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Diario 2019: Cuba - Tope de Collantes: El Nicho - día 7

Dejamos Trinidad para ir a tope de Collantes, esta vez un poco más lejos, para visitar el Parque de El Nicho. La carretera para llegar al Nicho es complicada, en el circuito pone que se llegará hasta allí en jeep (entiendo que cuando vas en grupo en el circuito), como solo somos dos llegamos hasta ahí en coche. La carretera de montaña no es de las mejores conservadas pero tiene un fabuloso paisaje de vegetación entre subida y curva. El día está nublado y cada cierto tiempo empieza a llover. De los diez días por Cuba fue el único día que nos llovió. Lástima que fuera precisamente ese día. Aún así el conductor y el guía llevan el aire acondicionado encendido y a ratos esto te parece a Taiwán por el frío que hace. Afortunadamente debido a las cuestas y la carretera el conductor nos dice que tiene que quitar el aire para tener más potencia en el motor, y como que se lo agradecemos. 

 
 
 

Finalmente llegamos a la entrada del parque por una carretera que ya se ha convertido en un camino de tierra y barro, en el parking (de tierra) del lugar dejamos el coche bajo los árboles y vemos que apenas hay coches, madrugar tiene la ventaja de encontrar poca gente. Una vez pasas la entrada al parque (donde el guía paga nuestro acceso) llegas a un pequeño centro de visitantes con bar, restaurante, merendero, y donde saldremos con el guía del parque a realizar el sendero “Reino de las Aguas”. Empezamos el recorrido y, aunque había parado, volvió a ponerse a llover. Por suerte llevábamos los chubasqueros y las botas de treking que usamos en el diluvio del Camino de Santiago y del Camino Caoling. Aunque lo que le faltaba a mi cámara (que el día anterior había caído al agua) era más agua. El camino es muy sencillo y plano rodeado de alta vegetación (aquí vemos más nidos de termitas, ahora ya reconocibles), pasando el camino del río sobre una pasarela de madera llegamos a la Poceta de Los Enamorados, el guía nos comenta que como está lloviendo desde ayer el agua parece muy marrón porque está revuelta pero normalmente se ve de un color azul turquesa y cristalina, nos lo creemos porque ayer estuvimos viendo otras pocetas del parque (y también que nos marchamos con lluvia). 

 
 
 
 

De la poceta de los enamorados continúa el camino cruzando otra vez el río y se escucha, antes de que se vea, el ruido de la cascada de El Nicho. La cascada es impresionante, realmente es el punto más visitable del camino y lo más llamativo. La cascada se divide en tres chorros de agua grandes que caen sobre las rocas y luego van inundando, en mayor o menor medida, el resto de la zona, todo depende de cuánta agua lleve. A la derecha hay otra cascada que también lleva agua al río, digamos que estamos rodeados de agua, pues apenas hay una pequeña parte de camino sin que haya cascadas o pocetas, por ello el nombre del sendero es el Reino del Agua. Aquí deja de llover y seguimos el camino sin los chubasqueros. Ahora toca subida y camino por tierra entre arboles selváticos con sus largas raíces. Entre los arboles hay flores y conseguimos ver a un colibrí, se mueve rapidísimo y cuesta seguirlo con la vista por lo rápido que va de arbusto en arbusto. Seguimos el camino, el guía del parque era para nosotras dos así que iba a nuestro ritmo, y llegamos a la Poceta de Cristal. 

 
 
 
 

Usualmente dan tiempo libre para bañarse en la poceta, que es de un agua cristalina pero como estaba medio lloviendo, el agua después de estar tantas horas lloviendo no era cristalina sino de un tono verde y marrón a mí no me llamaba meterme ahí dentro, y mi amiga por otro motivos tampoco pudo, así que nuestro trayecto se acortó bastante pues no entramos a la poceta. Aunque luego llegaron unos cubanos y se metieron sin pensarlo y se acercaron hasta las cascadas que alimentan de agua a la poceta. Si en la excursión anterior había alemanes y rusos, además de los nacionales, aquí había mucho turismo nacional. Yo me subí en el tronco de un árbol caído que me permitía acercarme a ver las cascadas de la poceta sin tener que meterme al agua. Y dejando atrás a los que se bañaban seguimos el camino de tierra y barro y seguimos subiendo hasta el punto más alto del trayecto que tiene un espectacular mirador al parque. Aunque estaba nublado eso lo hizo aún mejor porque podíamos ver como se movían las nubes entre las montañas grisáceas y más abajo el verdor de la selva del parque con vista a algunos recodos del río. 

 
 
 
 

Aquí nos quedamos un rato disfrutando del paisaje, y avisamos al guía que como no nos dijera algo nos quedamos ahí enganchadas. Una vez llegas aquí el resto del camino (circular) es de bajada a través de la selva. Los arboles estaban marcados con carteles indicando el tipo de árbol que es por lo que no hacía mucha falta el guía. Y así llegamos de nuevo a la cascada de El Nicho. Son apenas dos kilómetros (aquí no hay controversia) y como no habíamos gastado tiempo de baño el guía nos dijo que nos podíamos quedar por ahí y regresar al centro de visitantes más tarde, hasta las once y media no abrían la cocina (comíamos ahí, nuevamente arroz y pollo). En esta excursión fuimos prácticamente solas, suponemos que debido a la lluvia que había estado cayendo, pero al terminar el recorrido circular nos encontramos con un montón de turistas y al salir de comer el parking estaba bastante lleno de coches. De aquí nos marchamos camino a La Habana donde pasaríamos las últimas noches y por el camino (este día fueron muchas horas de carretera) pudimos volver a ver todos los carteles que la primera vez (camino a Cienfuegos y Trinidad) me llamaron la atención, y es que son todos carteles en referencia al Che y a la Revolución, como si estuviera todavía viva-

 
 
 
 

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