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Diario 2015: Mexico - Campeche - dia 11

Llegamos a Campeche de noche. El autobús nos paró cerca del baluarte de Santiago y el guía se ofreció a guiarnos en un paseo a pie hasta el hotel, así que bajamos para caminar aprovechando el tiempo cálido, que según nos dijeron, es habitual por esta ciudad. Pero hoy era el día de ir corriendo más que de pasear, y si en Palenque parecíamos los del anuncio de turistas corriendo de un lado a otro, aquí éramos una réplica exacta pero de noche. Para compensar, y pese a que empezó a llover, en cuanto llegamos al hotel salimos a dar un tranquilo paseo por la ciudad, que fue la que más me gustó de todo México. Campeche es una hermosa ciudad amurallada, de clima cálido y cuidada zona histórica, de la que se puede disfrutar tanto de día como de noche, aunque de noche las calles del casco histórico tienen un sabor especial, por lo que no hay que perderse la noche por la zona histórica. En nuestro paseo nocturno con guía entramos por un hueco de la muralla hasta llegar a la Puerta de Tierra. En el Baluarte de San Francisco, construido para proteger la Puerta de la Tierra, se exhibe una exposición de museografía pirata, donde vimos réplicas de cofres, arcos a escala, así como unas figuras representando a unos piratas y esqueletos en un rincón de la escalera, además de un salón con cañones y muebles de la época. Resulta que antiguamente Campeche era un puerto estratégico para el intercambio comercial entre la Nueva España y el Nuevo Mundo, por lo que continuamente era asediada por piratas. Dada la historia que tiene con los piratas, no es de extrañar la decoración de la puerta. 


 
 
 

De aquí fuimos caminando por las calles, que de noche eran peatonales. Las calles estaban llenas de mesas de los restaurantes y lugares donde sentarse a disfrutar de un chocolate. Las casas eran de estilo completamente colonial, de colores vivos y variados; verde, azul, amarillo, etc., con lámparas de estilo de gas para la iluminación, y grandes ventanales de rejas. También había unas cuantas esculturas representando a personas del pueblo de Campeche y que se usaban para cortar el paso del tráfico. Paseando (o corriendo) llegamos a la plaza principal, rodeada de edificios con pórticos, y con un gran quiosco desde donde se estaba emitiendo un espectáculo de luz y sonido sobre la historia de Campeche. Como el autobús nos estaba esperando en el hotel y comenzaba a llover, no nos quedamos a terminar de ver el espectáculo, sino que continuamos hasta salir por la Puerta de Mar hasta nuestro hotel, que se encontraba frente al paseo marítimo- malecón, y más concretamente frente al cartel de la ciudad de Campeche. Lógicamente la Puerta de Mar ya no da directamente al mar. Tras dejar el equipaje salimos para disfrutar de esta bonita ciudad de noche. Nos acercamos a la puerta de Mar y la muralla, para así entrar a la zona antigua de la ciudad. Al otro lado de la muralla una figura de bronce apoyada sobre la muralla representaba a uno de tantos comerciantes en la época colonial. Desde aquí apenas hay unos pasos hasta la plaza principal, donde ya había terminado el espectáculo. Pero la plaza, además del quiosco, también tiene mucha vegetación, que siendo finales de noviembre estaba completamente decorada al estilo navideño (renos, duendes, etc). 

 
 
 

La plaza principal está rodeada de edificios como la aduana, la audiencia, el astillero, palacios con pórticos y también se puede encontrar la catedral, que me resultó mucho más bonita iluminada de noche que de día (aquí la iluminación era perfecta para la ciudad, no como en México D.F.). Mientras recorríamos la plaza admirando los edificios, cada cierto tiempo escuchábamos música, así descubrimos que en un lateral, junto a la biblioteca de la ciudad, había una fuente con luces de colores y música. A su alrededor la imagen de dos niños coloniales jugando. Toda la ciudad estaba llena de figuras representando al pueblo. Las casas coloridas y cuidadas, los suelos empedrados, las murallas, y las palmeras, daban al lugar el aspecto de haberse quedado tal cual como era cuando los piratas intentaban atacarla. Como la lluvia se intensificó regresamos al hotel, pero al llegar paró de llover, así que decidimos arriesgarnos y cruzar la avenida de seis carriles (no encontramos ningún paso de cebra o semáforo para ello). 

 
 
 

De esta forma llegamos al malecón, con una cañón cada pocos pasos, y la vista de los edificios iluminados al fondo, porque a dos pasos más allá del muro donde estaba el cañón solo había oscuridad; no se podía ver donde acaba el mar y donde el cielo. Cruzamos para acercarnos y hacernos la foto con el cartel de la ciudad, pero para no pisar el césped (aunque no había nadie por ahí más que coches pasando a toda velocidad) preferimos quedarnos en un caminito de tierra desde donde podíamos hacernos la fotografía con el cartel entero. En esto estábamos cuando de repente una furgoneta se para al lado nuestro y se bajan dos hombres. Luego nos echamos a reír porque resulta que los de la furgoneta habían decidido imitarnos y se bajaron para hacer fotografías con el cartel, solo que de más cerca (pisando el césped), por cierto, antes de terminar de hacernos las fotos y que los otros terminaran otro coche aparcó detrás y se bajó también. Al final pusimos de moda el hacerse fotos con el cartel de Campeche. Cruzamos y regresamos al hotel hasta el día siguiente en que descubriríamos a pie la ciudad de Campeche de día. 

 
 
 


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