Croacia vale la pena. Es uno de esos sitios que uno nunca se arrepiente de visitar, sino que lamenta no haberlo visitado antes, pero uno de los lugares más visitados (por sus vuelos directos desde España) es Dubrovnik. Lo primero que sorprende es el aeropuerto, tan pequeño para tantos vuelos turísticos que tiene, luego el camino hasta el hotel se hace largo pues la ciudad es más grande que la zona antigua y toda la costa está llena de hoteles aunque en bus es fácil desplazarse. El bus numero 4 hace paradas en varios de los hoteles a lo largo de la costa y lleva hasta la puerta de la ciudad antigua de dubrovnik, los billetes se pueden comprar en el autobús al conductor o en los hoteles 2 kunas (la moneda de ahí) más barato.
Una curiosidad es que los autobuses de ahí llevan Libertas porque es el lema de la ciudad dado que en su historia lucho por su independencia y libertad frente a los romanos y los venecianos que intentaban conquistarla. Al bajar del bus se encuentra la ciudad antigua de Dubrovnik rodeada de una muralla bien conservada junto a una fortaleza cuyo mayor atractivo es la vista del mar, con los barcos y los cañones, es fácil pensar (tan solitaria y desnuda que esta) en tiempos de guerra pasados. La entrada a la muralla presenta a San Blas, San Blas aparecerá por todos los lugares, dicen que solo hay doce estatuas de él en la ciudad pero yo juraría que hay mas, se le identifica porque lleva en sus manos una maqueta de la ciudad. Y es que para los que no se orienten muy bien con el tema de la antigua Yugoslavia los croatas son mayoritariamente católicos.
Curiosamente el día que llegue a Dubrovnik era martes y en la puerta de entrada a la ciudad había dos guardias vestidos de época a los que luego vimos pasear con las picas siendo precedidos por otro tocando un tambor, dijeron que eran los guardias de la ciudad pero al día siguiente que lo pase también en Dubrovnik no los vi por ningún lado así que supongo que ese martes era un día especial, pero todavía no he averiguado porque. Una vez dentro de la ciudad toda son suelos de piedra blanca y edificios antiguos, dentro de un monasterio nada más entrar a la ciudad está la botica más antigua donde se puede ver la marca de un disparo contra el edificio durante la guerra de los Balcanes.
La ciudad tiene una calle principal ancha y otras adyacentes estrechas, empinadas en el lado de la montaña, con mucho encanto, aunque la calle principal de noche impone mas con los edificios iluminados y medio vacía, porque los croatas cenan al estilo europeo, y aunque hay bares por donde salen a tomar algo por la noche en la ciudad éramos pocos paseando y casi todos hablando español. Había muchos españoles, español y francés fue lo que oía bastante, normalmente los españoles alquilan un coche para recorrer Croacia, que ahora está muy de moda, pero también hay tours, y aunque era septiembre durante el día ver la ciudad era observar cientos de personas a tu alrededor, y cientos de cabezas desde lo alto de la muralla. Por eso el contraste a por la noche era mayor.
Sin duda las calles estrechas tenían encanto para perderse, pero la calle central que recorre todos los lugares de interés de la ciudad sin tanta gente es también como viajar en el tiempo. Aunque otro de los encantos de la ciudad no solo es pasear por las calles de noche recorrer las murallas es algo que no debe perderse. Cuesta subir las escaleras pero luego el camino no es difícil, al menos si lo comparamos con la muralla china, pero si te gusta admirar el paisaje y hacer fotos echa más de una hora para recorrer entera la muralla. Desde arriba se ve el mar, la gente bajándose, los barcos, los edificios, los patios, los tejados, y con el buen tiempo que nos hizo los colores de la ciudad reflejan todo como una postal. La verdad es que en lugares como estos, que todo es tan bonito, paisaje e historia en monumentos hay que hacer caso al dicho de que una imagen vale más que mil palabras, o varias imágenes también, dado que es difícil elegir.
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