Al regreso se nos retrasó el vuelo de Trujillo a Lima, salía a las siete de la mañana y al final salimos a las tres de la tarde, además, esperando horas y horas en el aeropuerto pudimos ver que no había más opciones, el avión que había de ir a Lima no había llegado y solo había una avioneta en todo el aeropuerto, esta avioneta iba a Lima pero ahí no cabía nuestro equipaje, no había más aviones o vuelos y la otra opción era ir a Lima en bus, que son tantas horas que más valía esperar. En la espera conocimos a una mujer peruana que vivía en España y que nos dijo que eso no era lo habitual, pero lo cierto es que no conseguimos coger ni un solo vuelo que saliera en su hora.
Como llegamos tan tarde a Lima no pudimos ver la ciudad entera, y tampoco pudimos ver nada más de Trujillo y alrededores porque todo el tiempo perdido fue gastado en el aeropuerto. En definitiva, gracias al transporte perdimos un día. Ya nos daba pena no haber podido acercarnos a Chiclayo menos felices estábamos de perder un día en Peru, pero esas cosas no se pueden preveer ni evitar. Aún así aprovechamos lo que quedaba del día en acercarnos a la cosa, cerca del parque del amor. Lo primero que sorprende es ver a tantísima policía vigilando. Es impresionante los acantilados de tierra arenosa al pie de la playa. No entiendo como teniendo terremotos como hay por esas zonas pueden construir tan cerca de un acantilado que parece de arena. Pasamos la tarde paseando hasta el muelle y viendo a los surfistas sobre las olas. No nos dio para mucho más.
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