Y seguimos con el tour. Nos marchamos a visitar el templo de Nankunshen y, aunque después de tanto templo ya estamos un poco perdidas, este es el templo más grande que visitamos. Hace más de 300 años el Templo Nankunshen se construyó en Tainan durante la dinastía Ming, pero se trasladó a su ubicación actual en Beimen debido a una inundación. Cuando llegamos al templo estaban recogiendo una especie de carrozas, el guía nos comentó que era para una celebración, pero debían haber terminado porque estaban metiéndolas en los camiones como si fueran pasos de semana santa que se guardan tras las procesiones (por hacer una comparativa con algo con lo que estamos más familiarizadas). Ya había leído que en este tiemplo es normal ver costumbres tradicionales de la religión taiwanesa que ejecutan frente a la puerta del templo, lastima no haber llegado antes. De lo que se puede ver, por ejemplo, es que Qi Ye y Ba Ye (las deidades subordinadas Séptimo Señor y Octavo Señor) aparecen cuando los petardos explotan y hacen enormes sonidos. Los jitongs, que están armados con poderes milagrosos cuando las deidades descienden sobre ellos, se lastiman con armas para probar el poder de las deidades. Las multitudes que llevan a un palanquín (como los que estaban guardando) escoltan a una deidad hacia el templo. Los creyentes se alinean para cruzar sobre un pozo de fuego. Incluso en los intervalos entre estas actividades se visten con trajes brillantes y usan un maquillaje aterrador. Pero ya que no pudimos verlo, volvemos al templo.
El edificio se puede ver desde el arco antiguo chino de cinco puertas y seis postes. Y en un lateral vemos que hay un mercado y un 7-11 dentro del propio templo, el guía nos dice que es tan grande y vienen tanto fieles que fue necesario tener estas necesidades cerca. También hay baños por lo que te puedes pasar todo el día dentro del templo sin salir. Además alrededor del templo hay un gran jardín, es decir, puedes hacer una excursión de un día al templo. Este templo adora a cinco señores reales. Al entrar nos quedamos observando a unos fieles que están lanzando piedras, aquí nos hacen apartarnos a un lado porque no dejamos ver a los adivinos lo que están diciendo las piedras, y así ellos no pueden descifrar lo que el dios quiere responder a la pregunta que le hace el fiel. Aquí el guía nos explicó que si tienes una pregunta importante que hacer al dios usas unos los palitos que caen al suelo tras un movimiento aleatorio, y que tienen un número escrito para poder leer la respuesta, y que cuando se lanzan las piedras también es para obtener respuesta a la pregunta y que según como caen es si, no, o no hay respuesta (la explicación fue más detallada pero estaba más entretenida viéndolos que prestando atención al guía (que por cierto todos los tours eran en inglés porque en español pocos y los que había eran mega caros). Es el primer templo en el que vemos a los adivinos en acción, y parece que al que pregunta no le gusta la respuesta del dios porque sigue tirando las piedras. Nosotras nos marchamos y le dejamos con sus piedras y seguimos recorriendo el templo que tiene varios edificios.
Caminamos por el templo delantero Daitian Fu y llegamos a la última parte del Salón Principal de Lingxiao, aquí se ve a los leones guardianes perfectamente alineados. Cornisas en varios colores y elaborados techos, así como magníficos murales en relieve. Entrando en el pasillo hay una figura que parece un fénix dorado y en el otro lado otra que parce un dragón, y en medio una tabla hecha de oro puro. Para construir la tabla, el templo gastó el fondo que había recaudado en los últimos cien años, más las donaciones de algunos creyentes. A decir verdad toda la sala refulge de dorado que casi hace daño a los ojos. Saliendo por un lateral se encuentra el Jardín de Dakun un jardín de estilo Jiangnan que tardó varios años en construirse. Pasando al lado del estanque aparecen más templetes y muros donde se cuentan historias del Templo Nankunshen y una introducción a las vidas de los ciudadanos de Tainan. Si te paras a mirar cada detalle que tienen en los techos o en las paredes el templo puedes pasarte fácilmente todo un día. Como el templo va creciendo en una de las salas podemos ver en los techos a figuras más actuales a lo que estamos acostumbradas (como un deportista de béisbol).
Del templo salimos en dirección a nuestra última parada antes de que anochezca: las salinas de Jingzijiao. Los campos de sal ubicados en Beimen fueron fundados hace más de trescientos años antes de que se cerraran debido a los elevados costes laborales, actualmente obtener la sal de la manera manual en la que se trabaja en estos campos es económicamente insostenible, pero decidieron abrir estos campos al público de manera que uno puede experimentar cómo se recogía la sal, así como paneles explicativos del proceso que siguen en la salina. El agua de mar atrapada en los campos de sal se evapora por el sol, y luego los agricultores recolectaban los granos de sal cristalizados. Hay varias particiones para dividir el agua de mar de la sal.
En las salinas hay una torre a la que subir y desde donde se pueden ver las particiones de la salina. En la zona en la que te puedes mover es la última fase, cuando se puede recolectar la sal cristalizada. Hay varias zonas donde están trabajando y no se puede entrar, pero hay una zona grande para que niños y mayores entren y rastrillen ellos mismos la sal, o la carguen en las carretillas. No hay mejor manera de comprobar el duro trabajo y manual que implica la recolección de sal de esta forma. En los limpios campos de sal de forma cuadrada se puede ver un montón de sal blanca cristalizada entre una delgada capa de agua de mar, esto hace que los montículos de sal apilada de manera triangular se reflejen formando rombos.
Además, cerca hay un templo por lo que desde el fondo de los campos se puede ver el reflejo del templo en las salinas, y se llena de fotógrafos cuando se acerca la puesta de sol porque el reflejo toma unos colores más bonitos con el resplandor anaranjado del sol al anochecer. Un paisaje diferente. Al regreso pudimos ver la cantidad de motos que circulan, y es que según nos comentó el guía, era la hora de salir del trabajo y regresar a casa. Nosotras ya sabíamos que eran muchas porque las habíamos sorteado en cruces y aceras pero lo que vimos en la carretera era un mar de motos y teniendo en cuenta que aquí conducen de una forma especial, tuvimos un entretenimiento en el camino de Beimen a Tainan.
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