativa hacia la existencia de fantasmas y deidades. Por lo tanto, en lo que respecta a la arquitectura, la puerta de entrada en el templo de Confucio no tiene los retratos de los Dioses de la Puerta en ella para mostrar el respeto por Confucio. Además, las puertas con 108 clavos (símbolos de las 108 estrellas en el cielo) demuestran que Confucio tiene un estatus tan alto como la deidad principal. Además, no hay pareados publicados en los dos lados de la puerta. La pena es que la mayor parte del templo estaba en obras y no se podía ver, aun así pagamos la entrada (sí, Tainan es un sitio antiguo y turístico, así que se paga entrada en todos los sitios) y entramos a visitarlo. Y nos topamos con estudiantes que iban ahí de visita. Dentro el templo tiene varias salas con objetos antiguos mostrados como en un museo. Y también varias fotografías de los actos de celebración que hacen, así como los trajes de cada tipo que llevan con un cartel en inglés explicándolo. También vimos a unos niños con los palos de plumas que vimos en varios templos por Taiwan. Cuando salimos fuera nos entretuvimos bastante mirando cómo hacían deporte los escolares, nos parecía muy curioso porque resulta que pegado al templo de Confucio había una pista de atletismo con un pequeño paseo tipo parque, y ahí había varios grupos de escolares de distintas edades con banderas, así que estuvimos intentando dilucidar qué era lo que hacían. Tras el templo de Confucio nos acercamos al templo de las cinco concubinas. El lugar es un recinto muy grande, un parque rodeado de un muro, y dentro hay un montículo y un pequeño templo. A mis amigas les sorprendió que el templo fuera tan pequeño, aunque teniendo en cuenta que es dedicado a cinco mujeres, concubinas además, tampoco es tan extraño. La historia es que cuando el último miembro de la realeza de la dinastía Ming se dio cuenta de que la derrota estaba a la vuelta de la esquina, prefirió ahorcarse antes que sucumbir ante los conquistadores de la dinastía Qing. En un extremo acto de lealtad, las cinco concubinas del príncipe también se ahorcaron en el hall principal del Templo. En dicho parque también hay un templete en memoria de dos eunucos que también se suicidaron tras la muerte del príncipe. En todos los rincones hay carteles en inglés explicando los sitios. Después de visitar este lugar volvimos sobre nuestros pasos, en el camino de vuelta vimos una pequeña puerta china y unos turistas haciendo fotos así que cruzamos y nos acercamos a la zona, aquí había un pequeño templo y callecitas con tiendas para comer. Hay varias calles dedicadas a la comida aquí en Tainan, nosotras paramos en una de las terrazas que están en plana acerca para tomar algo y reponernos del calor de Tainan. Y luego continuamos camino a la Torre Chihkan. Aquí tienes la opción de pagar la entrada normal o coger la entrada que permite visitar cinco de los sitios históricos, y que sale más barata que coger las entradas de una en una. Nada más entrar estaba en una gran plaza con jardines y muchos turistas, occidentales y grupos de estudiantes chinos y japoneses. El lugar también se llama Fort Providentia y a la hora de seguir los carteles hay que tener claro los diversos nombres. Ese último nombre vino de los holandeses en 1653. Vamos por el lado izquierdo que está estanque y la sombra de los árboles, hay dos edificios de dos plantas que se pueden visitar. El primer edificio tiene una exposición sobre la Torre y Koxinga. Arriba del todo hay unas maquetas de barcos y unas buenas vistas del reciento y del otro edificio, para poder ver mejor los detalles. Luego bajamos y esperamos para subir al segundo edificio, en este tiempo habían llegado varios grupos de estudiantes japoneses y para subir a la segunda planta de los edificios había un contador en las escaleras que te decía cuanta gente había, y un cartel con el límite, así que tuvimos que esperar para poder subir. Arriba hay un dios con un pincel, resulta que debe ser el dios de los exámenes, de ahí tanto estudiante. Del segundo edificio vimos los restos de los cimientos de la antigua torre de la época holandesa, de ladrillo rojo, y luego nos dirigimos al jardín principal donde hay una escultura con Koxinga como vencedor sobre un occidental, entendemos que representa a los holandeses. De aquí vamos al templo que hay frente a la torre, al igual que el de Confucio este templo estaba también en obras, y parecía pequeño pero cuando entramos había varias salas por ver y resultó ser más grande los que nos esperábamos. Cada templo que visitábamos era diferente, es muy curioso no solo en el aspecto sino también cuando ves a la gente ir a rezar al templo, aquí nos paramos a ver cómo unos cuantos se dedicaban a quemar papelitos amarillos en el fuego, al día siguiente teníamos visita con guía a un templo y aprovecharíamos para preguntarle dado que no sabemos nada sobre qué significa esto, aunque si vimos muchas chimeneas y todos los templos tenía una. Y una vez salimos a del templo nos dedicamos a ver cómo llegamos al Fuerte de Anping. Como decía al inicio, las distancias aquí son amplias, y no sabíamos dónde coger los buses, por lo que paramos un taxi y le enseñamos la fotografía del fuerte. El taxi nos dejó frente a Yanping Old Street y ahí entramos al Fuerte. Este lugar es la fortaleza más antigua de Taiwan, dentro hay un edificio con una exposición sobre la historia del fuerte y de Tainan y una heladería y luego hay un muro antiguo que es la sección del muro exterior de la fortaleza junto a un árbol de esos que tienen largas raíces. Y al otro lado hay un baluarte de ladrillos rojos, con la figura de, suponemos, Koxinga y varios cañones de diferente época y estilo. Arriba del todo hay una torre blanca moderna, que desentona bastante con el lugar, pero cuando subimos hay una placa que indica que se construyó en los años sesenta, y en España en esa época también se hacían monstruosidades. Subimos la torre (solo hay escaleras para subir) y arriba está prohibido beber y comer (¡prohibido beber agua después de esa subida de escaleras!) . Pero vale la pena subir la torre porque tiene unas vistas impresionantes de Tainan, desde aquí se ve lo grande que es la ciudad. De aquí nos dirigimos al Castillo del Oro Eterno. A las seis de la tarde cerraban así que ya no es que se fuera a hacer de noche a las seis, es que no podríamos visitar el lugar sino llegábamos pronto, por eso también pasamos por el puerto sin entretenernos mucho y llegamos a tiempo para visitar el castillo del Oro eterno. La puerta y el muro del castillo del Oro Eterno están bordeados por un canal de agua, en realidad al entrar por la puerta podemos ver que el castillo es en realidad una antigua ciudadela europea; con forma pentagonal, con sus fosos y cañones. Dimos un paseo por la ciudadela, y pese a que estaba atardeciendo había algo de gente paseando, aquí también había cañones y sillas donde sentarse bajo los árboles a disfrutar de las vistas exteriores. El foso interior no tiene nada, y no se podía pasar. Cuando salimos ya estaba anocheciendo así que en taquilla pedimos un taxi, no entendían inglés pero taxi se entiende y con la amabilidad y simpatía taiwanesa la mujer me hizo una señal de “espera” llamo por teléfono y luego me escribió algo en un papel, me lo dio y señaló hacia la calle. Así que supuse que decía que esperara ahí al taxi y el papel descubrí que era la matricula del taxi que venía a buscarnos. Después de todo el día andando estábamos cansadas y le dimos la dirección en chino del hotel. Al día siguiente teníamos una excursión con guía por Tainan y alrededores. Primero marchamos al canal “Sicao Green Tunnel” pero hemos madrugado tanto que somos casi las primeras en llegar, así que vemos por fuera el gran templo que hay junto al canal. Este canal se construyó hace más de 200 años y hay una gran balsa que lo recorre, pero hay que esperar a que haya veinte personas para que salga. Una vez hay gente suficiente para hacer el recorrido nos enseñan un video de seguridad y nos dan los chalecos salvavidas y los sombreros. Los sombreros parecerán inútiles pero no lo son dado que la balsa pasa tan cerca de los árboles de los manglares que fácilmente te puedes dar con la cabeza con sus ramas, y además hay muchos animales pequeños que pueden caer en nuestras cabezas. Así que todos llevamos los sombreros. El bote comienza un recorrido por el canal rodeado de un bosque de manglares. Reconozco que tras malasia tengo debilidad por los manglares, pero en este, pese a ir tan cerca de las ramas no conseguimos ver muchos animales, algún ave y un par de cangrejos, pero poco más. En cualquier caso el paseo tiene un hermoso paisaje porque las ramas de los árboles se unen formando un arco y entre el color del agua y el color de las hojas verdes de los arboles el canal parece un túnel de color verde, de ahí el nombre. Luego con la entrada puedes visitar el museo que hay ahí mismo, que tiene varios fósiles y esqueletos de animales que han ido encontrando en Tainan, incluidos los esqueletos de dos ballenas, la madre y el hijo que quedaron varados en la playa de Tainan y murieron antes de que pudieran devolverlas al mar. Aquí descubrimos lo que es el chubasquero antiguo taiwanés que vimos en el hotel de Jiufen. De aquí marchamos a la Casa Sio. En los días en que la sal era controlada por el gobierno japonés cerca de Anping Old Street había una casa de madera que servía de oficina para almacenar, vender e inspeccionar la sal. Su nombre chino Xiyou Chuzhangsuo se deriva del japonés. "Xiyou" se pronuncia como "sio", que significa sal en japonés. La sal en esa época era muy valiosa y por tanto controlada. Cuando llegamos nos encontramos con una casa de madera de estilo japonés, junto a un árbol lleno de tablitas de madera con deseos. En la entrada de la casa hay una fuente de agua, y tres objetos. El primero con sal para limpiarse las manos. Luego uno con agua y un cazo, y el siguiente vacía para que echemos el agua sobre las manos y lavarnos la sal. La casa conserva también una bicicleta antigua, aunque como el lugar es pequeño se visita enseguida. Dentro de la casa encontramos todo tipo de objetos relacionados con la sal: una escultura hecha de sal basada en la lechuga y el bicho de jade famoso del museo de Taipei, y una variedad de sal colorida que representa los 366 días del año, aunque las fechas están en chino y el guía tuvo que ayudarnos ea encontrar la sal de nuestro día y mes de nacimiento. También hay sales de baño, jabón de sal, helados con sal, todo tipo de cosas hechas con sal. Una de las mujeres estaba emocionada porque no suelen tener turistas españoles. Un lugar para llevarse un souvenir original y con historia. De aquí nos acercamos a la Anping tree house. En este lugar visitamos tres edificios. El primero de todos es una casa dedicada a la escritura china de alguien que nos explicó el guía pero que ya no recuerdo, en el lugar hay un pincel con agua y cemento para que la gente practique su escritura sin gastar papel. La siguiente casa es una mansión blanca de dos plantas y balconada. Después de la derrota de China en la Segunda Guerra del Opio de 1867, el gobierno de Qing tuvo que abrir el puerto de Anping a los extranjeros, y el comerciante escocés James Tait fue uno de los primeros en establecer una casa de comerciantes en Anping. Tait & Company fue la casa comercial más grande de su tiempo, principalmente dedicada a la exportación de azúcar granulada y alcanfor de Taiwán. Durante la era colonial japonesa, el comercio de alcanfor y opio se convirtió en un negocio del gobierno, lo que dejó a estos comerciantes extranjeros sin otra opción que abandonar Taiwán, incluida la Tait & Company. En 1911, el edificio de Tait & Company se convirtió en una oficina y almacén para la Japan Salt Company. Después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en las oficinas de las salinas de Tainan. En el interior de la casa grande hay una explicación de la historia del lugar, objetos y láminas sobre la compañía. También hay salas con muebles originales, un reloj, una mesa con sus complementos, un escritorio y otros objetos más. También hay varias monedas, incluidas unas españolas. Y en uno de los pasillos hay un plano de Taiwán, aquí el guía nos dice que Tainan antiguamente se llamaba Taiwán y que cuando llegaron los extranjeros y desembarcaron en Tainan y preguntaron cómo se llamaba ese lugar, dijeron Taiwán. Y Taiwán se convirtió en el nombre de la isla y la ciudad acabó cambiando su nombre a Tainan. Se entiende que esta fuera la primera ciudad del país y capital del mismo, pero como nos indica el guía con el tiempo el norte se ha ido desarrollando y el sur se ha ido empobreciendo. El otro edificio es el antiguo almacén de Tait &Company, donde antes de que los productos se cargaran en los barcos, se almacenaban en lo que ahora se llama la Casa del árbol de Anping. De las tres casas, esta es la que más turistas atrae y es que este almacén fue abandonado y los árboles se hicieron dueños del mismo, entrando por el techo, las ventanas, las puertas. Debido a la fuerza de las ramas el techo ya no existe, y hay paredes interiores que tampoco se conservan y solo están los aceros que marcan la estructura del almacén. Las ramas de los árboles crean formas tales como corazones, raíces con la forma de la pared, y otras que han crecido de tal forma que han creado barrotes a una de las puertas y hay una sala en la que ya no es posible entrar. Han construido escaleras de madera y metal y plataformas de observación, lo que permite a los visitantes serpentear a través de los árboles y ver el almacén desde las ramas. Además de esta visita también hay una plataforma sobre el puerto del canal por donde llevaban las mercancías y desde aquí se ve parte de la ciudad y el canal. Una vez salimos de la casa árbol nos acercamos andando a Anping Old Street que está llena de casas tradicionales, casas de ladrillo bajo y mansiones occidentales. Construidas con tierra y tallos, estas casas de tierra apisonada son frescas en verano y cálidas en invierno, lo cual era muy común en la época en que una gran parte de la población se dedicaba a la agricultura. Aquí hay muchos sitios donde parar a comer antes de salir de la ciudad de Tainan. Sobre todo platos de gambas o camarones, que son típicos de Tainan.

Visita: Noviembre 2018


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