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Diario 2013: Singapur - Dia 1

Como decía al final de la entrada de Tokio, el vuelo salió con retraso así que llegué bastante más tarde lo previsto al aeropuerto. Como viajaba con Singapur Airlines había cogido el paquete que te dan pro el mismo precio que el vuelo de transporte ida y vuelta al aeropuerto. Y los cupones de descuento a varios sitios. Así que nada más salir me dirigí al mostrador de la Singapur Airlines Stopover (que es como se llama el programa) y ahí me dieron todos los cupones y me tocó esperar a que me llevaran al aeropuerto porque había otras personas, una mega familia hindú, que también llegaban en el mismo vuelo. Pero no es lo mismo ir sola que ir con una docena más incluidos niños. En fin, que con la tontería y la espera al final llegaba a la recepción del hotel pasadas las cinco de la mañana, y apenas tenía dos días, contando ese para ver la ciudad. Y no es que el viaje de regreso hubiera sido tranquilo, sino que me pasé casi las siete horas de vuelo entre Tokio y Singapur viendo películas porque no había quien durmiera. Aun así, con muchísimo sueño al día siguiente a las diez estaba fuera del hotel encaminada hacia la bahía de Singapur. 




A mi llegada me alojaba en un hotel dentro del stopover pero por una oferta en internet la siguiente noche la pasaba en el Marina Bay Sands. Desde el barrio musulmán donde estaba mi hotel bajé andando hasta la noria Singapur Flyer para así ver esa parte de la ciudad, si no fuera por el calor Singapur es una ciudad muy cómoda para pasear, y mucho más civilizada que su vecina Malasia. Con el stopover de la SIA hay un cupón para subir gratis a la noria. Antes de subir tienes una sala con algunas cosillas interesantes de ver, es como un museo moderno. La subida merece la pena porque puedes ver Singapur desde ahí arriba sin agobios de calor. Hay una gran zona que está construyendo ganando terreno al mar. Se ven los Jardines de la bahía (Gardens by the Bay), el Marina Bay Sands, la bahía de Singapur con el merlion, y al fondo el resto de edificios. La Singapore Flyer es la noria mirador más alta del mundo (mide 165 metros de altura). 









Tras la noria me acerqué al puente para cruzar al otro lado, junto al edificio con forma de flor que es un museo, y así dar una vuelta a toda la bahía. La vista desde todos los ángulos es impresionante. Hay mucha gente haciendo deporte, paseando, tomando algo en las terrazas, y cuando llegué al merlion estaba todo lleno de turista haciéndose la foto con el símbolo de la ciudad: el merlion, mitad pez mitad león. Realmente hay dos merlion, uno grande y otro pequeñito, los dos iguales que lanzan un chorro de agua por la boca. 







Dejando atrás el Merlion volví hacia el Marina Bay Sand para terminar de dar la vuelta a la bahía y entrar a los Jardines de la bahía. Antes de recorrerme los jardines fui directa a coger los tickets para subir a los supertree pero me dijeron que ese día estaba cerrado por mantenimiento, vamos, que tengo yo una suerte. Así que me marché a comer y después me registré en el Marina Bay Sands, donde hasta las tres de la tarde no puedes entrar. Como huésped del hotel podía ir a la Infinity pool, la piscina famosa del hotel, y a la terraza siempre que quisiera, aunque para entrar a la piscina todas las veces que quieras tienes que dejarte una pulserita que ellos te ponen en la muñeca. Si te la quitas ya no puedes volver a entrar por mucho que enseñes la tarjeta de la habitación del hotel. Mi habitación daba a los Jardines de la bahía y las vistas del supertree y la noria eran espectaculares. Subí al piso 57, a la piscina, y tras dejar que me pusieran la pulserita recorrí la zona antes de pararme a disfrutar. Y es que las vistas desde aquí son increíbles. 



La piscina tiene vistas a la bahía de Singapur, pero la zona de bares y de jacuzzis tiene vistas a los jardines de la bahía, que desde esa altura tienen un aspecto diferente. Hay dos piscinas, una para niños, que está cubierta por un cristal que la protege del borde y la de adultos que no tiene ningún cristal, aunque apenas tiene profundidad. Había muchísima gente, era dificilísimo encontrar un sitio donde dejar el albornoz del hotel o la toalla que te daban ahí mismo los del hotel. Encontré un hueco en una hamaca y me metí a disfrutar de la piscina, que tiene truco, y es que cuando te acercas al borde, o desde la terraza, se puede ver que el agua cae a un canal que separa el borde de la piscina del borde del edificio, aunque de lejos parece que el agua cae directamente a la ciudad, y estar dentro con los rascacielos de fondo es impresionante. Dio la casualidad que aunque la piscina no es pequeña justo delante de mí se pusieron dos chicos españoles. Para que usar el inglés si podía pedir una foto en español. Al cabo de un rato se puso a gotear, y a medida que salía la gente de la piscina y llovía más me marché.




Además así podía aprovechar para ver los invernaderos de los jardines de la bahía, que aunque soy alergia tenían muy buena pinta. Cuando llegué, y eso que el hotel está justo enfrente, ya había parado de llover. Al ir a coger los tickets para entrar me di cuenta de que me había olvidado los cupones en la habitación del hotel, pero como alojándose en el Marina Bay Sand tienes descuento, compré los tickets sin tanta pena. Hay dos invernaderos, el tropical y el continental. Cuando entras tienes salas interactivas sorbe la naturaleza, los espacios verdes, para jugar y aprender de forma táctil. El continental medió un poquito de alergia con la zona mediterránea, las amapolas, y demás árboles – menos los de África-. Así que, aunque muy bonito, pasé pronto al otro invernadero. El tropical cuando entras te sorprende. El ambiente es muy fresco, como sería en la selva con mucha agua, pero sobre todo es porque justo en la entrada tienen una inmensa cascada de agua artificial iluminada, que te refresca aún más y que es la primera parada del lugar. El jardín está como en una montaña con diferentes pasarelas aéreas. Así que entras en la montaña y tienes un ascensor para subir al último piso y de ahí ir bajando por las escaleras mecánica y las rampas hasta llegar al suelo. Cuando entré ya estaba atardeciendo y la iluminación con la vegetación le daba un aspecto futurista encantador. Entre más cascadas, flores, y salas interactivas vas disfrutando del lugar. El invernadero es todo acristalado y desde las pasarelas aéreas se puede ver la noria y los supertree. También hay una sala con un vídeo sobre el ecosistema actual y la temperatura de la tierra y como va aumentando con los años y como eso afecta a la tierra, las salas interactivas de este invernadero me recordaron a la Expo de Zaragoza (es que no he estado en otra). 



Cuando salí del invernadero ya era de noche pero descubrí que la salida (que es diferente a la entrada) daba a un paseo con una perfecta vista de la noria Firefly. Caminando salí de los jardines de la bahía dirección el Marina Bay Sands para primero hacer fotos desde mi habitación y luego subir a la terraza a disfrutar de la vista nocturna de la bahía de Singapur. Al poco de estar en la terraza comenzó el espectáculo de luz, agua y sonido. La vista desde arriba del espectáculo era diferente a lo que había visto en fotos, usualmente el espectáculo visto desde abajo. Y sobre todo la vista nocturna de la bahía es impresionante. Ya estaba enamorada de Singapur y apenas había estado un día. Sé que tengo que volver otra vez, con más tiempo. Tras terminar el espectáculo y tras dar otro rodeo a la terraza para fotografías todo Singapur desde las alturas salí a pasear por la bahía y ver si podía cenar algo aunque fuera muy tarde ya, porque entre unas cosas y otras no había parado. Y tras un paseo acabé muerta hasta el día siguiente. 


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