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Diario 2018 TAIWAN: Dia 6- Hualien y Acantilados de Qingshui

Se pueden hacer varias excursiones esde Hualien (el Lago de la carpa y el Lago de las siete estrellas), si bien el auténtico plato fuerte de una visita a Hualien es el Parque Nacional de Taroko. Así que en Taipei reservamos un tren, el Puyuma Express (al final cogimos todos los tipos de trenes que tienen en Taiwán) y fueron 3 horas de trayecto desde Taipei a Hualien, por lo que no salimos muy tarde de Taipei para no llegar muy tarde y poder descansar para el día siguiente. El Puyuma tiene espacio para las maletas pero es muy pequeño y está ocupado, así que dejamos las maletas en nuestros asientos porque son muy espaciosos, nada que ver con los europeos. Como se hace de noche tan pronto nos daba igual el tipo de tren que coger porque no íbamos a tener vistas, pero existen dos tipos de trenes que van a Hualien, el costero y el de montaña, por el nombre ya se sabe por qué zona van los trenes. La última parada de nuestro tren es Hualien así que cuando íbamos a llegar el revisor pasó por todos los vagones pidiendo el billete de tren, y lo más curioso es que lo hizo como los japoneses, se presentó al vagón, dijo algo y se inclinó por la mitad, cuando llegó al final del vagón tras revisar todos los billetes se volvió a inclinar y salió. 

  

Buscamos un hotel cerca de la estación para andar poco con nuestras maletas, y mientras íbamos camino del hotel escuchamos un estruendo atronador, al día siguiente el guía de tour que contratamos nos dijo que cerca está la Base de la Fuerza Aérea de Hualien desde donde despegan los aviones de combate F-16. El hotel Meci donde nos alojamos está muy bien; bien situado, cómodo y tiene un hall que ofrece refrescos, café, té, cosas para comer tanto dulces como saladas. Desde nuestra habitación tenemos el parque por lo que hay vista directa a las montañas. También fue aquí donde más español oímos, pues aquí ya hay turismo de todo tipo, y también donde vimos el único Carrefour, aunque el guía nos dijo que a los taiwaneses no les gusta mucho comprar ahí.

  

Nuestro guía nos recogió puntual en el hotel de Hualien y salimos en dirección al acantilado Quingshui, por el camino pudimos disfrutar de las montañas del parque nacional de Taroko, aunque unas espesas nubes cubrían sus cumbres presagiando lluvia, aunque al final nos salvamos de la lluvia y tuvimos un soleado día. Llegamos al área que está alrededor del acantilado Quingshui a primera hora y no había nadie pero a medida que pasamos el tiempo disfrutando de las vistas empezaron a llegar coches y autobuses de turistas. Fue una sabia decisión comenzar por aquí. El guía estacionó el coche en el lado norte del túnel de Chongde, desde esta zona no solo tenemos las montañas de Taroko alzándose sobre nosotras sino que podemos ver abajo del tono el recorrido del tren costero que atraviesa las montaña en su dirección a Taipei. Desde aquí andando se lleva a una plataforma de observación que permite disfrutar de la mejor vista del acantilado pues se puede ver la montaña del suelo al pico y también la playa y el color de las aguas del océano. El área alrededor del acantilado Qingshui ha sido designada como una de las Ocho Maravillas de Taiwán. 

  

El acantilado de Qingshui es el único lugar en el Parque Nacional Taroko donde se puede presenciar los tres tonos de color que conforman el Océano Pacífico: un azul blanquecino, un azul más claro y un azul oscuro. Los diversos tonos de azul se deben a la profundidad del lugar. De hecho, el color de los acantilados, junto con los de la costa del Pacífico y el cielo azul impresionan.La playa de Chongde y su costa de guijarros grises complementan el mosaico de colores del lugar. Hay también una piedra gris escrita en chino, no recuerdo qué dijo el guía que decía la piedra pero es una piedra de mármol obtenida del parque de Taroko por lo que es especial. Además el pico más alto, la montaña Qingshui, se eleva 2408 metros directamente desde el océano Pacifico y no podíamos dejar de mirarlo de diversas zonas, esos colores son espectaculares. A su lado, el otro lado de la costa, también visible desde aquí, no causa tanta impresión. Aunque solo es una parada para ver el color del océano y los acantilados, merece la pena detenerse en el camino hacia el parque de Taroko.

  

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