Después de hacer una parada para comer, donde casi atropellamos a un niño, fuimos a la parada más importante del viaje: Raqchi. Paramos junto a una fuente y el muro del pueblo y entramos a la plaza central. No llegamos a ver la iglesia del pueblo por dentro y solo vimos la plaza cuando cruzamos para entrar al conjunto arqueológico también conocido como el templo de Viracocha. La razón de esto es porque debido a las paradas por las obras en la carretera (si es que se le puede llamar así a ese camino de cabras) íbamos mal de tiempo. El lugar se encuentra cercano al río Vilcanota. Que se oye pasar entre las ruinas.
El complejo de Racchi se compone de varias áreas diferentes cada una designada con una función específica. Lo que primero ves al cruzar un túnel de arboles es el Templo de Viracocha, una enorme estructura rectangular de dos pisos. La estructura la compone una pared central de adobe con una base de piedras grandes y compactas como las que veríamos en Cuzco y Machupichu, típicamente inca, aunque la estructura de adobe no lo sea. La pared tiene ventanas y puertas con el estilo inca, y está flanqueada a ambos lados por una hilera de columnas. Decía que es lo más interesante por visitar porque el resto de templos incas que veríamos en la zona de Cuzco y el Valle sagrado no tienen nada que ver con la estructura de este templo, que también es inca.
De lejos la estructura de sus casas paralelas y sus tejados me recordaron a los templos de la Acrópolis de Atenas. Además de las casas también se encuentran columnas redondas y graneros de forma circular llamados colcas. Estos depósitos son únicos ya que a diferencia de otras estructuras incas estos no son cuadrados. En vez de ver algo del pueblo nos dedicamos a aprovechar hasta el ultimo minuto en el lugar, porque su forma mezcla de líneas rectas y circulares, columnas y estructuras pentagonales, adobe y piedra maciza eran una mezcla de estilos de la época inca que no habíamos visto ni esperado. Como decía, un lugar inca completamente diferente al resto de su arquitectura habitual que merece la pena ver, aunque para ello haya que pasar ocho horas de autobús.
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