En la excursión tomamos un barquito en el puerto para cruzar parte del lago Titicaca y visitar algunas de las muchas islas que tiene el lago. El guía nos explicó la cultura y tradiciones de los habitantes del lago mientras navegamos en dirección a las islas flotantes de los Uros. Los habitantes de Uros hablan un idioma y los habitantes de Taquile otro diferente. Y ambos son diferentes al quechua que hablan por la zona de Cuzco. También se distinguen no solo por sus idiomas sino por sus vestimentas. Cada grupo de islas tiene su vestimenta propia. El lago Titicaca está a una grana ltura por eso en el hotel de puno había gente usando el oxigeno y una mujer china del grupo de turistas que íbamos en el barco estaba aquejada del mal de altura (el lago está a 3820 m).
En 20 minutos llegamos a la primera isla donde las mujeres vestidas con ropas de intensos colores nos saludaban en su idioma (aymara creo que era el nombre del idioma, no recuerdo bien). Las islas de Uros están construidas con juncos flotantes denominados totora, que crecen abundantemente en la zona baja del lago. La totora se usa para construir las casas, los barcos, la artesanía de los uros para turistas y para comida. Mientras estábamos en la isla vi a una niña coger un trozo de totora verde y comérselo como si fuera una golosina. Cada isla se construye con varias capas de totora que se reponen constantemente desde arriba a medida que se van pudriendo las inferiores, de modo que la superficie siempre está mullida y resulta muy extraño ir andando sobre ella. En las islas hay colegios y recomiendan no dar dinero a los niños porque sino en vez de ir al colegio se quedan esperando a los turistas.
Los habitantes de las islas de Uros viven de la caza de patos, la pesca de lo que hay en el lago, de totora y el resto de sus ganancias viene de los turistas. Para transportar a los turistas han construido barcas con totora trenzada cuya proa representa siempre un animal. Los uros venden su artesanía a los turistas exponiendo sus trabajos hechos con totora. Las islas tienen diversos presidentes y a la que fuimos tenía un mirador de totora desde donde podíamos ver el resto de islas flotantes sobre el lago. También cada familia se llevo a un grupo de turistas para ver sus casas desde dentro y repartirse la venta de souvenirs. A nosotros nos eligió el residente Jorge y su esposa Basilia, aunque como no nos van los bordados no compramos mucho, pero fueron muy amables y nos ofrecieron hasta vestirnos con sus ropas, pero como hacía mucho calor no nos atrevimos a ponernos tantas capas de ropa (nos habían dicho que el día anterior había llovido mucho pero nos tocó un día demasiado caluroso a lo que esperábamos, que era frío y lluvia).
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