Budapest es una ciudad que me sorprendió porque me gusto muchísimo. Me gusto más que Praga a la que todos alaban, aunque no se pueden comparar porque son estilos diferentes. No tenía pensado pasar los tres días en la capital de Hungría, sino que quería moverme por el país y ver algunos pueblos del Danubio, pero el tiempo, aunque no era malo, no me alentaba a irme muy lejos. Aun así gaste todos los días viendo la ciudad, a pie, en tranvía, en metro, en barco...Afortunadamente en la capital la gente habla inglés con bastante fluidez, porque fuera de la capital entenderse en húngaro es bastante difícil.
Budapest conserva el recuerdo de la época del Imperio Austro-húngaro y sus monumentos son grandiosos. El primer día recorrí la zona de la plaza de las siete tribus y su parque, con edificios con estilos de todas las épocas de Hungría, el Palacio Real, el Bastión de los pescadores, el Puente de las Cadenas, la zona del Castillo de Buda, etc. Pero lo que me enamoró de Budapest fue su noche. De noche todos los rincones estaban iluminados y se me hacían muchas más bonitos todos sus monumentos. El interior del mismo y su aspecto nocturno eran preciosos. El puente de las cadenas, el palacio real, y otros tantos edificios de noche tenían mas encanto con sus luces que de día. Afortunadamente a las cuatro de la tarde ya era de noche.
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