Y por fin llegamos a Vietnam. Parece que el viaje está gafado desde el 2020, el año de la pandemia en el que teníamos previsto hacerlo, y siguiendo esa rutina de todas las largas colas de Inmigración cogimos la más lenta con diferencia: una hora entera haciendo cola hasta conseguir entrar al país. Cuando conseguimos pasar de inmigración nuestras maletas estaban ya fuera de la cinta y casi no salían nada de maletas del avión, hasta que las vimos estuvimos a punto de pensar que se habían perdido. Al parecer alguien las había sacado pensando que era suyas y luego al ver que no eran las dejo en el suelo. Nosotras estábamos más de 15 días en Vietnam, cuando cogimos los vuelos en abril era obligatorio el visado para más de 15 días de estancia, pero en agosto salió que el gobierno vietnamitita autorizaba a los españoles a estar 45 días en el país sin necesidad de visado. como tardamos tanto gracias a la interminable cola de inmigración la recogida que teníamos encargada no aparecía por ningún lado, afortunadamente en el aeropuerto hay wifi gratis y pudimos contactarlo para que viniera a recogernos.
Finalmente, después de no sabemos cuántas horas de viaje, transito, viaje, fila de inmigración, sufrimiento esperando las maletas pensando que estaban ya perdida, y esperando a que nos volvieran a venir a recoger, llegamos al hotel en Hanoi. Como todavía era muy pronto no nos daban la habitación y como teníamos muchas ganas de este viaje, en vez de hacer como el resto de viajeros con los que nos topamos, incluidos los españoles detrás nuestro en la cola de inmigración y que escuchamos programaban quedarse en la piscina del hotel hasta que le dieran la habitación, decidimos salir a ver la ciudad. Al final salimos del hotel a las 9 de la mañana y regresamos a recoger las maletas y entrar en la habitación a las 9 de la noche. Todos con los que nos toparon les pareció sorprendente, pero habíamos perdido casi dos días, había que sacar partido al viaje.
De nuestro hotel teníamos 25 minutos andando hasta el lago, y lo que es la zona más turística, pero en el camino ese tiempo nos permitía descubrir cómo sobrevivir a Vietnam, porque teníamos claro que dado el tráfico de Hanoi debíamos aprender a sobrevivir a él. Mi amiga fue la que más de adaptó porque en vez de esperar a que se pusieran los semáforos en verde ya se lanzaba a cruzarlos en rojos. En Hanoi los pasos de cebra y los semáforos son solo una sugerencia, si esperas que te vayan a parar ya puedes pegarte años esperando. lo que tienes que hacer es mirar el tráfico y decidir cuándo pasar, cruzar a paso continuo sin pararte ni correr, van lo suficientemente lento como para parar o desviarse y no pasa nada. Aunque paran al ras tuyo, y la verdad es que para tanto caos pocos accidentes vimos. Si vimos alguno en el resto del viaje por carretera y si muchas ambulancias que no tienen por donde pasar, pero por la ciudad nada. Y la verdad es que incluso cuando piensas que no te vas a acostumbrar y que no vas a poder cruzar siempre encuentras un momento para lanzarte a la carretera, aunque realmente caminas pro la carretera porque en Hanoi las aceras solo existen para las tiendas y de aparcamiento de motos, así que hay que andar por la carretera, aunque eso ya lo habíamos vivido en Taiwán, tampoco era algo nuevo.
Al poco de empezar a caminar pasamos por el Mercado cubierto de Dong Xuan, ya en el Old Quarter, es el más grande de Hanoi y construido por los franceses en 1889. Los puestos aquí venden de todo, excepto alimentos y es un completo caos, y por supuesto hay que regatear. Esto es una de las cosas que peor llevamos porque ni mi amiga ni yo sabemos regatear, yo pregunto precio si me cuadra bien sino me cuadra me voy, pero en este viaje nos pasaba que nos íbamos y nos empezaban a rebajar el precio, así que no teníamos que sufrir mucho con el regateo. En cualquier caso, como las compras nos van poco, pasamos de largo y solo nos detenemos para ver la escultura junto al mercado, y no somos capaces de entender nada de a qué es esa escultura. Seguimos andando por la carretera mientras empiezan a molestarnos los ciclos push, ya hemos entrado en el barrio antiguo y los ciclos push buscan turistas como nosotros para venderles un paseo, pero nosotras tenemos otros planes. Queremos llegar al templo Bach Ma y casi se nos pasa, pero está identificado por la bandera de colores.
El templo de Bach Ma es parte de los cuatro templos que protegen la ciudad los espíritus maliciosos. Una vez que entras al templo por sus viejas puertas de madera hay un amplio patio antes de llegar al interior del templo que está muy decorado, está tan lleno de cosas que se nos puede pasar los detalles. A la derecha se puede ver un palanquín funerario, y en el centro la estatua del legendario caballo blanco que habría guiado al emperador al sitio propicio para la construcción de la ciudadela. Alrededor del caballo hay otras figuras, ofrendas, lámparas. Lo más llamativo es el caballo blanco. El templo es pequeño así que en seguida estamos fuera de camino a la casa colonial Ma May. De camino a la casa nos encontramos con otro templo con muchas lámparas en el patio de forma redondeada con imágenes en las mismas. Dentro del templo lo más resaltable es su artesanado de madera, con gran detalle donde se nota la antigüedad de los mimos. Al salir en el patio hay textos explicativos al respecto. Aunque solo eran los techos nos ha gustado más que el otro templo.
Seguimos caminando descubriendo la vida en moto de los habitantes de Hanoi hasta una antigua casa dentro del área, que según leímos, es el área de las 36 calles, que ahora son muchas más pero antes eran 36 calles de diferentes artesanos (herreros, pescadores, carpinteros, etc). La casa se construyó a fines del siglo XIX, momento en que la calle Ma May era una calle comercial y por ello la casa se dedicó al comercio. La casa fue habitada por varias generaciones de comerciantes: tendero, funcionario, sastre, etc. El edificio ha sido reformado y reconvertido a su estado original. En su estado original la casa consta de un patio interior y un piso superior. En la planta baja esta la entrada con una salita con una mesa, sillas y armario de mármol, un patio abierto, y luego la parte de atrás otra sala con el horno de la cocina. Subiendo las escaleras llegamos al piso superior, primero hay una sala con un altar dedicado a los dioses protectores del hogar, y una sala con una gran cama y objetos que reflejan el Jing y el jang. Después hay una pequeña terraza donde asomarse al patio abierto y un camino hasta otra sala. Desde arriba se pueden ver las tejas típicas vietnamitas, muy curiosas. Mientras estábamos en la casa una pareja iba con un guía en español, durante todo nuestro viaje solo hubo un lugar donde no escuchamos español, el país estaba plagado de españoles, aunque según uno de los guías noviembre no era un mes de muchos españoles ya que en agosto hay lugares de Vietnam con más españoles que vietnamitas. Al parecer diciembre es el mes donde no hay apenas turismo español.
Cuando terminamos de ver la casa continuamos el camino hasta el lago Hoan Kieam. Se encuentra en el Old Quarter y tiene una gran extensión, así como una divertida rotonda que, siendo nuestro primer día en Hanoi y sin haber dormido apenas en los vuelos, decidimos sortear y cruzar a lo seguro, si es que existe alguna forma de cruzar así en Hanoi. El lago se llama el Lago de la Espada Recuperada y proviene de una leyenda: En el siglo XV los dioses enviaron una espada al rey de Vietnam para defenderse de los chinos y, una vez cumplida la misión, una tortuga dorada gigante recuperó el arma y se sumergió en las profundidades del lago. En un extremo del lago un puente rojo conecta con una pequeña isla donde se ubica el Templo de la Montaña de Jade. La entrada es menos de un euro, pero es un templo con apenas nada de interés, al inicio del viaje quería cruzar el puente, no tanto por ver el templo al otro lado sino porque ese puente fue la primera imagen de Vietnam que tuve, en una serie coreana hace ya muchísimos años (ni había Instagram en ese entonces). Pero la verdad es que el cansancio ya nos hacía mella y como el día estaba muy gris preferimos descansar y comer algo un rato junto al lago.
No aguantamos mucho porque no sabemos eso de estarnos quietas mucho rato comiendo, así que revisamos donde estaba el teatro de marionetas de agua, cerca del lago había visto que hay dos, reservamos la entrada con un tour gastronómico (raro en nosotras, pero en todos los sitios dicen que es lo que hay que ver en Hanoi) y fue todo un acierto. Los días que volvimos a Hanoi coincidimos con otros españoles en el tour que en Hanoi intentaron coger los tickets en el día y estaban todas las entradas vendidas hasta las nueve de la noche. O bien lo reservas por internet o los compras a primera hora en taquilla porque se agotan enseguida. Por sus gustos igual les daba igual no verlas, pero por nuestros gustos nos hubiera dado mucha pena no haberlas visto y hubiéramos cogido las de las 9 de la noche que en Vietnam es como decir las 11 de la noche. Pero siguiendo con nuestro día nos dirigimos hacia la calle donde estaba una de las agencias donde ese mismo día habíamos cogido el tour, como íbamos con tiempo de sobra pasamos de largo y giramos a la izquierda para encontrarnos con la famosa calle del tren siendo cortada por la policía. Decenas de turistas se apelotonaban al lado de cada barrera y decidimos esperar con ellos suponiendo que esa expectación era porque iba a pasar el tren. Justamente al poco rato oímos la bocina del tren a lo lejos y una mujer embadurno con un pincel la barra con algo pringoso que alejaba a cualquier de la idea de apoyarse en la barra. Con esa táctica se aseguraban que ningún turista se apoyará y sacará alguna parte de su cuerpo fuera y sucediera algún accidente. El tren llegó, pasó y en cuanto termino de pasar se abrieron las barreras dejando pasar a un sinfín de motocicletas. Eso era un auténtico caos que, para ellos en cambio, era lo ordenado y normal.
Tras ver pasar el tren volvimos hacia la agencia donde teníamos un tour por Hanoi, ahí nos ofrecieron alquilar traje vietnamita para el tour por 7 euros y aunque no tuvieron talla para mi amiga sí que había para mí, así que me alquile el traje. Luego el sombrero vietnamita estaba incluido con el tour por lo que salimos a recorrer Hanoi con guía. Había dos tipos de tours, en moto y en coche, pero el de coche era recomendado según el peso y bueno, nos tocó hacerlo en coche. Nos dejamos el puente Long Bien por falta de tiempo ya que habíamos reservado las entradas de las marionetas a las 4.30 de la tarde (de haberlo sabido hubiéramos reservado más tarde pero el problema es que en coche se avanza mucho más lento que en moto), pero fue un buen tour, muy recomendable para ver Hanoi de una forma diferente. Comenzamos el tour yendo a la catedral de San José, es una catedral católica de estilo neogótico y con inspiración en la catedral de Notre Dame de París, pero hay que recordar que Vietnam fue colonia francesa y se nota en varios de sus edificios ese colonialismo. Aunque en internet pone que por la tarde está abierta para la visita cuando fuimos estaba cerrada pero como le dijimos a la guía no nos importaba mucho, hemos visto bastantes iglesias y nos apetecía ver más rincones de Hanoi. Después de la catedral nos llevaron a la calle del tren, pero a un extremo donde no hay barreras y se puede entrar y pasear por las vías decidiendo en qué cafetería parar a tomarte algo.
Este lugar se hizo famoso por Instagram y lugar típico que visitar, aunque solo sea ver una estrecha calle ocupada por vías de tren, por las que éste circula a escasos centímetros de los edificios que la delimitan. Dada su fama se han abierto varios cafés y restaurantes para que los turistas consuman mientras esperan ver pasar el tren a su lado o simplemente disfrutan del curioso lugar. Tras el postureo típico de Instagram marchamos hacia la Pagoda de Tran Quoc, junto al lago Truc Bach, que tiene vistas de la ciudad. Dentro del templo hay plantado un árbol Bodhi que regaló la India que, según cuenta la leyenda, este árbol es descendiente del árbol dónde cuentan que Buda llegó a la iluminación, tal y como nos comentó la guía mi amiga dio vuelta al árbol rezando pidiendo un deseo. De ahí fuimos al complejo del Mausoleo de Ho Chi Minh, de camino hacia allí vemos la casa presidencial de color amarillo, nos comenta la guía que los antiguos edificios imperiales están pintados de amarillo. El complejo alberga el Palacio Presidencial, un museo, una pagoda y el Mausoleo: un gran edificio de mármol en cuyo interior se conserva y exhibe el cuerpo embalsamado de Ho Chi Minh. El acceso a todo el recinto es gratuito, pero debes pasar controles policiales, como por la tarde la visita a al mausoleo está cerrada y los controles son más relajados y la fila es corta. Este lugar lo íbamos a visitar en el siguiente día en Hanoi así que no quería gastar mucho tiempo, pero nuestra guía era una loca de las fotografías y estuvimos bastante tiempo, pero al final fue un acierto porque al día siguiente que visitamos el lugar estaba lleno de grupos turísticos vietnamitas y era un agobio moverse, incluso la cola de entrada fue horrible. En la zona del mausoleo se encuentra también la pagoda del Pilar único. La que existe es una reconstrucción de la original que se construyó por el regalo de tener un hijo, en lo alto de la pagoda si subes las escaleras puedes ver una figura de Buda mujer con muchos brazos y, en teoría (nosotras no lo vimos) ojos en las manos. En vietnam tienen un budismo mezcla con hinduismo, así que tienen budas con varios brazos como los dioses hindús, y también tienes la dama buda.
De aquí marchamos hacia el final de la Calle de las Esteras en el Old Quarter de Hanoi para ver la última puerta y los restos de la muralla original de la Ciudadela de Hanoi que se conservan y que daban acceso, en la época medieval, a la antigua Ciudad Imperial de Hanoi. La puerta tiene grandes símbolos chinos, es cuando Vietnam estaba en manos de los chinos. Al parecer Vietnam ha ido pasando de manos en manos, y no les dejaban tener autonomía. Aún a día de hoy se nota la tensión con sus vecinos chinos. En la visita de la ciudadela tuvimos que acortarla y dirigirnos corriendo al teatro de las marionetas de agua para ver este espectáculo típico de Hanoi que, según mi opinión, vale la pena verlo y no perderse algo que no vas a descubrir en otros lugares del mundo. Este teatro de marionetas en el agua es tradicional de la zona Norte de Vietnam y por tanto Hanoi es el mejor lugar para encontrarlas. El escenario es grande y está inundado de agua. En los laterales y elevado sobre el escenario nos encontramos con músicos, cantantes y oradores que cantan y ponen diálogos a las escenas que se ven en el escenario. Aquí se pueden ver los instrumentos tradicionales vietnamitas, escuchar canciones tradicionales, y aunque uno no se entera de nada cuando hablan en vietnamita se entiende que son cuentos de la vida diaria de hace años en Vietnam. Es un espectáculo de cerca de una hora muy entretenido, aunque hace mucho frio dentro del teatro. Pese a ello mi amiga se durmió un rato, estaba demasiado cansada de un día de viaje sin apenas dormir, en mi caso yo estaba muy interesada en ver las marionetas e intentar descubrir qué historia contaban. Al final de la función salen los titiriteros, con el agua hasta la cintura y uno se pregunta cómo pueden haber movido esas marionetas.
Una vez salimos de la función nos espera nuestro guía del tour gastronómico por el Old Quarter (Barrio Antiguo), el barrio es un laberinto de calles estrechas repletas de hoteles, tiendas tradicionales y modernas, restaurantes, puestos de comida, agencias de viaje y cafeterías por las que cruzan miles de personas, motos, bicicletas y vendedores ambulantes. Así que si queremos experimentar la famosa gastronomía que todos recomienda mejor hacerlo con un guía. Primero dejamos el traje típico (Ao Dao) y marchamos a probar la comida vietnamita callejera, aunque la realidad es que probamos más bien poco (al menos yo) porque no me gustan las mezclas, las salsas y también me daba mucho asco los lugares donde lo cocinaba. Y es que el streetfood tiene otro nivel en este país ya hay tantos puestos de comida en la calle que resulta difícil distinguir donde termina uno y empieza otro, sirviendo comida durante todo el día, a precios más que económicos (aunque viendo cómo se cocina y conservan los alimentos). Al inicio del tour aun probamos el Pho y un bocadillo que se hacía en un carrito y que tenía una larga fila de gente esperando ser servida. Pero lo que me fue imposible fueron unos rollos de pollo con pasta de arroz que hacían en unas ollas oxidadas y que echaba la mujer cogiéndolo de un cubo, y el postre. El postre primero a uno le salió un bicho cuando fue a tomarlo, al segundo le salió un pelo, así que ni lo probamos por no tentar a la suerte del tercero. Si que probamos el café con huevo, típico de Hanoi. No sabía mal, pero preferimos el café de coco, que también lo probamos. Después de esto el guía nos ayudó a coger un taxi para llegar al hotel y caer muertas en la cama.
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