Nada más llegar a Aguas calientes o Machupichu pueblo, lo llaman de las dos formas, dejamos el equipaje en hotel y corrimos para subir a la ciudadela de Machupichu, aunque había niebla tensamos que aprovechar hasta el último minuto. Junto al río, al otro lado de la estación de trenes está la parada de autobús que lleva a la ciudadela. Nosotras ya teníamos los billetes de ida y vuelta comprados. No había que investigar mucho donde había que cogerlo dado que en a calle había una gran fila para montarse. Salen bastantes seguidos, en cuanto se llenan.
Durante la subida estuve mirando por la ventanilla pero con la cantidad de vegetación era bastante difícil ver algo, solo se vislumbraban atas montañas entre la niebla. Porque cuando llegamos hacia bastante niebla. La carretera de subida son curvas tras curvas, camino de tierra estrecho, había zonas donde el autobús tenia que parar para que el otro autobús el de bajada, pasara. Pero los conductores parecían tener dominado ya el camino de subida-bajada. Entre la vegetación se podía ver a veces el camino por donde se puede subir andando, pero hay que tener ganas y tiempo para ello dado que no es un subida rápida. Antes de entrar a la ciudadela hay baños (donde hay que pagar), y un restaurante. Las entradas a la ciudadela de hoy y del día siguiente, junto con la entrada al Huaynapichu, las teníamos cogidas a través de www.machupicchu.gob.pe/
Al entrar nos piden los pasaportes así que volvieron a decir lo de que hay muchas Marias en España (las tres nos llamamos Maria). Pueden pedirse mapas gratis en la entrada y además, al celebrar los cien años desde el descubrimiento de Bigham de la ciudadela te sellaban en el pasaporte una estampa de los cien años de Machupichu. Aunque lógicamente la ciudadela es más antigua que eso. La misma no es visible nada mas entrar sino que hay que andar un poquito para encontrar las casas y las terrazas. Para ver machupichu sin perderse y subir y bajar y repetir templos y casas, o no llegar a ver algo que se desea lo mejor es estudiarse bien el plano. Hay muchísimos sitios por ver, y lo del plano lo digo porque nosotras fuimos viendo los sitios y acabamos dando vueltas por el mismo lugar. Después de eso decidimos coger el plano y mirar bien los caminos para no dedicarnos a subir y bajar sin conocimiento. Después de un recorrido con guía de la ciudadela (vimos los puntos mas interesa pero sin perdernos), salimos de la ciudadela para comer, dado que en teoría no se puede comer ni beber nada dentro del recinto.
A la vuelta (se puede entrar con la misma entrada del día) la niebla bajaba y cada vez se veía menos de la ciudadela, y las montañas que lo rodeaban estaban cubiertas y sus cimas ocultas, lo que auguraba pocas vistas impresionantes, aun así nosotras nos dirigimos hacia la puerta del sol (Intipuku), la entrada a Machupichu del camino inca. Está a una altura mayor que el Huaynapichu (una de las montañas alrededor de la ciudadela) la que sale en las fotos típicas de la ciudadela. Y el camino se me hizo mucho más largo y pesado que el que haría el día siguiente. Está en dirección contraria al Huaynapichu, y aunque está todo empedrado, hay momentos de dura subida. Pero al final, entre la niebla, se visualiza una casa sin tejado, con algo de gente. Durante el camino nos encontramos con una chica de Lima que iba a subir al Huayna Pichu pero que con la niebla durante la subida no veía ni donde ponía el pie así que bajo sin haber llegado a la cima y tomó el camino a la puerta del sol para ver si tenía mejor suerte.
Después de descansar y tomar unas cuantas fotos regresamos por el mismo camino de ida, tal y como se preveía no había ninguna vista desde la puerta del sol, no porque habitualmente no haya sino porque todo estaba cubierto de una niebla baja. Regresando la niebla fue subiendo y pudimos ver la ciudadela impresionante a lo lejos, pequeñitas las construcciones incas, con las montañas inmensas alrededor, y las curvas sin vegetación por donde subía la carretera a la ciudadela.
Al regresar pudimos disfrutar de una tarde de sol por la ciudadela, así que volvimos a hacer un recorrido completo, hasta que viendo que se acercaban las cinco de la tarde (cuando cierran) nos fuimos dirigiendo hacia la salida y casi gritamos de terror cuando una feísima llama nos pillo de frente en un camino, y sin ninguna escapatoria. Por suerte no nos escupió y pasó de nosotras, pegadas a la pared de piedra, evitando casi respirar. No fuera que se lo tomara a mal el bicho, que de pequeño no tenía nada.
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