Tras avanzar varias de las impresiones de nuestra estancia en La Habana, vamos con el primer día en La Habana. Aquí teníamos un tour con guía que entraba como parte del circuito y ya la guía nos dejó bien claro la cosa de las propinas. Para no gustarles Estados Unidos casi parecen ser como ellos, solo trabajan por las propinas y pasan de ti o piensan que te tratan mal si no les das propina (digo piensan porque una vez me hicieron un favor, pero ya hablare de eso cuando toque). Como decía, aunque circuito íbamos nosotras dos solas con la guía, como si fuera un tour privado por la Habana Vieja. A mi amiga le gusta que le expliquen la historia de las cosas, no solo verlas, y leerlas puede hacerlo en casa pero no es lo mismo si estás enfrente del lugar, en eso es una ventaja ir con guía frente a ir solo.
Comenzamos acercándonos a pie al Capitolio que estaba a cinco minutos andando de nuestro hotel. El Capitolio resalta entre el resto de los edificios. Cuando cogimos el viaje a Cuba no lo sabíamos pero en noviembre de este año la ciudad de La Habana cumplía 500 años y estaban preparándolo todo para celebrarlo, la ventaja de viajar cuando los 500 años es que lo estaban dejando todo bonito, el capitolio solo tenía un par de andamios pequeños en la parte trasera, y el jardín que lo rodea prácticamente terminado, estaban justo ese día asfaltando con alquitrán la carretera entre el Capitolio y el Teatro Principal, y le estaban dando baños de pintura a algunos edificios. El Capitolio, como decía estaba muy elegante, es una réplica del que encuentra en Washington pero dicen que es más ancho o largo (no recuerdo bien). La cúpula está decorada con planchas de oro macizo regalo de Rusia por los 500 años. Y luego nos contarían los guías que los fuegos artificiales que usaron los dos días de celebración fueron regalos de Canadá. Con esto de los 500 años las escaleras tenían unas bandas de tela con los colores de la bandera cubana y algunos trabajadores montando un escenario. Al lado del Capitolio nos encontramos con el Gran teatro de la Habana y el Hotel Inglaterra, ambos edificios históricos famosos y bonitos, principalmente el Gran Teatro, construido mientras eran todavía España y con preciosas figuras en su fachada, tanto de día como de noche resultaba un edificio precioso. Cara al Gran Teatro y el Hotel Inglaterra se encuentra el parque central, ahí hay mucho cubano que se sienta bajo las palmeras a hablar de deporte, el deporte nacional es el béisbol y se lo toman muy en serio, una noche nosotras nos sentamos un rato para descansar en la noche cubana sin que nos agobiaran, porque es uno de los rincones donde nadie nos dio la paliza (son muy cansinos y pocas veces es por el hecho de hablar, normalmente es por el hecho de sacar provecho económico).
Aquí en el parque central se encuentra la parada de bus turístico (hay tres rutas pero cuando nosotras estuvimos solo funcionaba la ruta1), y el monumento a José Martí, uno de los iconos de Cuba, por eso hay tanto lugares de Cuba que tienen nombre de José Martí, porque es el héroe español que determino que él era Cubano y se levantó contra el pueblo español para reclamar la independencia del país liberando primero a sus esclavos que luego le siguieron en la lucha contra España. Lo de los esclavos es algo recurrente en prácticamente todos los guías que tuvimos, tienen una herida fresca (y hablamos de 1870) con respecto a la esclavitud en Cuba. La guía de este día nos dijo que frente a Francia e Inglaterra que habían dejado el esclavismo por la revolución industrial España seguía teniendo esclavos en vez de invertir en la industria. No sé cuan históricamente es cierto eso de que en esas fechas Francia e Inglaterra en ninguna de sus colinas tenia esclavos, pero bueno, por demás cosas que dijo nos dejó bastante claro que no tiene buena opinión de los españoles aunque hayan pasado cientos de años de aquello. Atravesando el parque central llegas al Bar Floridita, famoso por ser lugar habitual donde Ernst Hemingway se tomaba su famoso Daiquiri.
Aquí en el parque central se encuentra la parada de bus turístico (hay tres rutas pero cuando nosotras estuvimos solo funcionaba la ruta1), y el monumento a José Martí, uno de los iconos de Cuba, por eso hay tanto lugares de Cuba que tienen nombre de José Martí, porque es el héroe español que determino que él era Cubano y se levantó contra el pueblo español para reclamar la independencia del país liberando primero a sus esclavos que luego le siguieron en la lucha contra España. Lo de los esclavos es algo recurrente en prácticamente todos los guías que tuvimos, tienen una herida fresca (y hablamos de 1870) con respecto a la esclavitud en Cuba. La guía de este día nos dijo que frente a Francia e Inglaterra que habían dejado el esclavismo por la revolución industrial España seguía teniendo esclavos en vez de invertir en la industria. No sé cuan históricamente es cierto eso de que en esas fechas Francia e Inglaterra en ninguna de sus colinas tenia esclavos, pero bueno, por demás cosas que dijo nos dejó bastante claro que no tiene buena opinión de los españoles aunque hayan pasado cientos de años de aquello. Atravesando el parque central llegas al Bar Floridita, famoso por ser lugar habitual donde Ernst Hemingway se tomaba su famoso Daiquiri.
Aunque aquí no paramos y continuamos por la calle Obispo, que recorreríamos hasta llegar a la Plaza de Armas. Por esta calle, la más turística y peatonal, encuentras varios hoteles, como el hotel dos mundos donde se alojaba Hemingway, el museo del 28 de septiembre, antiguas librerías y comercios, así como restaurantes y tiendas para turistas. Aquí entramos en una farmacia porque la guía estaba algo resfriada (yo también, antes de viajar tuve que ir a urgencias del ambulatorio) y así aprovechamos para ver que la farmacia era toda de estilo antiguo, de madera de suelo a techo, con franco de cerámica con hierbas y medicinas, había un cartel anunciando las esponjas marinas, que desde cientos de años atrás se vendían recogidas de La Habana y lo que más me llamó la atención fue que la dependienta le cobró con una caja registradora antigua, de esas que ya solo se ven en España en los museos. Cuba en si misma parece un museo vivo.
Aquí llegamos a la plaza de Armas donde nos sorprendimos con el suelo de madera de la calle que está frente al palacio de los Capitanes Generales. La guía nos contó que el suelo de esta calle es de madera porque la señora del gobernador de la isla se quejó del ruido que hacían los coches de caballos cuando pasaban frente a su casa, pero al cambiar las piedras pro madera el ruido se redujo. Aquí vemos unas campanas en el suelo que veríamos en muchos sitios de La Habana y es que son tan laicos que las iglesias se han desmantelado y las campanas retirado de sus torres y las dejas en el suelo a la puerta del palacio o la antigua iglesia como recuerdo. Excepto en Trinidad, nos costó bastante encontrar iglesias o cubanos católicos. En cuanto a la Santeria, esa sí que la siguen varios cubanos como veríamos andando por las calles y fijándote en las personas, lo que visten y como lo visten, pero de eso ya hablare más adelante. Alrededor de la plaza de Armas está el palacio de los capitanes general, estatua de Carlos V, la fortaleza o baluarte con la giraldilla, el templete y un hotel. Desde el hotel se escucha música en directo, ciertamente La Habana es música, en cada esquina hay gente tocando y cantando, el problema es que incluso si no quieres van a tocar, y por tanto cuando pases te van a pedir dinero por la música (como decía nosotras no damos dinero por algo que nos obligan a escuchar).
El templete es un templo pequeño de estilo griego con un árbol al lado que los cubanos consideran sagrado y al que una vez al año le dan tres vueltas alrededor de su tronco para pedir un deseo. Además del templo y el árbol sagrado hay una escultura de un Colon con rostro juvenil, nos dijo la guía que no es habitual cuando se retrata a Colon, pero que como fue el primer lugar al que llegó ellos entienden que era joven cuando estuvo por primera en Cuba. Y es que el templete conmemora la fundación de la ciudad y uno de los lugares de relevancia en sus 500 años. Al lado está el Castillo de la Real Fuerza, era lunes así que estaba todo cerrado (nos daba igual porque con el tour no entraba visitar por dentro los lugares) pero aprovechamos para preguntar por su horario y nos dijeron que estaba cerrado hasta el jueves por lo menos, este fue el aspecto negativo de viajar en los 500 años de La Habana, que todo estaba cerrado por las visitas oficiales del aniversario (no fue el único sitio que nos encontramos cerrado sin que los guardias de ahí supieran cuando se iba a abrir de nuevo).
El castillo de la real fuerza es una pequeña fortaleza rodeada de un foso con agua verdosa y en una de sus torres hay una figura de mujer a la que llaman la giraldilla porque está hecha en honor a la primera mujer “gobernadora” de la isla. Doña Isabel (también conocida como Inés) de Bobadilla era la esposa de don Hernando de Soto, nombrado Capitán General de Cuba por Carlos I, Rey de España. De Soto fue gobernador de la Isla hasta que viajó a la Florida para conquistar nuevos territorios y establecer el dominio español. Isabel sustituyó a su esposo y actuó como Gobernadora y Capitán General de Cuba entre 1539 y 1544. La espera indefinida por el regreso de su esposo hacía que la gobernadora pasara largas horas observando el horizonte desde la torre del vigía de la fortificación que precedió al Castillo de la Real Fuerza, un edificio que por aquel entonces era vivienda del gobernador de la Isla. Mientras tanto, De Soto recorrió varios lugares que hoy forman parte de los estados de Georgia, Alabama y la Florida. Descubrió el río Mississippi y se dice que conoció la famosa leyenda de la fuente de la eterna juventud, pero en su lugar encontró la muerte provocada por una fiebre incontrolable. Cuando se enteró Isabel regresó a España con su familia pero La Habana no la olvidó y creó esta figura en su honor.
De aquí nos metemos por una calle, con una carnicería muy cubana que parece que hemos viajado a 1950, y que nos lleva a la plaza de San Francisco donde se puede ver la antigua terminal de ferrys, aquí varios guías nos dijeron que antes tenían más turismo de crucero pero desde la prohibición de Trump no había visto uno en tiempo, excepto un crucero alemán (los alemanes y Trump no son los mejores amigos). También hay una placa a Rosalía de Castro, y una escultura de San Francisco de Asís con un niño indio. Siguiendo la plaza se encuentra la escultura en honor al caballero de París, que es un cubano mendigo que daba caramelos a los niños cuando los veía, y que se creía un caballero francés, y cuando musió le dieron la orden de Paris, y dicen que se cumple tu deseo si le tocas la barba, el dedo y le pisas el pie al mismo tiempo. De aquí empezamos a callejear y llegamos a la Plaza Vieja, que ha sido reconstruida y es un lugar muy agradable, con edificios con estilo modernismo cubano, donde nos recomendaron tomar un café cuando tuviéramos tiempo libre. De aquí nos acercamos a la plaza de la catedral donde como ya imagináis se encuentra la Catedral de la Virgen María de la Concepción Inmaculada de La Habana con dos torres cada una de una anchura distinta porque se hizo a trozos y no cayeron que si construían las torres iguales no cabía en la plaza. En la plaza hay una figura dedicada a un bailarín español al que le gustaba mucho esta plaza de La Habana y junto a esta plaza además está el Callejón del Chorro, famoso por sus restaurantes llamados “paladares”. Los paladares son restaurantes “caseros” porque no tiene que rendir cuentas de sus beneficios al partido, quiero decir, Gobierno. Y donde dicen que se come bien (yo solo comí en uno de Cienfuegos así que de aquí no puedo opinar). Aquí al lado se encuentra la “Bodeguita de en medio” donde Hemingway (como veis muy presente en esta ciudad) se tomaba su mojito. Seguimos por las calles de La Habana Vieja y pasamos por una perfumería de 1791, donde acabamos disfrutando de los perfumes inspirados en Cuba (mariposa (por la flor nacional), Son cubano, etc).
De aquí salimos a una fortaleza frente a la bahía de la Habana, donde nos recogerá el taxi para llevarnos a comer en un restaurante frente al malecón y luego seguir nuestro recorrido por La Habana. Ya en coche vemos la Quinta Avenida de La Habana donde las antiguas casas de los ricos estadounidenses se han convertido en embajadas (menos la de España que se encuentra en pleno casco histórico). Después de un recorrido por varias avenidas nos llevan a la Plaza de la revolución, , de regreso al hotel pasamos en coche junto al Cementerio Cristóbal Colón, que según la revista de National Geographic Viajes es uno de los diez cementerios resaltables para visitar. La plaza de la revolución es donde se encuentra la famosa imagen del Che Guevara junto con la frase “Hasta la victoria siempre” sobre la fachada del Ministerio del Interior. Así como la imagen de otro famoso héroe de la revolución cubana, Camilo Cienfuegos con su frase de “Vas bien Fidel”, y el monumento en honor a José Martí que es un monolito como en Washington, donde se puede subir a su punta. Aquí hay una parada de taxis antiguos, esos coches de época que casi todos están pintados de rosa, preguntamos al respecto a uno de los guías y nos dijo que es el color que más gusta a los turistas y las mujeres, es más, nos dijo la guía que un amigo suyo tenía un coche clásico amarillo y tuvo que pintarlo de rosa porque no conseguía trabajo en el taxi.
Aquí termina el tour y nos regresan al hotel. Son las tres de la tarde y ya hemos comido (a las doce del mediodía, hora cubana, que nosotros decimos que es más inglesa que en eso no se les quedó nada español). Aprovechamos que estábamos muy céntricas y nos acercamos a la Bodeguita del medio para cumplir con el ritual de tomarnos un mojito (con música, irremediablemente), y luego fuimos a la Plaza Viaja a tomar café, pero tras hora y media nos fuimos de ahí sin conseguirlo, lo de tomárselo con calma a veces supera los límites de la paciencia. De camino al hotel, casi corriendo porque tenía un tour nocturno, tropezamos con un grupo de personas siguiendo una actuación callejera de unos zancudos, pero como decía no teníamos tiempo para seguirlos. Llegamos al hotel a tiempo para empezar el otro tour (el que tendrá entrada aparte). Y así acaba nuestro primer día en La Habana, en teoría solo íbamos a estar otro día más por libre pero al final, por diversos motivos, dedicamos más tiempo a callejear por La Habana de lo que esperábamos.
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