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Diario 2012: Suiza con Swiss Pass : 26. Zurich - dia 9

Al principio este ultimo día no íbamos a madrugar, sino que pensábamos desayunar con tranquilidad, terminar de ver unas cosillas de Zúrich, tomar el tren panorámico de Zúrich a Ginebra, y dirigirnos hacia el aeropuerto de Ginebra para coger el vuelo a España. Pero como cambiamos el itinerario al final madrugamos, dejamos el equipaje preparado y salimos a la calle demasiado pronto. El día estaba completamente nublado y gris, pero al menos no llovía. Por la calle solo estábamos los turistas (nosotras, unos alemanes y una pareja de japoneses) y los que trabajaban montando los stands. Y es que al salir a la calle nos dimos cuenta que habían cortado las calles y estaban preparando casetas, y estaban montando escenarios y adornando con globos los sitios, así que alguna fiesta o festival o algo tenían ese domingo en Zúrich. No pudimos averiguar que era porque nos marchábamos antes de que terminaran de montar las cosas.
 
 

Recorrimos el río por el paseo Limmatquai, que era por donde estaba nuestro apartahotel, y fuimos hasta el Rathaus brucke que es donde está la catedral, el Ayuntamiento y la Iglesia Fraumunster. Empezamos a subir y a callejear, donde descubrimos algunas casitas de colores y balcones muy monas. subimos hasta Lindenhöfstrasse para llegar un mirador. Todo hubiera sido más bonito si hubiera hecho un día mejor. Como estábamos muy cansadas pasamos de acercarnos al edificio tan chulo que hay junto a la estación y nos fuimos hacia el aparta hotel donde habíamos vista una cafetería abierta y podíamos desayunar, la única mesa interior libre era entre dos inglesas y un grupo de suizos que iban de empalmada, eran unas horas demasiado tempranas para que hubiera otro tipo de gente. Terminamos de desayunar recogimos el equipaje y visto que la niebla caía y que no íbamos a ver nada decidimos adelantarnos y coger un tren anterior al planeado que iba directo al aeropuerto de ginebra. Afortunadamente el trayecto se hizo ameno buscando en Internet la leyenda del monte pilatus y hablando con uno de los revisores que se sentó a charlar con nosotras cuando supo que éramos españolas. Y es que, mirabas por la ventanilla del tren y todo era blanquecino. Fue día feo y nada propicio para ver nada. Menos mal que ya regresábamos a España.

 

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