Ir al contenido principal

Diario 2016: Noruega - Preikestolen - dia 2

El guía visó al grupo de que la subida al Preikestolen no es para que la haga cualquiera, antiguas lesiones, no hacer ejercicio diario, etc, pueden pasar factura porque tiene picos de subida intensos y las piedras, aunque están bien colocadas, es fácil poner mal un pie y acabar mal, no todo el mundo le escuchó lo que teniendo en cuenta el día era una mala decisión. Para todo el día pronosticaban lluvias y ciertamente llovió con ganas. Conociéndonos ni mis amigas ni yo somos de cruceros, así que elegimos subir el Preikestolen. Salimos de Stavanger en ferry para cruzar el fiordo al otro lado de la costa, donde nos dirigimos a la base del Preikestolen. 

 
 
 

El trayecto en ferry fue corto pero con bonitas vistas. La subida debería costar una hora aunque a mí me costó dos horas, aunque el guía nos dio cinco horas (y avisó que no corriéramos, que el autobús no se iba sin nadie). Me costó mucho más de lo habitual porque aun con niebla y lluvia fui disfrutando del paisaje y haciendo muchas fotografías. Con tanta gente subiendo es muy difícil perderse, pero el camino está marcado con una "T" de color rojo. Al final, las vistas del Prestekolen son impresionantes, pero disfrutar del camino también cuenta. Y mucho.

 
 

Tuvimos mucha suerte porque cuando llegamos arriba del todo se veía todo el fiordo, los cruceros que iban por él, las montañas, los valles y las casitas. La altura y el corte de la roca del Preikestolen (llamado el púlpito por su forma) es impresionante (la subida vale la pena), aunque la gente no tiene ningún cuidado y se pone a saltar en la misma orilla, aunque la caída es tremenda. Tras las fotografías de rigor nos sentamos a comer disfrutando de las vistas pero los nubarrones que nos habían estado planeando decidieron empezar a descargar, así que terminamos de comer y comenzamos la bajada. 

 
 

Toda la hora de bajada la pasamos bajo la lluvia, me recordó al camino de Santiago o a la bajada del Waynapichu en Perú, donde también nos pasó lo mismo, fue llegar arriba, ver las vistas y ponerse a llover. El guía nos había avisado el día anterior que daban lluvias y que los que fuéramos al Preikestolen lleváramos una muda de ropa para cambiarnos. Así que aunque llegamos a la base empapados de agua nos pudimos cambiar y poner ropa seca en los baños que había ahí. Los que hicieron el crucero vinieron contentos de ver cascadas y dar de beber a cabras. Yo me quedo con la subida frente a las cabras.

 
 

Comentarios

Entradas populares de este blog