Después de comer en Ortigia partimos hacia Noto. Esta es una población muy pequeñita y para ver lo importante solo hay que pasear por la calle principal y otra vía más. Paramos en un parque y tras pasar los tenderetes de venta ambulante llegamos a la puerta de la ciudad. Puerta que daría comienzo a una calle repleta de edificios barrocos. Si en Sicilia hasta ahora habíamos encontrado una gran variedad de estilos en Noto lo que hay es barroco por todas partes, es como viajar a una ciudad construida en la época barroca, esto es debido al terremoto que ocurrió en el lugar en mil seiscientos y algo por el cual, tras el desastre ocasionado, los nobles decidieron construirla al estilo de la época, puro barroco.
Por dentro ninguna de las iglesias valían la pena, mucho menos la catedral, donde se nota que el barroco interior no estaba tan logrado. El palacio no estaba abierto, así que no puedo decir si por dentro vale más la pena que por fuera. El punto más importante entre tanto barroco son los balcones de una casa perteneciente a un mercader. La casa se encuentra en una vía que da a la calle principal, una vez pasada la catedral. Esos balcones están detalladamente esculpidos, en uno unos leones, en otros querubines, en otros hombres de diferentes raza y movimientos, y así una esplendida variedad.
Lo más recomendable por mi parte es fijarse en el arte escultórico de esos balcones. Por ese mismo motivo en seguida terminé de ver la ciudad (que como digo no tiene gran cosa y es más bien de visita de media hora) y me tocó esperar a que fuera la hora establecida por el guía para subir al autobús (momento que aproveché para tomar un granita. Se trata de un granizado un poco más espeso del habitual, que se come con cuchara y que se vende en una gran variedad de sabores, para así combatir el calor).
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