Como de My Son llegamos a Hoi An a una hora más decente que la noche anterior (recordad que las nueve de la noche en vietnam ya no es una hora decente) pues pedimos que nos dejen en el hotel para cambiarnos (bueno, yo no, mi amiga) y salir a ver la noche de Hoi An sin lluvia y disfrutar del mayor atractivo de la ciudad; sus linternas. Lo primero que vemos es que, aunque hay tiendas y mercadillos de comida, la diferencia entre la otra noche y esta es la gente, hay un montón de gente por todos los sitios: las calles y el río. El primer paso es conseguir buscar la forma de subir a una de las barcas de remos que te llevan pro el río. Subimos bastante rápido porque fuimos con unos españoles y la portuguesa y ellos iban luego a ver un espectáculo estilo los parques temáticos que hay por todas las partes del mundo. A nosotros nos daba igual correr que no.
Nos dividimos en dos barcas y disfrutamos del paseo, bueno, lo de disfrutar es un decir, miramos el paisaje pero hay tanta gente en las barcas que casi estas pegado, mucho trafico pero eso no impide que encendamos la linterna de papel pidamos un deseo y la dejemos en el río para que flote (luego vas paseando por las riberas y te encuentras decenas de farolillos varados en la vegetación) y así cumplimos con el rito de vigor en este lugar irse de Hoi An sin haber lanzado una linterna al río sería como habernos ido de Shifen sin lanzar una linterna al cielo. La verdad es que encontramos una gran diferencia entre esta noche y la noche anterior, esta vez no teníamos que preocuparnos pro el trafico, lo que había era muchísima gente y nada de coches, cuando acompañamos a los compañeros españoles a regatear pro un taxi para ir a ver el espectáculo de música es cierto que mi amiga y yo comentamos que la noche anterior no habíamos visto tanto coche aparcado ni grupo de turistas. Tras el paseo en barca el resto se marchó como decía y nosotras paseamos por el casco antiguo y nos acercamos al mercado porque había más luz, estaba todo tan apagado que yo tropecé un par de veces.
Aquí hay tiendas de farolillos y con los charcos se crea una imagen postal de linternas iluminadas en dos lados. Puedes comprarte linternas y farolillos o pagar por hacerte fotografías o las dos cosas, y por el precio te vale la pena hacerte una fotografía. Los farolillos se introdujeron en Hoi An con la inmigración de los chinos y la integración comercial y cultural en vietnam y al final los farolillos se convirtieron en uno de los símbolos más representativos de Hoi An. Pero igual es porque es un auténtico punto de turismo, pero nos gustó muchísimo más Jiufen en Taiwan. Mi amiga dice que más original y es cierto que, aunque había mucha tienda y comercio no se puede comparar ni de lejos con lo que es Hoi An, solo lo salva el casco antiguo con sus casas en la noche. En el lado moderno está el mercado donde hay tanto souvenirs como comida así que nos cogemos unos pinchos de pulpo a la brasa y cerdo (hay pinchos de rana para los que les interese) y luego unos pinchos de fruta, y estamos más que cenadas por la cantidad que ponen. También pudimos ver ofrendas en una pagoda junto al mercado, y al regresar hacia el río disfrutamos de la vista de las luces de las linternas reflejada en el agua ya que curiosamente no había luces artifíciales iluminando el lugar mas allá del letrero de HoiAn.
Tras dar una vuelta tras tomarnos nuestros pinchos nos volvemos al hotel. Cuando llegamos al hotel en las escaleras de entrada (recordemos que no hay hotel sin escaleras en Vietnam) nos encontramos con una mesa tipo altar con comida y bebida expuestas como ofenda y recordamos que le guía dijo que hoy se celebrara el festival de la luna llena del mes (26 de noviembre de 2023), la noche que más grande está la luna y que hacen ofrendas a los antepasados, es difícil coincidir sin mirarlo pero así somos nosotras, y hasta llegar al hotel no nos acordábamos. eso explicaba porque había más gente y estaba todo tan cambiado con respecto a la noche anterior.
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