Las Terrazas
Visita: Noviembre 2019
Mis imágenes: Cuba - cuaderno fotográfico
Información para viajar: Pendiente
Nuestro segundo día incluía una visita a las Terrazas. Como íbamos en circuito ya la teníamos contratada dentro del viaje pero si vas por libre lo mejor es contratarla por tu cuenta con un tour que incluya también visitar Soroa (con su preciosa cascada y orquidiario). Nosotras, como decía, solo hicimos Las Terrazas. Tanto la guía como el conductor fueron los más simpáticos de todo el circuito, nos hicieron sentir cómodas y nos dieron mucha información interesante. El conductor nos explicó mucho de la Santeria y la razón por la que en la ceremonia del cañonazo de noche vimos a alguien con un paraguas abierto (cuando no había ni lluvia ni sol). Como comenté en otra entrada el circuito acabó siendo compuesto de dos personas: mi amiga y yo, la diferencia es que al ser solo dos el tiempo se acorta y lo que con un grupo de 10 o más se alarga durante todo el día, con dos personas esta excursión se hace en medio día. Pero vamos a lo interesante, que es el recorrido por Las Terrazas. El camino es una autopista que parece una carretera con la gente cruzando, andado, vendiendo, etc y mucho llano verde y más verde, combinado con un cielo muy azul. Entramos en la provincia de Artemisa, y una vez aquí el coche entra en una carretera rodeada de vegetación alta y frondosa con la vista de las montañas de fondo. Es la carretera que lleva de camino a las Terrazas y las montañas que vemos son de la Sierra del Rosario. Por esta carretera llegamos a la comunidad de Las Terrrazas, con su guardia y su barrera de acceso dado que es un complejo creado en 1986 como iniciativa del gobierno cubano para rescatar una zona en desforestación y reconvertirla. La UNESCO declaró “Reserva de la Biosfera” a la Sierra del Rosario y se iniciaron planes para convertir “Las Terrazas” en un centro de turismo sostenible y ecológico. Así llegamos al Rancho Curujey y centro de visitantes, aquí la guía se fue a pagar las entradas mientras nosotras nos quedamos por el mirador del sitio, que pese al sol de la mañana tenía unas vistas preciosas de la montaña y el lago. Con ello quiero decir que la visita de la mayor parte de los lugares con interés turístico, incluso en plena naturaleza, suele costar un precio en Cuba. Mientras la guía estaba fuera nos dedicamos a disfrutar de la vista del mirador del rancho, que da a las montañas repobladas con palmeras y vegetación selvática, y el hermoso lago de agua tan cristalina y tranquila que era un perfecto espejo reflectante de la naturaleza que lo rodea. Después de disfrutar de las vistas llegó la guía que nos explicó un poco el recorrido que íbamos a hacer a lo largo de la comunidad y nos obsequiaron con un coctel Curujey (naranja, coca-cola y ron). Una vez tomamos el coctel seguimos el camino en coche al hotel Moka. El Hotel Moka se encuentra dentro de la comunidad en lo alto de la montaña y es famoso por su construcción ecológica dado que se hizo manteniendo todos los árboles del monte sin tocar. Por eso cuando uno lo visita puede encontrarse a las ramas de los arboles entrando por las ventanas de las habitaciones, un gran árbol en el centro de la recepción del hotel, y las raíces de varios árboles sobresaliendo de los suelos, así como las ramas saliendo por los tejados del hotel. La guía nos comentó que una vez se alojó ahí y que el baño de las habitaciones es abierto al campo y se ve todo. Desde la recepción del hotel fuimos bajando por las escaleras que lo rodean para disfrutar de las gallinas raras paseando, la vegetación, y las increíbles vistas del lugar. El lugar está lleno de edificios blancos y tejados de colores construidos a lo largo de la montaña, que armonizan con la naturaleza de la zona. Una vez abajo fuimos andando hasta el Café de María a tomar una taza de café (incluida en el tour). El café de María se encuentra en uno de estos edificios blancos de colores que conforman la comunidad y tiene una terraza con una vista espectacular de la sierra y las casas. Desde ahí, tomando un café helado (recomendación de la guía) disfrutamos de las vistas y el frescor que daba la sombra de los árboles, dado que era un día muy soleado y caluroso y la sombra se agradecía. María, la dueña del lugar, había muerto hacia unos años pero el sitio se mantenía. En la comunidad todos tienen algún lugar con servicios como si fuera una ciudad, aquí el café, en otro la tienda de souvenirs, en otro el médico, etc. Pero todo incluido dentro de la naturaleza, para respetar el lugar. De aquí fuimos hasta la plaza principal donde estaba la base de la tirolina, la guía nos preguntó si queríamos hacer tirolina (aunque no estaba incluida en el tour podíamos hacerla) pero no conseguimos ver a nadie junto a la tirolina y así no hubo manera de hacerla. Mientras la guía iba preguntando o descubría a alguien encargado de la tirolina nosotras nos acercamos a uno de los edificios y descubrimos que ahí estaba la consulta médica, la sala de esterilización, etc. Muy rudimentario pero teniendo en cuenta como es el país, tampoco sorprendente. Desde este edificio también había unas vistas preciosas de la sierra, con sus árboles, sus montañas y alguna persona caminando con su paraguas protector del sol (menos mal que mi amiga recordó traer el paraguas de rayos uva para el sol que compró en Taiwan, porque le fue muy útil allá a donde fuimos). El árbol que había en la plaza tenía botellas de colores colgando de sus ramas como si fueran adornos navideños (aunque ahí lo celebrar la Navidad muy poco) y más gallos y gallinas. Desde la plaza había también una buena vista del lugar y vimos a muchas de las aves rapaces (¿buitres?) que sobrevuelan habitualmente los cielos de Cuba y que se pueden ver durante el camino por carretera. Finalmente, tras no localizar a nadie dejamos la tirolina como experiencia imposible de ejecutar y nos montamos en el coche para acercarnos al río San Juan. El lugar es precioso y es el punto más especial de la excursión dado que el camino al lado del río por el campo da lugar a una idílica poza natural preparada para el baño. Los baños se encuentran rodeados de rocas que forman unas terrazas naturales preciosas, por las que el agua cristalina cae en cascada dando lugar a una serie de pozas. Cerca del río hay varios lugares al aire libre donde comer, así como vestuarios e incluso hay cabañas en las que es posible pasar la noche. Aquí la guía nos dejó tiempo libre para disfrutar del lugar, donde había varias personas bajándose en las pocetas y yo no pude dejar de acercarme al río y sus pequeñas cascadas porque cada rincón era precioso, con el agua tan cristalina y limpia y la vegetación que le rodeaba tan verde. .Tuvimos tiempo suficiente para bañarnos en el río pero curiosamente si a mi amiga no le gusta meterse al mar a mí no me gusta meterme al río. La cosa es que yo si fui con bañador y mi amiga no. Así que al final no tuvimos baño por falta de coordinación entre nosotras y mi amiga solo llegó a mojarse un poco los pies. Para ella fue un fallo porque quedó enamorada de las pozas del lugar, y es que el agua era increíblemente limpia y cristalina y la vegetación que lo rodeaba muy verde y limpia. De aquí cogimos el coche y fuimos colina arriba hasta las ruinas del antiguo Cafetal Buenavista, ruinas restauradas de lo que fue el primer cafetal de Cuba construido en 1801 por varios refugiados franceses de Haití. Lo primero que nos enseñó la guía fueron las vistas de Cuba, que desde allí arriba y con un día tan despejado mostraban hasta la costa y la sierra del rosario. La mejor vista de la provincia de artemisa. Y después de deleitarnos con la vista nos enseñó los resto arqueológicos que quedan del primer cafetal de Cuba. Descubrimos de mano de la guía el fruto del café, de forma que lo podíamos identificar en cualquier lugar de Cuba, así como la flor nacional de cuba: la mariposa, que es una flor blanca. El cafetal tiene varias terrazas donde se pueden ver los antiguos secaderos, los barracones donde vivían los esclavos, y arriba del todo un ejemplo de cómo se molía el café. Te permiten mover el aparato y la verdad es que pesaba bastante el girarlo así que era fácil imaginar lo que costaba a los esclavos crear el café. Después de disfrutar de las vistas que desde arriba del cafetal había (lo único bueno que tuvieron los pobres esclavos en el cafetal y los barracones), bajamos hasta un edificio con tejado de estilo francés (tejado de dos aguas con tejas redondas y rojas) que conserva la cocina original y que se ha convertido en un pequeño restaurante. Y tras visitar el cafetal cogimos de nuevo el coche para ir a otra zona de la comunidad a almorzar. El almuerzo en Cuba comienza a las doce del mediodía y al inicio del viaje eso de comer tan pronto nos costó un poco. En el lugar donde comimos, como en todos los demás sitios, había música en directo y después de obligarte a escucharlos mientras comes (quieras o no) te pasan el cestillo de mimbre pidiendo dinero y vendiéndote sus cds. En este lugar donde comimos nos dijo la guía que había estado tocando Polo Montañez, un conocido cantante de la zona, fallecido a los 37 años en un accidente, muy querido por los cubanos que se hizo bastante famoso después de ser descubierto por un empresario cuando estaba tocando en una comida (aunque nosotras no lo conocíamos de nada). Nos dijo la guía que quienes tocaron en nuestra comida eran de la banda de Polo Montañez pero aun así cuando pasaron el cestillo y los discos solo los turistas extranjeros les dieron algo y compraron cds. Aquí fue el mejor sitio donde comí de todo el viaje. Pusieron raciones para repartir (algo que pasó bastante durante el viaje) pero hubo bastante comida para que todos repitiéramos. La comida fue pollo, cerdo, moros y cristianos (arroz blanco con frijoles negros), plátano frito (que nos sabía a patatas fritas), y de postre natillas. Y a eso de la una de la tarde comenzamos el camino de regreso a La Habana. Una visita muy recomendada, nos gustó cada rincón que vimos de la comunidad, con ese verde tan espectacular, el azul del cielo, y las aguas cristalinas. No dudéis en incluirla si visitáis Cuba.
Visita: Noviembre 2019
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