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Diario 2019: Cuba - Trinidad - dia 5

Al día siguiente teníamos la vista de Trinidad con el guía, que ilusamente nos indicó el plano de la ciudad para que le hiciéramos una fotografía, dado que él desconocía que por la tarde ya había hecho eso mismo, así como visto parte de la ciudad. Como no pudimos ver la iglesia por dentro fuimos directamente a nuestra siguiente visita que era el Museo del Romanticismo. La tarde anterior habíamos pasado varias veces por enfrente sin conseguir descubrir lo que era, el tema de los carteles no lo llevan muy bien. Para entrar al museo hay que guardar los bolsos en unas taquillas y par ano variar el museo es una casa de dos plantas con un patio interior que está toda amueblada. Se conserva todo muy bien y es como viajar en el tiempo a una casa colonial de la época. Las escaleras de acceso a la planta superior donde te encuentras con el comer y la mesa puesta con toda la vajilla, el saloncito, donde lo que más me llamó la atención son los techos de madera, no por la madera decorada en sí sino por la estructura que tienen; son techos en forma triangular pero que tienen vigas rectas donde cuelgan las lámparas de cristal o empiezan los muros de las paredes, lo que significa que hay zonas sin cerrar entre las habitación. Y esta no fue la única casa de Trinidad que vi así, y no lo he visto en otros lugares, por lo que me pareció muy original. 

 
 
 
 

Las salas para visitar eran habitaciones con sus camas y mosquiteras, tocadores, mecedoras y costureros, baños con retrete (un agujero en una silla de madera) y bañeras, cocinas (también muy originales), más comedores. Una casa muy completa y bonita, aunque el toque principal lo tiene sus balcones, que dan al mar y a la montaña y tiene una vista directa a la plaza mayor y todas sus calles aledañas. Nuestro guía chino-cubano nos dijo que un paisaje con mar y montaña da buen fenshui. Una vez salimos del museo nos dirigimos hacia el Restaurante El Jigüe cuya casa tiene una fachada decorada con baldosas de cerámica (resaltando sobre el resto de edificios) y en cuya placeta hay un güira plantada en los años veinte y donde se celebra misa. De aquí nos acercamos a la Canchanchara para tomar la bebida famosa de ahí que no me gustó porque lleva aguardiente y miel. Aquí también vimos el proceso con el que se hacían los habanos. Tras esto nuestro guía nos comentó que había terminado la visita y que hasta las doce que era la comida si queríamos que nos acompañara o íbamos por libre, como nos quedaron cosas por ver preferimos ir por libre y buscando el templo de Yemaya (que manía con no poner carteles fuera del interior de las casas) encontramos el museo municipal (que no recuerdo que casa era) pero que como el resto de museos de Trinidad era una antigua casa colonial que había llenado de objetos, dado que algunas de las salas tenían objetos de la casa, como la cocina (tan curiosa como la del Museo del Romanticismo) como las camas, pero luego había zapatos, anclas, banderas, armas y todo lo que se te pueda ocurrir que se antiguo y se pueda mostrar. También tiene un carruaje antiguo en la zona que era las cocheras, y aquí sí que encontramos muchos turistas, principalmente alemanes y rusos. No conseguí saber de quién era la casa pero sus techos, de nuevo, me parecieron muy originales y bonitos. 

 
 
 
 

De aquí fuimos hasta la plazuela segarte y en una callejuela entramos (por buscar sombra) donde había un mercadillo y vimos muchos dominó de nueve. La primera vez en mi vida que he visto un dominó de nueve ha sido en Trinidad, le pregunté al guía y me dijo que a los cubanos les gusta mucho jugar al dominó de nueve, que es más interesante que el de seis. Y la guía de Matanzas me dijo que se lo toman como un deporte nacional porque todos alguna vez en familia acaban jugando al dominó de nueve. Seguimos y vimos el ayuntamiento y cárcel antigua por fuera y conseguimos descubrir el templo de Yemaya, donde se encuentran altares de santería y ceremonias religiosas, a mí me recordó a una mezcla entre el vudú que vi en Luisiana y la religión de los pueblos de Chiapas en México. En Matanzas descubriríamos más sobre la santería y todos los dioses (como Yemaya) que vienen de la religión africana traída por los esclavos a Cuba. Esta Santería está muy extendida y si los ves vestidos todos de blanco no es algo que hagan siempre, según nos explicó el conductor del tour de Las Terrazas se viste de blanco es un corto periodo de tiempo, normalmente de un año, durante el que deben cumplir ciertas normas, como que jamás les de la luz del sol o la luna, de ahí que lleven un paraguas cuando salen de casa de noche. Aunque aquí es donde más iglesias en activo hay y donde vimos un adorno navideño y caímos en lo más sorprendente del viaje, excepto en Trinidad en el resto de Cuba no existía la Navidad. Como normalmente viajo por el mundo en noviembre estoy acostumbrada a ver adornos navideños, ya sea Europa, Asia o América, por lo que estar en Cuba sin ver ni un adorno se nos hizo raro. Por lo que nos dijeron está casi prohibida por el Gobierno (fíjate que nos llegaron decir que era un invento estadounidense y que por eso no se celebraba). 

 
 
 
 

Y finalmente nos fuimos a comer a la bodeguita de en medio de Trinidad donde comí Ropa Vieja (por fin salí del arroz y el pollo o cerdo) y con nuestro afán de no dar propinas conseguí que los músicos dejaran de tocar (¡bien, una comida sin música obligada!). Al día siguiente salíamos de Trinidad a Tope de Collantes y nos pasaron dos cosas muy curiosas, el día anterior habíamos preguntado la hora de apertura del desayuno, nos dijeron que las siete y cuando bajamos y vimos que no había nada el camarero nos dijo algo, mi amiga pregunto ¿que? porque como yo no había escuchado, el camarero volvió a repetirlo (ahora sí me enteré decía siete y media en inglés) y a la tercer vez que mi amiga preguntó ¿que? intervine yo diciendo en español que nos estaba diciendo en ingles que abría a las siete y media, este es un ejemplo de lo que nos pasó mucho por cuba, que nos hablaban en inglés,Aunque en algunos casos era muy útil para ignorarlos cuando se ponían pedigüeños, Y la otra cosa es que al llegar a Tope de Collantes la guía nos dijo que como había un grupo en alemán, otro en inglés y solo nosotras dos en español que lo hacía solo en alemán y en inglés, vamos, que no había forma que en Cuba nos hablaran en español.
 
 
  
 

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