Ahu Akahanga
A continuación, fuimos a Ahu Akahanga, una vez llegamos el paisaje es espectacular, como casi toda la isla, pero como acabamos de llegar todavía no nos hemos acostumbrado a ese impactante color ver y azul que se disfruta en casi todos los rincones de la isla y que parece sacado de una postal paradisiaca. A la derecha de donde entramos y mirando al mar hay una pequeña cueva, llamada Ana Akahanga cuya entrada tiene como un muro de piedras, el guía nos comenta que era utilizada como refugio temporal, principalmente por pescadores, para guarecerse de la lluvia. En Akahanga o Aka Hanga se encuentran los restos de lo que fue una antigua aldea próxima a una pequeña bahía porque ya podemos ver los cimientos de piedra de varias casas-barco. Al principio y sin saber nada todo pueden parecer piedras, pero a medida que vas aprendiendo consigues distinguir las casas, los fogones, y ahus que son característicos de una aldea. Siguiendo el camino llegamos al Ahu Akahanga en sí. Esta gran plataforma, es bastante larga, no ha sido restaurada, pero en contra de lo que normalmente se ve aquí los moais no aparecen boca abajo, sino que aparecen derribados tanto boca arriba como boca abajo. Esto permite observar mejor sus rasgos faciales y características alrededor de ellos están los que es como se llaman los sombreros que tenían colocados sobre las cabezas los moais, en algunos de ellos se pueden ver todavía dibujos en la piedra. Luego nos acercamos a un pequeño moai que está de espaldas dentro de un círculo de piedras que se encuentra muy erosionado. Tras verlo salimos del reciento para dirigirnos a través de la costa hasta Rano Raraku.
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