Si algún tiene alguna duda sobre hacer un crucero por el fiordos, tal vez este sea el recorrido que le quite todas las dudas. Nosotros cogimos un ferry con explicaciones en español e inglés que nos llevó a través del fiordo de Geiranger. Un crucero por este fiordo proporciona una forma espectacular de disfrutar de este paisaje rodeado por altas montañas, cuyas laderas están salpicadas de granjas abandonadas y cascadas que está incluido en la lista de la UNESCO. No soy muy amiga de los cruceros pero hay que reconocer que un viaje por los fiordos tiene que ser espectacular. Aunque yo me aburriría de ver montañas y cascadas, y más cascadas, y otra cascada, es cierto que Noruega, aparte de fiordos, tiene más paisajes; bonitos y diferentes.
Lo que es indudable es que Noruega tiene mucha agua, con tanta cascada y glaciar era casi seguro, pero nunca había visto tanta cascada. No es de extrañar que el guía comente con tanta seguridad que cuando se acabe el negocio del petróleo el próximo negocio de los noruegos va a ser el agua (porque tienen para dar y regalar – o cobrar si se ponen en plan comercial-). Pero volviendo al fiordo que nos ocupa, como decía cogimos el ferry de Hellesylt, donde acaba una de las cascadas europea que dan directamente al mar (como la cascada de Ézaro en Galicia), y fuimos hasta Geiranger. El clima aunque nublado fue bueno y se podía estar en cubierta durante todo el trayecto para ver mejor el paisaje. Al principio hay bastantes pequeñas granjas abandonadas en las laderas de las montañas, aunque tan aisladas que es normal que hoy en día estén abandonadas.
Y durante prácticamente todo el recorrido hubo cascadas y altas montañas. Las más famosas son la del velo de novia, la de las siete hermanas y el pretendiente. La cascada de las siete hermanas nos pilló en un momento de poco agua y solo pudimos ver cinco hermanas, por las otras dos cascadas no caía agua. En frente de las cinco hermanas activas, donde la altitud de caída del agua es impresionante, está otra cascada con mucha más cantidad de agua, pero cuya caída no es tan vertical sino que sigue más las curvas de la montaña y como está enfrente de las siete hermanas la llaman el pretendiente. Las explicaciones en español del ferry decían que al ser rechazado se había dado a la botella pero aunque lo intenté no conseguí distinguir qué formación es la que tenía forma de botella junto o dentro de la cascada. Tras estas dos famosas cascadas el viaje continua entre altas montañas, con vista de los picos nevados al fondo, ya empezamos a ver valles con casitas, y puntos blanco que se mueven entre el verde de la montaña que gracias al zoom de la cámara podemos confirmar que son ovejas. Finalmente llegamos al pueblo de Geiranger, donde desembarcamos.
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