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Diario 2018: Singapur - dia 2

Al día siguiente nos tocaba más relax que el día anterior, pero teniendo en cuenta lo poco que dormimos tampoco es algo malo. Al día siguiente nos dirigimos al hotel Marina Bay Sands donde pasaríamos la noche, aquí como en el resto de la ciudad han cambiado las cosas. Ahora la gente puede comprar entrada y subir a la terraza (por lo que por la noche no había ni un hueco libre para disfrutar de las vistas y el espectáculo nocturno) y para entrar a la piscina ya no hace falta pulsera, han puesto unos tornos para pasar con la tarjeta de la habitación. Por lo que al hacer el check-in te dan una tarjeta por persona. Nos dieron un piso bajo pero con vista directa a los jardines del Supertree así que nos quedamos contentas con las vistas. 
  
 

Dejamos la habitación y marchamos hacia la noria Singapur Flyer. Antes de subir tienes una sala con algunas cosillas interesantes de ver, es como un museo moderno. Había muy poquita gente así que pudimos entrar solas a una de las cabinas de la noria, la cabinas son muy grandes y para tres íbamos dando vueltas. La subida merece la pena porque puedes ver Singapur desde ahí arriba sin agobios de calor. Se ven los Jardines de la bahía (Gardens by the Bay), el Marina Bay Sands, la bahía de Singapur con el Merlion, y al fondo el resto de edificios. La Singapore Flyer es la noria mirador más alta del mundo (mide 165 metros de altura). En contra a hace cinco años el cielo estaba despejado y brillaba el sol por lo que se veía mucho más en detalle el fondo que la primera vez que subí. 

 

Tras bajar me compré un helado, estaba acatarrada pero ya que tenía que viajar congestionada y sufriendo al menos podría darme un capricho. Aquí había un embarcadero para coger uno de los barcos que hacen tours por la bahía, mis amigas no parecían animadas ante la idea así que no lo hicimos, no importa, la próxima vez caerá. De la noria nos acercamos al puente que hay junto al campo de fútbol para cruzar al otro lado, junto al edificio con forma de flor que es un museo, y así dar una vuelta a toda la bahía. En el paseo había varias palmeras plantadas por diversos países, al final encontramos la de España, aquí hay gente paseando pero sobre todo ocultándose del sol, cuando dimos la vuelta el merlion estaba todo lleno de turista haciéndose la foto con el símbolo de la ciudad: el merlion, mitad pez mitad león. Realmente hay dos merlion en esta zona, uno grande y otro pequeñito, los dos iguales que lanzan un chorro de agua por la boca. Aquí hay un puente que no estaba cuando fui hace cinco años y es porque lo construyeron en el aniversario de los 50 años de independencia de Singapur. Sabía que Singapur era moderno pero no sabía que tan pocos años. 

  

  

Cruzamos el puente del jubileo y volvimos a dar la vuelta para ir a los jardines de la bahía, fuimos directas a coger los tickets para subir a los supertree, arriba había ya gente, lo dicho, esto estaba a rebosar de turistas. Desde arriba se puede notar el aire fresco y las vistas son preciosas, sin contar con que el paseo por la pasarela suspendida por los supertree vale la pena la entrada aunque se acaba muy rápido. Creo que no he comentado que los supertree son árboles filogenéticos montados a partir de una combinación de pequeños árboles filogenéticos (y ahora os habréis quedado como yo, sin saber lo que es hasta que lo ves). 

 
  

De aquí regresamos al Marina Bay Sands, para cambiarnos y subir a la Infinity pool, la piscina famosa del hotel, La piscina tiene vistas a la bahía de Singapur, pero la zona de bares y de jacuzzis tiene vistas a los jardines de la bahía, que desde esa altura tienen un aspecto diferente. Hay dos piscinas, una para niños, que está cubierta por un cristal que la protege del borde y la de adultos que no tiene ningún cristal, aunque apenas tiene profundidad. Había muchísima gente, era dificilísimo encontrar un sitio donde dejar el albornoz del hotel o la toalla que te daban ahí mismo los del hotel. Como no nos fiamos (esto no era Taiwán) nos turnamos para entrar a la piscina, entraban dos y la otra se quedaba guardando las pertenencias. La más friolera se salió rápido así que pude disfrutar más tiempo de la piscina, que tiene truco, y es que cuando te acercas al borde, o desde la terraza, se puede ver que el agua cae a un canal que separa el borde de la piscina del borde del edificio, aunque de lejos parece que el agua cae directamente a la ciudad, y estar dentro con los rascacielos de fondo es impresionante. De la piscina nos acercamos al jacuzzi, hay menos gente y ahí yo estoy un rato, con las vistas a la bahía pero mis amigas se quedan más tiempo, en ese rato yo me voy a ver la vista desde la terraza. 

 
  

Después de perderme dando vueltas por los ascensores (esto de que a la terraza haya dos tipos de acceso es un lío) voy a buscar a mis amigas para que vayan a coger sitio a la terraza para ver el espectáculo de luz, agua y sonido de la bahía. La vista desde arriba del espectáculo era diferente al espectáculo visto desde abajo, me gustó más el de hace cinco años, pero igualmente este espectáculo es mucho más completo que el de otros países. Y sobre todo la vista nocturna de la bahía es impresionante. Tras ver el espectáculo de la bahía bajamos a la habitación para ver desde la misma el espectáculo de los Supertree. 

  

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