De Tehuantepec nos dirigimos hacia el Cañón del Sumidero, en el estado de Chiapas (cambiamos de estado y, por tanto, de cultura indígena). Nuestra primera parada fue directamente el embarcadero para salir en lancha a través del parque natural, aquí nos colocaron la primera pulserita, la de acceso al parque. Para acceder a los parques nacionales hay que pagar una entrada especial, más o menos como cuando estuve en la selva de Taman Negara en Malasia. Aquí recogimos a dos personas más que se añadieron al grupo y salimos en dirección al parque. El recorrido me recordó al recorrido que hice por las gargantas y el río Shenang en China. Si es cierto que no puedo evitar comentar que una cosa u otra me recuerda a alguien sitio al que ya he estado pero es algo humano intentar encontrar parecidos con algo ya visto y vivido para intentar explicarlo mejor. Durante el paseo de unas cuantas horas por el río Grijalba tuvimos la oportunidad de ver el variado paisaje de naturaleza que tiene el cañón, a veces en lo alto de las gargantas encontrabas un mar de cactus, otras encinas, selvas, musgos, helechos, toda una variedad que dado mi desconocimiento en cuanto a fauna no puedo nombrar. Aunque lo que más llamaba la atención de los turistas era la fauna.
Primero vimos unas cuantas aves, como garzas blancas, y también todo un grupo de zopilotes negros (que yo en casa llamaría buitres dada mi ignorancia en el tema). También los cocodrilos son otro de los habituales atractivos, vimos tres, lo que ocurre es que estaban tan quietos que pensamos que estaban disecados, aunque en los pantanos de Luisiana también vi cocodrilos al sol y estaban muy quietos al lado de las tortugas, así que todo puede ser. A mí lo que me chocaba era la boca abierta del cocodrilo, aunque leí en internet que es su forma de coger calor, así que todo puede ser. Además de los cocodrilos y las aves también vimos varias iguanas, que aunque son muy originales con su colorido y sus formas, a mí me parecen unos bichos feísimos. Además de animales el cañón tiene pequeñas grutas con estalactitas de piedra rosada (pasamos de la piedra verde de Oxaca a la piedra rosada de Chiapas).
En una de estas grutas tienen a la virgen de Guadalupe con una serie de elementos de la cultura indígena, y es que en Chiapas son más de sus cultos indígenas que católicos, lo que ocurre es que tras la llegada de los españoles y el intento de las órdenes religiosas de convertirlos al cristianismo han creado una extraña combinación de culto religioso donde puede estar la virgen de Guadalupe y varios santos pero el resto de objetos y actos no tiene nada de católico. La lastima de esta gruta es que aquí es donde pudimos comprobar la cantidad de basura que tiene el cañón del sumidero y la razón por la que los animales de la zona están en peligro de extinción. Aquí la palabra sumidero se podría tomar al pie de la letra. Una pena.
Otro de los puntos interesantes del recorrido es el abeto de navidad, que en realidad es la roca de la pared que ha sido modificada por el agua de una cascada que cae desde lo alto y que esta piedra cubierta de musgo, desde lejos, da el aspecto de un abeto. La vista de la caída de agua desde abajo es impresionante y según el guía no es usual que el agua llegue a cubrir la base del “abeto”. El recorrido llega hasta la presa hidroeléctrica de Chicoasen, donde el río se abre y surgen los valles entre las altas montañas, y de aquí regresamos por el mismo camino, parando solo a ver algún que otro cocodrilo. Este es uno de esos lugares que un amante de la naturaleza no puede perderse.
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