Tomamos el tren normal de Tainan a Kaohsiung y dejamos las maletas en el hotel antes de empezar la vista a la ciudad. El hotel, como todos los demás, estaba cerca de la estación de forma que no nos costó nada volver a la estación y coger el metro hasta la estación de tren de alta velocidad, y desde ahí caminamos unos minutos para llegar al Lago de Loto. Desde el lado más cercano a la estación se encuentra el templo de Confucio. Al entrar te piden que escribas tu nombre, de dónde vienes y cuantas personáis sois. Fuimos las primeras en escribir en nuestro alfabeto y cuando miró de donde éramos el hombre puso cara de sorpresa, ya sabíamos que no hay mucho turismo español por ahí. Dentro del templo había una pareja haciéndose fotografías vestidos con trajes chinos pero aparte de ellos no había mucha más gente, luego irían apareciendo más turistas; occidentales y orientales, pero por ahora teníamos el templo para nosotras solas. El lugar tiene una amplia plaza con un edificio central, que es el más decorado, y visto desde el exterior es mucho más grande que otros templos de Confucio que habíamos visitado.
En los edificios que rodean al templo central podemos encontrar una exposición tipo museo como ya pasó con el Templo de Confucio en Tainan, solo que aquí hay menos objetos y mucha más información escrita. Salimos del templo y aunque era pronto el sol ya empezaba a pegar fuerte, caminamos atravesando la puerta donde había una docena de perros tumbados bajo la sombra del arco (lo que dado del calor que iba haciendo tan poco era tan raro) y continuando recto llegamos al puente y el muro con las inscripciones de Confucio. Desde aquí llegamos a ver el templo de Wenchang, que está tapado por los árboles, y luego queríamos dar un rodeo al estanque pero nos encontramos con que había obras. Así que tuvimos que salir del jardín que rodea el lago a una calle que estaba llena de comerciantes, lo que viene siendo el rastro de toda la vida.
Pasando a través del mercado conseguimos llegar al pabellón del Ártico que adora al dios Xuanwu. La estatua es de setenta y dos metros de altura y es uno de los edificios más altos del lago. Se llega a través de un puente adornado con pequeñas estatuas, todas decoradas con esos lazos rojos que les ponen y que no conseguimos saber por qué. Al fondo está la estatua gigante de Xuantian, el emperador del cielo oscuro. Arrepentido de sus pecados, se arrancó el estómago y el intestino y los tiró al río. El estómago se convirtió en una tortuga y el intestino en una serpiente que se dedicaron a hacer el mal. Por eso se le representa sentado sobre una gran roca sujetando la espada Qixing de las Siete Estrellas y pisando a la tortuga y a la serpiente. Se puede entrar al interior de Xuantian, aquí tenemos escaleras por las que subir y en un lateral vemos la figura de una tortuga y una serpiente, representando los símbolos del mal de Xuantian. Antes de entrar nos quedamos mirando a unos orientales que estaban jugando a una de las muchas máquinas que hay en todos los templos y que parecen gustarles tanto. En esta se dedicaban a tirar monedas a la cara de unas esculturas y cuando acertaban, éstas se ponían a tocar los tambores que llevaban. No sé si ya lo había comentado antes, pero cuanto más bajamos hacia el sur, más calor hace. Mis amigas ya se habían hecho con los paraguas protectores de rayo UVA y paseaban como los autóctonos, bien cubiertas del sol con sus sombrillas/paraguas.
De aquí nos fuimos al Pabellón de la Primavera y el Otoño que son Pagodas pertenecientes al Templo Ciming. Son dos torres separadas por la figura de un enorme dragón, sobre el que cabalga Guanyin, la diosa de la Misericordia, vestida de blanco y acompañada de dos niños. Aquí se entra a través de la boca del Dragón, subiendo unas escaleras que simulan ser su lengua, por dentro los pasillos están decorados con la historia y la vida del dios, y acabas saliendo por la cola del Dragón, a la salida se pueden ver las tortugas vivas que tienen en el estanque. A partir de aquí el paseo alrededor del lago está lleno de flores de loto, aves y vistas de postal.
Las Pagodas del templo Ciji están situadas dentro del lago. Son uno de los principales atractivos. Para llegar a ellas hay que atravesar un puente sobre el lago en zig-zag. La Pagoda de la izquierda tiene un enorme Dragón y la de la derecha un Tigre. Es muy importante entrar por la boca del Dragón y salir por la del Tigre para tener suerte y librarnos de los malos espíritus, por lo que se aseguran al poner varios carteles que te “obliguen” a entrar correctamente. Dentro del dragón, como el otro, hay que recorrer un pasillo con relieves que te cuentan una historia. Al final del pasillo nos encontramos con una mesa y una señora que nos pide un donativo. Después de pasar por el interior del Dragón se llega a su pagoda que tiene 7 plantas. Para subir hay unas escaleras de caracol. Yo solo subo un par de pisos mientras mis amigas se niegan a seguir subiendo escaleras con el calor que hace.
La Pagoda del Dragón se comunica con la Pagoda del Tigre a través de un puente, lo único bueno de subir los pisos de las pagodas es que tienes una mejor vista de las figuras que decoran las susodichas pagodas. Al final del recorrido se sale por la boca del tigre que, como los otros pasajes, está lleno de relieves de colores. Tras la visita a la pagoda del tigre y el dragón hay una panadería cuyo olor nos llegaba desde el templo así que nos acercamos a por dulce para comerlo a la sombra de los arboles junto a lago.
Cuando terminamos de comer cogemos un taxi de esos que los turistas que llegaban al lago iban dejando libre y señalándole el nombre en chino del consulado británico nos dirigimos hacia allí. Cuando llegamos el taxista nos dejó en un lado de la montaña que tenía una gran escalera. Empezamos a sospechar que los taxistas tenían gran interés porque subiéramos muchas escaleras porque igual que el de Jiufen, nos señaló las escaleras como si tuviéramos que subirlas. Resulta que la antigua Residencia Consular Británica se encuentra en lo alto del monte Gushan, y aunque ofrece unas buenas vistas de la ciudad como ya íbamos a subir al rascacielos Sky Tower 88 no necesitábamos subir hasta el monte a por vistas. Andamos por el paseo marítimo que hay por esta zona y que tiene vistas a la isla cijin y a su faro de forma que rodeamos el monte Gushan y cuando vimos el precio de la entrada al Consulado decidimos no entrar, no nos valía la pena. Normalmente las entradas a los sitios son muy baratas, pero esta no lo era y tampoco nos iba a compensar. Y podemos ver el edificio desde lejos en el ferry.
Nos dirigimos a coger el ferry que va a la isla Cijin. El billete del ferry se puede pagar pasando la easy card, que es lo que nosotras hicimos a la ida y a la vuelta. Subimos a la parte superior del ferry, para disfrutar de las vistas y el frescor del aire de mar. El paseo es muy corto pero agradable. Cuando llegamos y salimos del ferry nos dirigimos hacia la derecha para ir hasta el faro de la isla pero mis amigas con el calor que están pasando han decidido ponerse en plan relax y no quieren subir escaleras. Como no me apetece subir y dejarlas tiradas damos la vuelta y acabamos en la calle principal que cruza la isla de un lado a otro, esta calle está llena de tiendas, principalmente de comida: mariscos, ranas, y demás bichos desconocidos, pero también hay otro tipo de tiendas. La calle termina en la playa de fina arena y que estaba curiosamente vacía, aunque el paseo marítimo de la playa estaba lleno de gente paseando y montando en bicicleta. Acabamos en un chiringuito de la playa tomando algo para que mis amigas descansen a la sombra. Por la isla vemos muchos de los turistas montados en bicicletas que alquilan nada más bajar del ferry.
Antes de que se haga tarde volvemos sobre nuestros pasos para coger el ferry y luego caminar hasta la parada de metro que nos llevará hasta el Rascacielos Sky Tower 85. Al contrario que con el Taipei 101 esta vez conseguimos subir antes de que anochezca, pero no es algo muy difícil si tenemos en cuenta que éramos las únicas turistas en el mirador. Cuando subimos nos encontramos con que estábamos nosotras y los dependientes de la tienda, así que dimos tranquilamente la vuelta al mirador, y nos sentamos frente al mar para ver el atardecer.
Cuando bajamos del mirador volvemos al metro para ir a lo que va a ser nuestra última parada, en Kaohsiung hay más sitios que ver pero por ahora hemos visto suficiente teniendo en cuenta que acabamos de llegar en el mismo día. Nuestra visita final es la parada de metro llamada “The dome of light”, que una cúpula hecha con cristales de colores que cuenta la historia del universo, y desde diferentes ángulos una misma imagen en realidad son dos o tres imágenes diferentes. Estuvimos dando vueltas y vueltas intentado ver todas las imágenes que representa. Tras ello volvimos a la estación central para salir a cenar algo y donde nos encontramos con toda la gente que no habíamos visto haciendo turismo.
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