Como decía, tuvimos que cambiar a última hora el vuelo y coger la única compañía que nos volaba a Trujillo: Taca, y salir a unas horas intempestivas. www.taca.com/esp/pyr/i... X-SPA-S-09
Lo bueno es que por corto que sea el vuelo en todas las compañías peruanas en las que viajamos nos dieron algo de comer y beber gratis, y aunque con sueño llegamos sin el estomago vacío a Trujillo. De camino del aeropuerto hasta la ciudad se recorre la carretera paralela al recinto arqueológico de Chan Chan y pasamos pro un muro hecho por la Universidad de Trujillo que refleja la historia de Trujillo.
Y aunque llevábamos algo de sueño atrasado en cuanto llegamos al hotel y descargamos el equipaje salimos hacia la plaza de armas de Trujillo porque era domingo y los domingos celebran el alzamiento de bandera.
Elegimos para alojarnos un hotel pasable, principalmente lo escogimos por su localización cercana a la plaza de armas, el centro de la ciudad de Trujillo. www.losconquistadoreshotel.com/
Como decía era domingo. Alzamiento de la bandera. Si uno puede pensar que los estadounidenses son patrióticos hay que ver a los peruanos un domingo (pasé tres domingos en Perú en diferentes ciudades y siempre era lo mismo) las autoridades de la ciudad presidian el acto y escolares, bomberos, empresas, militares, enfermeras, tunos, y todo lo que se pueda imaginar desfilaba tras el alzamiento de la bandera de la ciudad, la región y el país. Lógicamente el desfile fue larguísimo pero así, en nuestro primer día, pudimos ver los trajes típicos de cada región, dado que también desfilaban con trajes de cada zona. Fue algo abrumador ver como la gente se amontonaba para ver el desfile, aunque turistas en la plaza éramos tres y poco más, pero lo viven bastante. Nosotras destacábamos entre la multitud, y no vimos a mucho turista por las calles.
Contratamos un tour por la ciudad y descubrimos que el desfile había sido tan largo y espectacular porque a demás del alzamiento de bandera se celebraba el día del libro (todos los escolares llevaban sus pancartas sobre la lectura y las bibliotecas, tanto los que iban con trajes regionales como los que iban uniformados).
Y lo bueno del tour es que como era domingo y nos veía tan interesadas la guía nos propuso ir a un mercadillo que se celebraba los domingo, eso sí, nos pidió que guardáramos los relojes y las cámaras dentro del bolso (no llevábamos ninguna joya encima así que solo tuvimos que guardar eso) y que no nos separáramos de ella. Lo cierto es que el mercadillo me recordó a China, tan estrecho, lleno de gente, bichos, suciedad, y había puestos de comida donde comían agachados junto a la suciedad y la comida al aire libre, yo soy muy escrupulosa con la comida y recuerdo que en China me daba el mismo repelús esas zonas, no es algo que solo me pasara ahí en Perú. En cuanta a la comida que se podía encontrar, no tiene nada que ver con China ni con España, no recuerdo los nombres pero ninguno lo había escuchado antes. Cuando ya nos íbamos se nos acercó muy disimuladamente un policía y en voz bajita nos dijo que tuviéramos cuidado con las cámaras y los móviles, en realidad no habíamos sacado nada del bolso pero nos debió ver ahí tres turistas en medio del resto y como en todos los mercadillos de todas las partes del mundo nunca se está libre de robos.
En un supermercado conocimos a un español que vivía en Trujillo desde hacía un año y pico y nos comentó que Trujillo no es un lugar muy visitado turísticamente. Luego otra pareja de españoles que llevaban unos siete meses viviendo en Perú y con quienes coincidimos en Chivay nos dijeron que es porque Trujillo es peligroso. A nosotras no nos pareció más peligroso que ciertas zonas de Lima que habíamos visto al pasar con el coche desde el aeropuerto al hotel pero supongo que es la fama que debe tener. Nosotras caminamos tranquilamente solas por la ciudad, de día y de noche, y no tuvimos ninguna sensación de inseguridad, excepto si acaso en el mercadillo.
Trujillo es una ciudad cómoda para ver paseando, en la plaza de armas, que es la plaza central de cada ciudad, estaba la catedral, y luego todo son casitas de no más de dos pisos de altura, con sus balcones y rejas de la época colonial. Con el tour entramos en algunas de las casas para ver cómo eran por dentro, con sus patios interiores abiertos, sus balcones, paredes de diversos colores, y ventanas enrejadas. Lo más llamativo de Trujillo frente a otras ciudades tal vez sean los diseños elaborados de las rejas de sus ventanas, dado que en Lima también tiene zonas con casas coloniales y balcones tallados de madera pero no el enrejado de las ventanas que vimos en Trujillo.
Paseando por las calles de Trujillo nos topamos con una procesión un poco extraña, pero no pudimos descubrir que era. También vimos el baile de la marinera, que estaban practicando en el patio de la Casa de la Emancipación. La marinera es el baile típico de esa región, nos dijo la guía del tour que era una mezcla de ritmos africanos, sevillanas y jota, nos pareció algo extraño pero cuando la vimos entera entendimos por qué nos dijo eso. Es bonita sobre todo por las ropas y el ritmo del pañuelo, pero es aún más bonita en caballo que en pareja, el caballo parece que también esté bailando.
Otra cosa que nos resultó curiosa el primer día es que en las comidas, al menos en Trujillo, no ponen agua, sino zumo, que para nosotras es demasiado dulce, y tampoco ponen pan, pero al final hubo que acostumbrarse porque no encontramos un sitio en Trujillo donde comer y nos pusieran agua en el menú. Eso fue el domingo, el lunes ya comimos de lo que el supermercado nos abasteció.
Paseando por Trujillo se pueden encontrar varios tour que te llevan a Huanchaco, chan chan, las huacas del sol y la luna, del arco iris (o del dragón), o de la señora del Cao (o de la bruja). Y estos tours son otro de los alicientes de Trujillo. El mayor inconveniente es la conexión de Trujillo con el resto del país.
Nos acercamos a una cafetería que era una antigua casa señorial restaurada que nos recomendó la guía del tour por Trujillo, nos tomamos unos buenos pasteles mientras nos haciamos fotos por la casa. Luego, ya de noche, paseamos por la plaza de Armas, y tal vez por ser domingo vendían algodón de azúcar, perfecto para mi tradición de comerlo en diferentes países.
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