Cuando llegamos arriba del collado del valle de las Mil Flores nos recogieron en coche y fuimos al puerto a coger deprisa un barco que nos acercará a Igaliku. Las previsiones daban viento y con viento no íbamos a poder coger ningún barco por lo que mejor quedarse anclado en Igaliku, que tiene más sitios que visitar, que en Narsarsuaq. Así que de nuevo tomamos las mochilas y nos bajaron en furgoneta al puerto. Igaliku tiene dos muelles, nosotros cogimos el barco para ir de Narsarsuaq al muelle de Itilleq atravesando el fiordo de Erik El Rojo.
El viaje fue muy rápido pero aprovechando que no llovía (como nos pasó el primer día) todos nos quedamos fuera de la cabina para disfrutar de la vista de los icebergs flotando sobre el agua, con su color blanco como el merengue, sus formas suaves, y sus reflejos verdes en el mar. Estos icebergs se desprenden del glaciar Qooroq y presentan una postal de colores azules: las montañas, el mar, los icebergs y el cielo. Antes de que pudiéramos darnos cuenta, y con la vista todavía en los icebergs que flotaban sobre el tranquilo mar azulado, llegamos a nuestro destino.
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