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Diario 2017: Israel - Jerusalem - dia 7

Al día siguiente salimos pronto hacia el Santo Sepulcro. Lo usual es hacer la vía dolorosa por el principio y llegar al final al santo Sepulcro pero nosotros íbamos a hacerlo al revés por consejo del guía por dos motivos: uno es la cuesta que hay que subir para entrar por la puerta de los leones a la ciudad antigua, y el otro que a primera hora hay poca fila para entrar al santo sepulcro pero cuanto más avanza el día más fila hay, y visto toda la gente que había en todos los sitios nos pareció una gran idea. Si hay tanta gente en estas fechas no quiero ni imaginar lo que será estar aquí en plena semana santa; todo un suplicio. 

  
  

Como decía nos acercamos la puerta de Jaffa (la más cercana andando a nuestro hotel), al lado de esta puerta se encuentra la ciudadela y la torre de David, pero dejándolo a un lado nos metimos por las callejuelas de la ciudad antigua, llenas de comercios y por cuyas piedras pasear podría llegar a sentirse un viaje al paso si quitamos los vendedores modernos y las cámaras de vigilancia que hay en cada esquina. Entramos a la iglesia del Santo Sepulcro y vamos directos a hacer fila para entrar. El santo sepulcro, la XIV estación, está en una enorme rotonda, esta parte estaba en obras, pero según el guía se espera que para mejor porque el santo sepulcro llevaba mucho tiempo sin tocarse. Afortunadamente la fila no es muy larga, pero cuando salimos el número de gente se multiplica. 

  

   

Dentro del santo sepulcro no dejan hacer fotografías y cuentan el tiempo que estás, con un monje copto con mala leche que nos trata como a ganado. Lo del tiempo lo comprendo, dada la fila que se organiza si la gente estuviera mucho tiempo conseguir entrar sería misión imposible. El lugar es muy pequeñito, primero se accede a una capilla, la de los coptos, que tiene una piedra en el centro, y luego cruzando una puerta más pequeñita llegas al sepulcro que es una lápida de mármol con sencillos ornamentos y velas. Una vez salimos del sepulcro podemos tomarnos el tiempo para ver la iglesia, que es un cumulo de arquitecturas e historia, una parte pertenece a los católicos, otra a los griegos-rusos ortodoxos, otra a los armenios, y otra a los etíopes, y cada uno con su cultura y detalles arquitectónicos. La zona común del deambulatorio rodea el Coro de los Griegos, y nos va llevando a través del Arco de la Virgen, la Capilla de la Magdalena, y la parte de mayor posesión del Patriarcado Latino en la Basílica, aquí vemos lo que se supone es el trozo de la columna al que fue atado Jesús. En la iglesia del Santo Sepulcro comenzamos el recorrido al contrario de los pasos del vía crucis, o vía dolorosa como se llama aquí en Jerusalén. Vamos por el deambulatorio hasta ver una piedra que es la piedra original del monte Gólgota de cuando la época de Cristo. 

 
   

De aquí entramos en una capilla. Salimos de la capilla, que ya no recuerdo que era lo que había aquí, la iglesia está tan llena de rincones con historia, y nos encontramos con un hermoso mosaicos pero lo dejamos atrás y subimos por una especie de escaleras justo a la izquierda. Entramos en otra de las estancias importantes que representa las X y XI Estaciones, cuando Jesús es despojado de las vestiduras y es clavado en la cruz. Hacemos otra fila, es algo inevitable a menos que vengas a las cinco d ela mañana, pero no madrugamos tanto. Estamos en el Gólgota o antigua Colina del Calvario, donde ángeles y modestos ornamentos cubren diversos altares que representan y conmemoran estos momentos, todo iluminado apenas por la luz de una velas, y en la zona central (el motivo por el cual hacemos fila) se encuentra la piedra marcada con un disco de plata cuyo agujero ubicó la cruz de Jesús y donde murió. El lugar tiene unas preciosas pinturas en la pared que me recuerdan a los cuadros antiguos sobre Belén. Bajamos otras escaleras que nos llevan de nuevo junto al mosaico que está frente a la puerta. Frente a la puerta nos encontramos con la XIII Estación, o Piedra de la Unción, piedra donde fue ungido antes de ser sepultado y el aljibe donde fue encontrada su cruz siglos más tarde. Frente a esta piedra, como decía, hay un gran mosaico con representación de la vida de Cristo. Esta roca que la gente toca o besa, es una losa pulida de color rosáceo ornamentada con lámparas. Finalmente salimos de la iglesia y regresamos a entrar por una puerta lateral que nos da acceso a la zona Armenia y etíope, completamente diferente. 

 
  

Pasamos por el Monasterio Etíope, justo en frente de esta estación, y decisión que tomamos nosotros entrando por una puerta gris que nos lleva a los tejados. El Monasterio Etíope se encuentra ubicado en la esquina dela iglesia y sirve de hogar para un grupo de monjes que viven entre las ruinas de un claustro medieval de las Cruzadas. Ahí hay unas pancartas recordando los asesinatos cometidos por Daesh. En este punto del camino abandonamos el barrio cristiano para entrar en el barrio musulmán. Estamos entrando en los límites de la ciudad hace 2000 años. Nos metemos en el barullo de calles y tiendas (un autentico laberinto) mientras vamos de estación en estación (marcadas con su correspondiente número en las paredes). Desde aquí la calle cambia de tipología, y ascendemos por una calle de escaleras mucho más estrecha y menos calurosa para las horas que son. Tampoco hay tanta gente aunque es lo más parecido a un zoco que hemos visto por las calles de Jerusalén. Llegamos a la estación en la que Simón ayuda a Jesús. En la pared se ve una marca indescriptible que muchos peregrinos creen que es donde apoyó la mano Jesús al caer, por lo que hay fila para tocarla. Seguimos andando y llegamos a la Iglesia de Nuestra Señora del Espasmo, ubicación de las IV Estación del Vía Crucis. 

   

  

Continuamos siguiendo el cartel que pone en español “Vía Dolorosa” hasta llegar a un arco, a la derecha se encuentra una puerta cerrada, es actualmente un colegio musulmán pero antiguamente fue el lugar exacto donde se produjo el juicio de Poncio Pilatos a Jesús, inicialmente interrogado y posteriormente condenado por el pueblo, la primera estación. Y a la izquierda tenemos una antigua construcción romana señalada con el símbolo correspondiente (una especie de platillos con números romanos identifican las ubicaciones de cada una de ellas). En este recinto podemos ver dos iglesias que conmemoran los hechos antes comentados. La primera de ellas, la Iglesia de la Flagelación, es un edificio erigido por los Cruzados que tiene unos bonitos suelos y vidrieras, y luego está la la Iglesia de la Condenación, en el interior de esta iglesia se pueden encontrar dos rincones arqueológicos que demuestran que son de la época en la que vivió Jesús. Uno es la piedra del arco que unía la primera y segunda estación y que se encuentra en un lateral, por lo que puede pasar desapercibido. Y el otro se encuentra en el suelo donde se encuentran símbolos de los juegos que en aquella época obligaban a jugar a los prisioneros. Se llamaban el juego del rey, quien gana se convertía en rey y es al que hacían las peores cosas, algunos dicen que es donde se jugaron las ropas de Jesús pero eso no está demostrado, lo otro sí. Estos rincones con lugares antiguos son los que más te trasportan a otra época, tantos años atrás. Así vamos bajando (hacemos el vía crucis al revés por lo que no toca hacer subidas de pendientes sino bajada) y finamente llegamos a la puerta de los leones, la salida de la ciudad que nos lleva con una amplia cuesta de bajada hasta el monte de los olivos. 

  
    

De aquí vamos directo a visitar la iglesia de la Agonía, hecha con todo mosaicos en el techo, pero lo más llamativo está al fondo del altar, donde podemos encontrar la roca donde se supone que Jesús rezo, área rebosante de misticismo con esa oscuridad del interior, y la gente arrodillada rezando mientras toca la piedra. Frente a la iglesia tenemos una vista perfecta de la muralla y la puerta dorada de la ciudad que permanece cerrada porque se dice es la que se abrirá cuando regrese el Salvador. Tras la visita a la iglesia nos centramos en el huerto de Getsemaní, aquí hay un olivo completamente vallado que según el guía se hizo un estudio de su corteza ara delimitar su edad y resulta que es de la época de Cristo, por eso está tan protegido. Lo cierto es que no se pueden coger ramos de olivo pero resulta que acaban de podarlos y cuando nos dirigimos a la salida del jardín nos encontramos con cientos de ramas de olivos, y por supuesto que mejor recuerdo que una rama de los olivos del jardín de Getsemaní, pero es tal nuestro entusiasmo que el guía nos dice que nos podemos llevar algunas pero que no nos llevemos kilos de ellas que no pasaremos el límite del equipaje. Yo solo he arrancado dos pequeños trocitos porque excepto para mí y para mi abuela nadie le va a prestar atención pero cuando me doy la vuelta veo que mi amiga que no tenía ningún interés de repente lleva un puñado, solo hay que decir que es gratis y que puedes coger todo lo que quieras para que la gente se vuelva loca. 

 

  

  

Finalmente nos dirigimos a lo que sin duda es el mejor mirador de Jerusalén, a los pies del mirador se encuentra un enorme cementerio judío, y parte del Monte de los Olivos, y en frente tenemos una visión de las murallas de la ciudad, de la torre de David, de la explanada de las mezquitas con la cúpula dorada, la puerta de la misericordia, el cementerio musulmán, a un lado abajo la iglesia rusa de Santa María, el muro de las lamentaciones, en fin, desde aquí se puede ver toda la ciudad antigua como una postal que resiste el paso del tiempo. Aquí terminó nuestro día porque nos vamos a visitar Belén. Regresaremos por la noche para salir por nuestra cuesta para disfrutar de las murallas de la antigua ciudad iluminadas. 

 
 


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