El fin de semana en Winchester iba a ser intenso, dado que iba a disfrutar los eventos del doscientos aniversario de la Oda al otoño del poeta inglés Keats, pero en mi tiempo libre iba a aprovechar al máximo el tiempo para ver todo lo posible. Salí de Madrid a primera hora de la mañana y llegue a Londres a las diez de la mañana, de aquí podía ir en autobús o tren (con cambio de tren mínimo una vez) hasta Winchester. En Inglaterra es muy fácil ir a muchos sitios en tren sin la lentitud y retrasos que en España donde más vale ir en coche o autobús que en tren. Como era fin de semana y hacia más calor que en España todos los ingleses decidieron ir de dominguero, es decir, había gente por todas partes, algo horroroso si te tienes que desplazar a cualquier sitio.
Conseguí llegar al hotel a la una, una hora más tarde de lo previsto así que deje la maleta en recepción y me fui a ver lo primero de la lista: la catedral. El hotel estaba al lado de la catedral por lo que nada más salir solo tuve que seguir el camino que bordeaba el camposanto de la catedral hasta el frente de la misma, donde está la entrada. Como ya había comentado todos los ingleses decidieron disfrutar del buen tiempo así que el parque que rodea la catedral estaba lleno de padres con niños, bicicletas, cochecitos, gente tirada en el césped tomando el sol, y turistas. La Catedral por fuera es muy parecida a otras que se pueden ver por Inglaterra pero el interior es inmenso, la entrada (sin contratar tours guiadas – no me daba el tiempo -) son nueve libras, pero lo cierto es que se amortiza si recorres hasta el último rincón.
Hay guías pero eso solo me iba a retrasar y la catedral por dentro tiene muchos sitios para visitar, sus vidrieras, su coro, su altar, las tumbas, la cripta, el tesoro, la exposición sobre la catedral, esta es una exposición muy interesante dado que Winchester fue la capital de Inglaterra antes de Londres. Un taxista me dijo que es donde hablan en el inglés más original de Inglaterra, que es un sitio precioso, y que es carísimo vivir ahí, así como que es la primera capital. El tesoro tiene poco para ver, pero es en una de las zonas superiores de la catedral por lo que se puede ver parte de la catedral desde arriba, y digo parte porque como había dicho la catedral es muy grande. Hay rincones con tumbas que tienen papeles avisando que es una tumba porque parecen asientos de madera, o capillas con pinturas en las paredes como las antiguas iglesias. Todos estos rincones los vas descubriendo a medida que se recorre la catedral, no hay que detenerse en un solo pasillo, el lugar es grande y lleno de diferentes estilos. Para bajar a la cripta hay que encontrar una pequeña puerta con aviso de que sobre la plataforma que hay solo puede haber un máximo de nueve personas. Y en medio de la cripta uno puede ver una figura leyenda que representa el silencio, esta vez el suelo estaba seco pero la cripta se suele inundar.
Tras salir de la catedral me acerqué al Guidhall, donde se encuentra la oficina de turismo, un edificio mucho más interesante por fuera que por dentro, pero donde tenía clase de baile de dos a tres y media. Aunque no conocía a nadie de los presentes, los Hampshire Regency Dancers son muy sociables y me deje pocos bailes por practicar porque iba cambiando de parejas gracias a ellos. Aunque soy bastante torpe los bailes eran sencillos, y los que más sabían te guiaban y nadie se tomaba a mal que te equivocaras, el único inconveniente del día el calor que hacía en la sala de baile, por suerte había agua fría para ir sobreviviendo.
Tras la clase de baile salí del Guidhall y subí por High Street, esta calle es parcialmente peatonal y estaba llena de puestos de comida y artesanía, aquí me compré algo para comer mientras subía pro la calle esquivando inmensos grupos de gente y parándome de vez en cuando para disfrutar de las casitas que rodean toda la calle principal, con diferentes estilos ingleses. Al final de la calle te encuentras con una de las dos torres de guardia del siglo XII de la antigua muralla, girando a la izquierda te encuentras con unas piedras antiguas como en España mostramos las piedras romanas, pero no había ningún cartel que indicara de qué época trataban esas ruinas. Aquí está la entrada al Great Hall de Winchester, en este edificio se conserva la que dicen es la mesa redonda del rey Arturo. Cuando fui a pagar la entrada descubrí que ese fin de semana eran las jornadas de puertas abiertas de Winchester y la entrada era gratis con varios puestos dentro del salón. Dentro del salón se puede ver la mesa colgada en la pared del hall, la mesa original no estaba pintada, el rey Enrique VIII mandó pintarla en 1522. Tampoco estaba colgada de la pared, como en la actualidad. También, no sé si por la jornada de puertas abiertas, se podía visitar el pequeño jardín de estilo medieval que tiene el Great Hall, y el pasillo donde se ven los documentos relacionados con el edificio.
Una vez salí del edificio regrese sobre mis pasos para visitar el Westgate museum, que era la torre de guardia que acababa de dejar de lado. De nuevo la entrada era gratis por las jornadas. La torre es un pequeño museo con armaduras, chimenea, techos pintados, un rincón para disfrazarse de la época medieval y hacer fotografías, y unas escaleras a la zona superior de la torre con vistas de toda la calle principal y el pueblo. Cuando subes al tejado y te acercas al muro empiezan a sonar cuervos grabados, aunque entre el sol y que estaba sola, no impactaba mucho. Una vez salí del westgate baje por la misma calle hasta pasar de largo el guidhall, las visitas las había ordenado por orden de prioridad teniendo en cuenta que todo cerraba a las cinco de la tarde. Tas pasar el Guidhall se encuentra la estatua del rey Alfred, y un poco más allá se encuentra el viejo molino de la ciudad. El Molino de Winchester tiene más de 1000 años de antigüedad y está junto a un puente, al otro lado del puente comienza un precioso camino que en días soleados como este es muy apetecible recorrer.
El camino recorre la ribera del río que baña la ciudad, las casitas alrededor de ladrillo estaban casi ocultas por la vegetación, frondosos árboles de intenso verde que con el cielo azul despejado le daban un toque de campiña inglesa. El camino se bifurca y seguí la muralla de piedra porque mi destino final era llegar al castillo de Wolvesey de 1110, residencia de los obispos de la catedral antes de la conquista normanda, cuya entrada es gratuita pero que cierra a las cinco de la tarde. Frente al castillo había un camión de helados italianos con una gran fila de cliente, yo con tanta entrada gratuita no tenía suelto suficiente así que esperé al siguiente día en proveerme de un helado, más que apetecible con el intenso calor que había.
Para llegar al castillo hay que seguir un camino que deja a un lado la casa palacio actual de los Bishop y al otro un inmenso campo de fútbol. Las ruinas son bastantes amplias lo que dan a entender lo grande que era el castillo en su época original. Una vez visto el castillo podía continuar el camino o volver por había ido, en este caso es lo que hice porque a las seis y media tenía la recepción del baile y había que peinarse y vestirse, y la ropa de época no es fácil de ponerse cuando se la pone una sola. ero si se continúa este camino se llega a la casa donde murió Jane Austen, otra de las puertas de la ciudad, preciosas antiguas casas y la catedral de nuevo. Esto lo sé porque el camino lo hice el domingo. Como veis, hay bastante que ver y hacer en Winchester.
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