Esta visita es más fácil de hacerla desde Varadero, pero en nuestro caso nos daba igual. Desde Matanzas el conductor nos acercó a las Cuevas de Bellamar, para llegar a ellas estuvimos subiendo por una de las montañas desde donde se puede ver la larga bahía de la ciudad de Matanzas, lo que nos deja una preciosa vista desde el coche. Llegamos bastante apuradas porque no conocíamos el horario de las cuevas y aquí cuando quieren cierran. Por suerte llegamos media hora antes de que abrieran la última visita de la mañana, por lo que nos sentamos bajo la sombra de uno de los grandes árboles que hay junto a la entrada de las cuevas, y la guía fue al bar a cogerse algo para beber mientras esperábamos. Diez minutos antes de la hora abrieron las taquillas e hicimos fila para conseguirlas, hay que pagar por entrar y si quieres hacer fotografía o vídeo hay que pagar otro ticket por cámara. Como solo iba a pagar una vez saqué solo una de las cámaras, la que me permite hacer fotografías si hago vídeo, porque así cubríamos el vídeo y las fotos (mejor que pagar dos o tres veces). Y aquí es difícil hacer trampa si es lo que estáis pensando porque una vez entras al edificio que han construido alrededor de las cuevas te hacen guardar todos los bolsos en unas taquillas y solo puedes llevar encima las cámaras por las que hayas pagado.
Las Cuevas de Bellamar tienen varios kilómetros de galerías, su formación se cree que empezó hace unos 300 mil años, aunque originalmente todo el conjunto estaba situado bajo el mar. En el año 1861 un esclavo chino estaba trabajando en las tierras propiedad de Santos Parga y al picar en una de las piedras encontró la entrada a la cueva. Desde entonces el Sr. Parga siguió excavando, construyó escaleras, pasamanos y finalmente instaló lámparas por todo el recorrido para hacer visitas guiadas por lo que las cuevas se convirtieron en el primer centro turístico del país. Antes de comenzar al visita en el edificio de la entrada tienes expuestas algunas piedras e información sobre las cuevas. Cuando abren las cuevas hay que descender varios escalones hasta llegar al centro de la gruta, contrariamente a lo que esperaba de una cueva (frescor al entrar) hay una gran humedad y debido a que no hay muchos respiraderos naturales el calor se hace bastante intenso. El lugar tiene lámparas pero no las iluminan hasta que acaba la visita, para hacerla más interesante apagan las luces y vas siendo guiado y descubriendo los rincones de la cueva a través de la linterna del guía y de las luces que él quiera encender. El guía te cuenta en español e inglés (había rusos, cubanos y nosotras – los cubanos se identifican por lo ruidosos que son-) mucha información sobre la cueva y además es muy chistoso y le gusta contar anécdotas o chistes sobre la cueva para hacer más entretenida la visita. Primero llegamos al Salón Gótico que es una gran sala con estalactitas y estalagmitas, de aquí pasamos por unos túneles que nos hacen agacharnos por la posibilidad de llegar a golpear con las piedras de la cueva, que en este lugar son de un blanco brillantes debido a la sal. Un poco más adelante nos encontramos con tonos blancos, azules, verdes, marrones, etc. Y todo depende de la sal que se va cristalizándose.
De aquí llegamos a un lugar donde podemos ver perfectamente muchas helictitas, que crecen en muy pocas partes del mundo y cuyo crecimiento es de forma horizontal (ni hacia arriba ni hacia abajo como las estalactitas y las estalagmitas).Tras pasar esta zona llegamos a un respiradero artificial para refrescar el ambiente. Y así llegamos a las fuentes del amor y de la juventud (y según el guía al lado de la del amor la del divorcio), donde podemos acercarnos a ella y tocar su agua. Seguimos caminando entre estalactitas y estalagmitas hasta llegar a los baños de Diana o de la turista perdida porque dice el guía que un día una turista se metió en esa agua para bañarse y ya no volvió a salir. Esta zona es una amplia sala donde al lado de las columnas formadas por el agua hay un pequeño río subterráneo que se adentra en la roca y va haciéndose más profundo. Hasta aquí llega el recorrido, y el regreso es por el mismo camino, solo que ahora con todas las luces encendidas. A quien les guste las cuevas es más recomendable que la cueva del Indio, pero muchísimo más. Tras visitar las cuevas de Bellamar nos dirigimos a las Cuevas de Saturno para darnos un baño antes de comer y visitar la ciudad de Matanzas. Tomamos el camino para entrar a la cueva cuyo acceso me recuerda a los cenotes que vimos en México, dejando atrás la vegetación descubrimos la cavidad de la cueva y el hermoso color azul de sus aguas tremendamente cristalinas.
En el agua hay un grupo de turistas con chalecos salvavidas, cuando se marchan baja el socorrista para echarnos un ojo a nosotras, pero nosotras no necesitamos chalecos, y tenemos bastante miedo a los “bichos” como para acercarnos a la zona más profunda de la cueva a la que está prohibida la entrada. La cueva tiene 20 metros de profundidad y tiene galerías donde puedes tropezarte con algunos camarones ciegos nadando como si nada en sus aguas, y es que gracias a la claridad de sus aguas, una vez estés dentro de ella podrás ver el fondo sin ningún problema, supongo que hacer snorkel permitirá ver más, pero es tan clara el agua que podemos ver el fondo de las rocas sin necesidad de meter la cabeza bajo el agua. Es bastante impresionante la presencia de estalactitas y estalagmitas naturales de la cueva, producto de las filtraciones del agua que en ella abunda, lo que también quiere decir y significa que en sus orígenes no estaba inundada. Aunque estábamos maravillosamente bien dentro del agua cuando se nos empezaron a arrugar las manos decidimos que era hora de salir y disfrutar del resto de Matanzas. En el lugar hay baños disponibles para cambiarte y si te apetece también hay una cafetería para tomarte algo. Una visita muy recomendada. Muchísimo mejor que la cueva que visitamos en Viñales.
Cuando acabamos el baño antes de volver a Matanzas paramos en una playa donde se alquila para hacer snorkel y buceo, simplemente fueron unos minutos para poder ver el mar Caribe con sus tonos azules y verdes y poder observar los arrecifes de coral y como chocan las olas contra ellos antes de marcharnos de cuba, esto fue porque la guía sabía que antes de irme de Cuba quería ver algo de playa. Como ya dije, muy recomendable la excursión con Natural Cuba Travel porque tiene en cuenta todo lo que les dices que te interesa, para según el horario ir ajustando las visitas. De esta forma pude ver el mar Caribe antes de marcharme.
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