Desde el centro de visitantes, da comienzo el parque natural de Jostedalbreen, aquí paramos a comer y nosotras que llevamos el bocadillo preparado empezamos la ascensión para llegar hasta la lengua del glaciar. Para quien tenga problemas andando, pagando hay coches que te llevan hasta prácticamente la base, en nuestro caso, y tras haber pasado el Preikestolen, la subida hasta el glaciar no es nada. Por el camino nos mojamos con las cascadas de agua azul y blanca, increíblemente limpia, y quedamos fascinadas por la belleza del entorno: las innumerables cascadas, el río, las montañas que nos rodean, la nieve y el hielo de los glaciares de blanco y azul glaciar brillando por la luz del sol, etc…
De camino a la base del glaciar hay un merendero con las casitas típicas de madera con techo cubierto de hierba, así que paramos y nos resguardamos bajo una de ellas (no llueve pero hemos descubierto que no te puedes fiar de las nubes) y comemos nuestros bocadillos con vistas al río y el glaciar en lo alto de la montaña, iluminado por los rayos del sol. Tras terminar de comer continuamos nuestro camino, en ello vamos viendo los ríos, las cabras, y el glaciar al fondo, cada vez más cerca. Aquí empezamos a leer los carteles que avisan hasta donde llegaba el glaciar en determinado año, y de puede ver perfectamente como en los últimos veinte años ha menguado muchísimo. Finalmente llegamos a la base del glaciar, donde hay un lago creado por los trozos de hielo que caen del glaciar y las fuertes corrientes que genera el río que nos ha acompañado durante todo el camino.
Hay unas cadenas que marcan la zona por donde no se puede pasar, pero vimos que no todo el mundo hace caso y sobrepasa la zona de cadenas, lo que es un peligro si se cae un trozo de hielo. El glaciar es impresionante, el hielo es azul, como consecuencia de que es el único color del sol que deja que lo traspase y que da nombre a su propio color: azul glaciar, y el río que se genera a continuación toma esta tonalidad. Mientras estábamos ahí han comenzado unos pequeños desprendimientos de hielo en la parte alta del glaciar, acompañados de un atronador sonido, y he visto como caían enormes trozos de hielo. Se ve muy bien como el glaciar va desapareciendo cada vez más rápido. Como no hay mucho más que hacer tras contemplar el glaciar retomamos el camino de regreso y mis amigas meten las manos en el río generado por el glaciar para comprobar lo gélida que está el agua (en mi caso con la de Groenlandia, como comprobación me basta).
Una vez nos juntamos todo el grupo nos dirigimos hacia el campo donde tomaremos el helicóptero para sobrevolar el lago y el parque nacional. Este helicóptero es más ancho que los he montado y caben cuatro personas en cada línea, a mí me toca en medio y al lado del piloto por lo que aunque veo todo no tengo buen angulo para las fotografías. El piloto es sueco y es muy soso, el vuelo en helicóptero nos resulta a las tres de lo más soso, nada de adrenalina, ni siquiera con el pequeño caballito que hace a la vuelta.
Al menos las vistas si compensan el vuelo en helicóptero. Pasamos por el lago y vamos subiendo para estar paralelos a las montañas que muestran el glaciar Jostedal en su esplendor. El Jostedalsbreen tiene muchos brazos accesorios como el Nigardsbreen y Tunsbergdalsbreen, en Jostedal; el Briksdalsbreen, en Olden; el Bøyabreen, en Fjærland; el Kjenndalsbreen, en Loen; y el Austerdalsbreen. Desde el helicoptero vemos varios de estos brazos y no solo el Briksdal y cómo caen las lenguas de hielo a los largo de la montaña hasta el lago, y cómo brillan de blanco y azul la parte superior de los glaciares (que vistos desde abajo no se ven igual).
Comentarios
Publicar un comentario
.