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Diario 2018 TAIWAN: Dia 8- Changhua

Tras desayunar tomamos el tren de Hualien a Taipei, de Taipei a Taichung, y luego improvisamos cogiendo el tren de Taichung a Changhua. El tren de Hualien a Taipei nos brindó vistas al océano en un lado y las montañas por el otro, y el viaje de Taipei a Taichung nos dio una visión que nos recordó nuestro viaje a Suiza con el swizz pass; todo los sitios llenos, y gente de pie en el vagón y entre vagones de forma que andar era una prueba de obstáculos humana. Supongo que debe ser un trayecto muy común (por el número de gente que iba) y como es más barato en tren normal que en tren rápido pues se llena de gente. Como siempre la amabilidad taiwanesa hizo que nos orientaran hacia el lado correcto de la salida de la estación para llegar a nuestro hotel. Dejamos las maletas (eran antes de las tres, por lo que no hay entrada a las habitaciones) y volvimos a la estación para comprar un billete a Changhua. No lo habíamos reservado porque no sabíamos si nos quedaríamos en Taichung o no. 

 

El tren a Changhua tarda 15 minutos desde Taichung, un poco más si se toma el tren local dado que para en todos los sitios. La impresión al llegar a Changhua fue haber cambiado de país, gritos, empujones y gente muy morena, hasta ahora ni en la zona aborigen habían sido tan morenos como aquí. Había carteles en chino y en otro idioma, y casi no podemos ver el plano de la ciudad por la cantidad de motos aparcadas en frente. Queríamos haber ido andando hasta el Gran buda que el punto turístico de la ciudad. El Buda gigante de Changhua se encuentra dentro de un parque que está a una media hora caminando desde la estación, pero al final nos acercamos a la parada de taxis de la estación de tren y ya que los taxistas no entienden nuestro alfabeto le enseñé una fotografía del Gran Buda y cuando nos dijo el precio le dijimos que sí (pasábamos de regatear) y nos subimos al taxi con destino el gran buda. 

  
  

Así llegamos a lo alto del monte Bagua (Baguashan, 92 metros) donde se alza a 22 metros la Gran Estatua de Buda. La estatua se ha convertido en un símbolo de la ciudad y del país. Para acceder al gran Buda tenemos una puerta de acceso y una cuesta escoltada con figuras de animales monjes, entre ellos empiezan a aparecer los puestos de comida que están desde el pasillo hasta la plaza con escaleras que da al Gran Buda. Lo cierto es que la comida olía muy bien, creo que es el único sitio donde a mis amigas les hubiera apetecido probarla. Aquí nos cogimos unos helados de corte y subimos al mirador de la fuente que ofrece unas inmejorables vistas panorámicas de la ciudad y del otro lado una visión completa del Gran Buda sentado. 
  
  

Si te acercas al Buda puedes ver de cerca los dos leones/perros que lo preceden y una de las campans (hay un cartel que prohíbe tocarla) y muchas figuras de piedra rodeando al Buda. Es posible adentrase en la estatua del Gran Buda, donde hay un pequeño santuario que ocupa varios pisos, el último piso estaba cerrado pero recorrimos el resto dado que al ser un santuario era gratuito. Se entra por un lateral y se sale por el otro, dentro hacía mucho calor pero en el camino de subida hay varias escenas de la vida de Buda, y un cartel explicando en cada planta la escena que representaba (para los que no conozcan sobre la historia, como nosotras). En la puerta de salida había una estantería con varios libros, pero estaba todo en chino.

  

 

También existen algunos templos alrededor que se pueden visitar, justamente en el que se encuentra detrás del Gran Buda tienen muchos libros que son completamente gratuitos, solo que están en chino. Según leí hay hasta de recetas de cocina. El templo tras el Buda es también bastante grande, tiene varias plantas con balcones y cuando entramos estaba prácticamente vacío. Tras visitar todo lo que había en el lugar decidimos volver a la estación de tren. Como anochecía y no nos habíamos conseguido orientar, decidimos volver en taxi y no perdernos y convertir la media hora del camino del Buda a la estación en horas dando vueltas. 

  
  

La vuelta fue un “tonto el último”, era increíble cómo la gente iba lanzándose a coger los taxis que llegaban, después de verlo decidimos organizarnos, dado que somos tres y podemos cubrir más terreno y al final conseguimos un taxi, no tenía preparado el papel en chino para decirle que a la estación de tren pero el taxista nos entendió porque dijo “chu-chu” y le dijimos que sí y nos llevó hasta la estación de tren. De camino a la estación vimos como comenzaba una pelea y la ventanilla del taxi se mojó del agua que cayó de la botella que tiró uno y todo esto ya cerca de la estación. 

  

Hicimos fila en ventanilla con el nombre de Taichung en chino para pedir el billete de tren, nos dieron uno local, pero no importaba. Al ir camino al andén nos empujaron y casi tiran a mi amiga por las escaleras, sin pedir perdón ni nada. Es curioso lo diferente que era esta ciudad, una de mi amigas comentó que era como haber cambiado de país. Como el tren local es como un metro nos tocó ir apilados como sardinas de pie pero llegamos a Taichung aún de día por lo que podíamos visitar algo de la ciudad.

  

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