Al día siguiente en Inari la temperatura subió, seguíamos bajo cero pero superábamos los -10 grados. El día estaba medio nublado y el sol que nos había acompañado el día anterior durante el camino a la iglesia ya no se veía brillar con potencia en el cielo cubierto de nubes. Este era el día de la moto nieve. La tienda estaba al lado del hotel, y allí nos fuimos calzando los calcetines, botas, guantes, mono, casco, etc. Una vez cubiertos e irreconocibles con tantas capas, observamos al guía de las moto nieve explicarnos como funcionaban. Luego probamos todos de uno en uno para asegurarse de que todos sabíamos cómo llevarla. Una vez hecho nos montamos de dos en dos en las moto nieves y bajamos de ahí al lago, donde dimos una vuelta para ver como íbamos todos y luego ya continuamos siguiendo al de la moto nieve.
A mí lo de conducir no me llamaba nada, así que aunque después de la parada la gente se cambio de lugar y los que iban de pasajeros pasaron a ser pilotos yo me quede donde estaba, además así podía disfrutar del paisaje. Cuando íbamos por el lago el paisaje parecía un desierto de nieve, sin nada alrededor, solo la nieve lisa y brillante, y el sol tras las nubes, nubes que ocultaban el azul del cielo convirtiéndolo en un tono blanquecino reflejo del suelo nevado, añadiendo poco a poco el viento que empezaba soplar levantando ráfagas de nieve. Todo ello te daba la sensación de estar completamente solo en un paisaje lunar.
Hicimos una parada para ver entre los árboles a dos renos moverse. Por fin conseguíamos ver renos. El guía nos había llevado entre árboles además de por el lago para ver si podíamos verlos, en la nieve blanca había huellas pero hasta la parada no conseguimos verlos. Al otro lado estaba la isla sagrada de los sami, aunque al final debido al tiempo no pudimos ir ahí. Nos paramos en una de las muchas casitas de madera junto al lago, dentro había una estufa y tazones de madera para tomar algo caliente y entrar en calor. Según nos dijeron hay varias de esas casitas como esa por toda la zona. Luego regresamos al hotel y antes de comer teníamos tiempo libre, solo una hora más o menos.
Para aprovechar el día fuimos en busca de tiendas donde comprar souvenirs, aunque teníamos una grande frente al hotel ese día estaba cerrada, así que anduvimos por el pueblo, que son más bien casas desperdigadas unas junto a otras. El viento comenzaba a soplar más fuerte y aunque la temperatura era mayor que el otro día la sensación de frío con el viento era también considerable. Todos nos alegramos de haber hecho la caminata con raquetas el día anterior que tuvimos sol, porque de haberlo hecho al revés hubiéramos pasado mucho más frío. El viento es un elemento muy incómodo de combatir. En nuestro primer recorrido no encontramos ninguna tienda abierta pero sí una casona, unos columpios enterrados en la nieve, y la iglesia del pueblo. La iglesia estaba muy bien cuidada por fuera y cuando llegamos empezaron a sonar las campanas, quisimos entrar pero estaba cerrada. Así que vuelta al hotel y cruzamos el río para ver la otra parte del pueblo, ahí encontramos una tienda, estaba abierta pero no había nadie, aunque llamamos y nadie contesto, suponemos que estarían comiendo en la parte de arriba de la casa. Así que como nos fuimos y regresamos a comer al hotel.
Después de comer salimos todos juntos hacia el museo de la cultura sami (lapona), por el camino pasamos enfrente del parlamento sami, resulta muy curioso pero exteriormente me recordó al pabellón de España de la Expo de Zaragoza del 2008. En el museo la tienda estaba abierta así que compramos todos los souvenirs deseados, por lo menos yo así lo hice y me olvide de parar en busca de más tiendas. Luego vimos una proyección con fotografías de auroras boreales vistas en la zona, y recorrimos el interior del museo sobre la vida de los sami. Mientras el resto del grupo compraba me acerqué a una casita de madera y subí un camino que había junto al edifico del museo. Había leído que el museo tenia parte de museo al aire libre con las casas, trampas, almacenes y demás cosas que tenía un poblado sami.
Vi la primera parte de casas, me resultaba muy curiosa una que era como una tienda de campaña o topi de los indios norteamericanos, y que en la visita al pueblo de Inari había visto junto a una de las casas. Había mucha nieve y algunas zonas era difícil acercarse hasta los postes explicativos dado que te hundías pasadas las rodillas. Regrese a ver si el resto de gente salía de la tienda y luego, con más gente, regresé y visité todo el museo al aire libre. Por el camino oímos el sonido de los renos pero no conseguimos ver ninguno más, en algunas zonas no se había pasado mucho porque costaba mucho andar y te hundías constantemente pero era muy curioso ver las trampas para zorros y otros animales que tenían los sami. La visita se acaba en un teatro de nieve, los asientos de nieve eran un poco fríos pero muy curioso porque tenía hasta fluorescentes para iluminar las puertas de nieve del teatro o cine al aire libre dado que frente a los asientos había una pantalla de nieve.
Una vez visitado todo el museo regresamos al hotel haciendo una breve parada para ver el Parlamento Sami por fuera, y de paso vimos las baterías en el aparcamiento del Parlamento, muy curioso, y la bandera sami ondeando con el viento. Cuando llegamos al hotel nos estaban esperando para ir a construir el iglú, lo construimos en el lago no muy lejos del hotel pero resguardado del viento por unos matorrales, solo había dos palas y no soy muy buena cavando, como prueba puedo decir que puse más nieve al iglú con las manos que con la pala. Debido al tipo de nieve no se podía hacer un iglú de bloques pero al final sería un iglú, para que la nieve se compactara teníamos que empezar a acumularla un día antes. Así que eso hicimos y cuando ya teníamos una montaña de nieve regresamos al hotel a cenar.
Por la noche había previsión de auroras de alta intensidad pero el tiempo en Inari era nublado, era tan nublado que las nubes se veían todas blancas bien entrada la noche, algunas se veían como rojizas, suponemos que por la aurora que estaba tras ellas. Estuve hasta las dos de la mañana en el lago mirando al cielo, esperando que el viento que soplaba dejara ver alguna ventana entre nubes, pero al final me fui a dormir sin tener suerte. Las condiciones climatológicas no se controlan, solo hay que ver que en Groenlandia me hizo de todo menos nevar.
Por la noche había previsión de auroras de alta intensidad pero el tiempo en Inari era nublado, era tan nublado que las nubes se veían todas blancas bien entrada la noche, algunas se veían como rojizas, suponemos que por la aurora que estaba tras ellas. Estuve hasta las dos de la mañana en el lago mirando al cielo, esperando que el viento que soplaba dejara ver alguna ventana entre nubes, pero al final me fui a dormir sin tener suerte. Las condiciones climatológicas no se controlan, solo hay que ver que en Groenlandia me hizo de todo menos nevar.
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